Por Horacio Cecchi
¿Siente Ud. un extraño
cosquilleo en manos o piernas cada vez que Domingo Cavallo aparece en
la televisión? ¿Lo sorprenden con un palpitar desacostumbrado
los comentarios sobre el futuro de su empresa? ¿Tiene insomnio
después del relato del asalto a su vecino? En caso de respuesta
afirmativa, Ud. está ansioso y puede considerarse un argentino
más. Si en cambio Ud. ve un pelado y tiembla, si transpira por
demás en pleno invierno antes de salir hacia el trabajo, si se
marea cuando piensa en el cajero automático o siente pánico
con sólo ver un taxi, puede que sea uno más entre los 9
millones de argentinos que sufren un problema de salud mental: un trastorno
de ansiedad. Desde el lunes, durante cinco días, tendrá
la oportunidad de realizar consultas gratuitas a especialistas en seis
hospitales porteños para detectar si lo que sufre son crisis de
pánico, fobias, obsesiones y otros desórdenes relacionados.
La que viene se denominará Semana de los Trastornos de Ansiedad,
y se matizará con charlas abiertas y cursos a médicos. Faltan
apenas cuatro días... ¿¡¡Cuatro!!?
La cifra es estimativa: según la Sociedad Argentina de Trastornos
de Ansiedad, uno de cada cuatro argentinos padecen la enfermedad. Pero
no todos lo saben. La dificultad para admitir el padecimiento surge desde
el momento en que la ansiedad es, según los especialistas, un alerta
necesario que despliega el organismo ante situaciones imprevistas o de
cierta magnitud en la vida (un examen, una declaración de amor,
una entrevista laboral, un punto más de riesgo país, ser
rehén de un asaltante rodeado por policías).
En la época de las cavernas estar alerta de las fieras o
para luchar era algo habitual, sostiene Roberto Sivak, psiquiatra
del Hospital Alvarez. Hoy pasa lo mismo en situaciones cotidianas.
La ansiedad es un mecanismo de defensa necesario. Otra cosa es la ansiedad
incrementada en montos superiores a lo normal, que nos deja paralizados.
Entre los especialistas, hay coincidencia en que se trata de un problema
de salud mental, y que la falta de información sobre los síntomas,
o la mala detección clínica derivan en la desatención
del trastorno o en un tratamiento erróneo.
El problema se manifiesta en diferentes formas. El ataque de pánico
es la manifestación más común explica Stella
Maris Diamanti, coordinadora de la Semana y jefa de Psiquiatría
del Hospital Español. También la fobia social, que
provoca incapacidad para presentarse en público. Un reconocido
especialista que tiene que dar una conferencia y diez minutos antes le
da taquicardia. Todo depende de la gravedad, de cuánto comprometa
la vida diaria. En general aparece después de los 20 años,
pero estamos viendo casos de adolescentes con crisis de pánico,
que desertan del colegio y se cree que lo hacen por dificultad en el estudio,
cuando en realidad se trata de una fobia.
En términos generales se reconocen tres tipos de síntomas.
Los cognitivos: desconcentración, irritabilidad, imposibilidad
de sentir placer. Los físicos: hormigueos en manos o piernas, palpitaciones,
dolor en el pecho, dificultad para tragar. Los que lo sufren son
muy visitadores de médicos. Y los problemas de relación
personal: se retraen, sienten vergüenza. Quienes sufren ataques de
pánico tienen la sospecha profunda de que están por morir,
el corazón late rápidamente, sienten ahogo, mareo, temblores
y sudoración. Muchos creen que están sufriendo un ataque
al corazón. En media hora el ataque puede haber pasado. El caso
se agrava cuando las crisis son reiteradas, y el paciente empieza a sufrir
ataques de miedo a tener miedo. Hay también fobias específicas:
claustrofobia, agorafobia (miedo a los espacios abiertos), a animales
(perros, ratas, cucarachas), a las tormentas, vértigo, a la sangre,
a las escaleras mecánicas, a los aviones, al agua. Causas que lo
provocan puede haber infinitas. Nunca fue tan aplicable aquello de que
quien se quema con leche ve una vaca y llora. Pero los psiquiatras también
evalúan la cuestión genética: Pueden tener
una base de tipo genética, una duplicación del cromosoma
15, define Diamanti (ver aparte). Pero los factores ambientales,
como la crisis que vivimos en estos momentos, hace que los trastornos
de ansiedad aparezcan con más frecuencia. Delia Wolk, jefa
de Consultorios Externos del Fernández, asegura que hay más
gente con trastornos de ansiedad que antes. Dicen que duele aquí
o allá y después resulta que se trata de desórdenes
psicológicos, no físicos. Sivak sostiene que dos factores
de la modernidad argentina inciden en el desarrollo del trastorno: La
inseguridad por los asaltos y la incertidumbre respecto al futuro del
país. Pero también influyen mucho los modelos que aprendió
del ambiente familiar. Si alguien fue muy dependiente en su infancia,
ante cualquier situación abrupta es probable que tienda a sentirse
desamparado, volviéndose más frágil y vulnerable.
Alguien con buen humor estará más exento, podrá estabilizarse
más rápido.
Durante la semana próxima, seis hospitales atenderán gratuitamente
consultas para sacar de dudas sobre palpitaciones y demás. Las
consultas serán acompañadas con una encuesta y una posible
derivación a un especialista en caso que se detecten síntomas
más graves. El martes habrá consultas en el Fernández;
miércoles, en el Argerich y Rivadavia; jueves, Alvarez y Durand;
viernes, Piñero. Además, el lunes, en el complejo La Plaza,
Diamanti ofrecerá una charla abierta y gratuita al público;
y el jueves, Sivak hará lo mismo en el Unicenter de Martínez.
