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NO HUBO ACCIONES MILITARES Y LOS MUERTOS FUERON ENTERRADOS
Día de ira y duelo en media Jerusalén

El entierro de los muertos
por el atentado a la pizzería de Jerusalén se convirtió en una catarsis de llanto y reclamo de venganza. Hasta la medianoche de ayer, el gobierno de Ariel Sharon retenía la opción de una respuesta militar, sin dar signos de cuándo podría ocurrir.
El llanto y la angustia en el cementerio de Jerusalén.
“Parece un castigo del cielo”, dijo una niña sobreviviente.


Por Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén

Llevaron a Leah Schijveschuurder en una silla de ruedas. Era una niña de 10 años, con el rostro del color de la ceniza y el brazo recibiendo suero que llegaba al cementerio con los cadáveres de su madre, su padre, su hermana mayor y lo poco que quedaba de los cuerpos de su hermana menor y su hermanito bebé. Ayer por la mañana, en el hospital Bikur Cholim de Jerusalén donde los médicos removieron los clavos incrustados en su garganta por el ataque suicida del jueves, Leah escribió una última carta a su familia. “Mami, papi, chicos, los quiero tanto, pero parece como si un castigo nos hubiera caído del cielo”.
Cinco de los 15 israelíes muertos en el ataque contra una pizzería eran Schijveschuurder: el padre, Mordejai, de 43 años; la madre, Tzira, de 41; la hermana Raaya, de 13, el hijo Yitzhak, de tres, y el bebé de 18 meses de esta familia de ocho miembros. Los tres hijos mayores, dos de ellos de edad militar, no estaban en el restaurante cuando la bomba estalló. Leah y otra niña, Chaya, de siete años, resultaron heridas. El funeral de ayer en los márgenes occidentales de la ciudad fue un desahogo convulsivo de llanto y de ira, en un día en que los jerusalemitas judíos estaban anonadados por el horror y los palestinos, impactados por la toma de la Casa de Oriente, su sede extraoficial en Jerusalén, en represalia por el ataque suicida.
Los Schijveschuurder habían sido casados por el rabino Meir Lau, el clérigo más importante de los judíos ashkenazi: aquellos que, como esta familia de origen holandés, provienen de Europa. Ayer, el mismo rabino fue el que pronunció la oración fúnebre, con su voz quebrándose en sollozos.
Pero nadie entre los miles de deudos que se volcaron hacia la casa de pompas fúnebres y sobre las colinas del cementerio ayer podía darle una respuesta a Leah sobre por qué había perdido a su familia y cómo un atacante suicida de Hamas pudo golpear en una esquina que es la quintaesencia de la Jerusalén judía. Su angustia se ahondaba por informes en la prensa escrita en hebreo en el sentido de que las fuerzas de seguridad de Israel sabían que un hombre bomba de Hamas estaba llegando desde Cisjordania, pero fracasaron en la empresa de detenerlo en los retenes intermedios o evitar que se cargara un chaleco con 10 kilos de explosivos una vez que entró a la ciudad.
“No pregunto por qué. Pregunto cuánto tiempo más. ¿Cuánto tiempo más el mal estará de fiesta? Los llaman atacantes suicidas, pero son asesinos despreciables –dijo el rabino Lau–. ¿Cuánto más tiempo, oh Dios, cuánto más podremos soportar? Ya han sido tres generaciones”. En ese momento, una mujer se volvió hacia su marido: “Esto no es un funeral –le susurró–. Esto es un holocausto”.
Los cuatro abuelos de Leah sobrevivieron los campos de la muerte de los nazis. Su abuelo materno, Yitzhak Friedman, emergió de Thieresenstadt para emigrar a Israel poco después del final de la guerra. “Sobrevivimos ese infierno, perdimos siete hermanas y hermanos –dijo Friedman–. Pensábamos que finalmente habíamos llegado a casa, pero aquí encontramos asesinos más terribles que los nazis”.
Sesenta años atrás, su nieto mayor Meir se despidió de su hermana, Raaya, que era una especie de madre postiza para la familia; de un hermano, Yitzhak, y de Hemda, “muy jóvenes todavía siquiera para hablar, demasiado jóvenes para empezar a vivir”. Hasta el jueves, la familia también había sobrevivido 11 meses de levantamiento palestino y los disparos de francotiradores en el solitario camino a través de las colinas de Cisjordania hacia su hogar en Neria, un asentamiento judío ilegal al norte de la ciudad cisjordana de Ramalá.
Siete años atrás, la familia dejó su hogar en un suburbio religioso de Jerusalén y se trasladó a Neria. Para los deudos de ayer, una mezcla de judíos ultraortodoxos como los Schijveschuurders y nacionalistasreligiosos como los Friedman, que ven la colonización de Cisjordania en términos de misión, ese acto hizo de la familia una colección de idealistas, especialmente por elegir una casa tan aislada. “Aunque vivieron en Israel por tantos años, todavía tenían la mentalidad holandesa –dijo Mendy Chitrik, cuya hermana se casó con un miembro de la familia la semana pasada–. Eran muy especiales, muy directos y muy honestos”.
“Nos vimos el domingo pasado por la noche y yo le pregunté a Mordejai: ‘¿No tenés miedo de volverte tan lejos por esos caminos?’. El se rió y me dijo: ‘También en Jerusalén podría estallar una bomba, y matarme”.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.

