Luis DElía: El
Gobierno hizo una campaña contra nosotros. Entre la asamblea nacional
piquetera y el primer piquete, su primera apuesta fue a la seducción.
Nos dijeron: Vamos a reconocer las organizaciones, se inicia en
la Argentina la primera etapa de la sindicalización de los territorios.
Nosotros dijimos no, vinimos por los compañeros detenidos,
por el desprocesamiento y la amnistía de todos los luchadores sociales
y por la inmediata derogación de la ley del ajuste. El primer
día del piquete, segunda semana, empezaron la campaña del
terror, de que nosotros éramos la violencia, que veníamos
a incendiar el país. En el marco de esta situación aparece
las declaraciones de Firmenich desde Barcelona, donde nos daba su apoyo.
Y la tercera semana tuvimos la campaña de minimización y
de auditoría de las organizaciones. La semana que viene, será
la campaña de desprestigio y espero que la otra no sea la de detención
de los dirigentes.
Miguel Bonasso: Cuando la organización de la anterior movilización
del piquete vi algunas declaraciones tuyas por televisión. Yo respeto
realmente a los piqueteros, los he defendido en varias oportunidades,
a Luis especialmente, considero que son el último reducto de la
dignidad nacional. En este marco yo escuché a Luis y me pareció
que se extendía más allá de Mario Firmenich cuando
dijo que acá no hay ningún montonero. Y escribo
la nota que escribo porque me pareció importante señalar
que no hay que comprar el lenguaje que el enemigo utiliza. Es decir, no
tienen por qué excusarse ante nadie, es una lucha honesta y la
sociedad deberá comprender que la beneficia. Porque si no hay la
resistencia de los piqueteros, entonces no hay resistencia en ningún
plano, estamos perdidos frente al poder financiero. Lo que yo quería
marcar, era que el tono era macartista y lo digo porque es lo que me pareció,
con total buena fe.
L.D.: Quiero dejarte claramente explicitado cuáles son las convicciones
más profundas que tengo respecto del tema y decirte que me equivoqué.
Admito que he cometido errores. Estoy en un proceso de aprendizaje en
el cual no me es fácil de la mañana a la noche tener que
pulir el lenguaje comunicacional necesario para atender tantas variantes.
Una palabra puede tener distintas perspectivas, puede decir muchas cosas.
No creo en la teoría de los dos demonios, creo que la represión
del estado es contra toda la sociedad, y que hubo una juventud que quiso
construir una sociedad para todos, que en todo caso son nuestros predecesores
y lo reivindico como tal. Segundo, yo me nutro del recuerdo vivo de nuestros
muertos, de su ejemplo, de su testimonio, de su transferencia histórica.
Tercero, yo cometí un error, por el cual te pido disculpas.
M.B.: No, pero a mí no.
L.D.: Yo dije que no había montoneros, y muchos compañeros
que están conmigo, de la CTA que tiene 25 mil afiliados, que te
puedo asegurar que muchísimos, fueron a militar a montoneros. Hay
montoneros, lo que no hay era la perspectiva de una construcción
violenta como quería presentar el gobierno. Me parece que nos arrinconaron
para que dijéramos esto y yo sentí en algún momento
que tenía la responsabilidad de proteger a esta cigota de movimiento
popular. Sentí que tenía la fuerte responsabilidad de cuidar
a este movimiento popular que empezaba a nacer, que fueron 200 piquetes
en toda la Argentina con casi 100 mil movilizados, que hayan terminado
en paz, que hubiera alternativas de paso, que no haya sido visualizado
como una agresión a la clase media. El compañero
Crotto, que quiere salir a matar... yo sentí que tenía que
salir a proteger eso, quizás tuve un exceso de responsabilidad.
Tan es así que hago extensivo este pedido de disculpas a los organismos
de derechos humanos que se han nutrido de la lucha por esto, y creo que
esta nota sirve para clarificar.
M.B.: Me parece muy inteligente que no hayan querido aislarse de las sociedad,
que no quieran aparecer como un cuco, que tengan que superar prejuicios
en mucho planos inadmisibles. Como el de los sectores medios que vienen
con esa tontería de bueno, si me limitan mi capacidad ambulatoria...
cuando lo que se ha limitado en la Argentina es mucho másgrave.
