Por Adrián
de Benedictis
San Lorenzo quiere seguir marcando
el rumbo en el fútbol argentino e intenta continuar con su racha
exitosa bajo el mando del chileno Manuel Pellegrini, y ahora parece que
va también en busca del Apertura. Anoche se apropió de la
fiesta que preparaba el ascendido Chicago y le ganó bien marcándole
tres goles en el segundo tiempo, con gran superioridad técnica
y colectiva, y sumando 12 victorias oficiales consecutivas.
Toda la euforia se hizo presente en Caballito luego de 18 años
de espera. Chicago volvió anoche a jugar en la máxima categoría
del fútbol argentino, en medio de un clima de fiesta. A pesar del
frío y la lluvia intermitente que caía sobre el estadio
de Ferro, la tribuna local se vio vestida con el verde y negro que identifica
a todo Mataderos: cerca de 10 mil hinchas de Chicago se dieron cita.
Pero el debut no era sencillo. La presentación era nada menos que
contra el actual campeón, San Lorenzo, que llegó al compromiso
agrandado en lo futbolístico por su buen momento en la Mercosur,
aunque disminuido a partir de la deteriorada relación jugadores-dirigentes,
a raíz de la gran deuda que mantienen con el plantel, uno de los
que no querían dar inicio al Apertura. A la presencia acostumbrada
de Romagnoli, Romeo o Erviti, se sumó el repatriado Acosta, la
presentación de Diego Capria en el fondo, mientras en el banco
esperaban Estévez (determinante en la obtención del Clausura)
y un flamante refuerzo, Luis Medero.
En el inicio, la euforia de Mataderos motivó al equipo conducido
por la dupla Vega-Traverso a pararse en el campo rival; al minuto, Capria
tuvo que salvar de cabeza en la línea, y muchos reclamaron un supuesto
penal de Saja a Christian Gómez, que no pareció infracción.
Chicago peleaba el partido en el medio y ganaban la pelota Martens y Farías,
para que Christian Gómez habilitara tanto a Mandra como a Oscar
Gómez. De todas maneras, el equipo local carecía de profundidad
y solo se acercaba a Saja a través de envíos aéreos.
Por el lado de San Lorenzo, el más claro era Romagnoli: cada vez
que encaraba desde el círculo central, resultaba imparable. Precisamente
la jugada más clara del equipo de Pellegrini nació en sus
pies, cuando sacó un derechazo cruzado que dio en el palo y en
el rebote, increíblemente, Acosta la tiró afuera, con Frangella
vencido.
Cerca del final del primer tiempo, el campeón volvió a tener
una chance: Franco cabeceó desde la derecha y la pelota salió
pegadita al segundo palo de Frangella, luego de que Acosta y Romeo no
alcanzaran a tocarla.
Luego del descanso, San Lorenzo salió más decidido en busca
de la victoria. Con el despliegue de Romagnoli más la colaboración
de Franco por derecha, pudo concretarlo. Precisamente, el correntino marcó
el primer tanto con un cabezazo hacia abajo luego de un centro preciso
de Erviti desde la izquierda.
A partir de ese momento, el campeón visitó con más
frecuencia a Frangella. Primero lo tuvo Acosta de cabeza, y después
Romeo la desperdició por arriba. Entonces, cuando Chicago apuró
en procura de la igualdad y dos veces salvó Diego Capria
de cabeza sobre la raya el experimentado Leo Rodríguez aseguró
el resultado, marcando el 2-0 con un derechazo que se le metió
por arriba al arquero luego de un rebote en un defensor. El partido estaba
terminado cuando Benito, entrando solo por el medio del área chica,
conectó un centro de Erviti para sellar el 3-0.
LANUS
SE REIA AL FINAL PERO...
Central rió mejor
Parecía que a Central
se le escapaba el triunfo sobre la hora, pero el capitán Juan Pizzi
reaccionó y convirtió de zurda el 2-1 definitivo ante Lanús
en el Gigante de Arroyito, en el debut de ambos equipos, que estrenaban
entrenadores, en el Apertura.
Unas 4 mil personas vieron un partido con mucho ritmo y escasa claridad,
como para recordar que los auriazules se quedaron sin Ezequiel González
(transferido a la Fiorentina) y los granates, sin Claudio Sarría
(se acabó el préstamo y tuvo que regresar a Instituto).
Después de un primer tiempo sin goles, en el que predominó
el local, Central hizo valer su ambición y despliegue para ponerse
en ventaja a los 15 del segundo tiempo, una vez que el uruguayo Líber
Vespa completó frente al arco vacío la jugada que prepararon
entre Juan Pizzi y Federico Arias.
De todos modos, el equipo de Juan José López se conformó
demasiado con la exigua ventaja, y ese conformismo exagerado del local
le costó el empate y la angustia.
El 1-1 lo consiguió Diego Bustos a tres minutos del final, en una
de sus corridas vertiginosas, que remató con un disparo exquisito
con la cara externa de su pierna izquierda, al ángulo superior
del segundo palo de Tombolini.
Los rosarinos estaban sumergidos en pleno lamento, y todo hacía
indicar que el equipo de Carlos Aimar se llevaría un punto de Arroyito,
cuando el capitán local Pizzi salvó la situación
al ingresar por detrás de todos para aprovechar un centro pasado
del juvenil Javier Mustafá, lanzarse con la zurda en alto y conectar
al gol el centro que no pudo rechazar Pontiroli.
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