Por Horacio Bernades
Evita dio la orden: Banfield
tenía que ganar. La afirmación se oye en Evita capitana,
video de 45 minutos de duración en el que se reconstruye la trama
secreta por detrás de la final del campeonato de fútbol
de 1951. Entonces, el equipo del sur enfrentó a su casi vecino
Racing, en medio de presiones políticas y mediáticas tan
fuertes como quizás nunca antes ni después (a excepción
del Mundial del 78, claro). Opera prima de Nicolás Malowicki,
de sólo 24 años, Evita capitana cruza desprejuiciadamente
documental y ficción, y podrá verse el lunes 27. La exhibición
será parte del ciclo de cine El Independiente que,
con auspicio de la revista especializada Haciendo Cine, tiene lugar todos
los lunes a las 22, en el complejo Village Recoleta.
Todo surgió a partir de un ciclo de microprogramas para TyC
Sports, que yo dirigía y que trataba sobre historias extrañas
en el fútbol, cuenta Malowicki desde Locarno. Evita capitana
viene de presentarse, con muy buena repercusión, en el festival
que se celebra en esa ciudad suiza, cita obligada para el cine alternativo
e independiente del mundo entero. Estrenada durante el pasado Buenos Aires
Festival de Cine Independiente, la película continuará su
serie de exhibiciones en festivales, en Trieste, Leipzig y Sevilla. Como
parte de la investigación para aquellos micros surgió la
historia de la final del 51, que por sus estrechas relaciones con
la política nos pareció que daba para más. De allí
salió Evita capitana.
En el último trimestre de 1951, tres hechos tenían al país
en vilo. En primer lugar, la inminencia de las elecciones presidenciales,
en las que el general Perón se jugaba la continuidad, tras un primer
sexenio al frente del gobierno. Por otra parte, acababa de difundirse
la noticia de que Eva Perón sufría de cáncer, secreto
a voces que se hacía oficial. Finalmente, el campeonato de fútbol
se acercaba a su definición, en un electrizante cabeza a cabeza
entre Racing, que venía de ganar dos torneos al hilo, y Banfield,
primer equipo chico que lograba llegar hasta esa instancia. Evita capitana
muestra la estrecha, oscura interrelación entre el primero y el
tercero de esos hechos.
Prescindiendo de un relatooff por parte del narrador, son los entrevistados
quienes, con apoyo de material de archivo (desde imágenes de noticiero
hasta diarios y publicaciones de la época), reconstruyen la trama
secreta detrás del partido. Entre los entrevistados hay periodistas
(Rogelio García Lupo, entre ellos), testigos presenciales de los
hechos (el mismísimo Antonio Cafiero, por entonces miembro del
gobierno justicialista) y los protagonistas de aquella final: Ezra Sued
e Inocencio Rastelli, por Racing Club; Gustavo Albella y Héctor
DAngelo, por Banfield. Los testimonios son jugosos y rotundos. Todos
coinciden en algo: hubo apriete oficial. Y fue a dos puntas.
Por un lado, Ramón Cereijo, ministro de Hacienda y fana absoluto
de Racing (Sportivo Cereijo, llamaban a la Academia las hinchadas
rivales), se reunió con los jugadores del club de sus amores (lo
hacía todos los lunes, en el propio ministerio) y les prometió
un cero kilómetro para cada uno, si ganaban. Sospechado de favorecer
a la Academia desde hacía rato, Cereijo tenía por rival
a un peso pesado: Evita, nada menos. Para la primera dama, que un equipo
chico saliera campeón por primera vez conllevaba un
claro mensaje: en la Nueva Argentina, ganaban los pobres. Y se ocupó
de mover los hilos para que así ocurriera.
Filmados en blanco y negro, los fragmentos de ficción mantienen
una fluida continuidad visual con el material de archivo. Echando manos
de grabaciones de la radio y precisas notaciones de época, Malowicki
transmite con fidelidad el aire que se respiraba en la Argentina
de Perón. En cuanto al resultado del campeonato, se mantiene en
suspenso, hasta que llega el gol definitivo. Lo cual le da a Evita capitana
la dosisde intriga propia de un thriller político. Protagonizada
por un joven trabajador peronista injustamente despedido del empleo, la
subtrama ficcional también se resolverá por intervención
de la Abanderada de los Humildes, sirviendo así de contrapunto
a la historia central. Con su resolución, termina por desplegarse
un abanico caracterizado por la intervención estatal en la vida
privada, culto de la personalidad, prebendas y arbitrariedad oficial.
Pero también, por el genuino deseo de darle dignidad al trabajador.
Contradicciones que tal vez sean parte esencial del primer peronismo,
y que la mera división entre leales y gorilas
jamás terminó de resolver.
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