 

Parte de guerra
El ataque terrorista del jueves contra la pizzería de Jerusalén todavía no fue contestado, más allá de medidas simbólicas tomadas ese mismo día como la destrucción de una comisaría vacía en Ramalá y la ocupación por Israel de la Casa de Oriente, sede palestina en Jerusalén, y de otro centro en el suburbio de Abu Dis.
La Autoridad Palestina de Yasser Arafat denunció que la ocupación de la Casa de Oriente es ilegal, y el Departamento de Estado norteamericano criticó la medida.
La falta de una reacción israelí más drástica puede obedecer a disidencias dentro del gobierno, así como al adverso clima internacional que crearía en torno al Estado judío.
Sin embargo, el primer ministro derechista Ariel Sharon se encuentra en un problema, porque la presión popular en Israel a favor de respuestas contundentes está creciendo, y Sharon fue elegido para ser contundente.
De esa presión en aumento da testimonio la nota principal de estas páginas, en un día en que el dolor y la ira por el entierro de los muertos fueron la secuela de la mayor tragedia vivida en Jerusalén en cinco años.

 

QUIENES SON JIHAD ISLAMICA, HAMAS Y FATAH
La sopa de letras palestina

Por E. M. A.

El grupo fundamentalista palestino Jihad Islámica, que se atribuyó anteayer el atentado en Jerusalén –para luego retractarse–, había cumplido hasta ahora un papel relativamente menor durante esta Intifada que ya lleva 10 meses. El otro grupo fundamentalista importante entre los palestinos, Hamas, también se hizo responsable de la explosión y pudo probarlo con la difusión de una foto del suicida con un rifle y el Corán. La mayoría de las acciones en estos 10 meses fueron organizadas por el movimiento Al Fatah, del líder palestino Yasser Arafat, y por Hamas.
Aunque es responsable de algunas acciones violentas, Jihad Islámica se ha mantenido relativamente al margen del proceso actual. Los comités populares, que coordinan las acciones militares a nivel de las ciudades, están dominados por Al Fatah y por Hamas. Jihad Islámica tiene su sede en Damasco y es apoyado por Siria e Irán. A pesar de que había confusión sobre los autores de la operación, funcionarios israelíes dijeron que el hombre que ordenó la operación figuraba en la lista de siete personas que el gobierno israelí le dio a la Autoridad Palestina hace unos días y que, efectivamente, pertenecía a Jihad Islámica. Estas siete personas son acusadas por Israel de manejar la realización de atentados dentro del país.
Tanto Hamas como Jihad Islámica son grupos fundamentalistas, pero este último no ha crecido demasiado en los últimos años. En cambio, Hamas desarrolló una vasta base de influencia, financiando un conjunto de organizaciones sociales, como orfanatos y centros de rehabilitación para las víctimas de la intifada. Se estima que el apoyo a Hamas en la franja palestina de Gaza es del 40 por ciento. Jihad Islámica prefirió permanecer en las sombras. Hamas comenzó sus actividades en 1987, en la primera intifada. Jihad Islámica data de los ‘70 en Gaza, una zona mucho más conservadora y religiosa que Cisjordania.
La principal agrupación entre los palestinos es Al Fatah, fundada por Arafat hace 40 años, al que pertenecen tanto políticos como hombres de armas. La estrategia de Al Fatah consiste en rechazar los ataques de los soldados israelíes y los colonos judíos dentro de Cisjordania y Gaza. Al Fatah reconoce la existencia del Estado de Israel y busca el establecimiento de un Estado palestino en Cisjordania y Gaza. Pero Hamas y Jihad Islámica quieren la destrucción de Israel. Jihad Islámica está completamente comprometido en esta cuestión, pero Hamas está más preparado para llegar a un compromiso más cercano a lo que quiere Al Fatah. Dice que en principio no acepta la idea de la existencia de Israel pero que puede aceptar un cese del fuego.
Después de una ola de atentados suicidas dentro de Israel entre 1994 y 1996, Arafat encarceló a los principales activistas de Hamas y Jihad Islámica, a quienes liberó cuando comenzó la actual intifada. Muchos de los integrantes de Al Fatah están trabajando junto a los fundamentalistas islámicos en los comités populares, coordinando las tácticas contra los israelíes.

