La recaudación de agosto
todavía no se puede estimar, porque estamos dependiendo mucho
de lo que pase en los mercados, se excusó ayer el titular
de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP),
Héctor Rodríguez. La Argentina está siendo
atacada por especuladores que serán derrotados y cuando ellos pierdan,
yo voy a tener más recaudación, agregó. Así,
Rodríguez empezó a abrir el paraguas frente al temporal
que se desatará cuando se conozca oficialmente que la recaudación
de agosto siguió derrumbándose. Una fuente de primera línea
del organismo dio una versión más precisa: la recaudación
de los primeros 10 días hábiles fue horrible,
aseguró. Sólo el impuesto a las transacciones financieras
tuvo una buena performance, gracias a la suba de la alícuota al
0,6 por ciento.
Héctor Rodríguez fue funcionario de la DGI durante más
de 20 años. Y, por lo tanto, conoce a la perfección cómo
funciona la dinámica de la recaudación de impuestos. Que,
pese a ese conocimiento, no haya logrado reducir la evasión es
otro tema.
Rodríguez está convencido de que, con las actuales tasas
de interés, cobrar impuestos es casi una utopía. Hace dos
semanas, cuando anunció la pobre recaudación de julio, explicó
que a estas tasas las empresas prefieren financiarse contra
el fisco, porque los punitorios de la DGI (3 por ciento mensual) son más
baratos que el 65 por ciento anual en pesos que le exigen los bancos a
empresas de primera línea. Ni qué hablar de la diferencia
con las tasas de interés bancarias disponibles para PyMEs, siempre
por créditos en dólares.
Hoy está más seguro que nunca que, mientras esta situación
se mantenga, la recaudación seguirá en el tobogán.
Además, en privado, reconoce que el Gobierno está metido
en un círculo vicioso: mientras las cuentas fiscales no mejoren
el riesgo país (o sea, la tasa de interés) se mantendrá
alto, pero es imposible que la situación fiscal mejores con semejante
recesión y tasas de interés.
Para colmo, según evalúan los tributaristas, el anuncio
de Domingo Cavallo de la semana pasada, de abrir la posibilidad a las
empresas de pagar sus impuestos con bonos de la deuda pública,
no hizo más que empeorar las cosas. Muchas empresas demoraron
la liquidación de sus impuestos al fisco, porque especulan pagar
con bonos puede llegar a ser más beneficioso, pero todavía
están analizando cómo se reglamentará, dicen
los expertos.
Los números, que en reserva manejan en Economía y la AFIP,
confirman esta idea. Aunque ciertamente todavía son pocos los días
hábiles del mes transcurridos, los resultados preliminares son
muy malos. La única excepción es el impuesto
a las cuentas corrientes, cuya facturación aumentó notablemente
al elevarse la alícuota de 0,4 al 0,6 por ciento.
Rodríguez ayer, en conferencia de prensa, prefirió la cautela,
para no terminar de desplomar las expectativas, en especial cuando medio
equipo económico está a punto de cerrar el nuevo acuerdo
de salvataje financiero con el Fondo Monetario, el que sería anunciado
el viernes.
Si nosotros no tenemos liquidez, o el mercado está con tasas
muy altas, es evidente que se va a sentir en la recaudación,
afirmó. Y trató de darle un cariz épico al drama:
la Argentina está siendo atacada por poderes internacionales
y eso está llevando la tasa interna, como espejo del riesgo país,
a niveles importantísimos, lo que afecta la recaudación,
completó.
EN
LA AFIP DICEN QUE EL AJUSTE YA LO REALIZARON
Ni plata para los viáticos
Por Cledis Candelaresi
Pocas semanas atrás,
la Administración Federal de Ingresos Públicos elevó
ante la Jefatura de Gabinete un informe detallando el drástico
ajuste al que ya habría sido sometida su estructura, razón
por la cual ya no puede hacer un esfuerzo adicional para conseguir ningún
ahorro más allá del que le impone la pauta del déficit
cero. Sólo con la apertura del último retiro voluntario,
2400 agentes calificados emigraron al sector privado, presumiblemente
para trabajar desde allí contra los intereses del fisco. El texto
de AFIP detalla cómo a pesar de las enormes restricciones económicas
que limitaron la acción de los inspectores aún privándolos
de viáticos, el organismo que comanda Héctor Rodríguez
habría incrementado mucho su productividad.
En la AFIP no va a haber despidos, prometió ayer en
declaraciones Rodríguez, ratificando el criterio sustentado ante
Colombo por escrito. El administrador sostiene que después de la
drástica reducción del plantel promovida por el retiro voluntario
que instrumentó el ex ministro de Economía, José
Luis Machinea, no queda margen para nada. A través de esta invitación
a retirarse, la planta del organismo se achicó de 20.768 a 17.839
agentes, la mayor parte de ellos, inspectores de la Dirección General
Impositiva.
Se trató de una modalidad que hasta ese momento se había
utilizado en contadas ocasiones en la AFIP, donde está, quizás,
el personal mejor remunerado de la administración nacional. Este
factor, sumado a la antigüedad de muchos funcionarios, dio como resultado
que el Estado enfrente indemnizaciones superiores a los 200 mil pesos
por persona, relativizando, al menos en lo inmediato, la economía
que pretendía conseguirse por la vía de los retiros. A raíz
de este éxodo, se eliminaron 600 jefaturas del organigrama, pauta
de que muchos puestos vacantes correspondían a personal jerarquizado.
Según la conducción del organismo recaudador, esa contracción
de la grilla de personal tuvo como telón de fondo el achique de
los costos operativos. El informe elevado a Jefatura precisa que, omitiendo
las remuneraciones, en 1996 el costo operativo total de la AFIP ascendía
a 391 millones de pesos. En el año 2000 ese monto había
retrocedido a 191 millones.
Esas economías tuvieron manifestaciones concretas, que van en detrimento
de las posibilidades de la Administración. Los responsables actuales
miran con cierto celo los 60 millones de pesos anuales de que disponía
hace un lustro para hacer propaganda la DGI, tanto para recordar algún
vencimiento cuanto para amedrentar a los evasores con la imagen del sabueso,
alguna vez símbolo de rigurosos inspectores.
Los viáticos también sufrieron la tijera, recortándose
a un modesto 20 por ciento en relación al presupuesto disponible
a mediados de los 90. Por esta razón, argumentan en la AFIP,
no es posible enviar inspectores a algunos lugares del interior. Valga
como ejemplo que los agentes de fiscalización marplatenses tienen
serias dificultades para llegar hasta la villa balnearia de Cariló,
destino seductor para que el fisco husmee en las cuentas de algunos prósperos
negocios.
Sin embargo, Rodríguez y su equipo destacan que en el mismo lapso
que los costos operativos del organismo se fueron contrayendo (1996 al
2000), la recaudación tributaria se habría incrementado
en un 15,8 por ciento, lo que significa que la productividad del personal
de la administración se habría aumentado.
El Gobierno conminó por decreto a todas las reparticiones públicas
a presentar un nuevo diseño de su estructura de modo tal que se
pudiera conseguir un ahorro de costos. Casi ninguna cumplió con
esta tarea, que AFIP negó expresamente realizar a través
del documento elevado a la Jefatura de Gabinete.
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