Por Mario Wainfeld
y José Natanson
En la Plaza de Mayo llueve
y hace frío. Frío de frío y frío de ausencias,
no la transita un alma, de la manifestación de los piqueteros sólo
quedan recuerdos. La Casa Rosada parece una zona de microclima, hay un
calor de losa radiante. Chrystian Colombo ahora para ahí, en el
primer piso. Se mudó para estar más cerca del Presidente,
para que Fernando de la Rúa lo tuviera a mano en medio de la enésima
crisis que atraviesa este gobierno, todas gravísimas. El despacho
del Jefe de Gabinete tiene una marcada impersonalidad: una foto del Presidente,
un Sarmiento de cincuenta centímetros esculpido en bronce cuyo
autor y génesis Colombo desconoce, una laptop, un escritorio, algunos
sillones, una mesa directorio. Ahí se acoda Colombo, pide cafés
para todo el mundo. Es un reporteado atento, en el doble sentido de la
palabra. No recibe llamadas telefónicas durante una hora y media,
escucha las preguntas con atención, no interrumpe al entrevistador,
contesta con calma, se esmera, en atender a sus visitantes.
¿A quién debería votar en octubre De la Rúa?
(Piensa) Yo creo que va a votar por la Alianza.
¿No va a ser incómodo?
No creo. Es parte del abanico de opiniones que hay en la Alianza.
¿La opinión del Gobierno no está subrepresentada
en los principales candidatos, como Raúl Alfonsín y Rodolfo
Terragno?
Bueno, ellos piensan que el Gobierno no representa fielmente a la
Alianza, pero estamos dentro de la Alianza.
¿La opinión del Gobierno no está mejor representada
por los candidatos de Domingo Cavallo que en los de la Alianza? Terragno,
por ejemplo, propone reprogramar los pagos de la deuda.
Son opiniones que siendo candidato es fácil hacer. Cuando
uno tiene que manejar las cosas, esto cambia. Pero (para Terragno) es
más fácil decir que hay que reprogramar la deuda ahora que
cuando era jefe de Gabinete. Para tirarse del avión hay que aclarar
si uno tiene paracaídas o entrenamiento. Una reprogramación
de una deuda traería consecuencias que no han sido bien estudiadas
ni por los que la proponen acá o ni por los que la sostienen externamente.
Ahora, ¿es mayor la contradicción que hay en los Estados
Unidos entre algunos senadores demócratas o republicanos respecto
al fast track? ¿Es mayor la diferencia que existía entre
la línea menemista y la duhaldista dentro del peronismo? En este
momento de tránsito o de cambio dirigencial que se está
produciendo en la Argentina este abanico de opiniones no me parece mal.
El Gobierno dice que tiene un camino único, que no hay plan
B, pide leyes importantes, con gran delegación de facultades. ¿No
hay una contradicción entre esta situación y la elección
de legisladores oficialistas que quizá no estén dispuestos
a apoyar este tipo de iniciativas?
La Alianza votó todas las leyes que el Gobierno envió,
aún en los momentos que se decía que estaba rota. Desde
el punto de vista de quienes hemos tenido responsabilidades hemos tenido
que tomar un montón de decisiones enmarcadas en la restricción
que implica la crisis. Y esta restricción quien está legislando
a lo mejor no la entiende tan así. Igual, debe haber habido pocos
gobiernos en la historia argentina que hayan obtenido del Parlamento el
apoyo que obtuvo el actual. Es casi un homenaje a la política y
a la búsqueda de consenso.
El Gobierno, entonces, ¿festejó la victoria de Terragno?
En el Gobierno hay gente que estaba en la Capital, otra que no.
Terragno tenía una posición contraria a la política
económica del Gobierno y el otro candidato no. Pero ni festejamos
ni nos entristecimos mucho. El Presidente ha tenido una actitud bastante
prescindente o distante respecto de las internas en los distritos. Yo
no noté mucha preocupación del Gobierno por meterse en la
elección antes ni después.
Pero De la Rúa fue a votar, lo que se leyó como un
gesto de compromiso.
Si no, lo hubieran criticado por no haber ido a una elección
importante en su distrito. La crítica la hubiese recibido igual.
