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ESTALLA UN CISMA EN EL MOVIMIENTO ANTICASTRISTA
Cómo Elián cambió a Miami...

El papelón internacional por
su conducta en el episodio del balserito precipita cambios en la Fundación Cubano Americana.


Elián con bandera cubana
en un acto en La Habana.
A la crisis por su caso se suman ahora cuestiones de dinero.

El anticastrismo rabioso está en crisis. La Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) de exiliados cubanos radicados en Miami –presidida históricamente por el empresario Jorge Mas Canosa y ahora en manos de su hijo, Jorge Mas Santos– se está desangrando tras una feroz interna. Ayer, 20 directivos de la línea dura renunciaron al directorio acusando a su actual presidente de moderar el tono combativo que caracterizó a la organización. Pero el cisma también tiene un lado económico: las deserciones se deben a la pugna por el control de cerca de los 5,5 millones de dólares de un fondo que dejó Mas Canosa antes de morir.
Hace apenas unas semanas, a fines de julio, la familia de Mas Canosa colocó a su nombre el dinero que el histórico representante del anticastrismo dejó para asegurar la supervivencia de la fundación. La maniobra excluyó a varios miembros “rebeldes” de la junta del manejo de esos fondos por lo que ahora denuncian a los herederos de Mas Canosa por actuar “dictatorialmente”. El incidente se suma a la división que desde hace varias semanas enfrenta a la corriente ortodoxa -la vieja guardia- contra los cambios impulsados por el ala moderada que encabeza Jorge Más Santos y que ensaya una línea más tolerante con respecto a Cuba. La pelea ideológica se agudizó tras el papelón internacional por el caso del niño balsero Elián González pero, en ese momento, se mantuvo a puertas cerradas. La imagen de intolerancia y fanatismo con la que quedó identificada la comunidad de exiliados en Miami, abrió un intenso debate interno. Otro episodio que escandalizó al ala radical, fue que Mas Santos violó la tradicional estrategia de la FNCA de boicotear a los artistas de la isla que actuaban en Miami y, en cambio, patrocinó la celebración de los premios Grammy Latinos en esta ciudad, en los que participarán cantantes de La Habana. La etiqueta de traidor no tardó en llegar; el sector “reformista” fue acusado de “violar los principios de la lucha anticastrista”.
Pero la cuestión del dinero parece haber rebalsado el vaso: “Cuando vimos eso (que fueron sacados de la directiva que controla el dinero), nos dimos cuenta de que todo ha cambiado” se lamentaba el martes Feliciano Foyo, que hasta su renuncia era tesorero. Mas Canosa donó antes de morir 200.000 acciones de su compañía de telecomunicaciones, Mastec, para crear un fondo de reservas que financiara indefinidamente la FNCA. Las acciones valían entones, noviembre del 1997, 5,5 millones de dólares e incluso llegaron a triplicarse el año pasado y, ahora, con la caída de la empresa en la bolsa se sitúan en unos 2,6 millones.
Mas Santos ha rehusado hacer declaraciones sobre el cambio de la titularidad del fondo económico pero ha afirmado estar dispuesto a pagar el precio de la escisión en la FNCA a cambio de limpiar la imagen de intolerancia. “Si a alguien le resulta controvertido pues que así sea” advirtió.

 


 