Más gente
entrenada
Por P.L.
En la Argentina las muertes súbitas cardíacas
son unas 30.000 al año: para que bajen un 20 o 30 por ciento
no hace falta mucho dinero sino organización y educación:
más desfibriladores, más gente entrenada y educación
de la comunidad destaca Horacio Ruffa, secretario de la Sociedad
Argentina de Estimulación Cardíaca (Sadec), organizadora
del Simposio Internacional sobre muerte súbita. También
ayudaría mucho que, como en Estados Unidos, hubiera un número
telefónico para todo el país.
En todo el país se dictan cursos de reanimación cardiopulmonar
para público en general. Consisten en una sola clase de tres
o cuatro horas, que debe repetirse un año después
para que la persona no olvide la técnica aprendida. Estos
cursos siguen criterios que, desde el año pasado, se establecieron
para todo el mundo. Un lugar donde se dicta es la Fundación
Cardiológica Argentina (4961-9388); otro es la Cruz Roja
(4952-7200).
Osvaldo Roys, secretario técnico del Consejo Nacional de
Resucitación y director del programa de la Cruz Roja, comentó
que también hay cursos de ocho horas destinados a profesores
de educación física y profesionales de la salud. Impulsamos
una ley de socorrismo que autorice a estas personas, en tanto hayan
hecho cursos en entidades acreditadas, a manejar los desfibriladores.
|
UNA
ALTERACION CROMOSOMICA COMO PRINCIPAL FACTOR DE RIESGO
La clave está en el cromosoma 15
Por Xavier Pujol
Gebell *
Desde
Barcelona
La alteración genética
en el cromosoma 15 sería el principal factor de riesgo para que
se desencadenen trastornos de ansiedad, la enfermedad psiquiátrica
más frecuente en el mundo occidental. De acuerdo con los resultados
de una investigación que se publicó en la revista Cell,
considerada la más influyente en el ámbito de la biología
molecular, la duplicación de una extensa zona del cromosoma 15,
en la que se encuentran de 20 a 60 genes, es la responsable de que los
mecanismos cerebrales que regulan los procesos de alerta se vean potenciados.
En estas condiciones, determinados factores ambientales, así como
características propias de la personalidad, acentúan la
posibilidad de padecer trastornos de pánico, agorafobia, fobia
social u otras formas de ansiedad.
La investigación que se publica en Cell, iniciada hace más
de seis años, ha sido dirigida por Xavier Estivill, del Centro
de Genética Médica y Molecular del Instituto de Investigación
Oncológica (IRO), y por Antoni Bulbena, del Departamento de Psiquiatría
del Hospital del Mar, ambos de Barcelona. El origen de la misma se remonta
a una curiosa asociación descrita por Bulbena hace una década
entre el fenómeno de laxitud articular, relativamente frecuente
entre la población y que se caracteriza por una mayor flexibilidad
de las articulaciones, y trastornos de ansiedad. La asociación
impulsó a Bulbena a buscar mecanismos genéticos que explicaran
este fenómeno.
En colaboración con Estivill, Bulbena reclutó voluntarios
de una población de Barcelona de apenas 2000 habitantes. El estudio
de sus características genéticas, junto con la identificación
de personas con trastornos de ansiedad, ha dado como resultado la primera
evidencia genética que explica la susceptibilidad a padecer una
enfermedad psiquiátrica que afecta entre el 10 y el 15% de la población
mundial.
La causa de estos trastornos, explicó Estivill, arranca de la duplicación
de una extensa zona del cromosoma 15 en la que, muy probablemente, se
encuentran de 20 a 60 genes. Entre ellos, debido a un fenómeno
de contigüidad, los que confieren las características de laxitud
articular y algunos de los que predisponen a padecer ansiedad, razón
que explica la coincidencia de cuadros clínicos.
El fenómeno de duplicación, presente en un 7 por ciento
de la población general, señaló, motiva la
sobreexpresión de los genes responsables de laxitud articular y
de ansiedad, desórdenes que serían debidos, por tanto, a
algo así como un exceso de genes. Ello provocaría que hubiera
un mayor número de conexiones neuronales implicadas en los mecanismos
de alerta o bien que éstas fueran más sensibles. Así,
determinadas situaciones ambientales, sumadas a rasgos propios de la personalidad
y el carácter, acentuarían las probabilidades de desarrollar
cuadros clínicos de agorafobia, fobia social, pánico, fobias
simples respecto a animales, a objetos o a situaciones muy específicas
y, en general, a diversas formas de ansiedad.
Los análisis genéticos practicados al grupo de voluntarios,
aclaró el investigador, dejan poco lugar a las dudas. La región
DUP25 coincide en el 60 por cien de los casos de laxitud articular y de
diversas formas de ansiedad. Por otra parte, todos los pacientes con trastornos
de pánico y fobia social incorporan esta misma región duplicada,
que se encuentra presente en el 87 por cien de los casos de laxitud articular.
Tan sólo el 20 por cien de las personas que cuentan con la duplicación
no presentan ningún tipo de ansiedad.
Las implicaciones futuras de esta investigación, según Estivill,
son de gran trascendencia. En primer lugar, indicó, por la relación
existente entre ansiedad y depresión, respecto de la cual ahora
se podrán iniciartrabajos para comprobar si existe una base genética
común o al menos relacionada. Por otra parte, porque el trabajo
constituye la primera evidencia genética que explica
una patología compleja de tipo psiquiátrico para la que
se podrán empezar a estudiar genes candidatos.
* El País de Madrid, especial para Página/12.
|