En otros términos, ¿merece un análisis que
una lista que apoyaba al Gobierno, en un distrito en donde De la Rúa
tuvo sus principales victorias, donde están involucrados varios
funcionarios, haya perdido?
Es un pulso importante. Pero ese pulso se está dando no sólo
en el Gobierno Nacional sino también en todos los Ejecutivos. Los
argentinos estamos disgustados con la realidad. Pero los que estamos a
cargo del Ejecutivo, además de estar disgustados, tenemos que tomar
medidas. Y algunas medidas a la gente les disgustan y lo manifiestan cuando
votan. Es algo para tener en cuenta, pero no nos va a obligar a que cambiemos
la opinión de lo que es posible hacer en la política económica.
Tenemos que seguir gobernando y lidiando con la realidad que nos tocó
y buscando el consenso. Esto es algo que nos va a acompañar hasta
que el país encuentre su senda de crecimiento. No creo que sea
un problema del Gobierno. La realidad es de una manera que nos disgusta
a todos. Y, sea quien sea el que esté en los ejecutivos, va a sufrir
una votación así.
¿Esto anticiparía un escenario para octubre?
No sé. De una sola elección no se puede anticipar
qué va a pasar en los demás distritos.
¿Cómo afectaría al Gobierno una eventual derrota
en octubre?
Desde el punto de vista del funcionamiento del Gobierno lo que nos
va a afectar es la capacidad para obtener la leyes que nos permitan llevar
adelante las acciones que creamos necesarias. Desde el punto de vista
de la Alianza va a depender de cómo se mida. Si se mide por el
número de bancas en el Senado la Alianza seguramente va crecer.
En Diputados la cosas se van dispersar, pero ya están dispersas.
Si hoy vemos, sobre la votación del 99, cómo está
compuesta la Cámara, ha habido desprendimientos en todos los partidos,
producto de lo que le pasa a la gente que está detrás de
los dirigentes. Es un rasgo de la crisis.
¿Es la transversalidad?
Ahora lo llaman así (ríe). Yo creo que son formas
de ejercitar la puteada.
Este Gobierno no ha tenido escollos insuperables de la oposición.
Su relación con la oposición ha sido mejor que la del menemismo,
que tenía mayoría pero con un nivel de enfrentamiento muy
alto, y que la de Alfonsín, que llegó a una situación
de veto. ¿La gente no va a ser severísima al momento de
medir el desempeño del Gobierno, que no le va poder echar la culpa
a otros?
El ciudadano ya está siendo muy severo con el Gobierno y
con los dirigentes políticos. Terriblemente severo. Para hacer
una autocrítica puedo decir que el diagnóstico que hicimos
sobre el tamaño de la crisis fue erróneo, las proyecciones
sobre las variables internacionales fueron muy facilistas. Y algunos temas
ni siquiera los pensamos. Yo siento vergüenza, como integrante de
la Alianza y del Gobierno, de no haber podido instrumentar un plan social
como la gente. Todos los días le buscamos la vuelta para que Argentina
tenga un plan social coherente. Es una deuda de toda la dirigencia política
y económica hacia los ciudadanos que quedaron marginados. Por eso
es fundamental hacer una reforma del Estado, pero no para destruir al
Estado. No vamos a creer que porque bajamos 13 por ciento los salarios
y las jubilaciones hicimos la reforma del Estado. En todas las áreas
la falta de Estado o la mala gestión ha generado problemas terribles.
Es algo que tampoco analizamos: creíamos que asumíamos y
teníamos un Estado que era capaz de llevar adelante ciertas gestiones.
Y teníamos un Estado, en términos generales, inútil.
¿En estos 20 meses la Alianza qué hizo?
Muchas cosas. La primera es que la Argentina todavía está
haciendo cosas, y no se hundió. Claro, uno dice que debería
haber sido fácil, pero si mira para atrás no lo fue. Hemos
generado la conciencia de que es necesario que el gasto social se arregle,
el cambio en el Senado. Losdebates que ha tenido la sociedad han sido
buenos. Las exportaciones crecieron, se trabajó en armonía
con las provincias, se fue fiel...
