Colombia está en guerra
e inmersa en un proceso de paz. Nada que no ocurra en otras regiones,
como Medio Oriente. Pero a veces se acentúa el polo de la paz y
otras, el polo de la guerra. Como ayer, cuando el presidente Andrés
Pastrana decidió poner en práctica una ley polémica
que el Congreso colombiano había aprobado en junio. Esta ley autoriza
a las fuerzas militares a realizar detenciones, allanamientos y otras
diligencias judiciales en zonas declaradas de guerra. El recuerdo de los
jueces sin rostro del Perú de Fujimori en los tiempos
de la lucha contra Sendero Luminoso y el MRTA (Movimiento Revolucionario
Tupac Amaru) hizo que las organizaciones de derechos humanos alzaran la
voz contra la medida, y hasta es posible que Estados Unidos, máximo
financiador del Plan Colombia, haga tronar el escarmiento. Por otra parte,
la Cancillería cubana calificó de gran falacia
la supuesta asesoría militar del país a las FARC, la principal
guerrilla colombiana.
Según fuentes del Servicio Secreto de Colombia (DAS), citadas anteayer
por la radio colombiana Caracol, un grupo de 20 oficiales
cubanos está brindando asesoramiento a comandantes de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la zona desmilitarizada
en el sur del país, lo cual vendría a agregar leña
al fuego después de la detención en Colombia de tres jefes
del Ejército Republicano Irlandés (IRA), que tendrían
vinculaciones con las FARC (ver nota pág. 22). Es una gran
falacia. Es de dominio público que en Colombia no hay ningún
cubano, aseguró la vocera de la Cancillería cubana,
Aymée Hernández. Cuba sucedió a Canadá desde
junio pasado durante dos meses en las tareas de coordinación de
la Comisión Facilitadora que integra el grupo de países
amigos del proceso de paz entre el gobierno colombiano y las FARC.
Justamente, parece que el proceso de paz necesita más de un amigo.
El gobierno de Andrés Pastrana, que inició dicho proceso
ni bien comenzó su mandato en 1998, ha tenido algunas posiciones
endurecidas en los últimos tiempos. Además de la implementación
del Plan Colombia (un plan antinarcóticos que se asemeja más
a un plan antiguerrillero), la semana pasada Pastrana decidió suspender
el proceso de paz con la segunda guerrilla del país, el Ejército
de Liberación Nacional (ELN), aludiendo a su falta de voluntad
de paz. La pregunta es, entonces, si el gobierno colombiano ha endurecido
su política hacia las guerrillas. La razón estaría
a la vista: el inicio del proceso electoral con vistas a los comicios
presidenciales del año que viene.
En realidad, no hay ningún endurecimiento. Primero, hay que
destacar que no se trata de una iniciativa gubernamental, sino de una
ley nacida en y aprobada por el Congreso. En segundo lugar, los militares
podrán usar facultades judiciales en zonas de guerra en casos muy
excepcionales y previa autorización de la Fiscalía Nacional.
Es una ley que se aplicará en pocos casos, y es mucho más
blanda que la que muchos países (Italia, Francia, Gran Bretaña,
etc.) dictaron en materia de lucha antiterrorista, dijo a Página/12
Alfredo Rangel, de la Universidad Nacional de Colombia.
Para Fernando Cepeda, de la Universidad de los Andes, se trata más
de un ajuste de tuercas, ya que el endurecimiento o no del
gobierno colombiano se verá cuando en octubre deba decidirse
si se renueva la zona de desmilitarización de las FARC. Y yo apuesto
dinero que, a pesar de la presión de la opinión pública,
el gobierno renovará esta zona de distensión.
Pero la puesta en marcha de esta polémica ley traerá problemas
que exceden los procesos de paz. Aun cuando sea cierto que hay zonas
donde la justicia no puede llegar materialmente, y que son justamente
las zonas de mayores enfrentamientos, es claro que esta ley sufrirá
una oposición dura y la Corte Constitucional colombiana seguramente
deberá enfrentar recursos contra la ley. Adicionalmente, también
habrá oposición en Estados Unidos, señaló
a este diario Cepeda, refiriéndose a la presión del gobierno
norteamericano, sobre todo durante la Administración Clinton, por
las violaciones a los derechos humanos cometidas por un ejército
colombiano convertido ahora en fiscal y eventualmente juez.
De hecho, la Comisión Colombiana de Juristas, una ONG consagrada
a la defensa de los derechos humanos, ya anunció que apelará
la ley ante la Corte Constitucional. Esto es un revés para
el Estado de Derecho en Colombia. Esta ley va a hacer que se hagan más
difíciles las investigaciones judiciales de derechos humanos dentro
del Ejército, declaró José Miguel Vivanco,
de Human Rights Watch. Según Amnistía Internacional, el
ejército colombiano tiene uno de los peores records en violaciones
a los derechos humanos, incluida sus vinculaciones con los paramilitares
de derecha.
Claves
El gobierno colombiano
promulgó ayer una ley que permite a las fuerzas militares
efectuar detenciones y allanamientos en zonas de guerra,
esto es, allí donde la justicia regular no pueda ejercer
sus facultades.
Los grupos de derechos
humanos fustigaron la decisión y una ONG colombiana ya anunció
que apelará la vigencia de la ley ante la Corte Constitucional.
La noticia llega luego
de que se publicaran supuestas vinculaciones entre la principal
guerrilla del país, las FARC, y la guerrilla católica
de Irlanda del Norte, el IRA (ver pág. 22). El gobierno colombiano
suspendió la semana pasada las negociaciones con la segunda
guerrilla del país, el ELN.
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BRASIL
ANTE EL ESPIONAJE INTERNO
El enemigo es el enemigo
La Doctrina de Seguridad Nacional
está viva y bien, gracias. El general Alberto Cardoso, ministro
de gabinete de Seguridad Institucional de Brasil, salió ayer en
defensa del espionaje que realiza el ejército a organizaciones
como el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) que en esta
semana dio a conocer públicamente el diario Folha de Sao Paulo.
No conozco la operación ni sé si hay operación,
dijo Cardoso, pero por las dudas declaró que las fuerzas
armadas tienen una determinada misión constitucional: defensa de
la patria, mantener la ley y el orden, que están obligadas a estar
preparadas para esa misión. Lo cual es una forma de justificar.
Según el diario Folha, la operación para investigar al MST
se llama Pescado, y hay documentos de los militares que datan
de 1998 en los que se califica a los movimientos sociales como fuerzas
adversas a las que habría que detener, incluso pasando por
alto los derechos de los ciudadanos. El diario además alertó
que varios de los documentos llegaron al general Alberto Cardoso y al
mismo presidente Fernando Henrique Cardoso, que no ha emitido palabra
al respecto.
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