Por Silvina Friera
Es pura adrenalina y contagia
sus ganas de vivir. Con más de cincuenta años de trayectoria,
Pepe Soriano acaba de regresar de una gira teatral en la que recorrió
más de 7000 kilómetros con El loro calabrés, un unipersonal
ideado, escrito y protagonizado por el actor. Las anécdotas de
su oficio, los recuerdos de Colegiales el barrio donde nació,
creció y aprendió a jugar al fútbol se enlazan
con un puñado de personajes arquetípicos inspirados en su
familia y los vecinos. Este espectáculo emblemático se inició
en un café concert de Rosario, Santa Fe, en 1975, y recorrió
todo el país y varios escenarios de Europa, América latina
e Israel. La particularidad de esta gira, auspiciada por Canal á
en el marco de los festejos por los cinco años de la señal,
es que Soriano visitó pueblos con menos de 5000 habitantes, marginados
habitualmente del circuito de giras nacionales por ser poco redituables
económicamente. El valor simbólico de la entrada era un
alimento no perecedero, que se donaba a las instituciones sin fines de
lucro de la localidad.
Entusiasmado, Soriano abre una carpeta y le muestra a Página/12
los mapas de las zonas. Con líneas rojas, verdes o azules están
marcadas las rutas por las que transitó, acompañado sólo
por un asistente. Fue una experiencia notable. Estoy orgulloso de
mi gente, pero la situación del país es insostenible. Cuando
en un pueblo ves que hay 300 chicos en la calle, con sus caritas quemadas
por el sol, con el pelo desteñido por la desnutrición, comprendés
que Buenos Aires es una burbuja, explica indignado. La producción
del país está parada, los ferrocarriles están todos
cerrados. Se te caen las lágrimas cuando ves gente que quiere hacer
teatro y lo arman en los galpones ferroviarios.
Con cierto pudor, admite que hizo un apostolado de su trabajo. Llegaba
al lugar, ponía las luces y dormía una siestita. Después
tenía la función y a las dos de la mañana nos íbamos
todos juntos a tomar vino y comer en una parrillada para darle duro al
chorizo y al lechón, cuenta el actor, que confiesa que engordó
cuatro kilos. Con apenas una valija con su ropa y la guitarra, como los
actores transhumantes, empezó el 8 de julio en Colón (Entre
Ríos). Hasta el 29 de julio se presentó en Villaguay (Entre
Ríos), Curuzú Cuatiá y Bella Vista (Corrientes),
Roque Sáenz Peña y Charata (Chaco), Tostado, Sunchales,
El Trébol y San José de la Esquina (Santa Fe), Corral de
Bustos, Sampacho y Huinca Renanco (Córdoba), Eduardo Castex y General
Acha (La Pampa), Río Colorado (Río Negro) y finalmente en
Coronel Pringles, Gral. Lamadrid, Carhué y Pellegrini (Buenos Aires).
Pepe se divierte al recordar, quizás, el mejor blooper de la gira.
Al final de la obra el actor comparte un pan, amasado por él mismo.
Pero la condición intinerante le impedía ponerse a cocinar:
el asistente se comunicaba con una panadería del pueblo y pedía
que prepararan un pan de 3 kilos. Una de las chicas entendió
3 metros. La odisea de esa gente para conseguir un horno donde cocinar
ese pan. Cuando los vi en el teatro llevando el pan en un tablón,
como en una procesión, no lo podía creer, detalla
Soriano.
En la primera quincena de agosto, El Loro... se publicará por primera
vez, editado por Ameghino (de Santa Fe). Admiro a los tipos inteligentes
y con un enorme caudal intelectual, hasta diría que siento una
envidia sana por ellos. Me gustaría tener el bagaje intelectual
que tiene David Viñas, José Pablo Feinmann, Osvaldo Bayer.
Me tengo que conformar con ser actor. Por eso la edición del libro
me parece un hecho insólito.
Usted dijo que El loro... le permitió eludir la persecución
de la dictadura al irse por las provincias. ¿Qué significa
para usted 25 años después?
Ante la represión cultural y política en la dictadura,
El loro me salvó. Ahora me salva de la represión económica.
Porque de alguna manera me permite manejar un cierto grado de independencia
que la TV no me brinda. La tevé ni siquiera me canjea el dinero
por calidad, me canjea dinero por comida. Soy más feliz trabajando
en los pueblos que en una pantalla, haciendo un programa donde me ven
3 millones de personas. El trabajo más fecundo, que hace sentir
tan feliz como estar enamorado, es andar por los pueblos. Lamentablemente,
uno se pregunta ¿a dónde va a parar tanto esfuerzo que hicimos?