A FIEL.
(Se ríe y sigue de largo) Las relaciones internacionales
mantienen una línea. Lo que no quiero es creer en aquellos que
dicen que la Argentina no ha hecho nada, ni en estos 20 meses ni en los
18 años de democracia. Estamos en un cambio de dirigentes muy fuerte,
en todos los órdenes: sindical, político, económico.
Quizás tenemos una sobretendencia a subvalorar los esfuerzos que
hemos hecho. Pero, si miramos de dónde venimos y en perspectiva,
valorizando la fuerza que tenemos para cambiar las cosas, entonces creo
que somos exageradamente pesimistas con respecto a las posibilidades de
la Argentina. Me parece una exageración.
Pero hay ejemplos: esta semana usted habló de los ñoquis.
Y el diagnóstico era de una dureza que parecía formulado
por una figura externa al Gobierno.
Hay que hacer una gran autocrítica porque, si no, vamos a
creer que estamos en el país de las maravillas y que hemos hecho
todas las cosas. Hay deberes que recién ahora estamos empezando
a cumplir. En el caso del Estado esto ha sido clarísimo. En muchos
lugares hoy hay más ñoquis que en otras épocas. Si
nosotros estamos justificando la necesidad de retenerle el 13 por ciento
a un jubilado que cobra 600 pesos, ¿Cómo puede ser que el
Estado tenga contratados en 3 o 4 jurisdicciones distintas? No lo dije
desde afuera. Fue una autocrítica. Si no somos capaces de darnos
un Estado presente, que brinde los servicios que los ciudadanos demandan
y que no cargue sobre el sector privado, va a ser difícil que el
país crezca. No podemos decir que hemos solucionado todos los problemas
del PAMI, pero sí algunos: en prestaciones se gasta mucho menos,
pero tiene más gente que la había en la época de
(Víctor) Alderete. Entonces le pedimos un plan para que reestructuren
esto ¿Cómo es posible que, para atender a 3 millones y medio
de jubilados, se necesiten 11.700 personas? El sindicato mercantil atiende
un millón y medio con mil personas. Estos son temas que hay que
administrar bien, porque esa plata se la estamos sacando a los jubilados.
¿Hasta cuándo se va a mantener el recorte del 13 por
ciento?
Hasta que seamos capaces de recaudar mejor.
¿El Gobierno puede garantizar que, cuando se haga el cálculo
en septiembre, el recorte no va a superar el 13 por ciento?
No. Hay que bajar una serie de gastos, generar un clima de confianza,
mejorar la recaudación. Esta es la garantía.
¿Y si no alcanza?
Vamos a tener que aumentar el porcentaje (del recorte).
No se atreve a decir que no lo van a hacer.
No me puedo atrever a decirlo, porque aparte no son cifras que maneje
yo todos los días.
¿Qué deberían hacer ustedes de aquí
en adelante?
Hay que tomar decisiones muy fuertes. Cavallo está analizando
esto. Acá también hay que hacer una autocrítica:
una parte de la recaudación ha caído por la alta tasa de
interés, por la expectativa de que no íbamos a conseguir
el apoyo internacional, pero lo cierto es que usted y yo escuchamos desde
hace 30 años que hay mucha evasión. No hay que ser hipócritas
y hay que tratarlo como un tema de Estado.
¿Por qué el Gobierno fue tan pasivo en la lucha contra
la evasión?
Avanzamos muchísimo, pero es cierto que no alcanza. Quizás
hay que tomar medidas adicionales, pero el diagnóstico quizás
no era correcto. En momentos de recesión es difícil recaudar,
pero también tenemos problemas que no hemos podido resolver. Es
una crítica que Página/12 ya me hizo cuando la AFIP dependía
de mí. En el caso de los grandes contribuyentes los estamos controlando
mejor. Todavía no están muy claros algunos temas, como los
precios de transferencia, pero hay que asumir que la velocidad ha sido
menor a la necesaria por la crisis económica. Hemos vivido tapando
agujeros y hemos tenido poco tiempo para lo importante. Es difícil
que unose pueda dedicar a lo importante cuando está viviendo una
crisis financiera atrás de la otra. Esto ha impedido una acción
sistemática. Igual hay autocríticas para formular: la AFIP
gastaba en 1995 60 millones en publicidad. ahora gasta cero. Tal vez ese
gasto en publicidad generaba mayor recaudación, a la larga. Para
hacer otra autocrítica: la Agencia Social es un tema de noviembre
del 2000 y con suerte vamos lograr que funcione en el 2002. Es demasiado
tiempo. Hay que mejorar la toma de decisiones en el Gobierno.
