Por Claudio Zlotnik
La privatización del
Banco Nación, la desregulación de las obras sociales, un
nuevo ajuste en las provincias, la derogación de la canasta con
el euro, la reforma previsional y la reestructuración del PAMI
y la ANSeS forman parte del menú de reclamos que el Fondo Monetario
formuló al equipo económico, que tienen como marco las negociaciones
para destrabar el envío de fondos frescos. El listado remite a
lo que los burócratas del FMI denominan las reformas estructurales,
a los que se suman sus dudas sobre cómo alcanzará el Gobierno
el Déficit Cero en lo que resta del año y, fundamentalmente,
en el 2002. Frente a la necesidad imperiosa de la Argentina de contar
con el salvataje financiero, el equipo económico y los técnicos
del FMI están discutiendo punto por punto. Y la extensión
de las negociaciones llevó a Domingo Cavallo a admitir que no
se sabe cuándo concluirán. Por lo pronto, el director
gerente del FMI, Horst Köhler, se sumó a las negociaciones,
lo que implica que ésta ha subido al escalón más
alto, al reunirse ayer con Daniel Marx. Esa negociación, que ya
lleva cinco días sin que haya ningún tipo de anuncio, impactó
en los mercados. El riesgo país cruzó la barrera de los
1500 puntos finalizó en los 1503-, mientras que las acciones
retrocedieron 3,1 por ciento en promedio.
Domingo Cavallo se vio obligado otra vez a darle un giro de
180 grados a su discurso. Ya no promete que los miembros de su equipo
no retornarán de Washington con las manos vacías después
de haber golpeado las puertas del Fondo Monetario. El ministro se vio
forzado a bajar el tono de sus expectativas y a calmar la ansiedad de
los financistas, que ya miran con preocupación la indefinición
en las negociaciones. Respecto de éstas, Cavallo dijo ayer que
llevan su tiempo y no se sabe cuándo van a concluir.
Con Daniel Marx a la cabeza, la misión argentina viene dando cuenta
de cómo harán para cumplir con las nuevas y exigentes metas
económicas, en las que se incluye el vivir con lo nuestro
del Déficit Cero. Los argumentos son los mismos que ayer, durante
una hora y media, los funcionarios expusieron ante el número uno
del organismo, el alemán Horst Köhler, en el primer encuentro
que ambas partes mantienen desde que la delegación argentina arribó
a Washington, a fines de la semana pasada.
En contra de las expectativas iniciales, las negociaciones se fueron extendiendo.
A tal punto que tanto en Wall Street como en el microcentro porteño
circularon versiones sobre un posible fracaso. Pero la realidad es que
el tiempo se va consumiendo en los análisis sobre cada condicionamiento
que los técnicos quieren imponerle a la Argentina. En ese sentido,
el pedido para que el Banco Nación se privatice ya es un clásico,
que nuevamente fue rechazado. Lo mismo que la reforma jubilatoria y, últimamente,
la reestructuración del PAMI y de la ANSeS, que, en cambio, recibió,
su aceptación por parte de la misión. Por ahora,
tal como señaló el vocero presidencial, Juan Pablo Baylac,
el FMI también desistió de recortar en un 13 por ciento
el monto que la Nación gira a las provincias en concepto de coparticipación.
Aunque, al mismo tiempo, admitió la preocupación
del organismo sobre la posibilidad cierta de que los distritos del interior
cumplan con la ley de Déficit Cero. Anteayer, fue el propio presidente
estadounidense, George Bush, quien condicionó la ayuda financiera
a que la Argentina cumpla con el equilibrio fiscal y las reformas estructurales.
Pero a la puja por las condiciones que los funcionarios terminarán
por aceptar se le adiciona otra pelea por el monto de la ayuda financiera
y los tramos en que ésta se desembolsará. Cerca de Domingo
Cavallo insistieron en que el socorro ascenderá a entre 5400 y
7000 millones, a los que se sumarán otros 1260 millones por la
cuota del blindaje y 2500 millones de la línea contingente que
activará el Banco Central. En total se contabilizarían entre
9000 y 11.000 millones. Aunque también quedan por definir los aportes
con que se anotarán el BID y el Banco Mundial. En el FMI insistieron
en que quieren asegurarse que todo el dinero se utilizarápara reforzar
las reservas del Banco Central y no para cubrir los baches fiscales.
