Por Khaled Dawoud
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Desde
El Cairo
Los campos de refugiados palestinos
en el Líbano recibieron con bailes y disparos al aire la explosión
en Jerusalén. En Ein el-Hilweh, el mayor campo de refugiados del
Líbano, los hombres bailaban la danza tradicional árabe
dabkeh mientras las mujeres y los niños ofrecían
jugo y dulces árabes a quienes pasaban cerca de allí diciéndoles
mabrouk, el vocablo árabe para decir felicitaciones.
Los guerrilleros que viven y se entrenan en el campo de refugiados ubicado
en las afueras del puerto de Sidón, en el sur del país,
celebraron disparando al aire por espacio de una hora.
Nuestro pueblo no podrá liberar nuestra tierra y establecer
un Estado palestino más que a través de estos atentados
suicidas, dijo Mounir Makdah, que lidera una facción disidente
del movimiento Al Fatah de Yasser Arafat en Ein el-Hilweh. El jefe del
Fatah en el campo, Khaled Aref, señaló que la sangre
engendra sangre. Desde que asumió, el criminal Sharon trabaja para
la guerra y no para la paz. Luego de la noticia, se escucharon disparos
esporádicos en los campos de refugiados ubicados en los barrios
musulmanes chiítas de Beirut.
El gobierno de Egipto emitió una condena oficial, pero para el
común de los egipcios Sharon obtuvo lo que se merecía.
Hani Mohamed, que trabaja en una oficina de gobierno, dijo que lamentaba
la muerte de seis niños en el atentado, pero Sharon debe
entender que no puede continuar matando palestinos para siempre.
Ahmed Sherif, taxista, dijo que los israelíes nunca se ponen
a pensar que es su continuada opresión sobre los palestinos lo
que lleva a alguna gente a hacerse explotar. El comentario refleja
la creciente impaciencia árabe con la continuada sangría
palestina.
En Jordania, un médico de origen palestino llamado Jamal Khatib,
explicó que este atentado ocurre luego de una serie de asesinatos
israelíes y es muy difícil que la Autoridad Palestina lo
condene completamente. Los palestinos están a favor de este tipo
de atentados. Muestra lo que pasará si no se vuelve a las negociaciones.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
SERGIO WIDDER *.
La política
de Arafat
La política de la Autoridad Palestina de dejar libres a
los terroristas está destruyendo el proceso de paz. En los
hechos, no parece haber una real voluntad de acuerdo. Israel ha
hecho propuestas que tiempo atrás parecían inconcebibles
con el fin de alcanzar un estado de paz y la AP ha hecho todo lo
posible por boicotear ese proceso. La AP puede poner fin a los ataques
terroristas contra la población civil. En la medida en que
no se vean esfuerzos en ese sentido y en el terreno concreto, seguir
exigiendo más concesiones a Israel es pretender el suicidio
del Estado judío.
* Centro Simon Wiesenthal.
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JOSE ADASZCO*.
Hace falta que presione
Estados Unidos
Creo que hay que encontrar un punto para volver a una mesa de
negociación y parar esta locura asesina, porque indudablemente
va a haber una respuesta y así sucesivamente, y es una escalada
que no tiene fin y los que sufren son los dos pueblos. El camino
es inevitable y único, todo este drama conduce a la paz.
La pregunta es cuántos muertos tiene que haber para poder
alumbrar esa bendita paz.
En las actuales condiciones no se puede volver a la mesa de negociaciones,
hace falta que intervengan Estados Unidos y la Comunidad Europea
presionando a las partes. Lo que ocurre es que Israel tiene un problema:
hasta hace un tiempo tenía un interlocutor válido
enfrente y hoy el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat,
no es un hombre de confianza habiendo tenido todo al alcance
de la mano y habiéndolo dejado ir como agua por un arroyo.
Somos conscientes de que hay determinados puntos básicos
y pautas a seguir. Las condiciones en este momento no son políticamente
las mismas que podían existir en el mes de octubre, cuando
todavía había una luz en el camino hacia la paz. Bregamos
por ella, pensamos que la nota de discordia era de enseñanza
para entender que con la violencia no se alcanza absolutamente nada.
Cuando me refiero a violencia, es de ambos lados. El proceso de
paz está detenido. Estamos con una opinión pública
muy escéptica, con una gran desconfianza porque indudablemente
los hechos son terribles. Yo creo que Arafat está desbordado,
que su partido ha perdido hegemonía dentro del movimiento
palestino. Indudablemente, las posiciones más extremistas
han acaparado puestos de poder y una gran influencia. A Israel no
le conviene sentarse a negociar con la gente de Jihad Islámica
y de Hamas y sí le conviene con la gente en el campo palestino
que clama por la paz. Prácticamente todos los días
hubo incidentes, lo cual nos dice bastante que el cese de fuego
es una ficción, pero igualmente es primordial para sentarse
a hablar; si no, la paz sería una utopía.
* Presidente del frente pacifista y de izquierdas Meretz en la
Argentina.
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DANIEL GOLDMAN*.
