La historia de amor entre el
obispo de Lusaka, Emmanuel Milingo, y su flamante esposa, la médica
coreana María Sung, parece estar llegando a su fin, y el desenlace
no es precisamente de color rosa: ayer, uno de los voceros del Vaticano
dio a conocer una carta de Milingo, que se encuentra en un retiro
espiritual, en la que manifiesta su decisión de renunciar
a su esposa y a su relación con el reverendo Moon, responsable
de la unión. Pero María, como una doliente Julieta sin Romeo,
se resiste a creer en la versión de la Santa Sede. Tras iniciar
en la medianoche del lunes una huelga de hambre, anunciar un posible embarazo
y prometer que rezará todas las mañanas en la Plaza San
Pedro para que su marido la escuche, dejó caer una frase que nada
tiene que envidiarle a la prosa shakespereana: Si Milingo no regresa,
me dejo morir.
El domingo 27 de mayo, Emmanuel Milingo, obispo emérito de la ciudad
de Lusaka (Zambia), dejó boquiabierto a medio mundo al casarse
con una acupunturista coreana de 43 años, María Sung. Si
la novedad de la boda, por sí sola, parecía capaz de quitarle
el sueño a gran parte de la cúpula católica, un dato
accesorio acabó por desatar el vendaval: la unión había
sido celebrada por el reverendo Sung Myung Moon, líder de la Iglesia
de la Unificación Universal, considerada por el Vaticano como una
secta anticristiana.
Entre rumores de excomunión que crecían a pasos agigantados,
la ¿feliz? pareja regresó a Italia donde vivía
el obispo antes de casarse tras su estadía en Nueva York,
donde Moon los había casado junto a otros 60 pares de novios. Cuando
llegamos a Milán (el 6 de agosto) fuimos recibidos por la señora
Alba Vitali, tal como habíamos planeado, relata María
en una entrevista publicada en el site que su esposo tiene en Internet.
Luego, Vitali y mi esposo fueron a ver al Santo Padre. No he vuelto
a saber nada de Vitali ni de mi esposo; fui abandonada e ignorada por
ella, agregó Sung, quien pidió a la Iglesia clemencia,
justicia, y que me dejen ver a mi esposo.
Tras confesar ante decenas de periodistas que podría estar embarazada,
la Julieta de esta historia inició una huelga de hambre y anunció
que se plantará en la Plaza San Pedro hasta tener noticias de su
marido. No creo que él haya decidido dejarme sin antes habérmelo
dicho, sostuvo. Fue entonces cuando el Vaticano jugó sus
cartas en pos de la recuperación de la oveja perdida: el sacerdote
Ciro Benedittini, portavoz adjunto de la Santa Sede, afirmó que
Milingo había estado reunido con el Papa Juan Pablo II, quien
le recordó en forma paternal sus obligaciones para con Dios y la
Iglesia.
Tras esa reunión, según indicó Benedittini, Milingo
había decidido dejar a su esposa y volver al rebaño. Vuelvo
a dedicar mi vida a la Iglesia Católica, con todo mi corazón,
renuncio a mi vida junto a María Sung y a mi relación con
el reverendo Moon y su Federación de Familia para la Paz Mundial,
escribió. El obispo africano describió la charla con el
Papa como una orden paternal para vivir mi fe y obediencia hacia
ti, el representante de Cristo en la Tierra.
Milingo también habría dedicado unas líneas a su
doliente Julieta: Te ruego, entiéndeme. Al casarme contigo
hice algo que no debía hacer. Como sacerdote y obispo, estoy ligado
a Dios y a la Iglesia a través del celibato, un lazo que no se
puede eliminar. Pero María puso en duda la veracidad de la
misiva. No puedo creer que un hombre que ha celebrado su matrimonio
ante toda la humanidad ahora pueda dejarme con una carta, aseguró
la mujer. Y fue más lejos: Mi marido está prisionero,
bajo los efectos de la droga.
Emmanuel Milingo y María Sung fueron presentados en Estados Unidos
por el reverendo Moon, quien eligió a María de entre seis
candidatas para el obispo africano por ser una amable y fiel sierva
del Señor. Milingo había argumentado que su matrimonio
era respuesta a un llamado de Dios, y criticó el celibato:
se ha convertido en una cáscara vacía, afirmó.
UN
AVION SOLAR DE LA NASA LOGRO EL RECORD DE ALTURA
Volando a treinta kilómetros
Un avión experimental
de la NASA que funciona con energía solar y vuela sin tripulación
logró un nuevo record de altura al alcanzar los 29.413 metros.
La aeronave, bautizada Helios, es una enorme y delgada ala de 75 metros
de largo y cubierta con 62.000 paneles solares, que le proveen la energía
necesaria para poner en funcionamiento los motores eléctricos de
las 14 hélices que la propulsan.
Helios es una máquina manejada por control remoto, que despegó
desde la base de la Fuerza Aérea estadounidense en Hawaii y necesitó
siete horas para alcanzar la inusitada altura. A casi 30 kilómetros
de la Tierra, el cielo es oscuro, se ve claramente la curvatura del planeta
y el aire es tan raro que los aviones normales no pueden volar. Como la
atmósfera a esa altura es similar a la de Marte, los científicos
esperan que la nave pueda servir en el futuro para realizar vuelos sobre
la superficie del planeta rojo y también para otras misiones de
exploración espacial.
Desarrollada por la firma californiana AeroVironment, la nave está
construida en fibra de carbono y grafito, y posee una envergadura de 75,28
metros, diez metros más que las alas de un Boeing 747-400 el
avión comercial más grande del mundo, y un peso de
tan sólo 700 kilogramos. Sin embargo, es muy lenta: despega a la
velocidad de una bicicleta y logró alcanzar una velocidad máxima
de 37 kilómetros por hora. Las 62.000 células fotovoltaicas
situadas en la parte superior del ala producen la energía solar
necesaria para propulsarse, y una parte de esa energía es almacenada
en baterías para accionar las hélices durante la noche.
Helios inicia una nueva generación de aparatos, concebidos para
servir como satélites voladores polivalentes, capaces
de permanecer durante largos períodos en el mismo sitio o desplazarse
en función de las necesidades y de los objetivos de las misiones
previstas. Según la NASA podría ser utilizado a bajo costo
como satélite de telecomunicaciones o para investigaciones científicas.
Incluyendo la fabricación y el lanzamiento, un satélite
cuesta hoy entre 10 y 30 millones de dólares, mientras que Helios
podría ser producido por solamente un millón de dólares.
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