Es oficial: Andrés Pastrana,
presidente de Colombia, suspendió de forma indefinida las conversaciones
con la segunda guerrilla del país, el guevarista Ejército
de Liberación Nacional (ELN), tras denunciar su falta de
voluntad para alcanzar una mesa de negociaciones. El lugar del anuncio
no fue elegido al azar: se realizó en la Escuela Militar de Cadetes,
en la celebración del aniversario del ejército colombiano.
La situación toma un rumbo incierto después de que una seguidilla
de gestiones en Suiza y en Venezuela parecían auspiciar la reanudación
del diálogo. Entretanto, empieza la cuenta regresiva del fin de
su mandato, en medio de críticas de todos los sectores políticos
del país.
Pastrana no dudó en decir que se trataba de una mala noticia a
pesar de estar en medio de un festejo militar: Infortunadamente,
hoy tengo que contarle a la nación que los últimos acontecimientos
relacionados con el proceso de paz con el ELN no son positivos y muestran
la falta de voluntad de esa organización para avanzar en un proceso
de paz. Ante estos hechos y ante la posición obstinada del Ejército
de Liberación Nacional de mantener congelado el proceso, he determinado
suspender las conversaciones con ese grupo guerrillero. Y explicó
los antecedentes de su posición: Cuando todo avanzaba satisfactoriamente
y se afilaban los últimos detalles para la pronta implementación
y ejecución del proceso de paz, el ELN introdujo sorpresivamente
elementos y condiciones ya superados, con lo cual se frustran los propósitos
que estaban a punto de alcanzarse.
El ELN había congelado desde el 19 de abril los contactos con el
gobierno; su reinicio estaba supeditado a que éste cumpliera su
promesa de desmilitarizar un territorio de 2000 km2 en el norte del país
y que erradicara a los grupos paramilitares de extrema derecha que operaban
en la región. La zona de encuentro reclamada está
ubicada en los municipios de San Pablo y Cantagallo, en el departamento
de Bolívar y fue exigida por el ELN para celebrar lo que ha llamado
la convención nacional, una suerte de asamblea previa
al proceso de paz, con la participación de distintos sectores políticos
y sociales, para realizar un diagnóstico de la situación
colombiana y formular soluciones. Entretanto, el gobierno solicitó
al grupo de países amigos de la paz con el ELN que integran
Cuba, España, Francia, Suecia y Suiza que oficiaran para
salvar el proceso. También un comité de la sociedad
civil que promueve el diálogo inició una serie de reuniones
con los voceros de la guerrilla. Luego de estas gestiones, el gobierno
y el ELN volvieron a reunirse, primero en Ginebra (Suiza) y luego en territorio
venezolano con el apoyo del gobierno de Hugo Chávez
con el fin de restablecer el diálogo. La negociación parecía
encaminarse cuando el número dos del ELN, Antonio García,
acusó ante la prensa al gobierno colombiano de buscar
dilatar las conversaciones. Acto seguido, pronosticó que sería
casi imposible iniciar un proceso de paz durante el mandato del presidente
Pastrana, quien venía de un público fracaso al intentar,
hace algo más de un mes, conseguir una tregua de la guerrilla para
asegurar la realización de la Copa América de Fútbol.
Por entonces, el ELN le retrucó que no estaban dadas las condiciones
para parar el fuego.
Pastrana hace más de dos años que dialoga, sin un cese del
fuego de por medio, con la guerrilla principal del país, las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo, el proceso no
ha tenido, hasta ahora, muchos resultados concretos. Al referirse al ELN
dijo haber hecho todo lo posible para lograr un acuerdo. Incluso,
para solucionar las dificultades planteadas, el gobierno presentó
una serie de alternativas para iniciar el proceso de paz. Propusimos implementar
la zona de encuentro (desmilitarizada) en forma gradual, realizar las
negociaciones de paz en el exterior, reducir el tamaño de la zona
de encuentro para facilitar el rápido inicio del proceso, modificar
la ubicación de la zona de encuentro y, por último, planteamos
la posibilidad de dar comienzo a las negociaciones en el exterior con
miras a trasladarlas posteriormente a Colombia, enunció detalladamente.
