Por Claudio Zlotnik
Paul ONeill, que en los
hechos será quien defina sobre la ayuda financiera a la Argentina,
volvió ayer a dar cuenta de la escasa predisposición de
los Estados Unidos a socorrer a su socio carnal. Después
de señalar que la economía argentina se encuentra en una
situación muy resbaladiza, el secretario del Tesoro
hizo evidente su reticencia a un plan de salvataje. Estamos trabajando
para crear una Argentina sostenible, no para que apenas siga consumiendo
el dinero de los plomeros y carpinteros estadounidenses, que ganan 50.000
dólares al año y se preguntan qué diablos estamos
haciendo con su dinero, destacó con crudeza ONeill,
en declaraciones a la cadena de televisión CNN. Tal como informó
en su edición de ayer este diario, el FMI y los negociadores del
equipo económico están lejos de un pacto y continuarán
las discusiones durante el fin de semana. Contrariando las especulaciones
sobre un rápido acuerdo entre las partes, Thomas Dawson, director
de Relaciones Externas del Fondo Monetario, confirmó que no
hay planes de un anuncio (inminente), las negociaciones continúan.
La novedad causó revuelo en los mercados. Las acciones cayeron
6 por ciento y el riesgo país escaló 7,8 por ciento, hasta
los 1502 puntos. El auxilio que se anunciará la próxima
semana estará muy condicionado a que la Argentina cumpla con severísimas
pautas económicas. Ajeno a las contrariedades, Fernando de la Rúa
aseguró desde Chile que las gestiones ante el Fondo Monetario
están muy bien.
Con el paso de los días, las máximas autoridades de los
Estados Unidos dejaron de lado las frases de ocasión y empezaron
a mostrar su convicción íntima en relación al caso
argentino. Al respecto, ONeill fue muy preciso cuando destacó
que la administración Bush heredó el mundo como estaba
bajo el gobierno de Clinton, incluyendo los programas para Argentina y
Turquía. Después de la intervención de 41.000 millones
de dólares (blindaje), ahora la Argentina se encuentra en una situación
muy resbaladiza. En síntesis, los actuales funcionarios no
quieren tener nada que ver con la idea de un rescate, y si ello sucedió
fue cosa del pasado.
Las declaraciones de ONeill fueron formuladas a lo largo de un reportaje
que será difundido hoy por la CNN, pero del cual el canal estadounidense
extrajo la parte argentina para anticiparla ayer. Según comentaron
fuentes del Gobierno a Página/12, estas declaraciones del secretario
del Tesoro enfurecieron a Domingo Cavallo, quien lo llamó por teléfono
a su oficina de Washington. Funcionarios que fueron testigos de la conversación
dijeron que ésta finalizó a los gritos y con un corte abrupto
de la comunicación.
En todo caso, el desaire al ministro se suma a una extensa lista que le
propinó el Fondo. De hecho, Cavallo no es quien está negociando
en Estados Unidos sino su segundo, Daniel Marx. Y es éste quien
tiene línea abierta con la Casa Rosada para mantener al tanto de
las negociaciones a De la Rúa. Mientras tanto, el enviado de Cavallo
para monitorear las conversaciones, Horacio Liendo, ya retornó
a Buenos Aires.
Anoche, Francisco Baker, uno de los voceros del FMI manifestó que
recién podría haber novedades el lunes. A su vez, Marx confirmó
que permanecerá en Washington varios días más.
El viceministro, que había llegado a Washington pidiendo 9000 millones,
con suerte tendrá que conformarse con un tercio menos.
La frialdad tanto de Estados Unidos como del Fondo tiene su explicación.
Según comentaron a este diario fuentes inobjetables de la negociación,
la administración Bush duda entre soltar la mano de la Argentina
y ayudarla a sobrevivir. Los republicanos fueron siempre contrarios a
los salvatajes financieros, y consideran que la crisis argentina no los
conmueve como para variar esa postura. Los funcionarios argentinos creen
que, finalmente, el Fondo Monetario aprobará una asistencia. Pero
a cambio de condiciones durísimas que nadie sabe si la Argentina
podrá cumplir. En principio, la ayuda sería casi simbólica,
lo suficiente para engrosar las reservas del Banco Central. Se concretaría
mediante un aporte del FMI y la activación de una parte del seguro
anticorridas del Banco Central, en el que además de bancos privados
participan con 1000 millones el BID y el Banco Mundial. En
total, serían 5400 millones del FMI, a los que se sumarán
2500 millones de aquel seguro y, según algunas versiones, un aporte
especial de gobiernos europeos. Al respecto, Marx señaló
que se están motorizando gestiones con países del Grupo
de los 7.