 


 

DEL ESTUDIO DEL CORAN AL CHALECO EXPLOSIVO
Cómo se hace un hombre bomba

Por Angeles Espinosa

El identikit se repite: un joven soltero, de unos 20 años, familia modesta, buen hijo y respetuoso del Islam. El ritual también es similar: un día desaparece; deja su habitación ordenada, y, tal vez, una carta de despedida para sus padres. Ha entrado en capilla. En pocas horas llevará a cabo un atentado suicida.
Se ha preparado durante meses estudiando el Islam y analizando los problemas políticos de su pueblo, el palestino, por cuya liberación se muestra dispuesto a dar la vida. Porque ante todo es un voluntario. Sólo uno o dos días antes conocerá su objetivo y el momento elegido para el ataque. Entonces, se aísla. Reza y, a menudo, graba un video para mayor gloria de la causa.
Jihad Islámica y Hamas, las dos organizaciones palestinas que apadrinan a estos suicidas, conceden una gran importancia al efecto mediático de sus acciones. Estudian el momento y el lugar para obtener el mayor impacto en la opinión pública. Según los analistas, los ataques se planean de forma meticulosa, como si se tratara de operaciones militares clásicas. Se cuida cada detalle, desde la elección del objetivo hasta la reivindicación de la acción, normalmente a través de ese video en el que el autor del atentado explica su decisión y su pertenencia a uno o a otro grupo.
Poco después, su familia se entera de que se ha convertido en un shahid, un mártir. El dolor por la pérdida del hijo se entremezcla con el orgullo por su valentía y su desprendimiento al entregar su vida por la liberación de su pueblo. A falta de mejores armas, se habrá inmolado llevándose consigo la vida de un puñado de ciudadanos israelíes.
¿Qué impulsa a un veinteañero a enrollarse un cinturón de explosivos al cuerpo y hacerse volar por los aires? Una respuesta es el fanatismo. También están las huríes, las 70 vírgenes que según la tradición islámica esperan en el paraíso a los buenos musulmanes. Y el suicida no es tal sino un mártir que entrega su vida por una causa del Islam, a quien por lo tanto se le perdonarán sus pecados y tendrá un lugar reservado junto a Dios.

 


 

ENTRE EL GOBIERNO DE SHARON Y EL TERRORISMO
La izquierda quedó debilitada

Por Ewen MacAskill

Luego del atentado suicida en Jerusalén, se ampliaron las divisiones en la izquierda israelí, que ha sido durante la década pasada la gran abogada del acuerdo de paz con los palestinos. La izquierda –un amplio espectro de escritores, académicos, políticos y grupos pacifistas– ha permanecido en un estado de confusión desde el comienzo de la Intifada palestina, en setiembre pasado. Hasta que la izquierda recupere su moral, algo que puede tomar años, el dominio de la derecha en Israel seguirá sin rival. La carnicería en la calle Jaffa endureció las posiciones.
La principal fractura en la izquierda se produce entre Uri Avnery, el líder del grupo pacifista Gush Shalom, que aún ve al líder palestino Yasser Arafat como un amigo, y el resto de la izquierda, que está muy enojada con Arafat por su rechazo a lo que consideran una oferta generosa hecha por el ex premier Ehud Barak el año pasado. Avnery, que cada tanto es amenazado de muerte por los extremistas de derecha en Israel, dijo ayer que el atentado suicida de anteayer era de esperar, como parte de la escalada de violencia. “Creo que en esta situación extrema, que empeora cada hora, Arafat sigue llevando a cabo una política de controlar la violencia, no siempre con éxito, mientras ofrece una vía hacia las negociaciones y la paz basada en las inmensas concesiones que han hecho los palestinos”.
El grupo de Avnery publicó anteayer en el diario Haaretz su plan de paz: que Israel debería retirarse de Cisjordania y Gaza, que Jerusalén Oriental debería ser la capital palestina, y que los refugiados palestinos deben tener el derecho de regresar a Israel, aunque en un número limitado. Es justamente el derecho al retorno lo que divide a la izquierda. Escritores como David Grossman y Amos Oz ven la concesión de este derecho como un suicidio para Israel, porque alteraría el balance de población en el país. Grossman y Oz pertenecen a un grupo de izquierda llamado por Avnery como “la izquierda sionista”, y que a comienzos de este mes se entrevistaron con grupos palestinos en un terreno neutral en las afueras de Jerusalén, en el primer encuentro de este tipo desde el comienzo de la Intifada. Los encuentros continuaron regularmente pero no produjeron demasiado, salvo un blando llamado a detener el derramamiento de sangre en la región. El punto es que al menos se reúnen.
Janet Aviad, líder del movimiento Paz Ahora –el principal grupo pacifista israelí, nacido en 1978– y que estuvo en estos encuentros, dijo que el atentado en Jerusalén dificultará la continuación de estas reuniones, pero que de todos modos continuarán. Meir Shalev, columnista del diario israelí Yediot Aharonot y una izquierdista disidente, dijo que no está sorprendida por la intifada actual, ya que cree que es demasiado temprano para la coexistencia pacífica entre árabes y judíos. “Esto puede pasar entre Avnery y sus amigos pero no entre los dos pueblos”, dijo.

