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PARA REESTRUCTURAR EL FUTBOL ARGENTINO
Superplan Macri de salvataje

Su creador prevé que los clubes no tendrán más deudas y se triplicarán los ingresos. Vuelven las sociedades anónimas deportivas.

Mauricio Macri explicó ayer su plan en Boca �Estoy seguro de que así el fútbol sale� afirmó.

Por F. M.

El presidente de Boca, Mauricio Macri, presentó ayer en la sala de conferencias de Casa Amarilla un proyecto para reorganizar y salvar el fútbol argentino. El plan, ideado por el empresario durante los meses de licencia que se tomó en el club, entre abril y mayo pasados, junto a cuatro “abogados prestigiosos”, entre ellos el Inspector General de Justicia de la Nación, contempla la creación de un Ente económico regulador, el ingreso a los clubes de las denominadas Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) y la convivencia con las sociedades civiles sin fines de lucro, siempre que los dirigentes avalen sus gestiones con sus bienes patrimoniales, y que los clubes, en cualquiera de las formas jurídicas que se enmarquen, no puedan competir mientras no tengan saneada sus respectivas economías. Según aseguró el dirigente, este proyecto, que ya fue remitido a la ministro de Trabajo, Patricia Bullrich, y al ministro de Economía, Domingo Cavallo, para su evaluación, resolverá en un 99 por ciento los problemas actuales del fútbol argentino.
El proyecto de Ley Macri, que toma como base la experiencia de distintos países y la experiencia del empresario al frente de Boca, marca claramente las diferencias entre el funcionamiento de las instituciones deportivas con sentido social, y las instituciones que tienen actividad profesional. Y sus articulados marcan esas diferencias. La embrionaria ley consta de tres partes principales, el Núcleo Deportivo (ND), el Plan de Encuadramiento y las SAD.
Los denominados ND –”un concepto innovador de lo que ya existe en Europa”, según Macri– son las entidades civiles que se conformaron, a través del tiempo, por medio de su actividad deportiva amateur o profesional. “Se declara núcleo a los emblemas, los colores, el nombre de los clubes” explicó. Estos ND son inembargables, nadie puede trabar deuda contra ellos porque son “la esencia de los clubes”, y podrán mantener esta figura mientras no dejen de cumplir las reglamentaciones legales que imponga el Ente económico regulador, que se creará para tal fin. El ND “es propiedad de la entidad civil respectiva y sólo puede ser adjudicado a una SAD para el mejor cumplimiento de los fines previstos”.
El Plan de Encuadramiento es el instrumento que permitirá pasar de “una situación muerta, quebrada, a una nueva situación”, el fútbol saneado, con una nueva competencia, de la que sólo podrán participar los clubes que tengan al día sus cuentas. Para controlar a los distintos clubes, este plan contempla la creación de un Ente regulador de las relaciones económicas –la AFA sólo controlaría las deportivas– y tendrá autoridad para definir qué instituciones están en condiciones de ingresar a los torneos.
Las instituciones que no puedan garantizar sus economías tendrán tres alternativas: continuar como sociedades sin fines de lucro, pero con la presentación de avales patrimoniales por parte de los dirigentes; si las deudas son muy grandes –Macri dio como ejemplos los casos de San Lorenzo, Independiente, Vélez y Racing, que varían entre “20, 30 y 50 millones”–, llamar a convocatoria de acreedores y avalar los dirigentes el 100 por ciento del valor de las cuotas de pago; o licitar el ND para que una SAD se haga cargo. Dichas sociedades, así como las entidades sin fines de lucro, serán auditadas anualmente por el Ente regulador y en caso no cumplir con sus compromisos o de arrojar balances negativos, se verán obligadas a saldar las diferencias con sus propias reservas o bien llamar a una nueva licitación.

 

OPINION
Por Diego Bonadeo

El día siguiente de para siempre

Ni el histrionismo ni el doble discurso del vicepresidente de la FIFA, presidente de la AFA, responsable de corralones de materiales de construcción en Sarandí y socio de Carlos Avila en TyC, Julio Grondona, parecen tener límites.
Como en general, parecen no tener límites las incontinencias dialécticas de quienes, desde la autocracia, el único lugar que les reconoce pertenencia, embisten impúdicamente con la prepotencia del poder como argumento único. Dicen y hacen “a piacere”, en la certeza de que nadie les contestará ni repreguntará respecto de lo dicho, ni nadie les pedirá cuentas de lo actuado.
Unos años atrás, denuncias sobre irregularidades en el fútbol francés involucraron a Jorge Burruchaga, de paso por Europa, antes de su retorno a Independiente. Julio Grondona, con la soltura de cuerpo y de lengua proverbiales en quienes militan activamente en la cultura de la incontinencia, comentó con desenfado: “En lo de Burruchaga hubo una mano negra en la FIFA”. No lo estaba diciendo un periférico tirabombas, sino el vicepresidente de la corporación que maneja el fútbol del mundo, que como integrante de la corporación que es, no hizo nada respecto de su propia “denuncia”.
Ahora, cuando explota en su oficina de la AFA, en los aviones que lo llevan y lo traen a y de Zurich a las reuniones de la FIFA, en los despachos lujosos y vulgares de Carlos Avila, en las antesalas de la periferia de la ministra de Trabajo Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, y en los medios, esto que se da en llamar “la crisis del fútbol”, Grondona amenaza: “Si esto no se arregla para siempre, me voy al día siguiente”. Una bravuconada más, que, por otra parte, contradice flagrantemente la impronta de su anillo predilecto que como es sabido tiene impresas dos palabras: “Todo pasa”.
¿Qué quiere decir Grondona cuando dice “si esto no se arregla”? ¿Qué quiere decir Grondona cuando dice “para siempre”? ¿Cuál es “el día siguiente”? ¿El día siguiente de qué?

 

OPINION
Por Gustavo Veiga

Los valores de remate

Mauricio Macri no pierde el tiempo. La crisis del fútbol le viene como anillo al dedo. Durante un reportaje que le realizó Marcelo Araujo en La Red, afirmó: “... Lo que hay que hacer es rematar el derecho a competir. O sea, se rematan los emblemas, el color, esos valores tradicionales para competir en una nueva competencia...”. Esgrimió estas consignas como un castigo para los malos directivos. El contexto de la entrevista era la inactividad que genera el conflicto Agremiados-AFA, coyuntura durante la que, vaya curiosidad, el dirigente adhirió a la postura de sindicalistas como Sergio Marchi.
Si alguien creyera que Macri perdió la chaveta, cometería una ingenuidad. Por la noche, avanzó en el mismo razonamiento que expuso durante el diálogo radial en una conferencia de prensa. Encontró un atajo –la oportunidad que le brinda el paro de futbolistas– y planteó la privatización del negocio más rentable que aún administran, y mal, los clubes: el deporte profesional y masivo por excelencia. Pero no las otras disciplinas, amateurs en su mayoría y poco redituables. En el proyecto original que fue redactado por cuatro especialistas del Derecho, las instituciones brindarían, entre otras cosas, la denominada “prestación accesoria”. Que no es otra cosa que la cesión de sus estadios, canchas auxiliares, gimnasios, a los empresarios que inviertan.
Macri está persuadido de que tiene ante sí una posibilidad histórica para cambiar el fútbol. Muy similar a la que, a comienzos de los años ‘90, usufructuaron los capitales de adentro y de afuera. Cirugía mayor sin anestesia, planteaba el ex presidente Carlos Menem, ahora detenido por contrabando de armas.
Y así nos fue.

 

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