Las condiciones que todavía están en etapa de conversaciones
tomarán forma en un paquete de medidas que el Gobierno tendrá
que cumplir para mantener en pie la asistencia financiera. A la cabeza
de la lista figura el cumplimiento del Déficit Cero. Pero los reclamos
del FMI se extienden también a otras iniciativas que, incluso,
deberían aprobarse en el Congreso, como una nueva ley de coparticipación
(que implicaría un ajuste en las provincias ya que ataría
el envío de fondos a lo que recaude la Nación), la reestructuración
del PAMI y de la Anses, la desregulación de las obras sociales,
la privatización del Banco Nación y la reforma previsional.
No obstante, la clave de la ayuda a la Argentina será el cumplimiento
del equilibrio fiscal. Y es en este punto donde se inician las divergencias.
Los técnicos del Fondo desconfían de que Domingo Cavallo
pueda cumplir con esa meta, en especial hacia el último trimestre
del año. Justifican ese pesimismo en que entre octubre y diciembre,
Economía debe hacer frente a 2700 millones en intereses de la deuda
y otros 1000 millones en aguinaldos del sector público. Es decir,
necesitará de 2000 millones más que en el tercer trimestre.
Y con una economía en retroceso, difícilmente se pueda alcanzar
el objetivo.
Según cálculos privados, para compensar las mayores erogaciones
y siempre y cuando la recaudación se mantenga constante,
el ajuste en los salarios del sector público y en las jubilaciones
debería ascender al 25 por ciento hacia la última parte
de 2001. En Washington consideran que ese recorte sería políticamente
inviable, por lo cual quedaría descartado el éxito del Déficit
Cero. Por ahora, las cuentas del equipo económico no lograron convencer
de lo contrario a los técnicos del FMI.
Aunque no se lo expresaron en forma directa, Daniel Marx ya comprendió
que en el FMI va ganando consenso la idea de que una devaluación
ordenada del peso (no impuesta por el mercado) podría
funcionar como un sinceramiento de la crisis y, a partir de allí,
la posibilidad de una salida. Y aunque la sola mención de esa eventualidad
eriza la piel del team argentino, lo cierto es que el escenario de una
devaluación ya forma parte de la hipótesis de trabajo en
los principales bancos de la city porteña. Perdido por perdido,
los financistas prefieren esta opción a la de un default. Con la
cesación de pagos, los bancos saldrían perdiendo, dado que
poseen una cartera de 15.000 millones en bonos, a la que se suman otros
10.000 millones en poder de las AFJP, de las cuales las entidades financieras
son dueñas. Con la devaluación, el golpe vendría
por el lado de la enorme morosidad e incobrabilidad de empresas e individuos.
Pero son, por ahora, nada más que eventuales escenarios de un desenlace
no deseado.
Plan Murphy
Fortalecer las reservas es la única forma de tranquilizar
a los depositantes que están retirando su dinero de los bancos,
consideró el antecesor inmediato de Domingo Cavallo, Ricardo
López Murphy, al participar ayer en un seminario en Río
de Janeiro sobre la marcha de la economía argentina. Señaló
que el país requería encontrar esa solución
con urgencia, ya que de otro modo no podrá
salir de su actual crisis financiera. El ex ministro, de fugaz
paso por el Palacio de Hacienda, señaló que hace
falta un colchón para las reservas y ese colchón puede
ser el nuevo acuerdo con el FMI. López Murphy consideró
conveniente y preciso fortalecer los mecanismos de consulta y la
coordinación entre los países miembros del Mercosur
en un corto plazo, para evitar crisis como la que se registra actualmente
en Argentina. El Mercosur necesita resoluciones institucionales
de verdad y no de declaraciones de presidentes, apunto. Ya
es hora de que el Mercosur tenga una coordinación económica,
mecanismos efectivos para la solución de controversias, reglas
claras y un real marco regulador, sostuvo.
