Por Esteban Pintos
No es un mito de una Argentina
que irremediablemente se fue para no volver. Existió. Radio
Bangkok existió: hubo un tiempo en que por la mañana,
de lunes a viernes, podía sintonizarse el 106.3 Mhz de 10 a 13
y escuchar a un trío de tipos que hablaban. Finalmente eso, hablaban.
Pero decían muchas cosas, se reían de la ridiculez del mundo
que los rodeaba, mentían hora, temperatura y humedad, inventaban
personajes, manipulaban el absurdo hasta límites casi intolerables
y orbitaban en una galaxia lejana en donde cabían perfectamente
la Mona Jiménez y Jim Morrison. Todo por el mismo precio. Radio
Bangkok fue un programa de radio, exitoso y popular, al fin y al
cabo. Un ciclo que se extendió por espacio de dos años y
medio desde mediados de 1987 hasta finales de 1989, sumando
oyentes y repercusión hasta conseguir el status de culto
que hoy ostenta para seguidores nostálgicos, estudiantes de radio
y periodismo con afán investigador, colegas y estudiosos de la
materia. Pero fue mucho más que eso, también.
Lalo Mir en el rol de conductor, Bobby Flores como musicalizador, Douglas
Vinci para lo que fuese, Enrique Prosen a cargo de la producción
y el acompañamiento espontáneo y absolutamente aleatorio
de otro grupo de personas que participaban del juego (entre ellos, Norberto
El Ruso Verea, Mac Phamtom y otros tantos, un poco más
anónimos), hicieron posible el establecimiento de un mito en la
historia de la radio argentina. Con sus ediciones de mañana y el
próximo domingo, Página/12 ofrecerá a sus lectores
la posibilidad de volver a disfrutar o directamente descubrir Radio Bangkok
- El mito. Vale la pena. Serán dos cds que conducirán al
eventual oyente por buena parte de los mejores momentos, sketchs y personajes
que hicieron grande al programa. Lalo, Bobby y el reverendo, además,
introducen y contextualizan desde el 2001, como una forma de visita guiada
atendida por sus propios dueños. El visitante se encontrará,
entonces, con los muchachos de división ENTel (ah, los tiempos
de las empresas estatales...), con un ferviente pedido de dinero para
el bienestar del Eterno por parte de Douglas Vinci, el inolvidable
relato del partido entre rockeros por parte de Mir (con la frase Boy
George elude un hombre... cosa rara, como punto máximo),
un solo de voz del ex presidente, hoy detenido, Carlos Menem, las irrupciones
telefónicas de Cacho de Castelar, los informes de Peñarol
Johnston, el reporte de Asdrubal Cacakian desde debajo de los escombros
de la cárcel que se levantaba en el Parque Las Heras, el jingle
grabado por Carlitos La Mona Jiménez, algunas canciones
del efímero grupo A Mamá le dieron Dos Años, los
interminables trámites de la oficina, el Ortibas
show y otros tantos momentos que merecían una publicación
para la posteridad.
Partiendo de un presupuesto básicamente inverosímil y que
en aquel mundo no globalizado de fines de los 80 sonaba verdaderamente
lejano (una radio que emitía desde la capital de Tailandia), el
programa se fue haciendo con su rodaje. Lalo Mir piensa, duda y luego
responde a una pregunta básica. ¿Qué fue Radio
Bangkok? Qué sé yo qué fue... Un programa
de radio, supongo. De alguna manera y sin querer, por una coincidencia
de coordenadas tiempo y espacio, fue una especie de quiebre en la programación
de radio. Un antes y un después, creo. La idea inicial era meter
AM en la FM y descontracturar el discurso, romper los moldes. Hasta ese
momento, el modelo FM reinante era un locutor, música suave, pocas
palabras. Queríamos hacer una especie de magazine, con un poco
de todo, en la tradición de la radio de los años 60
y 70. Después fue saliendo lo que fue saliendo. Así
las cosas, el programa determinó el momento de esplendor de una
radio que había nacido junto con la democracia, explotando al máximo
las recién descubiertas posibilidades de difusión y establecimiento
de una cultura rock hasta entonces subterránea en el
mapa de los medios masivos de comunicación en la Argentina. Rock
& Pop se hizo grande por sí sola, pero fue mucho más
grande a partir de Radio Bangkok y así ha quedado en
la memoria colectiva de sus oyentes. Me parece que nació
como una emulación a Radio Colonia, pero desde Tailandia, o sea
la radio que nos contaba cómo era Buenos Aires desde el exterior.
