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Procesan por defraudación a Cossio y directivos de IBM

Es por el contrato informático de la DGI firmado en 1994, por 425 millones de pesos. También alcanza a titulares de Consad.

Ricardo Cossio, ex titular de
la DGI. El pase de la causa de Liporaci a Cavallo aceleró su definición.

Ricardo Juan Alfredo Cossio, ex director general de la DGI en tres oportunidades, quedó procesado ayer al ser considerado “responsable del delito de administración fraudulenta”, con relación a dos contratos adjudicados en forma directa por el organismo recaudador bajo su gestión al consorcio IBM-Banelco. La suerte de Cossio en la causa cambió a partir de la renuncia, a principios de año, de Carlos Liporaci, con lo cual todas sus causas recalaron en los tribunales de Gabriel Cavallo. A cinco años de iniciada, pero sólo seis meses en su juzgado, Cavallo dictó el procesamiento de Cossio, otros cuatro funcionarios, la cúpula de IBM (presidente y vice) y de una decena de empresarios ligados a firmas subcontratistas o asociados al ex director general en una de ellas.
La resolución de Cavallo, ampliamente justificada en una minuciosa fundamentación de más de 100 páginas, alcanza a algunos nombres conocidos por otras causas judiciales: el ex titular y el vice de IBM, Ricardo Martorana y Gustavo Soriani, y el creador de la empresa informática Consad, Juan Carlos Cattáneo, que también fue funcionario de la Secretaría General de la Presidencia como hombre de confianza de Alberto Kohan en la administración menemista. Todos ellos también habían sido procesados en la causa IBM-Banco Nación, un contrato cuyas irregularidades en algunos puntos empiezan a mostrar similitudes con los que ahora investiga y describe Cavallo en el de IBM-DGI.
Ambos contratos fueron simultáneos, firmados en abril de 1994, pero mientras el del Nación se firmó por una cifra de 250 millones de dólares, el suscripto con la DGI para la informatización del sistema de cobros previsionales y distribución de fondos entre distintos organismos llegó a los 425 millones, con una extensión a los pocos meses por otros 88 millones.
Entre las diversas irregularidades señaladas por el magistrado, centró el análisis y la información sobre una subcontratación entre IBM y la empresa Segurex SA, para prestar un servicio que fue abonado por la DGI pero que nunca se habría realizado. Lo más significativo que destaca el juez es que Segurex pertenecía a un grupo económico que involucra a otras cuatro empresas, en una de las cuales Cossio aparece como accionista.
El dinero cobrado por Segurex por el servicio que facturó pero que no prestó, unos 500 mil pesos, recorrió un curioso circuito entre cuentas bancarias de las diversas empresas del grupo, en un mismo día, para derivar finalmente en dos pagos al exterior a empresas estadounidenses, presuntamente en cancelación de deudas de Sisteco, integrante del mismo grupo.
Además del informe de un auditor de la propia DGI, citado en el fallo, que señala que “Segurex SA no generó servicio alguno para la puesta en marcha y/o funcionamiento” del sistema informático de la DGI. Por otra parte, se pudo establecer que “la única factura generada por la firma Segurex SA a una firma que no compone el grupo económico al cual pertenece, es la emitida a IBM Argentina SA en julio de 1994”. Las acciones de Segurex le pertenecían a las firmas Salisbury y Cía. del Sudoeste. Las de Sisteco, a Eduardo Mayer y Salisbury. El vicepresidente de Segurex, Horacio Pasman, era a la vez apoderado general de Sisteco y de Atlantis, empresa esta última que tenía como accionistas al propio Pasman y a Ricardo Cossio, entre otros. Pasman también fue procesado por Cavallo.
El fallo también describe diversas maniobras que abren sospechas sobre el destino de los fondos cobrados por Consad, empresa que ya quedó cuestionada, junto a otras vinculadas, como vehículos del pago de coimas en el caso IBM-Banco Nación. En la parte resolutiva, el fallo dispone la citación de Domingo Cavallo (superior de Cossio a la fecha del contrato) para que preste declaración testimonial. Sobre Cossio, además, dispuso un embargo de 2,5 millones de pesos sobre sus bienes personales y el impedimento para abandonar el país, al igual que a los demás procesados.

 

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