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DANIEL FILMUS, SECRETARIO DE EDUCACION PORTEÑO
�Si no invierto en educación, mañana lo haré en cárceles�

Tras un año en el puesto, no cree en las autoevaluaciones (�uno siempre cree que le va mejor de lo que le va�), pero destaca que la discusión en el gobierno porteño, a diferencia de lo que pasa en el resto del país, está dirigida a �cómo mejorar la educación y no a cómo recortar mejor�.

Por Nora Veiras

Lleva un año en el despacho y en los últimos meses se atrevió a colocar su sello. Dos escudos de San Lorenzo de Almagro coronan cada una de las bibliotecas que lo flanquean. En diálogo con Página/12 no habla de su pasión azulgrana sino de su gestión al frente de la Secretaría de Educación porteña. El sociólogo Daniel Filmus se siente “protegido” por “la decisión política” del gobierno de Aníbal Ibarra de “priorizar la educación, porque eso permite que nuestras discusiones sigan siendo cómo cambiar, cómo mejorar la educación y no cómo recortar”. Dice que “a pesar de la crisis pudimos mejorar la calidad educativa”. Reivindica que en un país “que desde hace más de diez años maneja políticas de expulsión y de elitización, no hay otra institución que integre como la escuela pública”. Considera que se debe mantener el incentivo docente porque la Ciudad no podría financiar los 52 millones de dólares que consume ese plus y adelanta su acuerdo para que se convoque a una paritaria nacional docente. –A un año de gestión, ¿qué puntaje se pone?
–(Desconcertado.) ¿Estoy en el programa de Susana Giménez?
–No va a hacerse millonario, pero... Usted es docente y un año es un lapso suficiente para evaluar.
–No, es imposible autoevaluarse, siempre uno cree que hace más cosas que las que efectivamente hace y que le va mejor de lo que le va. Nunca con mis alumnos practiqué esos métodos. El gran desafío era mostrar que a pesar de la crisis es posible mejorar cuantitativa y cualitativamente el sistema educativo y que hay indicadores concretos que lo muestran.
–¿Cuáles son esos indicadores?
–Creció la matrícula del nivel inicial en 2500 nuevos chicos. Bajamos el 20 por ciento de las repeticiones en la zonas carenciadas (ZAP) y el 15 por ciento en general sin bajar la exigencia. Si mil chicos menos abandonan, mil chicos menos repiten, uno está apostando a la vida de mucha gente. Aumentamos las escuelas de jornada completa, hicimos las escuelas bilingües, logramos que 14 escuelas tuvieran el comedor fuera del horario escolar para que tengan las cuatro horas de clase. La calidad se va a medir en el largo plazo. Por ejemplo, qué va a pasar cuando los egresados de las primeras escuelas de los sectores populares que están aprendiendo al mismo tiempo dos lenguas salgan manejando inglés-español. Que todas las escuelas de media tengan horas institucionales para que los docentes trabajen fuera del horario de clases con los chicos...
–En lo estrictamente económico, la Ciudad es una de las pocas jurisdicciones que no aplicó el ajuste. ¿A qué atribuye entonces la repercusión del paro del miércoles que según las cifras de ustedes en primaria alcanzó un ausentismo del 65 por ciento?
–Sí, es una cifra alta, pero cada paro expresa algo en particular. Nosotros no hemos tenido en todo un año ningún paro de la Ciudad de Buenos Aires. Este último ni siquiera fue por el salario sino contra el ajuste en general. Tiene que ver más con un clima nacional de protesta y que, específicamente para los educadores, que son parte de los empleados del Estado, es una amenaza concreta a su situación.
–¿Cuáles son las limitaciones que siente en su jurisdicción para desarrollar una política educativa?
–Hay una desigualdad creciente en las distintas jurisdicciones que aumenta con la crisis según se nota en las evaluaciones. Primero porque el primer indicador de rendimiento escolar es el nivel socioeconómico de origen y al empobrecerse a la población es lógico que baje. Mantener el mismo nivel educativo cuando la población se empobrece es una hazaña, mejorar es algo superlativo. Desde el punto de vista del país es un problema muy serio. Mucha gente analiza a la Argentina desde lo económico como “Bel-india” porque tiene zonas con un Producto Bruto Interno parecido a Bélgica y zonas parecidas a la India. A nosotros nos toca estar yconducir una de las jurisdicciones educativas que tiene mejores condiciones. En esta desigualdad hemos quedado del lado de los que estamos todos un poco peor. Bajamos como en paracaídas mientras otros bajan en caída libre.
–En los últimos meses vivimos enajenados con el “riesgo país”. ¿Cree que existe conciencia en la dirigencia política y económica sobre el riesgo social que implica, por ejemplo, que en la Argentina la mitad de los chicos no termine el secundario?