Se ha limitado la capacidad de comer de la gente. Le confieso que lo que
quería marcar es una cuestión de principio, porque más
allá de un señalamiento personal, o sectorial, confieso
que me irrité como escribí en la nota por las
declaraciones. Eso disparó algo que dio pie para otra cosa, para
un sinceramiento y una reflexión profunda sobre cómo puede
ser la lucha popular vista desde un observador, que es lo que yo soy en
este caso, con un pasado militante. Y vista desde un dirigente popular
activo en un movimiento que es muy importante, que el Gobierno trata de
disminuir públicamente, pero que debe admitir en privado que ha
surgido un interlocutor. Para ser justo y porque no estaba en la nota,
y de eso me autocritico como periodista, tendría que haber hecho
el señalamiento, en el marco de lo que yo creo que hoy es positivo
en el movimiento, de que es positivo que el movimiento se haya articulado
de una manera pacífica. Porque hacerlo de una manera violenta hubiera
significado hacerle el juego a los que precisamente quieren convertir
el conflicto social en algo judiciable, en algo castigable y reprimido
como lo pidió de alguna manera Escasany cuando se produjo la reunión
de la Asociación de Bancos. Respeto esto, me parece clave, lo entiendo
y lo aplaudo. Cada etapa histórica tiene distintas formas, si en
algún momento la gente de mi generación se vio obligada
a tomar las armas fue también porque los términos en los
que se daba la confrontación en la Argentina de los setenta, era
una confrontación de carácter militar.
L.D.: Yo sé, además venía de 18 años de resistencia.
Yo vengo de un hogar peronista, fui siempre militante. Sé perfectamente
lo que significaron esos 18 años para el movimiento popular.
M.B.: Con todo respeto, a mí lo que me molestó fue la asociación
conspirativa de la ministra Patricia Bullrich como ex montonera con la
reaparición de Mario Firmenich. Creo que con la Bullrich lo más
importante no es que fue montonera sino lo que es hoy. Cuando fue montonera,
tal vez fue el momento más digo de su vida. Eso se lo dije una
vez a Hugo Moyano, que había dicho que ella fue una tirabombas:
No la acuses de eso, porque ella tuvo la visión lúcida
de venir a apoyar al movimiento obrero. No vino a tirar bombas, vino clandestinamente
en el 79 con su compañero de entonces, Pancho Langeri, estuvieron
clandestinos, tuvieron un hijo acá y estuvieron apoyando a los
25 en la primera huelga general que se hace contra la dictadura militar,
en 1979. A esa Bullrich es muy difícil pegarle porque actuó
con verdadero idealismo. Esta, que lleva años de oportunismo, pasando
de una trinchera a otra, que en el último tiempo se ha convertido
en una perseguidora del último baluarte de dignidad nacional que
es el movimiento piquetero, esta es otra cosa. A Firmenich, con todo lo
que tengo para cuestionarle, con nuestra pelea de muchísimos años,
bastante más de 20, a muerte, tratando de ser objetivo no creo
que está conspirando con Bullrich para perjudicar al movimiento
piquetero. Creo que él cree mesiánicamente que puede organizar
y conducir al movimiento piquetero desde Barcelona. Creo que se ubica
más cerca del delirio que de la conspiración.
L.D.: En realidad, yo estoy convencido de que hubo alguien que operó
desde la inteligencia del Estado, que no sé quien fue, para que
en medio de semejante campaña que nos hacían apareciera
este llamado. Voy a contar algo que no saben: nos hicieron una operación.
El miércoles anterior a que hablara Firmenich me invitan a una
misa por San Cayetano, me llama Perdía para invitarme, donde iban
a participar algunos de los indultados y sectores empresarios, en el marco
de una unidad nacional. Después iba a haber un café para
conversar. Yo me dije a mí mismo: quieren la foto. Alguno necesitaba
la foto mía con ellos ahí, para ventilarla en una operación
de inteligencia que comprendí más tarde esa semana. No sé
quién fue de inteligencia, la asocié públicamente
a Bullrich pero no me consta.