La gente posdictadura, en un país que fue lijado y que perdió
su color, no va a repetir nuestra dolorosa experiencia. Estábamos
convencidos que con el teatro podíamos elevar el estadio cultural
del país.
¿Cree aún que se puede cambiar la situación
desde el teatro?
Sí, en tiempo de historia, no en tiempo de vida. Llevo medio
siglo en el trabajo y no pudimos modificar nada. A lo mejor esté
equivocado pero insisto en creer que es posible.
¿Cómo fue la respuesta de la gente en esos pueblos
que veían por primera vez teatro?
Me recibieron con mucha ternura. Siento que laburé con el
alma. Me planteo una suerte de polémica sobre la necesidad de hacer
Shakespeare o de hacer Ionesco. La verdad es que me quedo titubeando.
¿Cuál es la distancia que va entre ir a un pueblo de 5000
habitantes que nunca vieron nada y un repertorio shakesperiano? Es complejo,
en cuanto al ejercicio del oficio del actor. El teatro también
es una tarea social. Tendría que servir para entretener y al mismo
tiempo ser un disparador, que cada uno quede piense algo propio en si
mismo o con los otros. Pero no es obligación que sea así.
A veces, con entretener alcanza, más en momentos como estos. Me
parece muy válido que la gente se ría un rato.
Pepe pide el segundo café y deja por unos instantes la carpeta
con los mapas. No me detengo a registrar mi edad. Lo importante
es que me siento bien y puedo dialogar con la gente más joven.
Le rajo a la nostalgia, no a la memoria. En los pueblos los chicos se
asombraban cuando se enteraban que tengo 71 años. Vengo haciendo
personajes viejos desde que tengo 30, entonces la gente debe pensar que
tengo 1500 años. Lo que me interesa es mantener la vitalidad y
cierta lucidez, aunque hoy en día es difícil. Antes era
fácil porque había posiciones claras, la derecha era la
derecha y la izquierda era una. Hay una frase de Lisandro de la Torre
que me parece maravillosa: ¿Usted es un hombre de izquierda?,
le preguntó alguien. Depende de quién marque la derecha,
contestó. Pepe se ríe al parafrasear a uno de los
personajes históricos que le tocó interpretar. Me
siento muy orgulloso de ser argentino, estoy convencido que no podría
ser de otro país. Me puedo mimetizar, puedo ser camaleónico,
porque soy actor, pero mi pertenencia está acá, afirma.
Regresé de España, con todo lo agradecido que estoy
por lo que me dio, porque soy argentino. Si me llaman de España
para trabajar voy pero mi lugar está acá. Mucho más
en este momento y con esta experiencia, aclara.
¿Usted es optimista respecto a la situación del país?
Sí, sin duda. Escuchaba a Enrique Mathov y sentía
vergüenza ajena. Nada se puede anteponer frente al hambre de la gente,
no hay ley que sirva si el estómago está vacío. No
es un acto gratuito que corten más de 100 caminos en el país.
Me molesta que descalifiquen a los piqueteros como clase política.
¿Hay 100.000 infiltrados en los piquetes? Cuando van a elecciones
los pequeños partidos no significan nada, y cuando acompañan
a la gente en los cortes de ruta son un peligro para la nación.
Estimulan lalucha de pobres contra pobres. Los que van a reprimir son
de la misma clase social que los que cortan la ruta. Hay que atender al
síntoma para llegar a la enfermedad. Los piquetes son un síntoma,
la enfermedad es el hambre. Se tomó la decisión del déficit
cero y hay centenares de jubilaciones truchas, de tipos que cumplieron
110 años y alguien sigue cobrando, de jubilaciones al boy scout.
El afano es una regla. Esos tipos no van presos, un piquetero va en cana
seguro. Extirpar este cáncer no pasa por un replanteo anímico.
¿Con qué le vas a levantar la moral a la gente, cantando
el himno nacional?. Hay que comenzar a pensar en tanto enfermo que curar,
tanto chico que instruir, como dice el poema de Cardenal.
¿Está decepcionado con los políticos?
