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Cuestión de fé

Cada día hay ejemplos: símbolos religiosos en las marchas, declaraciones de fe en contextos políticos. Lo religioso en Argentina no es parte de lo privado sino de lo público.
Un fenómeno que se escapó de
los canales institucionales de la Iglesia y está en la calle.


Elisa Carrió es evidente y entusiastamente creyente, y no duda en mezclar religión y política.

Por Fortunato Mallimaci * 
 
Día tras día la prensa nos muestra manifestaciones de lo religioso en la vida cotidiana de los argentinos. Así nos enteramos de declaraciones de líderes religiosos opinando sobre todo tipo de temática �social, política, educativa, sexual, cultural�, múltiples manifestaciones religiosas públicas �marchas, peregrinaciones, actos o celebraciones masivas�, presencia visible de símbolos religiosos en espacios públicos -trenes, oficinas, subterráneos, comisarías, plazas� o expresiones de diversos tipos de personas que explícitamente muestran su adhesión religiosa. Una constatación es evidente: en el país, lo religioso no forma parte sólo de la vida privada, sino que está inserto en la vida pública.

En un contexto de decadencia, pobreza, angustia y pérdida de expectativas, las instituciones cristianas, y en especial la Iglesia, aparecen encabezando el ranking de imagen positiva en casi todas las encuestas como una de las instituciones más creíbles. Es el caso actual de los obispos católicos, que debido a la crisis de representación de los dirigentes políticos y un Estado ausente, pueden funcionar tanto como reguladores del conflicto social o como administradores del descontento. 
Se dibuja así el intento de creación de una nueva identidad católica en una sociedad desencantada. Vemos cómo se diseña institucionalmente un proyecto de compromiso social donde priman las organizaciones cuyo ejemplo típico es Caritas con su �solidaridad asistencial�. El discurso es mayoritariamente de reafirmación de certezas, esto quiere decir que las respuestas a lo social van junto con propuestas culturales y políticas de raíz católica. 
Este discurso vuelve a cobrar fuerza especialmente con el peso creciente en la institución del actual arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, caracterizado históricamente por sus posturas integralistas de derecha y sus relaciones con sectores militaristas. Al mismo tiempo que �denuncia a los ricos� y rinde homenaje a �sacerdotes asesinados� exige educación católica en las escuelas públicas, hace saber a la clase dirigente sus prevenciones acerca de sectores políticos con posturas progresistas, se relaciona con los jerarcas militares para pedir �memoria completa� (y deslegitimar a los organismos de derechos humanos) y trata de impedir los programas de salud reproductiva. 
Por otro lado tenemos la �irrupción extraordinaria, exuberante� de simbología cristiana en el espacio público de la mano de hombres y mujeres alejados o fuera o en conflicto con la órbita institucional y que más allá de sus intenciones son tomados como competidores por quienes históricamente han tenido el control legítimo de los mismos. Tarde o temprano la impugnación puede llegar.
La fuerza carismática .-entendida como cuestionadora, no institucional burocrática, testimonial� de la diputada Elisa Carrió va acompañada en su estética discursiva y gestual con numerosa simbología cristiana y católica. Su enorme crucifijo, sus oraciones, su mención a la Virgen María muestran la fuerza de lo sagrado en dar sentido, pertenencia y credibilidad a su mensaje. Su relación personal, directa y ascética con �lo sagrado y con la verdad� se expresó cuando dio su informe sobre el �estado mafioso� y besó a la cruz para sellar esa garantía de certeza. Refuerza su actitud con el enorme peso simbólico de su adscripción a la larga tradición cristiana anti-institucionalista de los que un autor llamó �cristianos sin Iglesia�.
En el mismo proceso de cuestionamiento institucional pero desde otra lógica debe ser comprendida la presencia del sacerdote Luis Farinello en las próximas elecciones. Que haya sacerdotes en la vida partidaria no es un fenómeno novedoso ni en Argentina ni en América latina (desde la independencia, pasando por la reorganización nacional, el peronismo o la última constituyente de 1995 hay ejemplos de sacerdotes en las Cámaras).Lo innovador es que su presencia en las listas partidarias fue decisión individual y no fruto de una política institucional. Su credibilidad está dada más por su vida y testimonio en el mundo de los pobres que por ser representante de las jerarquías eclesiales. 
Y los ejemplos pueden multiplicarse. Huelgas, piquetes, defensa de los derechos humanos, luchas callejeras y cortes de rutas muestran a un número creciente de mujeres y hombres cristianos que a partir de sus propias convicciones creyentes, de su propia interpretación, lectura y vivencia de los textos sagrados, se suman al cuestionamiento �del modelo�, �del sistema�, �del Dios mercado�. Ven en las acciones que realizan más �la construcción del Reino de Dios en la tierra� o �la fuerza interior que les da sentido a sus vidas� que la subordinación a tal o cual manifestación episcopal. El líder de los desocupados Luis D�Elia y el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel son algunos de los nombres más conocidos. 
Que estas personas tengan un amplio reconocimiento social y que sus convicciones creyentes formen parte tanto de sus motivaciones profundas como de la manera de relacionarse con los otros ciudadanos nos muestra por un lado nuevos tipos de demandas éticas, sagradas, testimoniales, espirituales que hoy se expanden en la sociedad. En momentos de incertidumbres y de crisis de futuro, las diversas certezas creyentes -individuales, comunitarias, emocionales, culturales� ocupan un espacio importante en dar sentido.
Por otro lado nos muestra la dificultad de las instituciones �en este caso la Iglesia Católica� de controlar los dispositivos de adhesión y pertenencia, es decir de monopolizar el discurso y el accionar cristiano. Crece hoy, en un momento de crisis de todo tipo de institución, una tensión cada vez mayor entre los que poseen el poder institucional de nominar, de disciplinar, castigar, premiar y por ende decir este es cristiano y este no lo es, y aquellos que a partir de sus carismas personales y acciones extraordinarias hacen suyo el largo y extenso capital simbólico cristiano fuera de todo control institucional. 
Se abren así, al igual que en otros campos, diversas posibilidades. Desde el punto de vista institucional se puede rechazar aquello que los cuestiona por heterodoxo o ampliar los límites de la pertenencia y para ello crear nuevos espacios integradores o refugiarse en un ghetto con fuertes identidades y enemigos claros esperando �tiempos mejores�. Sin embargo el fuerte proceso de individuación, crítica institucional y recomposición �a la carta� de las creencias se inspira en el aire de la época y de allí su fortaleza y perdurabilidad. Este panorama nos muestra, una vez más, que lo religioso debe analizarse social e históricamente y sin predeterminaciones, como una relación en continuo movimiento con el conjunto de la sociedad. 

* Especialista en Sociología de la religión, decano de la Facultad de Ciencias Sociales.UBA.

 

 

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