M.B.: El hecho que la distingue a ella no es haber sido montonera. Es
que después de la derrota de una generación, regresó
a su clase para adquirir los beneficios de esa clase. La distingue la
maldad del converso.Yo no tengo el menor respeto por Perdía, todavía
menos que por Firmenich. Recuerdo su actitud lamentable de ir a pedirle
perdón al hijo de Aramburu en el programa de Neustadt... semejante
grotesco... nada menos que como que con Neustadt. Para mí es imborrable.
L.D.: Es una persona con la que casi no tuve contacto en mi vida. De golpe
apareció en mi teléfono invitándome a la misa. A
los 3, 4 días empezó el armado público. Evidentemente
necesitaban una foto conmigo, en estas circunstancias, compartiendo un
hecho reciente. Después me di cuenta de que estaba todo armado.
M.B.: Tu crítica de los montoneros está muy bien porque
se ejerce desde una práctica popular. Pero visto en la televisión,
con la pregunta tal vez capciosa, evidentemente puede aparecer como me
pareció a mí, como un señalamiento macartista.
L.D.: La historia me ha colocado en un lugar que yo no esperaba, con una
gran responsabilidad social. Se trata de una pelea frontal, contra el
modelo, y de aprender de la historia a ser constructor de la paz social,
cosa que no es muy simple de resolver. Yo tengo poca experiencia en ir
construyendo una semántica propia, estructurar un mensaje, darle
el valor a las palabras con un prudencia casi exagerada. Es una construcción
de alguien que fue militante de toda la vida y que sigue siendo un militante
pero que tiene una responsabilidad. Uno ve en esa plaza del miércoles
que el movimiento popular, creo, empieza a esbozar una recomposición.
Uno ve en todos los sectores un nivel de responsabilidad por lo que estamos
construyendo, que va mucho más allá de la coyuntura, que
no va a ser por algo electoral. Uno ve al PO, al PC, a la CCC, a la CTA,
a sectores tan diversos, con historias tan disímiles, con tanto
ahínco, cuidando la criatura, recordando las lecciones de la historia
de no volver a fagocitarnos nunca más entre nosotros, no hacerle
el juego a los otros.
M.B.: El pasado es un objeto de reflexión, no tiene que ser de
culto. Justamente los que tuvimos algún grado de participación
en ese pasado tenemos la obligación de transmitir a las nuevas
generaciones nuestra experiencia de la manera más honesta.
L.D.: Y nosotros tenemos la contraparte de aprender y escuchar.
M.B.: (Ríe) ¡Además que algunos todavía no
nos jubilamos! Yo me resisto a ir al PAMI.
L.D.: En Argentina se construyó un estereotipo de dirigente que
sabe todo, que no tiene errores, casi inhumano. Yo si hay algo que no
quiero dejar de ser, es un ser humano.
M.B.: Puntualmente, esto que estamos haciendo es un ejercicio importante
también para otros. Con mi nota pasó algo notable, se llenó
mi e-mail de puteadas y elogios. Te diría que casi en partes iguales.
Lo que pensé fue que hubo un montón de compañeros
que durante los años iniciales del alfonsinismo y de la democracia,
a diferencia de los indultados, estuvieron en la oscuridad, en la penumbra,
sin poder hablar, comiendo mierda, comiendo un aplastante discurso oficial
de los dos demonios, que los marginó. Muchos de ellos son valiosos,
tipos que quieren hacer cosas, cincuentones valiosos, muchos confinados
a tomar mate en sus casas, que pueden ser una nutriente muy importante
para el movimiento popular. Yo ya lo sentía cuando yo militaba
en montoneros y, por ejemplo, cuando hicimos el Partido Peronista Auténtico,
creía que Firmenich y el resto de la conducción tenía
un intento utilitario respecto de los viejos peronistas. Estaban ahí
como jetones, como mascarones de proa del proyecto montonero. Y a mí
eso me daba en las pelotas. Yo lo escuchaba en serio a Andrés Framini,
porque todo lo que tenía para decirnos respecto de la CGT auténtica,
de lo que habían sido toda la etapa de resistencia a la llamada
revolución libertadora, todo eso era una trasmisión espectacular.