 

La Casa de Oriente en la línea de fuego

Como reacción simbólica al atentado en Jerusalén, la toma de la Casa de Oriente por fuerzas israelíes (foto), que arriaron la bandera palestina e izaron la del Estado hebreo, generó reacciones fuertes. “Esto menoscaba la fe y en un acuerdo negociado en el conflicto y aumentan el riesgo de un mayor deterioro de la situación política”, declaró Gregg Sullivan, de la oficina para Asuntos Orientales del Departamento de Estado norteamericano. El líder palestino Yasser Arafat advirtió al gobierno israelí que “se dé cuenta del peligro de este crimen antes de que sea demasiado tarde”.

 

BOMBARDEO CONTRA IRAK
Juego de guerra de Bush

Por Julian Borger y Richard Norton-Taylor *
Desde Washington y Londres

Bombarderos de Estados Unidos y británicos llevaron a cabo ayer el más extenso ataque sobre blancos iraquíes desde febrero, apuntando a un sitio de misiles, una instalación de radar y un centro de comunicaciones militares para tratar de reprimir las reaparecidas defensas de Saddam Hussein. Los ataques ocurrieron después de una reunión crítica –la semana pasada– del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos en la que se dijo que el presidente George W. Bush había pedido un control más fuerte en los zonas de exclusión aérea en el norte y sur de Irak, así como un mayor esfuerzo para ayudar a la oposición insurgente.
De acuerdo con el Pentágono y el Ministerio de Defensa británico, los ataques aéreos involucraron a 50 aviones: 20 aviones de combate de Estados Unidos y británicos y 30 aviones de apoyo. Los aviones de Estados Unidos partieron del portaaviones USS Enterprise en el Golfo y de bases en Arabia Saudita y otros en la región. El teniente coronel Steve Campbell dijo que las defensas terrestres iraquíes habían estado apuntando cada vez más a los aviones de Estados Unidos y británicos que patrullan las zonas de exclusión aérea, instaladas para proteger a los kurdos en el norte y los chiítas en el sur. El Pentágono cree que Bagdad, con la asistencia de China, avanzó mucho en la reestructuración de sus sistemas de defensa antiaéreos, que utilizan las conexiones de fibras ópticas que habían sido dañadas en los bombardeos de febrero, cuando 25 bombarderos atacaron a cinco centros de comando alrededor de Bagdad.
Bush dijo que fue informado de los planes de ataque el jueves por la noche. “Nuestros militares pueden tomar decisiones para proteger a nuestros pilotos, salvo, por supuesto, que las operaciones ocurran cerca de Bagdad, en cuyo caso requieren mi aprobación”. El Ejército iraquí dijo que una persona murió y que otras 11 resultaron heridas. Fuentes del Ministerio de Defensa británico dijeron que fueron alcanzados cuatro blancos en tres sitios cerca de al-Kut, al norte de Basra. Se trataban de dos nuevos centros de comunicación con fibras ópticas, un lugar de emplazamiento de misiles tierra-aire, y una estación de radar de largo alcance. En la operación participaron cuatro de los ocho bombarderos británicos Tornado, que operan desde Kuwait. También hubo ataques en el norte iraquí, cerca de Mosul.
Se sabe que el vicepresidente norteamericano Dick Cheney y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld están a favor de una nueva política respecto de las zonas de exclusión aérea en Irak, con menos salidas de aviones pero más devastadoras. El Pentágono argumentó que este tipo de ataques numerosos y pequeños llevará finalmente al derribo de algún avión aliado. David Mack, experto en Irak del Instituto para Medio Oriente, en Washington, señaló que los cambios tácticos en las zonas de exclusión aérea forman parte de una revisión general de la política norteamericana hacia Irak, que incluye sanciones “inteligentes” y un apoyo logístico creciente al Congreso Nacional iraquí, que tiene la intención de volver a la insurrección armada dentro del país. Pero sus divisiones internas hacen de este Congreso Nacional un incierto vehículo de cambio. Por su parte, Rusia está bloqueando la reforma en las sanciones, que apuntan a cortar las importaciones militares de Bagdad.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 

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