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Rusia, tres años
después
El tercer aniversario del colapso bancario y financiero que hundió
el rublo y obligó a la suspensión de pagos pasó
ayer en Rusia entre amargos recuerdos y sólidas expectativas.
El gobierno del presidente Vladimir Putin filtró con orgullo
los impresionantes parámetros macroeconómicos del
presupuesto del 2002, con casi un aumento del 40 por ciento sobre
el actual, mientras se evocaron las miserias que desató el
siniestro 17 de agosto de 1998.
Aquel día, y por cuarta vez desde la desintegración
de la URSS, los rusos se acostaron con la angustia de ver que sus
ahorros valían la cuarta parte que al levantarse en la mañana
anterior. El sistema bancario y financiero más de 5000
entidades con poca o ninguna liquidez se derrumbó con
estrépito al estallar la burbuja virtual en que se sustentaban
créditos fáciles y beneficios rápidos de hasta
el 300 por ciento anual.
Más de la mitad de los rusos descendió de repente
por debajo del umbral de la pobreza estimado en 34 dólares
al mes, los despidos se multiplicaron, el ya deteriorado colchón
social quedó hecho trizas y la dacha o huerto
campestre fue el único sustento para muchos. Pero tres años
después del cataclismo que paralizó la actividad económica,
el Kremlin ha vuelto a recuperar la confianza en sí mismo,
promete pagar su deuda externa y sueña con que Rusia entre
pronto en la Organización Mundial del Comercio.
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FUERTE
CAIDA EN LA BOLSA Y FUGA DE DEPOSITOS
De inquietos a pesimistas
El predominio inicial de la
inquietud fue trocando hacia el pesimismo, ante la nueva postergación
en la llegada del auxilio del FMI, sumado a la negativa visión
del secretario del Tesoro de los Estados Unidos sobre Argentina. El índice
principal de la Bolsa de Buenos Aires, el MerVal, cerró la semana
con una caída del 6,04 por ciento en su última jornada y
los principales títulos de referencia de la deuda (FRB y Global
2008) sufrieron descensos del orden del 7 por ciento. El riesgo país
trepó 109 puntos básicos, para cerrar a 1502 puntos. Otro
dato negativo: el último miércoles volvió a acelerarse
la salida de depósitos bancarios.
La jornada había empezado débil ante la incertidumbre reinante
en torno a un paquete de ayuda, que la mayoría de los analistas
esperaban para ayer, por un monto global de 15 mil millones de dólares,
con participación del Banco Mundial, el BID, Estados Unidos y un
grupo de países europeos. Pero con el correr de las horas, esa
versión se demostró infundada. Tal cual había anticipado
Página/12, no habrá novedades hasta el lunes. Pero, además,
fue un funcionario del Fondo quien salió, por la mañana,
a desalentar públicamente las expectativas.
Thomas Dawson, director del FMI, lanzó la frase que sería
fatal para la marcha de los mercados durante el día. Son
más bien exageradas las cifras que se manejan en la Argentina,
apuntó, con respecto a las especulaciones sobre el monto de ayuda.
Las negociaciones son complejas, hay muchos temas que tocar,
señaló para justificar la falta de plazos para arribar a
un acuerdo.
Pero el empujón final a los bonos argentinos se lo dio el secretario
del Tesoro, Paul ONeill, quien, minutos antes del cierre de los
mercados, colocó a los contribuyentes estadounidenses en la vereda
de enfrente del gobierno argentino, para contextualizar los costos y beneficios
de brindarle una eventual ayuda a la Argentina.
Como corolario de un día complicado, el Banco Central notificó
que el miércoles pasado (últimos datos disponibles) hubo
una fuga de depósitos por 487 millones. Aunque si se contabilizan
únicamente a los plazos fijos, la salida resultó de sólo
27 millones. También fue notoria la caída de las reservas
del Central: 441 millones. De esta manera, se quebró la tendencia
ascendente que se había dado en las jornadas anteriores.