Uno se enriquecía. ¿Por qué escribí El
presidente que no fue? Porque estaba harto de que en este país
lo consideraran a Héctor J. Campora, que fue un tipo leal, como
un pelotudo. Había que variar el eje: un tipo que no tocaun mango
de los fondos reservados no es un pelotudo, es un patriota, es honesto.
L.D.: Voy a decir algo peligroso. Si uno analiza los roles en la historia,
nosotros, los piqueteros, cumplimos un rol de fogoneros que por ahí
antes cumplieron otros. Fogoneros de este presente. Como el movimiento
popular va teniendo etapas, tiene baches. Pero es como el agua, va encontrando
su curso en la historia. Para nosotros, que éramos un puñado
de muchachos que cortábamos rutas, era un hecho impensado lo que
pasó el miércoles.
M.B.: En esa plaza se vio la presencia de distintos gremios y de desocupados,
una amalgama político-social.
L.D.: Con cierto avance de lo social por sobre lo político.
M.B.: La dirigencia ha entrado en una crisis terminal, que se expresa
con los escándalos del Senado y la trenza mafiosa entre política
y negocios. Este protagonismo de lo social, bienvenido sea en la medida
en que acota la pretensión de avanzar cada vez más de manera
antidemocrática que tienen los sectores del establishment, que
se expresa con López Murphy, con Escasany pidiendo represión.
Tienen que tener una respuesta política.
L.D.: Profundizar la democracia, no sólo la política, también
la económica. Creo que en un futuro casi inmediato, después
de la crisis, quien no discuta con el movimiento social no va a tener
destino. Se viene un nuevo tipo de práctica en la política
argentina. No va a alcanzar sólo con las imposiciones mediáticas.
Si hay una recuperación del movimiento popular fuerte, va a haber
que discutir ahí. Va a ser complejo. Desde mi experiencia en el
piquete, veo una ansiedad de recrear una democracia directa. Todos dicen
que soy ingenuo: ¿Cómo se compatibiliza eso con las instituciones?
Bueno, hay experiencias de Brasil, con iniciativas como el presupuesto
participado. Uno podría debatir la educación, la seguridad.
Hay un anhelo fuerte en la sociedad que si sabemos interpretarlo tenemos
que empujar formas de democracia directa, que después condicionen
la vida política de los gobiernos. En lo inmediato, creo que somos
una locomotora en picada que va a una colisión de impensables proporciones.
Claudio Lozano nos decía que el recorte en 90 días en todos
los salarios del Estado llegará al 42 por ciento. Esto incluye
jubilados, docentes, desocupados, estatales, judiciales, fuerzas de seguridad...
no imagino a miles de estatales, nacionales y provinciales, bancando que
les saquen la mitad del sueldo. No veo que la gente se banque que saquen
los comedores estatales, o que falten insumos en los hospitales. Habrá
que ver qué derivaciones institucionales tiene esto, si esto termina
en una constituyente, si vamos a una elección presidencial anticipada.
Este tipo de situación terminaba antes en golpes militares con
consenso social. Hoy si uno pregunta a la gente, le dicen que se
queden en los cuarteles o que vengan y se movilicen con nosotros.
M.B.: Pero hay quien se lo imagina, quien continuamente está planteando
un escenario no democrático, incluso cuando se plantea el costo
de la política. Escribí algo contra el plebiscito de Córdoba,
porque creo que es oportunista, demagogia.
L.D.: Sí, esconde la verdadera crisis.
M.B.: La lucha democrática es crucial. Pero no puede hacerse fuera
del conflicto social. Una de las razones por las cuales desapareció
del mapa Chacho Alvarez es porque no se hizo cargo del conflicto social.
Se vuelven a discutir cosas muy profundas que hacen al destino estratégico
de la Nación. No cosas municipales como nos quieren llevar a debatir.
L.D.: El otro día se enojó conmigo Lilita Carrió
porque aunque valoro mucho las cosas que dice como dicen en
mi barrio, el que se quema con leche ve una vaca y llora. Si uno todo
lo que hace o dice es mediático y después en los piquetes
no estás, en los organismos de derechos humanos no estás,
en las centrales sindicales no estás... ¿dónde discutís
tus políticas? ¿Son el resultado de qué consenso
social? ¿De qué colectivo? Selo dije como aporte, porque
tiene mucho para aportar. A Farinello le dije lo mismo.
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