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ORDENAN QUE NO SE DESALOJE A 350 FAMILIAS QUE VIVEN EN HOTELES
Hospedados bajo el amparo judicial

Unas 7500 personas sin vivienda viven en hoteles pagados por la ciudad. Ante el anuncio de que el beneficio termina en noviembre, unas 350 familias lograron amparos de la Justicia. El gobierno porteño asegura que no habrá desalojos.


En el hotel Brisas, en Constitución, se alojan unas 60 personas que trasformaron su cuarto en casa.
�Nada se nos anticipó respecto del plazo de duración del alojamiento�, se quejan los beneficiarios.

Por Alejandra Dandan

El hotel Brisas está en Constitución, a unas cuadras de la estación. Allí se alojan unas 60 personas que trasformaron su cuarto en casa. Son parte de una población que crece en Buenos Aires empujada por la crisis. Son los nuevos sin techo, convertidos desde hace meses en un virtual pueblo que se fue instalando dentro de las estructuras de los hoteles de más baja categoría de la ciudad. Este nuevo pueblo tiene 7500 personas, apretadas en cuartos sin baños ni cocinas. Están ahí porque la alternativa es la calle. Ahora están en estado de alerta: el gobierno de la ciudad les anunció que en noviembre suspenderían los programas de asistencia y ellos, creen, quedarán otra vez en la calle. Ocho jueces de los Tribunales porteños acaban de otorgar un recurso de amparo a 350 familias de las 600 que se presentaron para pedir la medida. Página/12 tuvo acceso a las sentencias que obligan a la Secretaría de Promoción Social a �no innovar� hasta resolver en forma particular los problemas de vivienda. Desde el Gobierno aseguran ahora que todo fue una �mala interpretación� y prometen que no habrá recortes para estos nuevos sin techo y que no serán dejados en la calle.
La situación de los sin techo parece desbordar las estructuras de asistencia que hasta aquí tenía el gobierno porteño. Mientras en los tribunales administrativos de Avenida de Mayo al 700 todas las mañanas se congregan colas de los perseguidos por el fantasma del desalojo, la Secretaría de Promoción teje alternativas para reordenar una situación que pasó de ser emergencia a consolidarse.
Desde hace dos años, los porteños sin vivienda pasaron de 2000 a 9600 personas. Hasta julio fueron asistidos por el Programa de Emergencia Habitacional, desde donde se canalizaron fondos para ubicarlos en hoteles, casas propias y casas asistidas por ONG. En julio, los 7500 habitantes de los hoteles recibieron una noticia. Fueron convocados al polideportivo Martín Fierro: les anunciaron que en noviembre deberían abandonar los hoteles. A partir de esa fecha el gobierno no pagaría más sus estadías. Ellos tenían dos opciones: aceptar un subsidio rápido de 1200 pesos y abandonar antes de cinco días el hotel o buscar nuevo albergue con un cuota reducida prácticamente a la mitad.
El gobierno trabaja con una red de 90 hoteles de las categorías más bajas: D y E. El contrato se hizo en febrero en base a una convocatoria de Promoción Social para transparentar el pago del servicio. Por cada pasajero, el hotel le cobra a la Secretaría 4,5 pesos por día y este parámetro fue cotejado con el entregado por idéntico servicio al Ejército de Salvación. �Nuestro referente objetivo fue ése: nos cobran 4 pesos sin sopa y 5,5 con comida�, explicó Daniel Figueroa, el secretario de Promoción Social. La ombudsman porteña, Alicia Oliveira, le cuestionó el costo pagado por hoteles y cuartos donde suele vivir una familia completa, de cinco o seis personas, en condiciones de hacinamiento y pésima higiene. Esos 4,5 pesos por día se convierten en 135 por mes por persona y unos 675 pesos por una familia como las alojadas allí: con cuatro o cinco chicos en promedio.
Estos datos fueron algunos de los relevados por la Defensoría de la Ciudad en una investigación donde rastreó buena parte de los hoteles. �Estas sumas egresan mensualmente del erario público al solo fin de hacinar a familias numerosas, albergándolas en piezas habilitadas a lo sumo para dos personas que no presentan la superficie mínima requerida por la legislación vigente�, indica en las primeras líneas la defensora Alicia Oliveira, entre los considerandos de la resolución 1510/01. Entre otros datos, Oliveira denunció la existencia de filtraciones, humedad y escasas condiciones de higiene en un listado de hoteles entre los que detectó uno, en Carlos Calvo 581, habilitado como �carnicería, verdulería y fiambrería�. Para Figueroa, la denuncia es �por lo menos, desacertada�. El desacierto para el funcionario tiene que ver con la lógica de los convenios y la población asistida: �No pueden alquilar porque no tienen garantías ni dinero para el depósito: nadie los quiere alojar�, argumentó y además recordó que el sistema de hoteles, �por una cuestión de mercado, es más caro: ofrece plazas disponibles siempre. Y son las que necesita el gobierno para resolver las emergencias.�
El nudo de la decisión de Promoción Social tiene que ver con que los programas fueron pensados para resolver situaciones de emergencia y ahora, explican, se encuentran con una población que se ha establecido. Para alguna gente, la situación es distinta: �Nada se nos anticipó respecto del plazo de duración del alojamiento�, explicaron en uno de los amparos presentados por el defensor oficial Fernando Lodeiro ante Patricia López Vergara, una de las jueces que otorgó el amparo. �Si bien todos entendemos necesario superar la situación de emergencia en la que nos hallamos -continúan� tal circunstancia puede considerarse prematura ya que su situación de ingresos, empleo e integración social sigue siendo de acentuada precariedad�.
La jueza Vergara evaluó �el riesgo para la salud y dignidad humana y daño ostensible que significa una alteración en la situación imperante al presente momento� para darle curso al amparo del núcleo de peticionantes que llegaron desde el hotel Brisas con 24 chicos. Además de Vergara, existen fallos de Roberto Gallardo, de Guillermo Treacy y Germán Rodríguez Gauna entre otros jueces. En diálogo con este diario, el secretario Figueroa aseguró en tanto que los programas seguirán vigentes hasta diciembre y que a partir del año que viene los beneficiarios serán asistidos de acuerdo al presupuesto que se vote en la Legislatura.

