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OPINION
Insensibilidad e indiferencia
Por Daniel Muchnik,León Rozitchner
y Herman Schiller

En medio de un modelo exterminador de ajuste, miseria y exclusión impuesto por los centros hegemónicos de la economía mundial e implementado por sus subordinados locales, acabamos de asistir a un espectáculo perverso. Por ser impulsado por los nuestros, nos duele y nos subleva mucho más: una denominada Asociación Amigos de la Universidad de Tel Aviv, que no tiene demasiados contactos con la colectividad judía real, reunió en uno de los principales hoteles de Buenos Aires a más de 400 personas para ovacionar nada menos que a Ricardo López Murphy, el hombre con bigote y voz de militar, ex ministro de Defensa y por pocas horas ministro de Economía. El que a mediados de marzo de este año, cuando planteó un paquete de medias de fundamentalismo ultraliberal, debió renunciar de inmediato ante el rechazo activo de la inmensa mayoría de la sociedad. Nos comunicamos con estudiantes de esa casa estudios de Tel Aviv que actúan en grupos con una acendrada vocación en favor de la paz entre Palestina e Israel. Estos jóvenes, indignados, repudiaron esa iniquidad. �Nosotros nos solidarizamos con los trabajadores y desocupados de la Argentina. Y, como sucediera en Seattle, en Davos, en Génova y en tantos otros lugares del mundo, también los estudiantes israelíes protestamos por el avance del horror económico globalizado�, nos subrayaron desde allá y sin pelos en la lengua. Banqueros y financistas a contramano de la historia, obnubilados por la priorización de sus intereses económicos, que aplaudieron la apología realizada por López Murphy al ajustazo que hoy implementa aún más su sucesor, Domingo Felipe Cavallo, no parecen haber tomado nota que también la comunidad judía es parte del país que sufre la desesperación y las consecuencias del modelo. Según fuentes del Departamento de Acción Social de la AMIA, que todos los días atiende los reclamos de los desocupados e indigentes, por lo menos el veinticinco por ciento de la comunidad judía local está hoy por debajo del nivel de pobreza. En algunos lugares, como la Comunidad Bet El (cuyos rabinos compartieron el corte de ruta con los piqueteros de Cutral-Có); las numerosas filiales de Jabad o los propios Comedores Populares Israelitas de la calle Valentín Gómez, centenares de judíos pauperizados se agolpan para obtener por lo menos un plato de comida caliente por día. La historia de la humanidad es la historia de la lucha entre opresores y oprimidos, y entre los que lucran y los que sufren. Y es cierto que, dentro del seno del judaísmo, esa lucha también tiene un intenso desarrollo: no nos debe llamar la atención la posición antipopular de los sectores más ligados a la patria financiera. Pero esta muestra de insensibilidad e indiferencia que acaba de revelar la Asociación Amigos de la Universidad de Tel Aviv, sobrepasa todos los límites.


 

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