No les creo ni una palabra. Yo no miento, me puedo equivocar. Asumí
el compromiso de ser actor en mi país y lo hago de la mejor manera
posible. Vengo escuchando el mismo discurso desde hace cuarenta o cincuenta
años. Cuando estaba en la conducción del gremio de actores
y hablaba con algún funcionario, me replicaban ¿Qué
hacemos con los hospitales?. Me sentía mal porque pensaba
que tenían razón. Cómo uno hablaba de teatro cuando
había otras necesidades más urgentes que resolver. Pasaron
muchos años, el teatro no recibió lo que necesitaba y los
hospitales tampoco. Ahora, cuando un funcionario me pregunta qué
hacemos con los hospitales le contesto: Es problema suyo, yo vengo
a hablar de lo que represento, estoy harto de escuchar el mismo verso.
Un recorte Continental
El recorte del aire de Radio Continental continuó ayer
con el final de la tarea del periodista Alfredo Leuco al frente
del programa matutino Primera mano, que quedó
en manos de su ex coequiper Daniel López. La salida de Leuco
del aire se produjo después de una tensa negociación
con los directivos de la empresa, que le habían objetado
en las semanas precedentes el tenor de algunos de sus comentarios
políticos. Leuco había sido contratado por la emisora
como un ejemplo de periodismo independiente, cuando luego del cambio
de gobierno Continental se deshizo de los periodistas que conducían
ese segmento, Carolina Perín, Jorge Jacobson y Osvaldo Granados.
El programa que conducía Leuco ya había sufrido un
primer recorte, con la salida de Gabriela Rádice. La radio
le propuso a Leuco, luego de que se decidiese el fin de su tarea
matutina, conducir un programa vespertino, que sería parte
de un relanzamiento de su programación, a mediados de setiembre.
Leuco quedó en contestar el lunes, pero lo más probable
es que se llegue a un acuerdo económico de rescisión
de su contrato. La radio acaba de contratar, por otra parte, a la
periodista Clara Mariño, ex productora de Bernardo Neustadt
para coordinar parte de la tarea informativa matutina. El relanzamiento
de la programación incluiría el pase Rolando Hanglin
a la mañana, en un enroque horario con Oscar González
Castañón. La emisora intentaría propiciar el
regreso de los trasnoches Alejandro Dolina, al que inició
juicio cuando este, sorpresivamente, partió rumbo a Radio
del Plata, que también ahora tiene la programación
descalabrada. Desde el verano, Continental está pasando viejos
programas de Dolina, en el horario de la medianoche. Los recortes
en Continental son numerosos: el mes pasado, la rescindió
los contratos de Mario Mactas, que conducía uno de sus programas
vespertinos y de Omar Cerasuolo, responsable del primer programa
nocturno, argumentando que no eran rentables.
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Tres tipos en una
locomotora
Es una gran alegría saber que uno está vivo
y cuando digo vivo me refiero a no estar jubilado, aclara
Soriano. Entre los proyectos, le gustaría prolongar la gira
que hizo auspiciado por Canal á. Me parece interesante
plantear cinco circuitos con ocho artistas por cada uno, que durante
diez meses estén rotando desde Jujuy a Tierra del Fuego,
propone. Además, en marzo del año que viene protagonizará
el musical El violinista sobre el tejado (será Teivel), con
dirección de Claudio Hochman. Para octubre tiene en carpeta
una película, Los durmientes del ferrocarril. Se filmaría
en Uruguay con Federico Luppi y Héctor Alterio. Es
la historia de tres tipos que se enteran que van a vender una locomotora
a Steven Spielberg. A estos tres viejos les agarra tal bronca que
se afanan la locomotora. ¿Cómo se la van a llevar
a Estados Unidos? Tiene una trama muy atractiva porque los personajes
recorren todo el Uruguay con esa locomotora, perseguidos por las
autoridades, concluye Soriano.
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Una sombra en Israel
Pepe Soriano no sabe cuántas funciones hizo con El loro
calabrés, pero calcula que fueron cerca de mil. A veces
siento que es más la gente que escuchó hablar de El
loro que la gente que lo vio. Por otro lado, es un mito que tiene
un cierto desprestigio, porque para algunos el título les
debe parecer un espectáculo revisteril. Estoy seguro de que
mucha gente de teatro no lo vio, dice Soriano. Norman Erlich
le sugirió hacer un par de presentaciones en Israel, y terminó
girando un mes por varias ciudades. Traigo una de las cosas
más bellas de mi vida: 77 árboles plantados con mi
nombre en Jerusalén. Es fuerte, siempre digo que el día
que yo me muera le darán sombra a alguien, confiesa
el actor.
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