Las cifras del programa

Una de las encuestas relevadas por la Secretaría de Promoción Social entre los habitantes de hoteles da cuenta de una radiografía precisa de esta nueva población urbana.
El 71,75 por ciento vivía en la ciudad y 12,04 en el Gran Buenos Aires; el 3,81 llegó del interior y 0,36 por ciento del extranjero.
El 32,73 por ciento ingresó por desalojo, el 29,89 por ciento por no poder pagar un alquiler.
El 42,83 lleva entre días y seis meses alojado en hoteles, el 27,34 entre 7 y 12 meses y existe un 4,72 por ciento con más de dos años de albergue ahí.
El 37,93 por ciento imagina su salida comprando un departamento con crédito individual de la Cooperativa Municipal de la Vivienda, el 2,30 por ciento lo imagina volviendo a su provincia de origen, el 7,50 prefiere alquilar un departamento, el 5,99 comprando una casa con un crédito grupal.
El 16,22 por ciento está desocupado, el 8,28 tiene trabajo permanente, el 12,95 trabaja temporariamente y el 29,36 está inactivo.

Una habitación por familia

La dirección para dar con los dos chicos incluidos en una lista inmensa de pedidos de amparo está en Constitución: Pedro Echagüe 1521, Hotel Las Brisas, dice el fallo judicial. Adentro, alguien invita a consultar con Luis, el encargado. Será Luis a partir de ahora la única puerta de acceso habilitada por Marcelo Romero, el dueño de ese edificio convertido hace año y medio en uno de los hoteles porteños que trabaja con un mercado cautivo: los sin casas capaces de dejar, por cuarto, una suma de entre 300 y 800 pesos al mes. El dueño no aparece en el hotel, pero estará presente en todo el recorrido a través de una insistente línea de teléfono. No quiere que Página/12 entre al cuarto de los nenes ni de los papás que firmaron un reclamo ante la Justicia para evitar que los dejen en la calle. Entre ellos está Antonia Lidia Josurán y sus hijos, Marcelo y Daniel Caballero. Todos están bajo el programa de Emergencia Habitacional desde que perdieron un terreno fiscal y desde que, mucho antes, llegaron a Buenos Aires escapando de la falta de trabajo y de buenas escuelas, dice Antonia, en Corrientes. Viven ahí como la mayoría, en un sólo cuarto, los tres. Pero están con un techo, aunque no saben muy bien hasta cuándo ni por qué los quieren sacar. Lo único que dice Antonia una y otra vez es que en la casa de Marcelo están muy bien y además, por suerte, no están en la calle y tienen techo, y agua caliente, también.


La vida en un hotel

Es el mismo hotel Las Brisas, pero ahora en la planta alta: el único cuarto donde este diario pudo pasar. Claudia está ahí adentro, con una hilera larguísima y en miniatura: Brian que está enojadísimo con su mamá por unas sandalias, José Luis, de 7, apenas bañado, José María que juega con sus dos años arriba de una de las dos cuchetas y Lucas, de 16 meses, que sonríe todo el tiempo a upa de su mamá. Pero todavía faltan dos más, Yamila, de pelo larguísimo, de ocho años, y al final Darío, de diez: �El papá de todos�, dice ahora Claudia. Tal vez porque desde su cama se levanta muy temprano, a las seis, para hacerse lugar entre las hornallas de la cocina colectiva usada por todo el hotel. Ahí Darío hace tostadas calientes para todos y mate amargo, cuando no hay azúcar, para mamá. Llegaron justo antes de quedarse en la calle. Claudia quedó viuda y pagaron el alquiler hasta que un día terminaron vendiendo los muebles. Siguieron días de hotel y un desalojo, a continuación un socorro de Promoción Social para familias sin techo. Ahora también ella quiere quedarse aquí, en el hotel, aun cuando sabe que con los 864 pesos que paga el gobierno por su cuarto, sus nenes podrían tener un cuarto casi para cada uno. 

 

 

 

 

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