Por ahora, todo quedó limitado a los gestos. Conscientes de la
repercusión que cada palabra oficial podría tener en los
mercados, tanto la delegación argentina como los técnicos
cuidan al máximo sus exposiciones. Es más, por lo general
los voceros de las instituciones hablan por sus jefes mientras éstos
guardan silencio. Sucedió ayer después que Marx y Jorge
Baldrich se entrevistaran con Tony Wayne, subsecretario para Asuntos Económicos
del Departamento de Estado. Al final del encuentro, Charles Hunter, vocero
del organismo, fue el único que habló. Diplomático
dijo que Argentina es un amigo y un aliado (de los Estados Unidos).
Y queremos que tenga éxito. Los gestos continuaron por la
tarde, cuando Köhler, una vez finalizado su reunión con Marx,
dialogó telefónicamente con líderes del Grupo de
los Siete países más poderosos entre los que se encuentran
Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia
y Japón a quienes les expuso el caso argentino, aunque el
contenido de esas conversaciones fueron reservadas.
Köhler retornó de sus vacaciones en Alemania, dejando a su
familia en su país, una semana antes de lo previsto para tratar
el caso argentino. El director gerente del FMI espera que el G7, que reune
a los países más poderosos, reclame públicamente
la necesidad del rescate, para que en caso de fracasar ese salvataje la
responsabilidad no sea la del FMI, que ya recibió muchísimas
críticas por su actuación en las crisis financieras de los
últimos años.
En Wall Street la
ven bien
Pese a los temores, la mayoría de los analistas de Wall
Street coincide en que la Argentina alcanzará un acuerdo
con el FMI, y el consenso es que los términos generales podrían
conocerse antes del fin de esta semana. El economista jefe para
mercados emergentes de ABN Ambro, Arturo Porzecansky, afirmó
que las informaciones que he recibido es que las negociaciones
marchan bien en Washington. Lo que pasa agregó
es que hay gente inexperta que esperó que en un fin de semana
todo se iba a arreglar. En general estas negociaciones demoran semanas,
dijo Porzecansky. El analista agregó: Mi información,
de fuentes fidedignas, es que las cosas vienen bien, y vienen aceleradas.
Por su parte, Walter Molano, de BCP Securities, que se ha caracterizado
por su pesimismo con Argentina, dijo que una de las versiones indican
que el apoyo de los Estados Unidos está condicionado a una
eventual reestructuración de la deuda con una quita del 35
por ciento.
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Datos de la crisis
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La misión del
Palacio de Hacienda en Washington se entrevistó ayer con el
titular del FMI, Horst Köhler, pero todavía sigue sin
poder mostrar resultados.
La incertidumbre volvió
a impulsar a una suba del riesgo país, a 1503 puntos, y derrumbó
a la Bolsa, que bajó otro 3,1 por ciento.
Cavallo admitió
que las negociaciones llevan su tiempo, y no se sabe cuándo
concluirán, buscando descomprimir las expectativas.
En tanto, circulaban diversas
versiones sobre nuevas exigencias del Fondo: reforma previsional,
reestructuración del PAMI y la Ansés, y hasta se mencionó
la privatización del Banco Nación.
El monto del desembolso
es otro punto para controversias, pero se da por seguro que el FMI
lo condicionará a su uso como refuerzo de las reservas del
Banco Central.
En el marco de las crisis
provinciales, ayer se firmó el acuerdo entre Buenos Aires y
la Nación para reemplazar los patacones por las Lecop nacionales,
también llamados (incorrectamente) bono federal. |
CAVALLO
VOLVIO A NEGAR UNA DEVALUACION Y/O DEFAULT
No seremos los conejillos
Dentro de su insistencia
discursiva contra los cantos de sirena que proponen una salida
de la convertibilidad o una reestructuración de la deuda pública,
Domingo Cavallo encontró una nueva explicación a la reticencia
estadounidense en apoyar con fondos frescos, vía FMI, a la Argentina:
nos quieren usar de conejillos de Indias de experimentos intelectuales,
argumentó. El experimento al que se refería
el ministro es el consejo de economistas norteamericanos para que el Fondo
no rescate a la Argentina de su crisis actual. Y mencionó
que la salida a la crisis es que vuelvan los depósitos
que fugaron del sistema financiero local, que desde el 4 de abril sumaron
unos 9000 millones.
