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SUBRAYADO
El otro Dios que falló
por Claudio Uriarte

Diez años después, el principio del fin de la Unión Soviética se ve como una desgracia para casi todo el mundo: Rusia vive peor que antes, y parte de su antigua zona de influencia fue arrasada por guerras y limpiezas étnicas; para Europa Occidental, la desaparición de un Enemigo tan compacto y polarizante supuso la entrada a un mundo infinitamente más complejo; la socialdemocracia, ante la evaporación del peligro revolucionario, perdió margen de maniobra; los movimientos socialistas perdieron referente internacional, y el Tercer Mundo perdió la palanca que le permitía maniobrar entre los bloques. Solamente un actor sigue beneficiándose de ese colapso, y ese actor es Estados Unidos.
La desaparición del Enemigo liberó a Washington de casi toda limitación importante, posibilitándole ejercer a pleno el poder unipolar para el que su ventaja tecnológica ya lo capacitaba. El fin de un bloque opuesto bastante monolítico le permitió ignorar las diferencias de opinión con unos aliados europeos cuya contribución financiera y militar a la defensa transatlántica común siempre fue, en cualquier caso, despreciable. Y a medida que el Tercer Mundo debía ceder al monopolio programático neoliberal, y se resignificaba bajo el púdico vocablo de �mercados emergentes�, su vieja capacidad de regateo colapsaba ante el poder incontestable de las tormentas financieras de la globalización. Para la sociedad norteamericana, además, la nueva libertad de acción irrestricta venía acompañada de los halagadores espejos de Narciso que volvían a permitirle reincidir �y ahora con más razón que nunca� en su periódico vicio de considerarse la cúspide y el cenit de la civilización: todo el mundo admitía su error y aspiraba a replicar el sueño americano; ¿qué más se podía pedir? La confusión conceptual de Occidente con el Lejano Oeste nunca fue tan dominante ni generalizada.
Hoy, no sólo el espejismo tiende a desvanecerse, sino que la administración Bush presenta una versión casi caricaturesca de las desventajas del modelo unipolar para el resto del mundo: repudio al protocolo mediambientalista de Kyoto, a la prohibición de tests nucleares, las armas químicas y biológicas, los misiles antimisiles y la militarización del espacio, y al Tribunal Penal Internacional. En este contexto, la nueva realpolitik nacionalista del presidente ruso Vladimir Putin puede carecer de romanticismo, pero también puede ser a largo plazo un factor de contrabalance al Dios capitalista que falló.


 

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