TIENE CUATRO AÑOS, ES TAILANDES Y PADECE SIDA
...y cómo apareció otro Elián

Por Javier del Pino
Desde Washington

Su nombre es más complicado de pronunciar que el de Elián González, pero la mirada del niño tailandés Phanupong Khaisri es tan tierna como la del cubano. Por eso la prensa ya le ha puesto un apodo sencillo a Phanupong: se le conoce como “Got”. En su historia se entremezcla –igual que en la de Elián– la tragedia familiar con el carrusel de la diplomacia y la Justicia.
En abril del año pasado, Got llegó al aeropuerto internacional de Los Angeles en brazos de una pareja tailandesa que identificó al niño como su hijo. Sea por falta de parecido o por sospechas en el comportamiento, los agentes de inmigración creyeron ver algo extraño en esa familia que dijo llegar a este país con el único objetivo de hacer turismo. Desde ese día hasta hoy, la realidad ha ido completando la triste historia de la vida de Got, que acaba de cumplir cuatro años. No eran sus padres quienes trajeron al niño a EE.UU.: la pareja formaba parte de una red dedicada a la importación de prostitutas tailandesas que trataba de introducir en el país a quien se hacía pasar por su madre. Su padre verdadero se suicidó cuando Got no había cumplido un año de vida; su madre, también prostituta y adicta a la heroína, había renunciado a la custodia del niño por problemas con la ley en Tailandia, aunque no sin antes tratar de hacer un dinero alquilando al niño a parejas ficticias como la que fue detenida en Los Angeles.
Que al pobre Got se lo usara como señuelo para provocar ternura en los agentes de aduanas no era lo más dramático que le había ocurrido en su vida. Había algo peor que eso y peor incluso que la varicela o la infección grave en los oídos que sufría cuando llegó a EE.UU. Got tiene sida. El Servicio de Naturalización e Inmigración (INS), el mismo que dio amparo legal a los esfuerzos por devolver a Elián a su familia en Cuba, ha hecho todo lo que ha podido por lograr la deportación del niño a Tailandia. Sus abuelos maternos reclaman al niño, aunque la abuela está ahora mismo en la cárcel por delitos relacionados con la droga. Sin embargo, Got ha contado con la ayuda legal de varios grupos de defensa de derechos humanos que han tirado del otro lado de la cuerda para tratar de que el niño se quede en EE.UU. EL INS negó al niño asilo político hace unos meses, pero poco después un juez federal ordenó que se paralizase el proceso de deportación porque “supondría dar al chico una condena a muerte”. El juez era partidario de conceder a Got la residencia en EE.UU. hasta que cumpliera 18 años y pudiera elegir por sí solo el país en el que desea vivir, pero el INS seguía adelante con recursos y trámites para lograr la deportación. Quienes defendían la permanencia de Got en EE.UU. se mostraban convencidos de que, si regresaba, inmediatamente el niño entraría de nuevo en las redes de exportación de prostitutas, sin que nadie se preocupase por mejorar su vida y cuidar su enfermedad. Tal ha sido la batalla burocrática y diplomática que al final ha intervenido personalmente el fiscal general, John Ashcroft, para aplicar una nueva ley redactada prácticamente a la medida de este caso. Got se ha convertido en la primera persona que solicita –y que recibirá– un visado especial bajo el amparo de la Ley de Protección de Víctimas por Tráfico y Violencia. El visado dará a Got tres años de residencia legal que después permiten acceder a un status indefinido. Ashcroft incluso viajó a Los Angeles para ver a Got, que vive con una familia que desea formalizar su adopción. “Es un caso que presenta unas circunstancias extremadamente únicas y trágicas. Got es un niño aislado y confundido en un sistema legal complejo –dijo Ashcroft–. Casos como el suyo han de conmovernos. Las víctimas de tráfico humano son a menudo como Got: demasiado jóvenes, demasiado asustadas y demasiado atrapadas en las circunstancias como para hablar por sí solas”, aseguró. El gobierno tailandés y los abuelos del niño, representados porla abogada estadounidense Dorotea Kraeger, todavía esperan recurrir la decisión y buscar un recoveco legal que permita la devolución del niño. “Seguiremos adelante en los tribunales para que se escuche la otra parte de la historia, la que cuentan los abuelos”, dijo Kraeger. Pase lo que pase, ahora Got tiene buen aspecto. Toma dos veces al día los medicamentos contra el sida, lo que mantiene adormecidos los síntomas de la enfermedad que padece.

 

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