Por Victoria Ginzberg
El gobierno de Fernando de la
Rúa confirmó que Argentina es un lugar seguro para los violadores
de derechos humanos. El Ministerio de Relaciones Exteriores rechazó
ayer formalmente los pedidos de extradición de Alfredo Astiz realizados
por Francia e Italia y el represor quedó en libertad. El Poder
Ejecutivo intentó dejar un resquicio para que pueda actuar la Justicia
y realizó una denuncia para que se investigue la participación
del ex marino en la apropiación de la hija de la desaparecida Susana
Pegoraro, caso que ya estaba a cargo de la jueza María Servini
de Cubría.
Ayer por la tarde Astiz fue trasladado desde las dependencias de la Prefectura
Naval en Zárate, donde estaba detenido, a los tribunales de Comodoro
Py. Allí supo que el Gobierno se opuso a su extradición
y por lo tanto, recuperó su libertad. Estaba en prisión
desde el primero de julio, cuando se entregó en el Departamento
Central de Policía luego de que Servini de Cubría ordenara
su arresto a pedido de Italia.
El juez romano Claudio Tortora y el fiscal Claudio Caporale reclamaron
la captura de El Angel Rubio por las desapariciones de Angela
María Aieta, madre del dirigente peronista Juan Carlos Dante Gullo,
y Juan y Susana Pegoraro. Cuando el represor estuvo tras las rejas, la
justicia francesa reiteró el pedido que había hecho en 1990,
cuando el ex marino fue condenado en ausencia por el asesinato de las
monjas Alice Domon y Leonie Duquet.
El Gobierno respondió a ambos países con una defensa al
principio de territorialidad y con en el argumento de que los hechos que
se le atribuyen al ex marino ya fueron juzgados. En realidad, El
Cuervo nunca fue condenado en el país por los crímenes
cometidos durante la última dictadura porque fue beneficiado por
la ley de Obediencia Debida, sólo recibió una sanción
menor por apología del delito. El escrito también
menciona que en el Convenio de Extradición con Italia figura que
el reclamo no será concedido si el delito hubiera sido cometido
en territorio de la Parte requerida (en este caso Argentina). Todo
esto no impedirá que Italia juzgue en ausencia al represor argentino
junto con su máximo jefe Emilio Eduardo Massera y otros cuatro
compañeros de la ESMA.
El papel oficial fue remitido por Cancillería, pero las áreas
de Justicia y Defensa también intervinieron en su elaboración.
De hecho, la respuesta a Francia e Italia no fue firmada por el ministro
de Relaciones Exteriores, Adalberto Rodríguez Giavarini, sino por
su par de Defensa, Horacio Jaunarena.
El Gobierno ya se había pronunciado contundentemente a favor de
la territorialidad cuando Alemania pidió colaboración en
el juicio por los desaparecidos que está llevando adelante la fiscalía
de Nüremberg. La Cancillería aseguró que ese principio
ha sido adoptado en el ordenamiento interno. Ello implica que las
autoridades judiciales argentinas son las competentes para pronunciarse
respecto de los delitos cometidos en su territorio. Fue la primera
vez que el Gobierno aliancista dejó de lado la ambigüedad
que había utilizado al desestimar las órdenes de detenciones
contra los 48 militares ordenadas por el juez español Baltasar
Garzón.
Astiz podría volver a prisión si fuera involucrado formalmente
en el delito de robo de bebés, no amparado por las leyes de Obediencia
Debida y Punto Final. Como en el pedido de extradición proveniente
de Roma se incluía el caso de Susana Pegoraro, que dio a luz en
la maternidad clandestina de la Escuela de Mecánica de la Armada
(ESMA), el Gobierno pidió que se investigue la participación
del represor en ese hecho. Pero Servini de Cubría tiene abierto
desde hace tiempo un expediente por el robo de la hija de Pegoraro que
se supone es la joven que fue anotada como Evelyn Vázquez
y hasta ahora no involucró como responsable al hombre que en 1998
se definió como el mejor preparado para matar a un político
o a un periodista. Desde Cancillería aseguraron que esperan
quelos datos que aportó Italia sumen elementos en la causa
vinculada al secuestro de bebés.
Los diputados del ARI Marcela Bordenave y Jorge Rivas repudiaron la decisión
del Gobierno. Debe interpretarse como un gesto de protección
a los que han sido responsables del asesinato de toda una generación
y mentores de un modelo de país que hoy estamos sufriendo,
aseguró Bordenave.
La eventual remisión de una orden de custodia cautelar seguramente
será simbólica, visto el probable embarazo de
parte del gobierno argentino a conceder una extradición y, sin
embrago, esa medida parece justa, necesaria y debida, frente a los crímenes
despiadados atribuibles a Astiz, afirmó el fiscal Caporale
al reclamar la detención. El hombre se equivocó al creer
que el represor no sería arrestado. Pero no sobre el embarazo
de los funcionarios de Fernando de la Rúa.
OPINION
Por Nora Veiras
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Otro delincuente suelto
El Gobierno elige que otro asesino ande suelto en la Argentina.
El canciller Adalberto Rodríguez Giavarini informó
que se rechazó el pedido de extradición de Alfredo
Astiz realizado por la Justicia de Italia y Francia. El argumento
es el mismo que utilizó el gobierno de Carlos Menem: la defensa
del principio de territorialidad. Si los secuestros, torturas, asesinatos
y desapariciones fueron cometidos dentro de las fronteras del país
sólo los jueces argentinos tienen atribuciones para investigar
a los responsables. A simple vista suena lógico: el tema
es que en 1987, el gobierno de Raúl Alfonsín consiguió
que el Parlamento aprobara la Ley de Obediencia Debida que exculpó
a todos los que cometieron esos delitos en cumplimiento de órdenes
superiores. Astiz pasó a ser así por obra y gracia
de una norma aberrante un católico que pecó por obediente.
Pasaron catorce años, los levantamientos carapintadas en
las Fuerzas Armadas son sólo un dato del pasado. Un mojón
que marcó el descreimiento político de los que se
habían movilizado creyendo que la presencia popular era más
fuerte que el planteo corporativo de los militares envalentonados
para no rendir cuenta ante la Justicia.
En estos catorce años, esa mutilación del debido proceso
habilitó el reclamo de las víctimas ante tribunales
de otros países. Ese movimiento inclaudicable permitió
el encarcelamiento en Londres del dictador chileno, Augusto Pinochet.
En el marco del mismo proceso por Genocidio y Terrorismo de Estado,
que instruye el magistrado español Baltasar Garzón,
el represor Ricardo Miguel Cavallo, compañero de Astiz en
los grupos de tareas está preso en México a la espera
de ser extraditado a España. En ese caso, el gobierno optó
por no intervenir porque está fuera de su jurisdicción.
Esa aséptica prescindencia no es más que una muestra
de hipocresía. Si el tema fuera la defensa de los criminales
nacionales el gobierno tendría que haber intervenido para
reclamar al asesino. La protección acordada parece llegar
hasta las fronteras. Si los genocidas pasan ese límite podrán
ser juzgados. En algún lugar Astiz ahora reza para que no
aparezcan pruebas que lo incriminen en el robo de bebés.
La impunidad la tiene garantizada sólo por haber matado a
los padres. Ya comprobó que los delitos de lesa humanidad
no coartarán su libertad.
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