No importa el auditorio, en el centro de los discursos de Cavallo asoman
siempre dos temas principales, precisamente los mismos que están
en boca de los especialistas del exterior: la salida de la convertibilidad
y el default de la deuda pública. Los destinatarios del discurso
ministerial, al menos en el auditorio, fueron los empresarios de la Cámara
Argentina de la Construcción. Cavallo no ahorró ninguno
de sus argumentos tradicionales. Según el ministro, los resultados
de las políticas enderezadas al crecimiento y a la reactivación,
no se ven porque hemos perdido el crédito (y no al
revés). Para salir de esta situación hay cantos de
sirena, como hubo siempre. Y esos cantos se refieren siempre a
alguna medida distributiva, no a una medida creativa, no a una medida
productiva. Redistribuir, afirmó. En definitiva todas
las veces que las soluciones son de naturaleza monetaria o financiera
son pura redistribución, argumentó Cavallo como si
las medidas por él adoptadas no tuviesen también este carácter.
Aunque, según demuestran todas la encuestas sobre distribución
del ingreso realizadas durante la última década, en sentido
contrario.
Pero no es esta redistribución la que preocupa a Cavallo, sino
la reestructuración compulsiva de la deuda para no
cumplir con nuestras obligaciones. Esta vez, los reclamos no provienen
de extremistas vernáculos, sino del exterior y en sectores
denominados conservadores y ortodoxos que parecen haber identificado a
la Argentina como el país que podría ser sometido al experimento
de evitar, frente a la crisis, que el Fondo Monetario Internacional rescate
a los tenedores de bonos. No vamos a ser nosotros los conejillos
de indias de estos experimentos intelectuales, enfatizó el
ministro.
Cavallo llamó entonces a desoír las soluciones mágicas
la de la devaluación o la de la reestructuración
forzada de la deuda, previa quita impuesta a los acreedores
y enumeró las consecuencias terribles que el país
sufriría en caso de seguirlas: baja de salarios, jubilaciones e
inversiones y aumento del desempleo y la pobreza. Por si alguien en el
auditorio encontraba alguna similitud con la realidad ejemplificó
con los casos de Ecuador y Rusia. Cabe recordar que el primero de los
países creció el 3 por ciento durante el 2000 y el segundo
un 6 por ciento en el mismo período. El ministro reforzó
los argumentos con un fallido: es una mentira decir que van a bajar
menos los salarios que lo que están bajando o lo que han bajado.
Por último, el titular del Palacio de Hacienda agregó que
estamos tratando de remover esas sugerencias. Ese es el sentido
de las largas discusiones que están teniendo nuestros técnicos
en Washington porque, aunque parezca mentira, se han instalado en círculos
intelectuales de gente que nunca probó sus teorías en la
práctica y ahora las quieren probar con la Argentina, concluyó.
Duhalde asusta con
el contagio
Eduardo Duhalde, en su gira por Estados Unidos, evaluó
que la situación del país puede tener un efecto
dominó sobre toda la región y sobre este nuevo orden
económico, que se manifiesta absolutamente vulnerable para
los países emergentes. Ese fue el mensaje que el candidato
a senador del PJ utilizó como gesto de colaboración
con el Gobierno en medio de la crisis, puesto que aquellos que se
resisten a apoyar el paquete de rescate a Argentina sostienen que
la caída de su economía no provocaría contagio
al resto de los emergentes. Duhalde apuntó que los países
no son los únicos culpables por las crisis económicas,
al entender que el liderazgo global implica una responsabilidad
para quienes han diseñado estas políticas pensando
en sus intereses, en referencia al papel que debería
cumplir Estados Unidos en esta crisis. La situación
nuestra se agrava día a día porque hemos llegado a
la tan temida depresión, apuntó Duhalde.
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PRIMERa
SUBA DE DEPOSITOS FUERTE
Fue un viernes rosa
Por primera vez desde que se
inició la crisis pudo verificarse una mejora sensible de los depósitos
bancarios. Ocurrió el último viernes, cuando las colocaciones
totales crecieron en 273 millones, mientras que los plazos fijos se engrosaron
en 13 millones. A su vez, las reservas internacionales del Banco Central
también mostraron un incremento importante, de 398 millones de
dólares. En contraposición a ese escenario más relajado,
ayer volvió a repuntar el riesgo país y terminó en
1503 puntos, 79 por encima del cierre anterior, mientras que el índice
MerVal perdió 3,1 por ciento.
