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EXTRAÑOS CASOS DEL FUTBOL ARGENTINO
Separados al jugar

Comizzo y Medina Bello, el Mellizo Gustavo y Guerra pudieron haber compartido la gloria,
pero mientras uno se mantiene en el camino del éxito, el otro vive un presente muy diferente.

Gol de Medina Bello ante Estudiantes, el título de 1990. A los 35 años, el Mencho volvió a jugar... en Dock Sud.

Angel Comizzo volvió al arco de River a los 39 años. Había sido campeón en los �90 y se fue en 1992.

Por Ariel Greco

Siempre se dice que para aprovechar una gran oportunidad, una persona debe estar en el lugar y en el momento indicado. Adecuada al fútbol, la frase podría leerse como estar en el club indicado, con el técnico indicado. En muchos casos, una lesión, un pase no concretado, una elección equivocada o el gusto de un entrenador, pueden incidir en la carrera de un jugador. Así, futbolistas que atravesaron momentos similares en su trayectorias, por distintas circunstancias, viven un presente muy diferente. Acá algunos ejemplos muy notorios.
El caso más paradigmático lo marcan Ramón Medina Bello y Angel David Comizzo. A principios de los ‘90, juntos se convirtieron en puntales del River campeón de Daniel Passarella. Sin embargo, sus salidas fueron bien distintas. Comizzo tuvo que dejar el club por la puerta de atrás luego de que su pelea con Passarella. Para Medina Bello, la despedida cuando emigró a Japón fue con todos los honores. Claro que esa decisión conspiró contra sus posibilidades futbolísticas. En un campeonato de menor nivel, su rendimiento decayó y en su siguiente paso por River apenas si Ramón Díaz le dio alguna chance. Paradójicamente, el mismo técnico ahora propició el retorno de Comizzo, que hoy volverá a atajar en la primera de River los 39 años. Con cuatro menos, Medina Bello tenía previsto debutar ayer en Dock Sud, aunque no lo hizo porque la AFA decidió suspender la fecha de Primera C por la lluvia.
Carlos Bilardo y Mauricio Macri impulsaban en 1996 su sueño faraónico de “Dream Team”. Recomendados por el entrenador, a Boca se incorporaron más de 20 futbolistas, algunos de los cuáles ni siquiera disputaron un amistoso con la camiseta azul y amarilla. En ese grupo estaban Diego Cagna y Christian Dollberg, ambos con un pasado común en Argentinos. La idea de Bilardo era que Cagna fuese el volante central de su equipo. Sin embargo, los flojos rendimientos del ex jugador de Independiente lo relegaron de la titularidad. El reemplazante elegido fue precisamente Dollberg, que en realidad había llegado desde el Colonia de Alemania para jugar como marcador central. A pesar de que el equipo nunca consiguió afianzarse, Dollberg se ganó su lugar entre los titulares. Sin embargo, una grave lesión le quitó todas las posibilidades.
Con el correr del tiempo, mientras Dollberg no podía reponerse de su dolencia, Cagna fue recuperando terreno. Ya con la aparición de Carlos Bianchi como entrenador, se convirtió en el capitán del equipo bicampeón, y luego fue transferido al exterior. Afianzado como una de las figuras en el Villarreal y reestablecido de una fractura de tobillo, ya está listo para iniciar su tercera temporada en España. Muy diferente el curso que tomó la carrera de su ex competidor. Sin chances en Boca, le inició juicio al club por no haberlo incluido en el reparto de premios aunque estaba lesionado, y más tarde tuvo un breve paso por el fútbol griego. Ahora es una de la flamantes incorporaciones de Defensores de Belgrano, que ayer debutó en la B Nacional con un derrota ante Tigre.
Otra historia particular es la que vivieron Cecilio Galeano y Claudio Husain. Cuando el Vélez de Bianchi inició su exitosa excursión internacional, los dos volantes comenzaron a alternar en el torneo local. Buscando continuidad, Galeano se fue a préstamo a Estudiantes, que tenía que disputar el Nacional B, mientras que Husain prefirió quedarse a pelear un lugar en el plantel campeón de América. Ya de vuelta por Liniers, Galeano no encontró oportunidades, aunque alcanzó a completar 30 partidos en la primera del club. En cambio, Husain se convirtió en uno de los pilares de Vélez, y sus actuaciones le valieron la convocatoria a la Selección y la transferencia a Italia, previo paso por River. La realidad hoy los distanció más que nunca: Uno tiene asegurada su segunda temporada en el fútbol europeo y el otro acaba de incorporarse a Laferrère, en la Primera C.
En 1991, Gimnasia consiguió armar una delantera temible que le dio muchas alegrías. De Uruguay llegó Hugo Romeo Guerra, mientras que de lasdivisiones inferiores surgió Guillermo Barros Schelotto. El destino los llevó a los dos, unos años después, a Boca, aunque no volvieron a ser compañeros: El Mellizo apareció como uno de los refuerzos en el ataque justo cuando el uruguayo se desvinculó del club, con su nucazo ante River casi como única jornada de gloria. El presente los encuentra aún más separados. Barros Schelotto sigue siendo uno de los ídolos de Boca luego de ganar dos Copas Libertadores y una Intercontinental. Guerra, en cambio, pasó con su juego por Brown de Arrecifes y en este torneo intentará con sus goles salvar del descenso al Torneo Argentino A a Atlético Tucumán: ayer no pudo convertir ni uno...
Para el zaguero Javier Baena, la chance de ser transferido de Platense a Independiente a principios de los ‘90 fue la más importante de su carrera, aunque finalmente no se concretó. Al año siguiente, Raúl Cascini tuvo la fortuna de acceder a la posibilidad que se le había frustrado a su compañero, dos categorías mayor. Tras una temporada inestable, el préstamo en Estudiantes le devolvió la confianza, y en su vuelta a Independiente, Cascini se transformó en una de las figuras del equipo. La elección de Baena no le fue tan beneficiosa. Pasó por Colo Colo, lo repatrió Mandiyú, estuvo en Banfield y luego continuó en equipos del interior en el Torneo Argentino. En esta temporada, arregló con Excursionistas. Lo de Cascini es más conocido: lo querían de River, casi va al Betis y al final se incorporó a Estudiantes.

 

... Y también al correr

La paradoja no se da sólo en el fútbol: en el automovilismo hay casos parecidos. Pero el más conocido es extremadamente reciente. En 1995, el arrecifeño Norberto Fontana se clasificó campeón de Alemania de Fórmula 3, postergando nada menos que a un piloto local, Ralf Schumacher. El coequiper de Fontana en las últimas carreras era un italiano que estaba aprendiendo, Jarno Trulli. Fontana venció a ambos entonces, pero ayer, mientras Schumacher ocupaba la cuarta posición en la clasificación del Grand Prix de Hungría de F-1, y Trulli quedaba quinto, el argentino apenas si se clasificaba 14º en la carrera de Fórmula 3.000, la antesala de la F1. Fontana había partido 19º, escaló a la 12º posición, pero fue penado con una parada de 10 segundos en los boxes porque algunos de los integrantes de su equipo, el Prost Junior, no se retiraron a tiempo de la grilla de partida, y volvió 20º a la pista. La carrera fue ganada por el inglés Justin Wilson.

 

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