Por Martín
Piqué
Los piqueteros de La Matanza
cruzaron toda la ciudad para llegar a Plaza de Mayo. Durante más
de tres horas caminaron por la avenida Rivadavia, encolumnados detrás
de un grupo que se encargaba de la seguridad. Marcharon sin hacer mucho
ruido. De vez en cuando gritaban alguna de las consignas que nacieron
en el corte de ruta: Como en Matanza y en Tartagal, la esperanza
es la lucha popular, cantaban a media voz. El cansancio se notaba
en todas las caras y el calor frenaba los excesos de entusiasmo. Sin embargo,
los dirigentes que caminaban en primera línea no ocultaban su satisfacción:
en cada cuadra recibían aplausos y gritos de aliento de muchos
vecinos de Caballito y Flores.
Aunque el recorrido de la marcha fue muy largo, los desocupados no tuvieron
que caminar mucho para comprobar que están ganando apoyo entre
los sectores medios de la capital. Hoy vimos a mucha gente agrupada
en las esquinas, se armaban reuniones espontáneas en las veredas.
Hay mucho apoyo de la clase media, comentó Luis DElía
a Página/12, mientras saludaba a una familia que tiraba papelitos
desde un balcón. El líder de la Federación de Tierra
y Vivienda (FTV-CTA) estaba eufórico porque se estaba haciendo
realidad lo que había soñado hace una semana. A su derecha
marchaba Víctor De Gennaro, y a su izquierda caminaba Juan Carlos
Alderete, con su pechera blanca de la Corriente Clasista y Combativa.
Todos los cantitos provenían del colectivo del Culebrón
Timbal, un grupo cultural autónomo que amenizó la tarde
del lunes en el piquete de Isidro Casanova. Ya se viene la Corriente,
ya se viene el CTA, como no hay pan y trabajo, que se dejen de ajustar,
arengaban desde el micrófono mientras los manifestantes seguían
el ritmo con los brazos. En la primera fila se veía la excelente
relación que tienen las dos organizaciones: hombres y mujeres de
los barrios que coordina la CCC cantaban a voz en cuello junto a los pobladores
agrupados en la FTV.
Detrás de la columna de seguridad, avanzaban los dirigentes de
todos las organizaciones convocantes y algunos legisladores de la ciudad.
Así, junto a De Gennaro, DElía y Alderete, estaban
el docente Hugo Yasky, el aeronáutico Fabio Basteiro, los legisladores
porteños Vilma Ripoll, Patricio Echegaray (Izquierda Unida) y Abel
Latendorf, conocido popularmente como el diputado piquetero.
También marchaban los dirigentes de desocupados Néstor Pitrola
y José Villalba, del Polo Obrero. Luego se sumaron los diputados
del ARI Eduardo Macaluse y Jorge Giles, y el secretario general de la
Asociación del Personal Aeronáutico, Ariel Basteiro.
Cuando la movilización llegó a Rivadavia al 5100, un grupo
de jubiladas comenzó a aplaudir desde las dos veredas. Los piqueteros
respondieron con palmas, agradecidos por todos los gestos de apoyo. Entre
ellos marchaba Fabio Basteiro, con un gorrito de lana y una remera de
APA: A mí se me llenan los ojos de lágrimas cuando
veo que los abuelos se suman a la lucha. Ellos vivieron una sociedad distinta,
donde había educación y salud para todos, comentó
a este diario mientras dos viejitas agitaban los brazos desde los dos
costados de la calle.
La Marcha por la Dignidad continuó su camino, pero
cuando llegó al Parque Rivadavia el sol del mediodía y la
sed obligaron a los manifestantes a hacer una pausa. Todos a la
plaza, ordenaron por los parlantes, y los agotados piqueteros se
tiraron sobre el pasto a tomar agua mineral y comer un sandwich. DElía
se sentó sobre unas escaleras a comer una mandarina, pero fue rápidamente
reconocido por un grupo de vecinos que tenía ganas de charlar:
¿Usted es DElía, no? le preguntó
Julio Bajman, un ex empresario textil que ahora es jubilado. El piquetero
estaba a sus anchas, rodeado de admiradores. Fue atentamente escuchado
cuando responsabilizó al bandidaje de la city por la
crisis que vive el país. Repsol tiene una rentabilidad neta
de 1150 millones de pesos, graficó con precisión.
Después de refrescarse, los desocupados reanudaron la caminata.
En ese momento, pasadas las 13, todos se felicitaban porque la gente
cada vez nos aplaude más. Veían con satisfacción
los papelitos que caían desde el cielo, como cuando pasaron frente
al Hospital Municipal de Odontología. Ese reconocimiento los alivió,
ya que la policía había aconsejado a los comerciantes que
bajaran las cortinas, ante posibles incidentes. Por eso, el locutor de
la protesta se dirigió más de una vez a los comerciantes
de la Ciudad de Buenos Aires, pidiéndoles que no tengan miedo,
que se trataba de una marcha pacífica de desocupados. Lo mismo
se reflejó en una oportuna pancarta que levantaban los matanceros.
Sobre la figura de Gandhi, rezaba en letras negras: Los piqueteros
somos la paz y la vida.
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