EL MODELO EN CALZONCILLOS
En un país donde todo está a la baja, desde la Bolsa,
hasta la credibilidad del Gobierno y el prestigio de los principales
políticos, lo único en ascenso, además del
riesgo país, es la imagen de la diputada Elisa Carrió,
quien logró interrumpir con su denuncia sobre lavado de dinero
la obsesión desesperada por seguir con el corazón
en la boca las negociaciones con el FMI.
Perón decía que no hay nada más cobarde que
el capital. Decía cobarde y no miedoso, porque la cobardía
es el miedo natural arrastrado por la histeria. A un dato objetivo
que produce temor se le opone una respuesta subjetiva que provoca
una estampida. Cuando toda la economía del país está
atada a esta reacción, ese estado de ánimo se contagia
a la gente y la Argentina se convierte en un país temeroso
y achuchado.
La protesta de los piqueteros contrastó con ese paisaje congelado
por el pánico y lo mismo sucedió con las denuncias
de la diputada chaqueña. Carrió arremetió como
toro de lidia contra el Excel Group, el Citibank e involucró
en maniobras sospechosas al ex presidente Carlos Menem, al ministro
de Economía, Domingo Cavallo, y en general al poderoso grupo
de empresas y bancos que conforman el nuevo poder económico
delineado en Argentina a partir de la administración menemista
y su gran show de privatizaciones.
En estos casi 20 años de democracia post dictadura se ha
instalado como cultura política la suavidad, el consenso
y una abundante negociación conciliadora. El estilo frontal
de Carrió asusta e inmediatamente se lo descarta como poco
serio. Es el miedo atado primero a las bayonetas, después
al dólar y después al riesgo país. Porque lo
único cierto es que con esa cultura de la concesión
permanente, el pueblo, representado por los políticos, ha
perdido siempre, en tanto que las presiones, la fuerza, la corrupción
y las situaciones de hecho les dieron buen resultado a los grandes
grupos económicos.
Con el riesgo país en la garganta, la opinión pública
siguió sin aliento las fuertes denuncias de la diputada a
partir de los movimientos bancarios relevados por el Senado de Estados
Unidos cruzados con los datos de distintas causas por corrupción,
tráfico de armas y de oro que se sustancian en tribunales
argentinos. Se pensó que la represalia por haber pateado
el tablero sería un maremoto, pero las aguas se mantuvieron
calmas. Hubo una pequeña rebelión de la mayoría
de los diputados de la comisión investigadora y nada más.
Pero incluso las objeciones que plantearon estos legisladores, cada
uno a su manera, se referían a la forma y no al contenido.
Plantearon que la forma como se había presentado el preinforme
había sido inconsulta e intempestiva y que había sido
irresponsable dar a conocer identidades de personas y empresas que
aparecen en la documentación, a pesar de que no está
comprobada su participación en delitos.
Los diputados Franco Caviglia y Daniel Scioli, que representan en
la comisión a dos de los mencionados en los documentos, Cavallo
y Menem, fueron más allá en sus planteos. Y a decir
verdad, los únicos que aclararon públicamente que
no tenían nada que ver con las denuncias de Carrió
fueron justamente Cavallo y Menem. El primero negó compartir
una cuenta millonaria con David Mulford, presidente del Credit Suisse
y principal negociador del megacanje, y Menem rechazó compartir
con Ramón Hernández el paquete accionario de Mallorca
Enterprises.
La primera reacción de la clase política fue restarle
seriedad al preinforme. Se dijo que las conclusiones forzaban pruebas
e indicios, que es muy difícil leer con precisión
los sucesivos movimientos de cuentas bancarias y sacar conclusiones
tajantes y automáticas. Pero la tibia reacción de
la mayoría de los involucrados permitiría decir también
que si bien es difícil sacar una acusación tajante
de culpabilidad, los indiciosy las pruebas son lo suficientemente
sospechosos como para que los implicados prefieran no levantar olas.
Carrió renunció a cualquier candidatura política
para evitar suspicacias. Y luego renunció a la presidencia
de la comisión por los cuestionamientos de seis de los diez
legisladores que la integran. En medios parlamentarios aseguran
que se apresuró a difundir el preinforme para evitar filtraciones
parciales y que éstas provenían de una de sus críticas,
la diputada Cristina Kirschner. Sin embargo, los miembros de la
comisión en pleno, incluyendo a Scioli y a la misma Kirchner,
le pidieron que reconsidere su decisión.
Es probable que algunos esperen que las denuncias se diluyan en
largos procesos judiciales sin consecuencias como la causa
por las coimas en el Senado, y que Carrió termine desgastada
y en su casa como el ex vicepresidente Chacho Alvarez. Este paralelismo
con Alvarez, cuya renuncia fue muy criticada por Carrió,
sacó del letargo al ex jefe frepasista que expresó
su apoyo a la diputada chaqueña.
Aun cuando el destino judicial de esta investigación sea
similar al de la causa por las coimas en el Senado, tiene el mérito
invalorable de haber puesto al desnudo los mecanismos traicioneros,
algunos legales y otros no, pero todos ilegítimos, no éticos
y dañinos que forman el mapa del empobrecimiento argentino.
La coima para conseguir prebendas, el vaciamiento de empresas, la
fuga de capitales, la especulación y la evasión impositiva,
entre otras perversiones, aparecen obscenamente en la agenda de
grandes bancos y empresas. Si alguien no sabía cómo
funciona el capitalismo en Argentina, donde por lo general cualquier
negocio productivo o por derecha da pérdidas o apenas zafa,
no tiene más que leer el informe para darse cuenta dónde
están los negocios que dan grandes ganancias, rápidas,
sin riesgo, sin producir riqueza y, por el contrario, destruyendo
la que existe.
Gran parte de la investigación se pudo hacer en Estados Unidos
por la confesión ante el Senado de un empresario arrepentido,
miembro del directorio de uno de los bancos offshore investigados.
Elisa Carrió sostiene que no está contra empresarios
ni banqueros, sino contra las prácticas ilegales, desleales
y no éticas y que confía en que surja aquí
también un arrepentido, aunque parece difícil porque
resulta evidente que este modelo económico otorga más
facilidades a este tipo de negocios que a los realmente productivos.
Este fue el primero de tres preinformes antes del definitivo. El
próximo sería presentado dentro de un mes pese a la
opinión de los radicales Horacio Pernasetti y Margarita Stolbizer,
de postergarlo hasta después de las elecciones de octubre
para evitar interferencias. Será una elección donde
el político con mejor imagen en la opinión pública
Carrió no participará. Estará jugando
otro tipo de elección política.
Mostrar los calzoncillos sucios del modelo hizo crecer la credibilidad
de la diputada ante la opinión pública y obviamente
disminuyó la respetabilidad de los protagonistas, algunos
de los cuales ya dijeron que el preinforme inquieta a los mercados
y hace crecer el riesgo país. Los medios que funcionan como
sus voceros se esmeran para ridiculizarla porque es gorda o porque
es católica practicante o directamente sugieren que le falta
un tornillo. Pero ninguno dice que no tiene razón. Como si
una señora no pudiera opinar de política o economía
porque se pasó de kilos o porque va a la iglesia. Tiene cierta
lógica para esa cultura de las apariencias donde vale más
parecer respetable que serlo de verdad. Y tiene cierta lógica
desde ese punto de vista pensar que al que va contra la corriente
le falta un tornillo.
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