Por Eduardo Videla
El infractor llegará al primer piso del edificio de Carlos Pellegrini 211, apretará un botón y tendrá en sus manos un número. Esperará el turno sentado en una silla reclinable, hasta que lo atiendan en alguno de los 50 puestos habilitados. Si no acepta el pago voluntario podrá hacer su alegato ante un controlador de faltas, quien dará su dictamen final. Todo el proceso será seguido por cámaras filmadoras de video, como una forma de prevenir la acción de los gestores y la consiguiente cadena de corrupción. Esa será la rutina que se implementará, a partir del martes próximo, en la Unidad Administrativa de Control de Faltas, el organismo que reemplazará a los ex tribunales disueltos en junio último.
Técnicos y obreros trabajan contra reloj para que el lugar esté terminado para la fecha prevista, mientras un grupo de empleados sigue atendiendo al público. �En 70 días se remodelaron 3.800 metros cuadrados, con un presupuesto de 600.000 pesos�, resaltó ante Página/12 el arquitecto Héctor Santarelli, director de la obra.
Las nuevas oficinas funcionarán en el lugar que ocupaban los tribunales de Faltas. El espacio estará dividido en dos amplios sectores: en el primero habrá 50 puestos de atención para los que llegan a pedir un libre deuda o los que no admiten el pago voluntario de una multa y quieren discutir la infracción. Allí desapareció la ventanilla de orientación y la correspondiente cola para sacar número. �Habrá dos máquinas en el hall de entrada donde la persona que llega apretará un botón y obtendrá el número�, explicó Santarelli. En el centro de esta oficina habrá 400 butacas rodeadas por 50 puestos de atención, divididos en cuatro sectores. Cinco personas estarán dedicadas a atender un 0-800, donde los contribuyentes podrán consultar si tienen multas pendientes.
Si el infractor quiere discutir la falta, será derivado al otro sector, el de los controladores. Allí hay 30 puestos y otra sala de espera, con 200 butacas. �Un sistema informático asigna el controlador que atenderá al contribuyente�, explicó a este diario Enrique Carelli, jefe de gabinete de la Secretaría de Seguridad, a cargo de la implementación del sistema. �A partir de entonces, el controlador puede desestimar la falta, si el acta tiene alguna falla formal o el presunto infractor prueba, por ejemplo, que no es dueño del auto en infracción. De lo contrario, tendrá facultad para aplicar la multa y fijará el monto entre el máximo y el mínimo�, agregó Carelli. Los controladores son abogados designados por el gobierno porteño. En total son 50 pero no estarán todos juntos: en el horario pico, de 10 a 16 estarán los 30 puestos ocupados; de 8 a 10 y de 10 a 20, la cantidad será menor.
Ya no hay oficinas cerradas en ese pasillo donde los infractores solían esperar el llamado del juez. Cada controlador atenderá en espacios abiertos, separados de sus colegas por tabiques de madera. Tendrá a su cargo un secretario y dos empleados, que atenderán de una en una a los que esperan en la sala. El estrado no es tan solemne como el que utilizaban los jueces, pero conserva la distancia con el infractor, que debe comparecer de pie. El funcionario estará escudado tras un parapeto de madera, �para prevenir posibles agresiones�, admitió Santarelli.
La ruta hacia este sector es un viaje de ida: un molinete separa la sala de espera de los boxes, de manera que el regreso sea imposible. La idea es evitar la circulación de personas, tan habitual en la época de los jueces de Faltas, cuando pululaban los gestores. �El trámite solo lo podrá hacer el infractor o su apoderado legal�, enfatizó Carelli. Para disuadir a los que quieran retomar esas prácticas, se instalarán cámaras de video en distintos lugares de circulación de público. �Buscamos prevenir delitos, pero además detectar la presencia de caras repetidas�, agregó.
Las imágenes serán seguidas desde monitores ubicados en una Unidad de Auditoría Interna. La planta se completa con un destacamento de la Policía Federal, una unidad de cajas, y un Consejo Consultivo, integrado poralgunos ex jueces de Faltas, �que asesorarán a los controladores en cuestiones complejas�, precisó Carelli.
En esta carrera contra reloj, los técnicos lograron informatizar 1,5 millones de multas manuales, labradas por la Policía Federal. Queda pendiente igual procedimiento con otras tantas actas fotográficas, algo que se está negociando con las empresas que cumplen ese servicio. Por eso, cuando los verificadores busquen los antecedentes, deberán hacer parte del trabajo en forma manual. �Recién cuando esté todo informatizado podrá descentralizarse el sistema y la gente podrá hacer el trámite en los CGP2, concluyó Carelli.
Una baja en los accidentes graves
�En los lugares donde se aplican las multas fotográficas se logró reducir en un 20 por ciento la cantidad de accidentes graves de tránsito�, dijo a Página/12 Enrique Carelli, jefe de Gabinete del secretario de Seguridad, Facundo Suárez Lastra. El funcionario puso un ejemplo de lo que se considera como un resultado de la aplicación de ese sistema: �En la avenida Lugones, en la primera etapa de la aplicación del sistema, el promedio de los excesos de velocidad era de 148 kilómetros por hora. Hoy es de 110�.
Sin embargo, el sistema no es tan exitoso como parece. Voceros del Gobierno admiten que tal como se instrumentó, el sistema no sirve. Sostienen que las empresas salieron a cazar infractores, a cumplir la función de emisores de multas, y que esa actitud no es útil para la finalidad de prevenir accidentes y ordenar el tránsito. �El sistema requiere de un control político�, afirman.
Las idas y vueltas que sufrió el sistema desde su puesta en marcha lo convirtieron, además, en un negocio poco rentable para las concesionarias. La anulación masiva de multas y la resistencia de los usuarios al pago, sumadas a las fallas de implementación, hicieron que las empresas recaudaran en promedio 100.000 pesos por mes, mucho menos de la mitad de lo que pensaban obtener al comienzo de la concesión.
Tribunales en caída libre
En el ámbito de la Justicia contravencional porteña, el sistema de las multas fotográficas será recordado como la gota de agua que colmó el vaso, y determinó la fecha de defunción de los tribunales de Faltas. La mecha se encendió con la protesta de cientos de ciudadanos enfurecidos por el aluvión de boletas, los errores de confección y las largas colas que había que hacer para apelar la sanción ante un juez.
En agosto de 2000, la Cámara de Apelaciones avivó el fuego cuando anuló todas las multas, a las que consideró �viciadas�. Pero la bomba explotó en manos de los jueces: en octubre se reiniciaron los controles, con modificaciones que apuntaban a reducir la posibilidad de errores y de �avivadas�, y la idea de desintegrar, definitivamente, los tribunales de Faltas tomó cuerpo.
Néstor Losa, titular de la Cámara de Apelaciones de ese fuero, volvió a suspender las multas en marzo de este año, tras calificarlas de �inviables�. Cientos de porteños que habían recibido multas fotográficas se volcaron al viejo Edificio del Plata, en el microcentro, y soportaron horas y horas sumidos en largas colas, con el afán de conseguir el sobreseimiento y no pagar por las infracciones cometidas (o no).
A mediados de mayo, de la antigua estructura de la Justicia de Faltas de la Ciudad sólo quedaba el recuerdo: después de que en la madrugada del 9 de mayo la Legislatura porteña votara la ley que reemplazó ese fuero por un cuerpo de verificadores de infracciones, los tribunales entraron en receso y el Gobierno porteño salió a ofrecer descuentos de hasta 70 por ciento para los que se avinieran al pago voluntario de sus multas. |
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