A diferencia de lo ocurrido ayer, el viernes pasado fue una jornada tranquila
en los mercados, con el riesgo país en baja y los financistas aguardando
el anuncio del convenio con el Fondo. Sin embargo, desde entonces no hubo
noticias sobre ese acuerdo y los inversores se deshicieron de los papeles
argentinos. Las bajas treparon al 5,4 por ciento, tal el caso del Global
2008, mientras que el Brady FRB perdió 3,3 por ciento y el Global
2018, el 4,6. El clima más nervioso también se percibió
en el costo del dinero. La tasa interbancaria trepó un punto, al
15,5 por ciento anual.
Desde que empezó la crisis, el 4 de julio pasado en medio de versiones
sobre la renuncia de Fernando de la Rúa, del sistema financiero
se fueron 8782 millones, el 10,3 por ciento del total. Precisamente, el
objetivo central del acuerdo que tejen los funcionarios de Economía
junto a los técnicos del FMI radica en dotar de confianza a los
ahorristas y evitar una profundización de la huida. De lo contrario,
se teme, la Argentina caería tarde o temprano en default.
Según coinciden los analistas de mercado, habrá una reacción
positiva de los bonos y acciones cuando se anuncie el acuerdo con el FMI.
No obstante hay quienes, como Agustín Etchebarne, de la consultora
Delphos Investment, quien asumió que el paquete de auxilio
es necesario pero no suficiente para dejar atrás la crisis. Hoy
por hoy, nadie puede dar certezas de cómo hará la Argentina
para volver a crecer.
Ricupero
El director general de la Conferencia de las Naciones Unidas para
Comercio y Desarrollo (Unctad), Rubens Ricupero, defendió
ayer el apoyo de las instituciones multilaterales y los países
industrializados a Argentina, para evitar que la actual crisis contagie
a otros países emergentes. Según Ricupero, la Unctad
también busca dar su aporte, y busca demostrar que muchos
de los fundamentos de la economía argentina son positivos.
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¿Bush habrá
leído Aristóteles?
Por Martín Granovsky
El virus A
(por Argentina) podría tener una variante política.
La variante económica es clara: aunque no lo diga con estas
palabras, porque queda feo, la Argentina negocia el desembolso del
Fondo Monetario Internacional pensando que la perspectiva de una
cesación de pagos asusta a Washington. Pero, ¿y si
no asustara tanto? Entonces aparece la variante política.
Dice más o menos así: La cesación de
pagos abre conflictos imprevisibles en la Argentina, pero si el
país se pone políticamente imprevisible eso perjudicará,
también, los intereses de los Estados Unidos en la región.
Si cae la economía no será gratis para nadie,
y menos para América latina, pero si la política entra
en una crisis seria la historia demuestra que en el continente termina
produciéndose un efecto dominó difícil de controlar,
dijo a Página/12 un alto funcionario del Gobierno que pidió
reserva de su nombre.
El argumento comenzó a circular con mayor fuerza aquí
y en los Estados Unidos después del baldazo de hielo que
representó un George W. Bush duro, casi intransigente con
la Argentina.
El empaste de las negociaciones con el Fondo responde, según
funcionarios argentinos, a dos orígenes:
El FMI tiene dudas sobre
el programa de Domingo Cavallo. Unas dudas son económicas:
si la recesión avanza y la recaudación baja todavía
más, ¿cómo cerrará sensatamente la fórmula
del déficit cero? Otras son políticas: el Gobierno,
¿puede cumplir la ley que aprobó el Congreso?
La Casa Blanca arrastra
posturas ideológicas que le sirvieron para ganar las elecciones.
Bush siempre criticó a Bill Clinton por el salvataje financiero
de otros países. Ahora no puede aparecer salvando por ejemplo
a la Argentina, o no puede aparecer sin cierto disimulo.
Ambos grupos de dudas se resumen en otra más: ¿qué
garantías hay de que un desembolso no sirva solo para postergar
el default de la Argentina?