Desde que comenzó el mes, los depósitos cayeron en 3090
millones (1585 millones en pesos y 1505 millones en dólares). Desde
el 4 de julio, cuando empezó la corrida, en medio de versiones
sobre la renuncia de Fernando de la Rúa, la huida llega a 9154
millones, el 10,8 por ciento del total. Por ahora, la suba sensible de
las tasas de interés que vienen aplicando los bancos y que
trepa al 30 por ciento anual en pesos para retener las colocaciones
no cumple su cometido. Y los depósitos siguen huyendo del sistema
financiero al colchón.
EX
FMI ACONSEJA SALIR DEL 1 A 1
Balas a la convertibilidad
El FMI no debería considerar
el préstamo de nuevos fondos a Argentina, a menos que el país
reestructure su deuda y abandone su sistema de convertibilidad, dijo un
ex subdirector de investigación del Fondo. Morris Goldstein, del
Instituto de Economía Internacional, escribió en un artículo
de opinión publicado por la edición online del diario Financial
Times que a menos que el FMI sujete sus préstamos a condiciones
estrictas, la entidad se arriesga a perder credibilidad.
Si Argentina quiere dinero adicional del Fondo, que tome decisiones
drásticas pero necesarias, en cuanto a la reestructuración
de la deuda y un nuevo sistema monetario, (decisiones) que el ministro
de Economía, Domingo Cavallo, ha evitado hasta ahora, indicó
Goldstein. El dinero del FMI no resolverá el problema, argumentó.
(Argentina) está en crisis porque tiene una carga de deuda
insostenible, equivalente a cerca del 450 por ciento de sus exportaciones,
y un tipo de cambio sobrevaluado. Este es el tercer año consecutivo
de recesión. El país no tiene instrumentos de política
efectivos para resolver estos problemas, indicó.
Goldstein dijo que al ayudar a un país que no aborda sus propios
problemas, el FMI podría favorecer a los inversores quienes, con
primas de riesgo de 15 por ciento sobre los bonos de Tesoro de Estados
Unidos, ya están recibiendo compensación por el riesgo de
incumplimiento de pago de la deuda.
BARRERA
AL ACERO ARGENTINO EN EE.UU.
Sobre llovido, arancelado
Washington no sólo está
duro en la negociación del salvataje financiero del FMI. Ayer,
la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (CCI) determinó
que las importaciones de acero laminado en caliente de Argentina y Sudáfrica
son vendidas a precios de dumping y ordenó aplicarles tarifas compensatorias.
El Departamento de Comercio había establecido previamente que las
importaciones argentinas estaban siendo subsidiadas. En un comunicado,
la CCI informó haber llegado a la conclusión de que la industria
siderúrgica estadounidense está sufriendo daños en
razón de los precios de dumping de las importaciones argentinas
y sudafricanas. Los seis miembros de la CCI votaron en favor de la imposición
de aranceles compensatorios antidumping, que deberán ser determinados
ulteriormente por el departamento de Comercio. En Argentina, el mayor
afectado es el grupo Techint, principal exportador de acero a los Estados
Unidos.
La investigación del caso se inició en noviembre del año
pasado, ante quejas de los empresarios siderúrgicos y sindicatos
de trabajadores metalúrgicos, aunque las importaciones de Argentina
y Sudáfrica fueron en 2000 de sólo 81 millones de dólares,
apenas el 0,4 por ciento del consumo de dichos productos en Estados Unidos.
Las importaciones de China y la India, que representan más de 1000
millones de dólares, también están siendo investigadas.
Sin plan B, sobran
dudas
Por Maximiliano Montenegro
No hay plan B. Nadie
en el Gobierno quiere imaginarse qué podría llegar
a suceder si Estados Unidos no autorizara el salvataje financiero
del FMI. Según todos los analistas, sería el fin por
lo menos de una etapa: seguramente la corrida bancaria se
profundizaría y el Gobierno debería, como primera
medida, inmovilizar temporariamente los depósitos
para evitar una caída de bancos en dominó. Lo que
está menos claro es qué sucedería una vez logrado
el paquete financiero. Nadie cree que sea la salvación, ni
que la reactivación estuviera entonces a la vuelta de la
esquina, ni siquiera que no fuera necesario otro rescate a corto
plazo. Precisamente, esas dudas son las que prolongan las tratativas
y hacen que el secretario del Tesoro Paul O Neill, antes de
levantar el pulgar, reclame con dureza garantías. Avales
que, para el caso, no evitarían una crisis, pero que Washington
necesita para justificar un nuevo megagasto del Fondo Monetario
frente al tax payer norteamericano y que, eventualmente,
podrá canjear por negocios rentables para sus empresarios.