Siempre tenía la fantasía de Bangkok como una Buenos Aires
pero al otro lado del planeta: con el mismo caos, distorsión e
imprevisibilidad. Después se fue armando muy anárquicamente,
cada día se pensaba algo e incluso se trabaja con una rutina, con
música y efectos especiales, pero finalmente terminaba saliendo
distinto. Cada uno tenía un rol determinado antes de empezar y
con el correr de los programas fueron apareciendo más a menudo.
Como desde un segundo plano y lentamente ocupando el primero, resume
Mir hoy, cuando ya no contempla siquiera la posibilidad de reeditar aquellas
delirantes mañanas. Nunca sentí la necesidad, y por
otro lado pienso que volver a hacerlo no tendría mucho sentido.
Hoy escuchás cualquier programa y son todos bien zafados. Hay gente
que evolucionó después de mí. Uno es más viejo...
Fue en ese momento, salió, murió y nos pareció fantástico
que haya sucedido. A su manera, Bangkok también
se hizo a caballo de una realidad nacional que se volvía lo suficientemente
rara como para ser carne de absurdo. Sin menciones específicas
ni editoriales, el programa sintonizó con un momento particular.
Aquellos fueron los años de la desilusión con Alfonsín,
la hiperinflación y los primeros meses del jolgorio menemista.
Reflexiona Mir: Trabajábamos con eso, podría llamarse
hipertexto. Eramos, tal vez, una especie de kamikazes del aire, y por
eso teníamos mucha soltura para decir cosas grossas, que a veces
se camuflaban desde el humor o desde la sátira.
Nacidos para ser
salvajes *
Recuerdo claramente cuál fue, por decisión de Lalo,
Quique y yo, la primera canción de Radio Bangkok,
la que abriría el ciclo. Algo demasiado importante para nosotros.
La primera debería ser una canción de estos tiempos.
Nueva para nosotros, pero de probada eficacia. Debía ser
lo suficientemente efectiva como para convertirla en bandera y casi
declaración de principios. La primera fue Born to be
wild, original de Steppenwolf, pero en la versión de
The Cult. Nacido para ser salvaje por The Cult; ésa era,
y detrás de ella aparecimos nosotros, sin proponérnoslo,
nacidos para ser salvajes. Y vaya que lo fuimos. No hubo en mi vida
años más salvajes. Fuimos libres por primera vez.
Como tantos argentinos. Fuimos absolutamente conscientes desde el
inicio de que con la democracia solamente no se curaba, ni se educaba,
ni todas esas boludeces que nos gritaban desde los balcones de la
Rosada. Por nuestra parte, creímos ser marginales y fuimos
parte del sistema. Creímos vivir en los excesos y solamente
estábamos en el primer bonus del juego. Creímos ser
importantes y sólo fuimos parte de un montón que hoy
somos clase dirigente, reunión de padres, catedráticos,
tránsfugas, maestros, padres que ya no somos hijos y ciudadanos
que ya no somos sólo habitantes. Lo único que nos
diferencia es que nosotros no nos encontramos en el ministerio,
en la oficina, en la marcha o en la trinchera.
* Texto escrito por Bobby Flores para el primer compact, que
aparece mañana
con la edición de Página/12.
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La comedia *
Uno había llegado del interior, mecido por el vaivén
de las olas y el canto de los sabaleros, otro sin ser Cabral conoció
a San Martín como la palma de su mano. Otro leyó esa
mano con el precioso esplendor de las revelaciones cuya fuerza ilógica
iba a crecer hasta hacerse fe. Otro les puso música a las
fieras y fue productor de iniquidades. Hubo un quinto que fue un
jinete y sacudió con el sonido las vísperas de una
nueva creación. Y así fue pasando a lo largo de las
callejuelas y de las avenidas inmensas la maravillosa criatura que
creció con el amor de pie y entre comillas. Aire al aire
entre cronopios y cafieros, reino de lujo en los vaivenes democráticos
y terribles ciclones sobre los tejados, sacudiendo los comfer muy
empolvados por años de óxido y olvido. Avalanchas
sobre el Riachuelo mientras las parroquias atestadas de vírgenes
lloronas tiraban a la parrilla los trozos de ternera y la música
a lo lejos sin encontrar la fórmula para quebrar el mito
y reduciendo a la nada esta comedia.
* Texto de Douglas Vinci que acompaña el segundo CD, que
se publica el domingo 26.
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