Mientras tanto, a su gestión le llueven las críticas desde
distintos sectores políticos pero ayer, al cumplirse su tercer
año de mandato, no quiso dar todo por perdido: Quiero reiterar
hoy que sigo siendo un convencido de que la búsqueda de una salida
política y negociada al conflicto es la única vía
que nos conducirá a una paz sólida y duradera, y durante
mi mandato hasta el último día siempre estarán abiertas
al diálogo, pero el diálogo tiene un requisito previo que
se llama voluntad, subrayó. Al mismo tiempo señaló
que la agrupación guevarista rechazó sistemáticamente
las propuestas diseñadas por el gobierno, poniendo así
en duda su real voluntad de paz. Las promesas de Pastrana que la
infeliz experiencia de negociación con las FARC no se iba a repetir,
parece ser hoy un presagio que se le volvió en contra.
HABLA
JAVIER ZULUAGA, DE LA COMISION FACILITADORA DEL DIALOGO
Puede haber habido presiones fuertes
Por Verónica
Gago
Javier Zuluaga es analista político
de la Universidad Nacional de Colombia. Además, es miembro de la
Comisión facilitadora de diálogo con el ELN.
Ayer se encontraba en París, desde donde conversó con Página/12.
¿Qué significa este anuncio de suspensión del
diálogo con el ELN por parte de Pastrana?
No sé nada sobre ese anuncio. ¿Fue hoy?
Sí, lo hizo Pastrana en la Escuela Militar de Cadetes. Por
eso le quería preguntar si esto revela un aumento en la presión
política por parte de las Fuerzas Armadas...
Realmente es sorprendente porque se había avanzado mucho
con los contactos realizados en Ginebra el mes pasado. En esa ocasión,
habíamos notado muy buena disposición de ambas partes. Pero
en el país han venido ocurriendo una serie de cosas que pueden
haber entorpecido todo este proceso.
¿Cuáles fueron esas cosas?
En primer lugar, el general Alejo Del Río, quien fue el antiguo
comandante en la región de Urabá en la época donde
allí ocurrieron las mayores masacres a manos de los paramilitares
y que gozaron de total impunidad, había sido detenido
precautivamente para ser indagado sobre sus relaciones con las fuerzas
paramilitares y para investigar su intervención en esos hechos.
Pero, anteayer, se ordenó su liberación. Otro elemento que
complicó las cosas es que hace dos días el Presidente se
refirió en términos muy duros a la radiografía que
el Comandante de las Fuerzas Armadas, Fernando Tapias, hizo sobre la severa
situación del orden público nacional, donde se mostraba
un endurecimiento de las FF.AA. A todo esto, las Fuerzas Armadas aumentan
su resistencia a que se defina una zona de encuentro con el ELN porque
notan que las conversaciones con las FARC no han producido muchos resultados
y no quieren que la situación se repita. Por toda esta situación,
no debe descartarse que haya habido presiones muy fuertes.
¿Cuáles son, ahora, las perspectivas del proceso de
negociación con el ELN?
Al gobierno de Pastrana se le redujo su margen de maniobra política;
por un lado, por los resultados negativos que hicieron como balance de
su gestión todos los sectores y, por otro, por el poco tiempo que
le queda de mandato. Nuestra labor como Comisión facilitadora
del diálogo es seguir insistiendo en que se avance con las
negociaciones con ELN y que, antes de terminar su período de gobierno,
se logre definir una zona de encuentro.
¿Y cuáles son las perspectivas de las conversaciones
con las FARC?
El mayor éxito con las FARC ha sido sostener la zona de encuentro
y las conversaciones de negociación. Pero realmente en lo único
que se ha avanzado hasta el momento es acordar la Agenda para la Nueva
Colombia y alcanzar el Acuerdo de Intercambio Humanitario por el cual
se soltaron los soldados que estaban en poder de las FARC. Pero no más.
¿Qué agrega a este escenario la política de
fumigaciones contra los narcocultivos promovida por el Plan Colombia?
La política de fumigaciones impuesta por Estados Unidos a
través del Plan Colombia y que la administración Pastrana
intenta imponer perjudica a todos. Especialmente porque crea las
condiciones que favorecen el respaldo político a las guerrillas.
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