Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

KIOSCO12

OPINION
Siete meses de impunidad

por Pablo Slonimsqui y Sergio Widder *

Pasaron más de siete meses de la muerte de Marcelina Meneses y su bebé Josua, que viajaban en un tren metropolitano y a poco de andar aparecieron muertos al costado de las vías. El único testigo que declaró ante la Justicia dijo que un hombre la llamó �boliviana de mierda� y la tiró del tren junto con su hijo. Josua tenía veinte meses; sus padres habían llegado desde Bolivia para vivir en nuestro país. El último día de su vida estaba acompañando a su mamá hasta un hospital y terminó muerto. El vagón en el que viajaban estaba repleto, el hecho fue presenciado por todos los que estaban allí. En apariencia, previamente se había desencadenado una discusión a viva voz en la cual intervinieron varias personas, a raíz de que un pasajero agredió verbalmente a Marcelina con insultos xenófobos y racistas. La ausencia de testigos, o mejor dicho la abundancia de cómplices silenciosos, sirve para impedir que la Justicia esclarezca este hecho horrible. Lamentablemente, hay quienes piensan que los padres de Josua vinieron a nuestro país para quitarnos el trabajo, utilizar nuestros hospitales y apropiarse de cosas que no les pertenecen. Que llegaron para abusar de nuestra generosa hospitalidad. También hay quienes lucran con esta idea y la han transformado en bandera de medios de comunicación masivos. Nosotros, en cambio, estamos orgullosos de que ellos y muchas otras personas hayan visto en nuestro país una posibilidad para progresar y llevar adelante una vida digna. Josua y su mamá no hicieron nada malo. Lo horroroso lo hicieron quien terminó con sus vidas y quienes vieron todo y siguen en silencio. Tan horroroso como lo que realizan quienes desde un micrófono o una revista arengan contra la �invasión silenciosa�. Nos hubiera encantado que Josua creciera, se educara y trabajara codo a codo junto a nosotros y nuestros hijos. Y realmente nos encantaría que no estén nunca más entre nosotros la caterva de cobardes que viajaban en ese vagón del tren. Cuesta creer que tanta miseria entre en tan poco espacio, repugna la idea de que esta muerte también quede impune. Queremos sencillamente que se investigue qué ocurrió con Marcelina y Josua. El riesgo de no profundizar este tipo de investigaciones motivadas por el odio y la intolerancia es enorme. Y afecta no sólo a la persona y a la comunidad perjudicadas, sino a todos aquellos que pretendemos vivir en una sociedad democrática. La ley tiene una función simbólica, en cuanto transmite un mensaje a la sociedad, subraya la gravedad de determinadas conductas y garantiza su prevención y sanción. Si la ley no se aplica en casos concretos, todo el mensaje se vuelve en contra y nuestra expectativa de vivir en un marco de respeto y tolerancia se desvanece. Los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA parecen demostrar que en Argentina es legítimo matar judíos por el sólo hecho de ser judíos. Los innumerables casos de gatillo fácil parecen demostrar que en Argentina se puede matar jóvenes por el sólo hecho de ser jóvenes. Las muertes de Marcelina y Josua parecen demostrar que en Argentina se puede matar bolivianos por el sólo hecho de ser bolivianos.
¿Quién será la próxima víctima?

* Representantes del Centro Simon Wiesenthal


 

PRINCIPAL