La respuesta obvia desde el lado oficial es que garantías
no existen pero que lo contrario será la caída y,
después, el contagio. El virus A en su versión
económica.
El problema de esta respuesta es la opinión de muchos analistas
financieros. Sostienen que el sistema bancario de los países
emergentes más vulnerables es hoy más sólido
que durante el Tequila o la crisis asiática que comenzó
en 1997.
Washington quizás no se arriesgue a probar quién tiene
razón, pero por si se tienta es que la Argentina empieza
a exhibir el virus A, versión política.
Si la argentinitis se desparrama, es la idea, quedará potenciado
el cuadro que ya preocupa a los Estados Unidos.
En Colombia el gobierno de Andrés Pastrana interrumpió
las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional,
la segunda guerrilla del país después de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias. La Justicia investiga ahora si los irlandeses
detenidos los últimos días son agentes del IRA y si
estaban entrenando guerrilleros colombianos. Como parte del Plan
Colombia Pastrana sigue impulsando la fumigación de cultivos
de coca con financiamiento norteamericano. Resultado: los cultivos
aumentan porque, sencillamente, la demanda estadounidense sigue
alta.
La Venezuela de Hugo Chávez es una fuente de inquietud permanente
para Bush hijo. Mantiene lazos con Saddam Hussein, según
sospecha Washington ayuda a los Sin Tierra brasileños y,
para colmo, en dos años de mandato ya invitó siete
veces a Fidel Castro a visitar Venezuela. La última gira
terminó anteayer, cuando además Chávez se dio
el gusto de aumentar su desafío festejando los 75 años
de Castro con Fernando Henrique Cardoso como invitado. En rigor,
se trató de una demostración de fuerza basada en algo
que los Estados Unidos conocen bien: el poder de la energía.
Castro y Chávez tienen un acuerdo de suministro de 53 mil
barriles diarios depetróleo. Y con un Brasil en penuria energética
Chávez acordó interconectarse para brindar electricidad.
En Paraguay, el presidente Luis González Macchi puso en marcha
un plan de ajuste, combatido por los campesinos, que se propone
reordenar el país recién en 20 años. Entretanto,
la economía paraguaya sigue descansando sobre las drogas,
el contrabando de electrónica y el tráfico ilegal
de armas.
Esta es la visión promedio que transmiten los medios internacionales.
La misma que suele preocupar al Consejo Nacional de Seguridad de
los Estados Unidos, máximo nivel de asesoramiento del presidente.
El virus A, versión política, sintoniza
con esa idea esquemática sobre la región. Infectaría
primero a Brasil, que tiene fronteras con Colombia y Venezuela,
y luego al resto de los países.
Por eso Brasil se muestra tan cauto. Como decía Aristóteles,
la amistad se basa en la igualdad de la estima recíproca,
dijo el canciller brasileño Celso Lafer ayer al mediodía,
antes de emprenderla con una mousseline de berros y un lomo en hojaldre.
Era su respuesta a un discurso de Adalberto Rodríguez Giavarini
en un almuerzo en el Palacio San Martín. Siempre hay
un teléfono del otro lado, y alguien que dice sí,
había dicho el argentino sobre Lafer. El brasileño,
ubicado en una larga mesa junto a Raúl Alfonsín y
el senador Mario Losada, también dijo que para Brasil la
Argentina es una alianza estratégica y que confía
en el éxito del gobierno argentino.
Itamaraty desplegó en la Argentina una batería de
funcionarios, pero se abstuvo de traer a José Botafogo Gonçalves,
el irónico negociador del Mercosur. Fue extraño: argentinos
y brasileños hablaron de integración física,
negociaron ciencia y tecnología y discutieron intercambio
cultural cuando la gran pregunta es el default. Pareció una
señal de que Brasil, irritado aún por los desplantes
de Domingo Cavallo, que suspendió el Mercosur al sustraer
a la Argentina del arancel externo común, sigue fiel al orden
de prioridades que Lafer expresó hace dos meses. Primero
que los vecinos arreglen sus finanzas y después, si queda
algo en pie, nos peleamos en serio por el Mercosur.
Con la Argentina, Brasilia aplica (elija el lector su respuesta
favorita) generosidad, lucidez o pánico. Y Bush, ¿habrá
leído algo de Aristóteles?
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