Por Diego Fischerman
Para muchos, es una figura
sin nombre. Lo conocen como el guitarrista. Está ahí.
Toca al lado de los personajes más variados (no todos músicos
y, mucho menos, cantantes). Los acompaña. A veces debe cambiar
de tonalidad sobre la marcha para poder seguirlos. Y le encanta. A Esteban
Morgado, tocar en televisión (en Letra y música,
el programa de cable de Silvina Chediek), trabajar sin red y jugar a esa
suerte de legalización de la estética de la guitarreada
lo fascina. Hubo momentos increíbles cuenta-, como
cuando vino Félix Luna y cantó las canciones de Mujeres
Argentinas. O cuando estuvo Lito Vitale, llegó con su guitarra,
que toca maravillosamente, e hicimos un dúo. Hace nueve años
había sacado un primer disco notable, en el que trabajaba con ritmos,
formas musicales e instrumentaciones variadas. Acaba de publicar Endemoniado,
dedicado exclusivamente al tango, y hoy a las 23 lo presenta en La Trastienda.
Un disco implica una serie de decisiones difíciles y más
en un país en que no es fácil hacerlo, reflexiona.
El anterior respondía a un momento particular de mi carrera,
en que estaba estudiando muy fuerte con Gabriel Senanes y aparecía
mi preocupación por los colores orquestales, por lo tímbrico.
Lo de ahora es tango, después de haber tocado mucho, de haber tocado
con Goyeneche, con Antonio Agri, con Cadícamo. Y también
de haber estado en el grupo de Adriana Varela. Lo que me faltaba era dar
con un producto en el sentido más genuino de la palabra, con algo
para decir y con poder plasmarlo en algo que funcionara. La respuesta
apareció cuando armé mi cuarteto actual. Ahí había
algo que me permitía elaborar un sonido que me hace bien, me gusta.
No sólo es gente muy talentosa y a la que quiero mucho, sino que
tengo la certeza de que si yo tocara el violín me gustaría
hacerlo como Quique Condomí, si fuera bandoneonista querría
tocar como Walter Castro o Carlitos Corrales y, si tocara contrabajo,
como el Mono Hurtado. Tocamos mucho, tocamos en Europa, hicimos arreglos
de temas de Piazzolla que nos interesaban, compusimos temas propios y
llegó un momento en que el disco estaba maduro, era casi obligatorio
hacerlo. En su concierto de hoy donde el bandoneonista oficial
será Castro y Corrales estará como invitado participarán
también las tres cantantes que aparecen en el CD: Liliana Herrero,
Lidia Borda y María Volonté.
¿Siente alguna diferenciación entre componer un tema
propio o arreglar uno de otro autor?
Componer y arreglar me gusta por igual. En el disco hay cinco temas
de Piazzolla, cinco míos y cuatro tangos clásicos, tres
de ellos cantados y el otro en guitarra sola. Siempre me gustaron los
arreglos de Sinatra y me encantaba el trabajo de Miralles con Serrat.
Allí se trata de mucho más que de un mero ornamento, de
una especie de revestimiento del tema. Realmente se trataba de algo que
era esencial para que la canción fuera esa y no otra. Me interesa
esa manera de trabajar. La de pensar el arreglo como una forma de composición.
Manolo Juárez siempre decía que, en el folklore, la forma
la determinaba la danza. Tuvieron que aparecer el Cuchi Leguizamón
o Waldo de los Ríos para cambiar las cosas. Y en el tango creo
que puede pasar lo mismo. Que se puede jugar y no hay por qué seguir
reglas rígidas. En ese sentido, la música de Piazzolla es
ideal porque invita a ese trabajo de armar, desarmar y rearmar. A poder,
con infinito respeto, recrear el original sin intentar imitarlo, tal vez
llevándolo hacia otro lado.
Como guitarrista, a Morgado le gusta lo que a otros les parece poco interesante.
Ni tocar muchas notas ni hacer exhibiciones permanentes. Lo suyo, en sus
propias palabras, es quedarme en el arco, mirar desde atrás
y tratar de ordenar la cancha. O, quizá, como una especie de Chicho
Serna: escuchar las melodías que tocan los otros. Eso es lo que
me gusta. Ser la base.
Los
Cadillacs, con variantes
Los Fabulosos
Cadillacs iniciarán esta noche una serie de ocho shows en el Teatro
Astral (previstos para este y los próximos dos fines de semana),
titulados genéricamente Loco miedo loco. Este espectáculo
se presenta con intenciones de cambio en el rumbo musical una disección
de sus viejas canciones y la incorporación de una orquesta de cuerdas
y con la confirmación de los alejamientos del tecladista Mario
Siperman y el trompetista Daniel Lozano. La reducción de personal
había sido anticipada por Página/12 el lunes 6 de agosto,
a partir de la suspensión de dos recitales en Centroamérica,
aunque mereció luego una desmentida de parte de un vocero de la
banda. Finalmente, el cantante Gabriel Fernández Capello (a) Vicentico
oficializó públicamente la partida de los dos músicos
durante una entrevista radial. En estos shows, previos a la grabación
de un nuevo disco, los Cadillacs se inclinarán hacia un formato
de fusión jazzera-clásica de sus canciones,
además de versionar autores disímiles de la música
popular argentina como Pappo y Carlos Gardel.
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