¿Por qué es peor ir a una reprogramación de
la deuda ordenada que recortarle el 13 por ciento a los jubilados?
Es que no existe la reprogramación ordenada de la deuda,
no hay ningún país que lo haya hecho. Si uno se levanta
un día y decide declarar la reprogramación de la deuda lo
que ocurre es que automáticamente el jubilado no se le baja un
13 sino un 50 por ciento. Hay trabajos académicos, pero no ejemplos.
El mundo padeció default y devaluación. Ambas soluciones
han tenido un costo superior. Esta es la experiencia. Si existiera este
camino, seríamos unos tarados en no hacerlo.
¿Qué va a conseguir la misión de Daniel Marx?
Y aún ¿qué va a buscar? porque en eso ni siquiera
coinciden todas las voces del Gobierno.
No sé qué es lo que va a conseguir porque hemos planteado
un ámbito de reserva que se está cumpliendo acabadamente.
Pero creo que la idea es reforzar el nivel de reservas para dar tranquilidad
en el sistema financiero. Sumado al hecho de que el sector público
se retira de la demanda de fondos, esto debería producir una caída
fuerte de la tasa de interés. Y esto para la Argentina es fuertemente
reactivante. Es así para cualquier economía, pero sobre
todo para una con gran nivel de deuda.
Cuando uno observa al sector financiero argentino parecería
que no se comporta como dicen los libros de Adam Smith: cobran tasas altísimas,
comisiones siderales aún cuando tienen pocos clientes. Es un mercado
oligopólico con comportamientos muy rapaces.
El nivel de competencia del sistema no es alto. Hay una gran concentración
producto del Efecto Tequila, pero es parecido a lo que ha ido pasando
en el resto del mundo. En México hay tres bancos que nuclean la
misma participación que en Argentina nuclean diez bancos. La Argentina
está a la defensiva hace siete años. A partir del efecto
Tequila la Argentina se quedó sin proyecto de país. Estamos
a la defensiva. Nuestro gran mérito es evitar irnos al demonio
en la crisis que se viene: el Tequila, la de Rusia, la del Sudeste asiático,
la del Tango. Nosotros oponemos una actitud defensiva y entonces, en un
clima de crisis financiera casi permanente, es muy difícil que
quien presta plata no trate de sacar el máximo provecho. No obstante,
si uno mira la serie histórica de tasa de interés, nivel
de spread, ha habido momentos en los cuales han sido sensiblemente inferiores.
¿El Gobierno analiza atar la coparticipación federal
al los resultados de la recaudación?
Sería imposible de hacer con la legislación actual.
¿Analiza el Gobierno modificar esa legislación?
No. Lo que hay previsto en el compromiso federal es darle estado
parlamentario antes de fin de año a una nueva Ley de Coparticipación.
En este momento de confusión, en el que todos dicen que este modelo
no sirve, que hay que elegir otro modelo... Yo, que no creo en los modelos
sino en los temas que hay que solucionar planteo algo: ¿por qué,
mientras vemos si cambiamos de modelo, no tratamos algunos temas, como
el gasto social, la corrupción, el contrabando, la AFIP?
A la derecha
de Reagan
En general, Chrystian Colombo mira fijo cuando contesta, pendiente
de la reacción del periodista ante sus respuestas. Es franco
y no rehuye las preguntas. Usualmente serio, se permite de vez en
cuando alguna risa.
Si un default es inevitable, ¿es mejor anticiparlo
y llegar con reservas o llegar sin preparación?
