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TRES VICIOS DE LA ANSES, SEGUN EL REFORMADOR MARCOS MAKON
“Atraso, ineficiencia y corrupción”

El chachista Marcos
Makón, encargado de rediseñar el Estado, espera cortar el fraude en la ANSES, pero admite que ñoquis y corrupción hay en todo el sector público. No habrá despidos.

Marcos Pedro Makón, secretario para la Modernización del Estado.

Por Cledis Candelaresi

Los ñoquis solo pueden eliminarse si se baja el costo de la política, impidiendo que los partidos usen al Estado para financiar sus campañas. Se cambiará la figura de los inspectores de la DGI para reducir la posibilidad de que se corrompan. El Estado utilizará su condición de gran usuario para ahorrar 20 millones anuales en el gasto en teléfonos. El frepasista Marcos Makón derrocha ideas y propuestas como éstas para instrumentar desde la Secretaría de Modernización, que en los últimos días motorizó algunas de las medidas menos controvertidas del ajuste, como la reducción de directorios públicos y la rebaja mayor en las remuneraciones del nivel político.
–Da la impresión de que desde el Gobierno hubiera un embate contra los contratados...
–No es así. Lo que vamos a hacer es modificar los regímenes de contratación (hay tres) y unificar las tablas de remuneraciones en valores un poco más bajos que los actuales. Pero es importante destacar que el contratado es alguien que trabaja. Tal vez algunos entren en la categoría de favorecidos o ñoquis. Pero el grueso trabaja y no tiene, a diferencia de la gente de planta permanente, vacaciones, aguinaldo ni derecho a obra social aunque esté diez años en su puesto.
–¿La reforma del Estado supone achicar la grilla de personal? Es de imaginar que el Déficit Cero debe inducirlos a pensar en hacer más economías...
–Evidentemente para el año próximo va a haber un achique de gasto, que obligará a ser más eficientes, básicamente en la compra de insumos. No puede ser que el Estado pague la tarifa aérea más cara porque a una persona se le ocurrió viajar a último momento: un vuelo a Córdoba con anticipación cuesta 80 pesos, contra 180 de una tarifa contratada poco antes del despegue. Tenemos que usar el poder de compra que tiene el Estado para negociar. Vamos a revisar el sistema de viáticos para que éste deje de estar ligado a las remuneraciones de los funcionarios y tenga relación con los costos del lugar al que van. También hay que ahorrar en telecomunicaciones. El Estado Nacional gasta por año cerca de 120 millones de dólares y, fácilmente, cambiando la contratación de las llamadas interurbanas e internacionales, podemos bajar unos 20 millones.
–¿El Estado puede ir como un gran cliente a presionar por una baja?
–La Secretaría de Comunicaciones está trabajando para que el Estado pueda aprovechar la gran competencia que hay en ese segmento de las comunicaciones, que está desregulado. Lo ideal es no ligarse por mucho tiempo a una compañía sino ir contratando día a día o semana a semana a la que ofrezca mejor precio. Todo ahorro de gasto que se consiga en un rubro distinto del de personal, y en la medida que se logre el equilibrio presupuestario, debe volcarse a recomponer salarios y jubilaciones.
–¿No es utópico pensar en una recomposición salarial cuando hay riesgos de que deba profundizarse el ajuste para cumplir con el déficit?
–Si logramos realmente superar esta crisis y baja el riesgo país, bajará el costo financiero para el sector privado. Así vamos a tener una reactivación inmediatamente. Porque lo que pesa sobre las empresas privadas es la tasa de interés más que el costo laboral.
–¿Están pensando en achicar estructuras oficiales?
–Sí, pero esto no significa despido de personal. Es una política de gobierno no despedir. Sí vamos a revisar los mil cargos críticos que existen. Estos son lugares de excepción, que deben ocupar profesionales muy especializados con remuneraciones especiales: una básica y un adicional por “función ejecutiva”. Pero hay demasiados...
–¿Usted quiere decir que hay que descartar despidos?
–Absolutamente. Salvo en el caso de los entes residuales, que deben desaparecer. La reestructuración de la Anses permitirá un ahorro importante. Pero no en el gasto operativo. Es un organismo que gasta para funcionar unos 200 millones de pesos al año, pero administra 17 milmillones. Lo sustancial es eliminar el fraude, que es diverso y millonario.
