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OPINION
Batalla mediática
por Eduardo Aliverti

El Gobierno y los operadores políticos y periodísticos del establishment -a veces coinciden y otras no� continúan librando una pelea que, por ahora y con algún altibajo, van ganando. Antes aun que gracias a la presencia aplastante que tienen en los medios, vencen porque el conjunto de la sociedad está con miedo. A la pérdida del trabajo o a seguir sin él, a la devaluación, a la inseguridad. Miedo. Y con tanto miedo junto, es virtualmente imposible que no prendan los discursos fáciles y las acusaciones efectistas. La gente, como se le dice ahora al pueblo, se prende casi de lo que venga con tal de que algunas cosas le suenen a solución inmediata. Hay así un campo orégano para que puedan imponer, primero, el objetivo de desviar la atención respecto de los problemas principales; y logrado eso, tratar de influir en el pensamiento popular sobre los temas que instalaron. Pegarle a �la política� es la herramienta madre de esa estrategia de desorientación. Sobre la base cierta del hastío general por tanto inútil y corrupto que anida en la función pública, las bancas parlamentarias y los partidos, el sistema consigue que un comprobado grueso de ciudadanos piense que el país se arregla ajustando sueldos de diputados, senadores y otras especies. No alcanza para que les cierren los números, pero sí para avanzar en la dominación cultural de las mayorías. Y operan tanto con acción como por omisión noticiosa. Se toman de algunos presuntos episodios de corrupción o coacción en la lucha de los piqueteros para desacreditar al fenómeno, que con todas sus carencias y límites expresa como pocos el drama social. Y lo peor, aunque previsible, es el aporte que hacen a esa canallada algunos periodistas que dicen abrevar en el �progresismo�. Tipos que, por ejemplo, privilegian preguntar de dónde sale la plata para pagar los cien pesos de cada micro que traslada a manifestantes. Y que si es por esa lógica nunca preguntan de dónde sale la que se usa para oblar honorarios de 50 mil dólares, por conferencia de hora y media, a supuestos gurúes de las finanzas que los megagrupos dueños de la Argentina traen de afuera, para que les digan que está bien seguir jodiendo a �la gente�. Omiten, en cambio, la orden de Cavallo a la AFIP para reforzar el control impositivo sobre pequeños contribuyentes. O el decreto especial para reformar el PAMI, para cumplir con una de las condiciones del FMI. Es probable que alguna de la data sobre el lavado de dinero meta cierta cuña en este proceso de desviación temática. Sólo probable. Porque pegarle a la política es gratis. Pero agarrársela con los piquetes del establishment, no.


 

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