El precio de la paz
Me preocupa semejante escalada de violencia porque lo único
que genera es incomprensión de ambos lados sin fin. Y esto
no es ningún tipo de solución; es más, este
atentado retrasa las posibilidades del proceso de paz porque, seguramente,
generará algún tipo de represalias. Así, continúa
este juego permanentemente. Por naturaleza soy optimista y, sin
embargo, no pienso que la solución esté en el corto
plazo. Quiero creer que desde ambos lados se desea la paz pero el
tema es cuál es su precio. A esta altura, el precio de la
paz ya es demasiado caro y ésa es la gran preocupación.
* Rabino de Bet El.
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MARCOS AGUINIS *.
Ni víctimas ni victimarios
Desde que comenzó la segunda intifada, el propósito
que se ha puesto de manifiesto desde el lado palestino es generar
una reacción israelí cada vez más intensa para
que, ante la opinión pública internacional, Israel
se convierta en el victimario absoluto mientras que los palestinos
se convierten en la víctima absoluta. Esta relación
asimétrica significará que todo lo que hagan los palestinos
estará bien porque asumen el rol de víctimas y todo
lo que haga Israel estará mal porque es el victimario. De
esta forma es imposible lograr un acuerdo de paz y está visto
que no hay manera por parte de ninguna organización palestina
de poner fin a la violencia. Mientras en Israel existe un movimiento
por la paz que involucra a cientos de miles de personas, no se ha
formado una contraparte palestina igualmente comprometida con la
paz. Es obvio que estas acciones suicidas no pueden derrotar a Israel
pero sí provocar una reacción que ya no tenga las
cuotas de freno y de contención que existieron hasta el presente.
Es decir, estos atentados estimulan a los fanáticos israelíes
que piden una acción extrema con la ocupación de todos
los territorios que administra la Autoridad Palestina y un enfrentamiento
que derive en algo peor de lo que hasta ahora existe. La opinión
pública mundial debería dejar de lado una postura
en la cual ambas partes son tratadas como víctima y victimario
para pasar a otro tratamiento mediante el cual ni la víctima
ni el victimario lo sean en términos absolutos. Ambas partes
tienen una tarea muy importante para la paz. En cuanto a la política
de Arafat, tiene dos lecturas. La primera intifada es absolutamente
legítima porque llevó al reconocimiento recíproco
y a los acuerdos de Oslo y la segunda es su negativo porque quemó
los acuerdos de Oslo, desenfrenó el odio y sembró
los vientos que ahora se convierten en tempestades.
* Escritor.
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MARIO SZNAJDER*.
Es inmoral no buscar
una salida negociada
Cuanto mayor es la violencia, menor es la perspectiva de paz.
Y no se trata de una cuestión de decisiones políticas,
sino que la violencia exacerba a las poblaciones. Parecería
haber señales de que Israel va a tomar represalias de carácter
militar. Creo que para tomar otra dirección haría
falta que alguien tuviera el suficiente coraje para quebrar el círculo
de violencia y ante un acto tan salvaje como el de ayer, no se respondiera
con la misma moneda. Además, hay que ver en qué medida
todo esto influye sobre la opinión pública internacional,
ya que si bien Estados Unidos desde el punto de vista israelí
pareciera tener una postura ecuánime, está claro que
las expresiones del resto del mundo han sido relativamente favorables
al lado palestino y contrarias al lado israelí.
Ante la magnitud de un acto violento y las imágenes que genera,
la reacción de la población es absolutamente emocional
y no políticaracional: no se piensa qué puede poner
fin a la onda de violencia, sino que se piensa que los culpables
deben pagar inmediatamente, más allá de cualquier
mecanismo de justicia. Así se producen los fenómenos
de culpa colectiva. Entendemos que en el gobierno palestino hay
cuadros políticos que presionan muy fuerte para que no haya
paz así como los hay entre el arco político israelí.
En ese sentido, hay una simetría pero existe una diferencia
básica: el gobierno de Israel es capaz de tomar decisiones
y ejecutar políticas; mientras que el palestino, con el liderazgo
de Arafat, no parece ser capaz de llevar a cabo políticas
positivas. Es una diferencia entre, por un lado, un Estado constituido
con todos sus mecanismos legales e instituciones y, por otro lado,
un gobierno que no se decide si sigue siendo un llamado movimiento
de liberación nacional con técnicas de guerrilla o
un movimiento terrorista, según como se lo mire o un
Estado en vías de institucionalización, es decir,
con cada vez mayor cumplimiento de la ley. Creo que es necesario
negociar, tanto desde el punto de vista político-práctico
como desde una perspectiva moral. Y aclaro, no es una cuestión
de piedad ni de ideales, sino de un principio moral básico:
la vida humana. En algún momento del futuro se va a negociar
pero cuanto más se tarde, se suman más muertos y heridos.
Esa es la diferencia y, por lo tanto, es inmoral no buscar una salida
negociada políticamente. El problema es cuán largo
hacemos el camino porque sabemos que está pavimentado de
cadáveres y de sangre y que lo único que produce es
mayor odio.
* Politólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
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