Decir que hay anarquía
significa descreer de nuestro propio futuro y es sólo una advertencia
para justificar los otros razonamientos muy importantes que hace la Iglesia
sobre la necesaria solidaridad social, equidad y la justicia, dijo
anoche el presidente Fernando de la Rúa sobre el documento que
difundió el viernes la Iglesia advirtiendo que la actual crisis
económica amenaza derivar en anarquía social de imprevisibles
consecuencias.
A la mañana, en la localidad cordobesa de Ascochinga, De la Rúa
había sido menos enfático. La Iglesia llama a la reflexión
sobre la justicia social y todos coincidimos ante eso, y es por ello que
todos luchamos para mejorarla aportando las soluciones que correspondan,
había dicho, al tiempo que deslizó que anunciar estallidos
no es la forma de colaborar para salir de la crisis. Por eso convocamos
a luchar todos juntos y crear un espíritu de solidaridad y de paz
social, porque hace falta no anunciar estallidos, sino llamar a la solidaridad
de todos para que la justicia nos ilumine. A modo de balance, el
Presidente dijo que el texto le pareció cálido.
Debe reconocerse la realidad, que los problemas que existen no son
queridos; son reales simplemente, dijo, y añadió que
por eso convoqué a la unidad nacional, para que a través
del esfuerzo de todos podamos vencer esas circunstancias adversas.
A la noche, De la Rúa endureció su discurso y dijo que hablar
de anarquía significa descreer de nuestro propio futuro,
aunque concedió que en el fondo del documento eclesiástico
hay un llamado a la solidaridad, la unión y la justicia.
El vocero del Gobierno, Juan Pablo Baylac, fue desde un comienzo más
duro con el escrito del purpurado. Más delarruista que lo que De
la Rúa había sido a la mañana, calificó de
exagerado el texto, sobre todo cuando las autoridades
eclesiásticas también son responsables en la aplicación
de políticas sociales. La Iglesia tiene derecho a analizar
la cuestión social argentina como lo viene haciendo pero se puede
coincidir o no, pero creo que es exagerado sostener que en la Argentina
hay anarquía social, fue su declaración completa.
Las máximas autoridades de la Iglesia, nucleadas en la Comisión
Permanente del Episcopado, emitieron el viernes un documento después
de tres días de deliberaciones en el que aseguraron que la actual
crisis no es coyuntural, sino histórica. Y agregaron
que ésta supone un largo proceso de deterioro en nuestra
moral social, la cual es como la médula de la Nación, que
hoy corre el riesgo de quedar paralizada. Señalaron además
que la deuda social es una grave carga, que grava el
futuro de nuestro pueblo. En otro párrafo del texto, los
obispos atribuyeron en gran medida la crisis histórica
a que no hemos elaborado todavía la crítica a esta
doble ideología: en endiosamiento del Estado y el envilecimiento
del Estado. También pudo leerse que Nos cuesta entender
que ninguna de las dos respeta a la persona humana. Hubo, además,
un fragmento dedicado a criticar las privatizaciones que se produjeron
durante el gobierno de Carlos Menem. No se organizó previamente
una red de contención social, dando lugar a la marginalidad y la
exclusión creciente, escribieron. El texto se conoció
hacia el final de una semana en la que el arzobispo de Buenos Aires, cardenal
Jorge Bergoglio, denunció durante la festividad de San Cayetano
le insensibilidad de muchos ricos y el abismo que hay entre
ellos y los pobres.
EL
FRENTE GRANDE PORTEÑO SE QUEDA EN LA ALIANZA
Debate y libertad de acción
Sea cual fuere el resultado
de este congreso, nadie quedará fuera del partido. Esta frase
fue parte del discurso con el que Aníbal Ibarra abrió el
Congreso del Frente Grande porteño, partido del cual es su presidente.
Tras varias horas de deliberaciones, los frentistas aprobaron su continuidad
en la Alianza, a la vez que avaló la posibilidad de que dirigentes
de la fuerza decidan integrarse a otras expresiones electorales. El jefe
de Gobierno porteño sostuvo que éste 14 de octubre
va a encontrar al progresismo en distintas listas, ratificando sus
estrategia de sobrevolar las diferentes listas que, según
sus estrategas, conforman el mismo espacio progresista de la Alianza original,
una forma de diferenciar al gobierno de la Ciudad del nacional.
La continuidad del Frente Grande como parte de la Alianza UCR-Frepaso
fue resuelta en una votación que resultó 141 votos a favor,
64 en contra y una abstención. Al sostener la permanencia en la
Alianza, Ibarra dijo que no me parece mal. La derecha, el conservadurismo
quiere que nos peleemos pero sé que el desafío mayor está
después del 14 de octubre, señaló.
Las posiciones encontradas fueron expuestas por el ibarrista Ariel Schifrin
y Daniel Portas (en representación del sector que responde a Darío
Alessandro) de un lado, y por Liliana Chiernajowsky, Delia Bisutti y Gabriel
Puricelli, en nombre de las agrupaciones que apuestan a la ruptura con
el radicalismo. Las posiciones antagónicas fueron debatidas, según
comentaron referentes de ambos sectores a Página/12, con cordialidad
y sin tensión en el ambiente, quizá porque a pesar de las
diferencias hubo una coincidencia generalizada en criticar al Gobierno
de Fernando de la Rúa.
Chiernajowsky, vicejefa de Gabinete de la Ciudad, sostuvo que la
Alianza está muerta, definitivamente muerta, y agregó
que no nos podemos ir de algo que ya no existe. En el mismo
sentido, Puricelli, de la Corriente de Participación Popular que
lidera Eduardo Jozami, dijo que lo que se vota en octubre es una
elección nacional, y no afecta al gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires. El gobierno de la Ciudad es progresista, y el gobierno nacional
es de derecha. Está conducido por la misma gente que nosotros combatimos
durante diez años de menemismo.
No obstante su postura antirupturista, Schifrin reconoció que en
octubre no se juzgará nuestra gestión al frente de la Ciudad,
sino que se plebiscitará la política nacional.
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