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“MIEDO LOCO MIEDO”, EL NUEVO SHOW DE LOS FABULOSOS CADILLACS
Entre el riesgo y los excesos

El comienzo del ciclo de nueve funciones en un teatro céntrico porteño, dio algunas pistas sobre el futuro sonido, repertorio e intenciones artísticas de una
de las bandas de rock latino más importantes y exitosas del mundo.

Gabriel Fernández Capello, el cantante conocido como Vicentico, de smoking negro y anteojos punk.

Por Esteban Pintos

La evolución misma de las presentaciones de este espectáculo titulado Miedo loco miedo responderá finalmente al interrogante que puede hacerse hoy sobre Los Fabulosos Cadillacs. ¿Hacia dónde van? El saldo de la primera de nueve funciones (ver recuadro), ocurrida en húmedo viernes, deja claros y oscuros. Primer claro: tratándose de una banda que dispone la suficiente batería de hits como para provocar adhesión espontánea y una existencia plácida tocando aquí y allá, concebir un show como éste –tanto como había sucedido con Calavera Experimental Concerto– supone una sana intención de abandonar la sensación de piloto automático que suele aquejar, justamente, a las bandas con batería de hits y todo lo demás. Los Cadillacs han atravesado, en más de quince años de carrera, varias recaídas por el estilo. Sin embargo, algunas veces más torpemente que otras, se han levantado, girado en dirección correcta y finalmente, enderezado el rumbo. Esta parece ser uno de esos momentos, problemas internos que tiene que ver con la condición humana al margen. Con dos nuevos integrantes (Pablo Puntoriero en saxo y flauta, Gustavo Liamgot en teclados y demás), que se agregan a otros dos que hace un tiempo también participan José Bale (percusión) y Juan Pablo Quiroga (coros, también es asistente de escenario), y la noticia del alejamiento de dos miembros originales (Mario Siperman y Daniel Lozano), esta es la versión 2001 de Los Fabulosos Cadillacs con la que se registrará un nuevo disco, el primero luego de roto el vínculo contractual con la multinacional BMG. En este ciclo, además, participa una orquesta de cuerdas. Así las cosas, queda en claro que hay una búsqueda sonora –propia del interés musical de Fernández Capello y Cianciarullo– todavía en desarrollo y de la que tal vez se tengan noticias recién el año que viene.
El gusto por la renovación y el cambio se traduce en adornadas nuevas versiones de las habituales “Gallo rojo”, “Vos sabés”, “Roble”, “Saxo azul”, un puente directo entre “CJ” y “Vasos vacíos” y otras, la elección de un variopinto grupo de compositores de música popular para interpretar (“Sucio y desprolijo” de Pappo, “El cantante” de Rubén Blades, “Grito santiagueño” de Raúl Carnota y “Sus ojos se cerraron” de Carlos Gardel, todas tocadas y cantadas con evidente esmero, y buenos resultado) y los textos recitados por el cantante Gabriel Fernández Capello a manera de pequeños segmentos literarios sobre las canciones mismas. Flavio Cianciarullo, por su parte, presentó sobre el final un tema folklórico propio titulado “Zambita de los buenos sueños”, entusiasta, pero fallido intento de acercarse a la verdadera zamba. Ni su letra ni la interpretación vocal resultaron agraciadas. En este punto, vale la pena detenerse: no siempre estas “aperturas” funcionan. También sucede con algún exceso propio del intento por refinar una canción como “Roble”, bella de por sí.
El exceso en sí mismo es el riesgo de un espectáculo como éste. Hay canciones y arreglos que siempre sonarán mejor como fueron concebidos o como fueron tomando forma con el correr del tiempo, pero no resultan mejores porque una orquesta de cuerdas acompañe y ponga un color distintoal sonido. Con aquellos superclásicos Cadillac ya mencionados, casi que no hace falta nada para mejorarlas. Son buenas canciones y con eso basta. Sucede sí y funciona magníficamente, en cambio, cuando la banda se zambulle enérgicamente en “Sucio y desprolijo”, por ejemplo: hay algo del sonido clásico que combina y aporta cierto dramatismo al desarrollo de una canción así. Históricamente el gusto de los músicos de rock por la presencia de acompañamientos de este tipo ha traído resultados dispares. Por momentos parece, se ve y suena genial. En otros, patentiza repentinos y profundos ataques de ego de los artistas. Otras veces, simplemente pasa desapercibido y nadie le presta atención a no ser por la imponencia visual que de por sí presupone una formación clásica, tocando casi siempre en un nivel superior de escenario, por encima de la banda de rock en cuestión. Es el mismo efecto que causa la aparición de los músicos en escena. casi en penumbras y de riguroso smoking negro (el cantante y sus lentes punk también impactan).
El viernes, la gran ovación que siempre despiertan los Cadillacs en su público fiel de primera función, fue acallándose con el desarrollo instrumental mismo de la canción-relato que dio título a este show. Un monólogo disperso y una contracturada base musical, combinación difícil de sintonizar con fervor tribunero-rockero alguno, lograron silenciar a los chicos que aullaban ahí abajo. Más tarde, ya sobre el final, Fernández Capello –en broma pero no tanto– ordenó “¡callénse!”. Sobre estos dos momentos puede pensarse la respuesta al interrogante inicial. Los Fabulosos Cadillacs, como banda con trabajo en proceso (este Miedo loco miedo parece serlo también), pidiendo a sus miles, tal vez millones de escuchas, un poco de silencio después de tanto ruido durante una década y media. Parece la hora de sentarse y escuchar.

 

Primera noche

Sucedió sobre el final. Primero partió de las primeras filas de la platea, y luego –un rato después, al final de otra canción– desde el medio del mismo sector. El canto “Mario no se va, y Mario no se va”, en alusión al alejamiento del tecladista Mario Siperman, se dejó escuchar y no provocó comentarios de parte de los músicos en escena.
A las anunciadas seis funciones anunciadas (este fin de semana y el próximo), se agregaron otras tres para el viernes 31 de setiembre, sábado 1 y domingo 2 de setiembre. Si se completa la capacidad del teatro durante los próximos shows, serán unas 10.000 personas en total las que hayan presenciado este espectáculo.

 

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