Por Silvina Friera
Ese viejo oficio de contar
historias intensas en imágenes fantásticas, que anidan en
el imaginario social y conforman la cultura de un pueblo, le permite al
grupo de teatro Libertablas realizar un pintoresco y amplio recorrido
por las leyendas y canciones de un país, que cultural y geográficamente
se extiende mucho más allá de la General Paz. Estos relatos
populares, transmitidos como un culto religioso de generación en
generación, originados en la selva litoraleña, la pampa
húmeda, los cerros del noroeste, la antigua ciudad de Buenos Aires
y los mares australes, están recopilados en el CD Cuentos y canciones
de leyenda, con temas originales interpretados por León Gieco,
Julia Zenko, Rubén Rada, Teresa Parodi y Sandra Mihanovich, que
Página/12 ofrecerá mañana, Día del Niño,
al precio opcional de 6 pesos. Con música de Leo Sujatovich y Daniel
Claudio García, los textos pertenecen a Luis Rivera López,
director de Libertablas, agrupación que cuenta con 23 años
de experiencia en espectáculos infantiles.
Un potente charango acompaña la presentación El cuentacuentos,
un alegato sobre la necesidad de la narración oral, que nunca va
a morir porque siempre alguien querrá escuchar un cuento
al calor de un mágico fuego. Las leyendas modifican
nuestras vidas y, aunque estas historias no sucedieron, perduran a través
de los que continúan transmitiéndolas, recuperando el pensamiento
mágico como un elemento más de la realidad, dice Rivera
López. La leyenda inicial refiere a los indios onas, que antiguamente
se llamaban selknam. Una familia ona, sorprendida por la llegada de un
barco con conquistadores españoles, es secuestrada para divertir
a los reyes. La familia consigue escapar, en medio de una feroz tempestad,
transformada por obra y gracia de la imaginación en bellos delfines,
que nadan como peces, pero piensan y respiran como personas y crecen
ayudándose como los onas, en una gran comunidad (La
canción de los delfines, por Sandra Mihanovich).
Del fin del mundo, tal como llamaban los españoles a Tierra del
Fuego, el viaje continúa por la Patagonia y sus primeros moradores,
los mapuches, devotos del dios sol Antu. La diosa Luna, al ver que sus
hijos peleaban en la guerra, lloró tanto que se formaron los lagos
Laka y Nahuel Huapi. Desde esos días, la bestia Nahuel acecha entre
los pastizales, para recordar a los hombres quiénes mandan en esas
tierras. Con sólo salvar a un indio de las garras de los soldados,
Nahuel adquiere una dimensión legendaria. Nada más atinado
que La zamba de la amistad, que opera como una síntesis
del sentir nacional y el clima del relato, en la voz de Julia Zenko. Me
interesa meterme en las raíces de nuestra cultura y difundir historias
de nuestro país. Poco importa si son verosímiles: lo fundamental
de estas narraciones es que son desconocidas en Buenos Aires, explica
Zenko. Siempre me gustó la comunicación con los chicos,
brindarles algo que les permita conocer nuestras tradiciones, reflexiona
la cantante.
Un carnavalito de la Puna da pie a la aparición de Coquena, un
dios enano muy antiguo. Con el poder de hacerse invisible para llevarse
a las llamas cuando un pastor las maltrata, Coquena ama a la naturaleza
y castiga a los cazadores que transgreden el orden natural con la complicidad
de Ucumar, otro ser fantástico y gigante de las montañas.
El carnavalito de Coquena y el Ucumar, una impecable interpretación
de León Gieco, potencia la invitación a soñar, un
antídoto contra la desesperanza de estos tiempos. Todas las composiciones
abordan un lenguaje de fácil acceso y comprensión. Evitamos
que los cuentos tengan una estructura excesivamente lejana o localista,
sin que por eso pierdan su autenticidad. La idea de nuestra investigación
es que todos los relatos manejen un lenguaje cotidiano, respetando la
esencia universal, señala Rivera López.
En el litoral irrumpe Yasí Yateré, un duende maligno que
se lleva a los chicos rebeldes cuando se resisten a dormir la siesta yescapan
hacia la selva. Una niña atrapada por el Yasí debe permanecer
despierta porque si se duerme en la choza del duende, se olvida
de todo. Teresa Parodi presta su inconfundible voz en el Chamamé
de la memoria, donde subyace una advertencia sobre el olvido. Me
entusiasmó divulgar las músicas regionales, entre ellas
el chamamé, que de algún modo represento. Es necesario que
los chicos accedan al folklore a través de una representación
teatral, apunta Parodi. Parodi considera que la memoria es un aspecto
fundamental para el desarrollo de una comunidad y el futuro de los niños.
Es un tema que siempre preocupó a los argentinos, pero en
algunos momentos fue el último orejón del tarro, agrega
la folklorista.
El viaje concluye en Buenos Aires, entre celulares y bocinazos, con gente
indiferente que corre sin saber bien hacia dónde. Pero entre el
cemento y los edificios hay hadas que permiten seguir creyendo.
El mito del arrabal, el mate con el vecino, la espera bajo un farol en
una cita de amor, se perfilan en la Milonga del ángel que
ríe, aguerrida versión a cargo de Rubén Rada,
acompañado por Ernesto Snajer en guitarra. Una disputa entre guapos
por el amor de una mina es eclipsada por la aparición del ángel
que ríe, Carlos Gardel, único mito porteño indiscutido,
que media entre los guapos... para ganarse a la mina en cuestión.
La historia de Libertablas
Un arduo trabajo de investigación, producción y
realización caracterizan los 23 años de trayectoria
del grupo Libertablas, integrado por Luis Rivera López, Sergio
Rower, Mónica Felippa, Magda Banach, Gustavo Manzanal, Marina
Svartzman, entre otros. La conjugación de teatro de títeres,
utilizando distintas técnicas y preferentemente muñecos
grandes de alto impacto visual, con la actuación y danza
conforman un sello distintivo, que se apreció en montajes
como Las mil y una noches, Gulliver (más de 300 mil espectadores
la vieron durante 1997) y Pinocho. Banach es la responsable del
diseño de los muñecos, la escenografía y el
vestuario de Leyenda, la última obra de la agrupación.
Además del teatro, estuvieron entreteniendo a chicos y grandes
por igual en televisión en Los utilísimos
(1998), programa en donde los muñecos parodiaban a personajes
arquetípicos como
una experta en belleza, un movilero y un profesor de gimnasia.
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