–No existe conciencia. ¿Qué futuro van a tener los chicos que no estudian? Hoy en día el certificado de escuela media es el pasaporte principal para acceder al mundo del trabajo. La posibilidad de acceder al mundo globalizado tiene mucho que ver con la competitividad de los ciudadanos. La conformación de un país con identidad: si hay una desigualdad tan notable es casi imposible ser parte de la misma ciudadanía. Después está el tema de la seguridad: si no invierto en educación, mañana voy a invertir en cárceles. La educación, mucho más que el nivel socioeconómico es la variable que más impacta en el conjunto de los comportamientos sociales. Impacta mucho más la educación de los padres que el nivel socioeconómico sobre el nivel educativo de los hijos y más que nada el nivel educativo de la madre.
–Esto no parece formar parte de la agenda de prioridades de los economistas...
–No, y eso es miopía. Inversión significa un rédito futuro. Entre otras inversiones sociales la que se hace en educación es la que a futuro puede brindar mayores ganancias. El problema no lo resuelve sólo la educación porque si se educa a alguien y después no se crea la fuente de trabajo es muy probable que esa persona se vaya del país y la pérdida sea total. Pero no se va a crear la fuente de trabajo si no se tiene la persona capacitada.
–Volviendo a la Ciudad, ¿qué va a pasar con la Ley de Educación?
–Después de octubre, que tenemos todo un año sin elecciones, discutiremos cuál es la mejor ley y trataremos de que salga por unanimidad o por la gran mayoría. Hay que discutir el modelo comunal ¿Vamos a conseguir que haya una parte del presupuesto participativo discutido en las comunas? ¿Vamos a avanzar para que haya participación comunitaria en las escuelas, cosa que no existe prácticamente en ningún lugar del país? Tenemos una Ciudad donde la mitad de la educación es pública y la mitad privada y casi no se tocan, hay que ver cómo se articulan en el marco de una sola política.
–¿Va a haber Educación General Básica y Polimodal o se mantendrá la primaria y la secundaria?
–No vamos a hacer cambios edilicios. No vamos a pasar ni séptimo a la secundaria ni primer y segundo año a la primaria eso ya está definido. Los estudios presupuestarios demostraban que las inversiones de los próximos diez años tenían que ir a resolver el tema edilicio cuando nosotros, a diferencia de otras jurisdicciones, tenemos las secundarias al lado de la primaria. El gran desafío no está en cómo uno defina la estructura sino en cómo a nivel pedagógico articula ese momento del pasaje en el que nosotros perdemos el 30 por ciento de los chicos. Otra decisión que ya tomamos es el mantenimiento de las escuelas técnicas, está avalado por estudios la pertinencia de las escuelas técnicas respecto al acceso al mundo del trabajo. Estas son definiciones pedagógicas, la Legislatura es la que va a definir la ley. Desde nuestra perspectiva no debería romperse la estructura de la escuela primaria ni de la escuela media y habría que mejorar la articulación.
–Hay escuelas privadas que avanzaron en la aplicación de EGB y Polimodal.
–Está muy bien para las escuelas que tienen todos los niveles juntos, con el tercer ciclo en el mismo edificio es más fácil. Pueden trabajar esa franja etaria mucho más específicamente.
–¿Qué va a pasar con el presupuesto educativo para 2002?
–Muchos de los programas que estamos implementando son consecuencia no de más recursos sino de un uso mucho más racional, pero también vamos a pelear por mejorarlo. Esta es una Ciudad eminentemente educativa, tiene un millón de estudiantes y tres millones de habitantes. Tenemos 20 mil alumnos en séptimo y 24 mil en primer año. Primero porque hay repetición y segundo porque la Ciudad atrae muchos alumnos de la Provincia de Buenos Aires. En las secundarias tenemos 20 por ciento de alumnos bonaerense, y en primaria tenemos hasta el 15 por ciento de alumnos de la provincia.
–El ministro Andrés Delich planteó la convocatoria a paritarias. ¿Está de acuerdo?
–Absolutamente. Creemos que debe haber parámetros nacionales consensuados, que no puede haber ninguna transformación educativa sin acordar con los gremios docentes cuál tiene que ser el sentido de la transformación y del cambio para jerarquizar la profesión docente. Es imprescindible la paritaria. Debería haber un salario mínimo de dignidad para todos los docentes aún cuando haya jurisdicciones que tengan mejores condiciones. La Nación tiene la responsabilidad de compensar, en este caso es el incentivo docente, la desigualdad a favor de las jurisdicciones que menos tienen.
–¿Se debe mantener el incentivo docente?
–Ninguna jurisdicción estaría en condiciones de absorberlo. En la Ciudad representa 52 millones de dólares al año. Sería imposible absorber sin bajar la calidad de todo, sin disminuir los salarios docentes.

 

 

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