Pero yo creo que la economía argentina no va a un default
inexorable. Hay que tener en cuenta la situación, el sistema
financiero, el nivel de reservas. Algunas cosas no ayudan: el ahorrista
argentino está asustado, por la hiperinflación, por
el Plan Bonex. El ahorrista argentino está a la derecha de
Ronald Reagan.
A la derecha de Cavallo.
No, yo creo que Cavallo es progresista (se ríe).
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Bancario, no
banquero
Usted aparece mencionado en el Informe Carrió como
directivo de Macro Valores. ¿Cuál era la relación
entre Macro Valores, donde usted trabajó, con el Banco Macro?
Macro Valores era una empresa vinculada al Banco Macro, una
sociedad de bolsa, en el cual Banco Macro tenía una participación.
Yo nunca presidí Macro Valores. Pero prefiero dar todas las
explicaciones a la comisión o a la Justicia. No quiero empezar
a debatir mediáticamente el tema de si estaba o no en tal
lugar. Yo debo ser doblemente prudente. En primer lugar porque es
muy importante que se haga bien la investigación. En segundo,
porque me han involucrado y yo creo que soy inocente y tengo todos
los elementos para demostrarlo. El debate mediático no es
bueno, se corre el riesgo de minimizar la investigación,
de no ir en profundidad. He sido claro y he dicho dónde estuve
durante toda mi vida profesional. Y esto está en Internet.
No presidí nunca Macro Valores.
Conceptualmente, ¿es correcto que alguien que tuvo
un lugar importante en el sector financiero privado pase después
a la banca pública, y luego al Ejecutivo?
Es que toda mi vida yo fui bancario, no banquero. A mí
me hubiese encantado ser dueño del Banco Macro, como alguna
vez se dijo. Pero yo no tomé ninguna decisión de ese
tipo. También se me vinculó con (Emir) Yoma. Jamás
le di un préstamo. Jamás tomé una decisión
con Yoma. Lo conocí en el año 2000, estando yo en
el Banco Nación y por obligación, porque era el primer
deudor o el segundo, no recuerdo.
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Carrió, Moneta, el
Citi y la mafia
¿Existe el Estado mafioso?
No sé. Ha existido un conjunto de reglas de juego a
las cuales el Estado no fue claramente ajeno, permitió una
serie de cosas. Por algo nos pasaron las cosas que nos pasaron en
los últimos treinta años. Atribuirle a esto el carácter
de Estado mafioso, no me atrevo a decir eso.
¿Hubo complicidades, intercambio de favores entre el
sector financiero y el poder político?
En el 83 existían mil entidades financieras y
hoy quedan 70, de las cuales las 10 primeras son el ochenta por
ciento del sistema, y 7 son extranjeras. Ahí no veo una complicidad.
La relación del sistema financiero con Alfonsín y
con Menem no me parece que fuera parecida. Hay actores similares,
que no es lo mismo que hablar del sistema financiero, que hoy no
tiene nada que ver con el del año 83.
El Citibank o el República, ¿eran simplemente
entidades bancarias o eran parte del poder?
El Citibank era importante y lo es en el mundo, no sólo
en la Argentina. Yo no puedo decir qué era Moneta, porque
no lo conozco, lo vi dos veces en mi vida, pero no he tratado personalmente
con él. Decir que era parte del poder menemista es una cosa,
al menos, apresurada. Yo creo que hay que probarlo y que hay que
investigar.
¿Le parece positivo que Carrió ponga tanto énfasis
en ese tema? En general el Gobierno tendió a minimizarlo.
Yo lo puse en una carta: es importante que se investigue,
pero también que se respete la honra de las personas. Y no
creo que la Alianza esté distante de este tema. Desde el
Gobierno apoyamos en lo que se nos pidió la investigación.
El bloque de diputados apoyó la conformación de una
comisión, se hicieron todas las cosas desde el punto de vista
diplomático para que vinieran las cajas, se entregaron, se
conformó la unidad de investigación financiera. El
gobierno no se hizo a un costado.
El informe fue minimizado por De la Rúa. Dijo que le
faltaban fundamentos y lo tildó de político.
Dijo que era un preinforme. Lo habrá leído y
le habrá parecido que le faltó sustancia.
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