A esta altura de la negociación encarada en Washington por
la delegación de funcionarios que comanda el viceministro
Daniel Marx, los expertos sacan tres conclusiones.
Uno: lo más probable es que, pese a las demoras, el
salvataje sea anunciado en los próximos siete días.
Dos: no será otorgado como apuesta a la Convertibilidad,
sino porque existe la sensación de que no es posible armar
un cordón sanitario para frenar el contagio
de una crisis argentina sobre Brasil y otras economías latinoamericanas.
Esto terminó por constatarse en los últimos días,
cuando Brasil empezó a sentir los efectos recesivos de la
salida de capitales y la suba de las tasas de interés.
Tres: las acciones de Cavallo en Washington se derrumbaron
más estrepitosamente que las acciones del Nasdaq. Hay quienes
dicen que esta baja en la cotización del cordobés
no sólo responde a sus erráticas movidas de los últimos
meses. También afirman que su amigo David Mulford, ex subsecretario
del Tesoro, vicepresidente del Credit Suisse First Boston y mentor
del megacanje, por el cual está siendo investigado judicialmente
junto al ministro, hoy cierra más puertas de las que abre
en la administración Bush. Está enfrentado a ONeill
dentro del partido republicano, donde éste representa a los
industriales más nacionalistas y Mulford a los banqueros
que no se cansaron en la última década de hacer negocios
especulando con bonos de países emergentes, a la espera de
los salvatajes (de acreedores) del Fondo.
El nuevo paquete de préstamos del FMI al que se sumarían
fondos bilaterales del G7, de otros organismos internacionales y
de bancos privados tiene un único objetivo: frenar
la corrida de depósitos bancarios y la pérdida de
reservas del Banco Central. La idea es que, como dice el vice del
Central y ex funcionario del Fondo, Mario Blejer, poniendo
los dólares en una vitrina, la gente se tranquilizaría,
sabiendo que está el dinero para devolverle sus depósitos
si quisiera retirarlos. Así, el éxito de la estrategia
radicaría, justamente, en que los fondos no fueran utilizados.
Más importante aún para Washington es que éstos
dólares no sean destinados a financiar déficit fiscal
y ni siquiera a cancelar capital de la deuda, para lo cual exigen
que el gobierno cumpla a rajatabla con el déficit cero y
confían en que encuentre otras ventanillas AFJP, bancos
locales para refinanciar los vencimientos de deuda pendientes
en lo que resta del año.
Sin embargo, aún en caso de un rápido desembolso,
nada dice que las cosas vayan a funcionar como postula la teoría.
Y aunque así fuera, nadie apuesta a que la tormenta no vuelva
a acechar a poco de andar.
En el escenario de fracaso, la sangría de depósitos
persiste y las consecuencias no hace falta describirlas. En el escenario
de éxito, sefrena y las tasas de interés
bajan lentamente, junto al riesgo país. Pero durante el Tequila,
después de anunciado el salvataje internacional, los depósitos
empezaron a recuperarse recién a las seis semanas. En la
actual coyuntura, ese plazo podría ser demasiado tiempo.
Antes, habría noticias sobre la marcha de la recaudación,
que sigue derrumbándose. Y ahí estaría la medida
del ajuste extra que deberá anunciar Cavallo para cumplir
con el déficit cero. De otro modo las expectativas de los
inversores podrían cambiar, el riesgo país dispararse
otra vez y las cosas volver como al principio. Suponiendo que el
gobierno, a semanas de las elecciones, tuviera el respaldo político
para aplicar otro ajustazo, entonces nada asegura que la recesión
no se profundice y la recaudación no siga en el tobogán,
con lo cual el mismo dilema se plantearía un poco más
tarde. Es lo que en Washington llaman un problema de timing...en
la cornisa.
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