–¿Por ineficiencia, falta de recursos técnicos o corrupción?
–Yo diría que las tres cosas.
–¿Pasa algo semejante con la AFIP?
–Ese es otro tema. La AFIP avanzó en métodos para controlar los pagos de los contribuyentes ya registrados, pero no para incorporar a nuevos contribuyentes, que deberían estar registrados. Entre otras cosas, vamos a cambiar la figura del inspector. Este ahora visita a las empresas para buscar información, mientras que en otros países es a la inversa: a través de un sistema informático que detecta inconsistencias, se selecciona el lugar para visitar. El inspector de la DGI llega con toda la información para descubrir el porqué de esas inconsistencias. Este mecanismo es un antídoto muy eficaz para la corrupción, ya que limita la posibilidad de que los inspectores hagan arreglos con las empresas.
–Jefatura acaba de publicar resoluciones que servirían para combatir a los ñoquis. ¿Tiene un diagnóstico de dónde están concentrados?
–En los organismos grandes hay más margen para el clientelismo político y la existencia de ñoquis, aunque éstos están distribuidos por toda la administración pública. Si queremos eliminarlos, tenemos que bajar el costo de la política. Como la política es tan cara, como las campañas duran mucho tiempo y es tan costoso el acceso a los medios de comunicación, se requiere mucha gente en ese proceso y los partidos políticos no tienen recursos suficientes para costear esto. Así es que terminan utilizando al Estado para que contrate gente. Si yo elimino los ñoquis en algunos organismos pero no bajo los costos de la política, éstos aparecerán en otro lado.
–¿Los ñoquis actuales son de este gobierno o hay residuos de gestiones anteriores?
–Digamos que acá se formaron capas geológicas...
–¿Sería factible a nivel nacional aplicar una solución al estilo del gobernador de Córdoba, (José Manuel) De la Sota, convirtiendo en unicameral la legislatura provincial?
–Son situaciones diferentes. En las provincias no se justifica la existencia de dos cámaras, del mismo modo que tampoco tiene sentido que haya intendencias muy chicas que tienen cuerpos ejecutivos y concejos deliberantes a semejanza de una ciudad grande. En conjunto, los poderes legislativos de las provincias y de la Nación gastan 1280 millones al año. Evidentemente, algo se puede ahorrar. En el Parlamento nacional sí se justifican las dos cámaras, pero no que el Senado tenga 48 comisiones, cuando existen 72 legisladores: a razón de un senador y medio por cada una. Y cada comisión tiene su secretario, asesores, técnicos. La pertenencia a una comisión, a su vez, da posibilidad de hacer nombramientos. Pero bajar el gasto de la política no es sólo esto.
–¿Qué más es?
–El gasto de la política también existe donde hay corrupción. Donde hay sobreprecios que no van al bolsillo de un funcionario pero sí a financiar una corporación política; cuando hay funcionarios contratados que no trabajan para el Estado sino para otro lugar. Eso ocurre en toda la administración pública.
–Muchas veces se habló de la necesidad de unificar planes sociales para eliminar gasto burocrático y aprovechar mejor los recursos. ¿Por qué no se hizo todavía?
–Justamente esta semana tuvimos una reunión con Desarrollo Social para compactar todos los planes sociales y tenemos una determinación: el primero de enero del 2002 estará instrumentada la Agencia Social, algo que para nosotros es una cuestión de Estado. También estamos trabajando con los ministerios de Infraestructua y Educación para reformularlos íntegramente.
–Usted trabajó en dependencia directa de Chacho Alvarez, primero, y lo hace ahora con Chrystian Colombo. ¿Qué diferencia encuentra entre esas dependencias funcionales?
–Yo trabajo en la misma propuesta de reforma. Con Alvarez se diseñó. Ahora se está instrumentando. Evidentemente, como miembro del Frepaso tengo una gran afinidad con Chacho, con quien la coincidencia ideológica es mucho más grande. Pero con Colombo trabajo bien, a pesar de las diferencias personales.

 

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