Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Liliana Bodoc: �Es lindo pensar que la
literatura tiene poderes curativos�

La escritora mendocina cuenta la génesis de la novela �Los días del venado�, premio a la mejor obra del año de la Fundación El Libro.

 

�Ocurrió hace tantas edades que no queda de ella ni el eco del recuerdo del eco del
recuerdo. Ningún vestigio sobre estos sucesos ha conseguido permanecer. Y  aun cuando pudieran adentrarse en cuevas sepultadas bajo nuevas civilizaciones, nada encontrarían. Lo que voy a relatar sucedió en un tiempo lejanísimo, cuando los continentes tenían otra forma y los ríos tenían otro curso.
Entonces, las horas de las Criaturas pasaban lentas, los brujos de la tierra recorrían las montañas Maduinas buscando hierbas salutíferas y todavía resultaba sencillo ver a los Lulus, en las largas noches de las islas del sur, bailando alrededor de sus colas. He venido a dejar memoria de una grande y terrible batalla. Acaso una de las más grandes y terribles que se libraron contra las fuerzas del Odio Eterno.�
 


Liliana Bodoc es mendocina y trabaja como profesora de literatura.
�Yo me curo el hígado con una oda de Pablo Neruda�, garantiza.

 Por Verónica Abdala 

 
Así se inicia Los días del Venado, la primera novela de la mendocina Liliana Bodoc, una auténtica sorpresa de la actual temporada editorial argentina. Los días... es un relato épico en que confluyen tres elementos sorprendentes:
1) Una poderosa cuota de imaginación, que enfrenta al bien y al mal con encarnizada virulencia, en un territorio irreal, como salido del imaginario de Tolkien.
2) Un intento por arrastrar al lector hacia territorios en que reina la magia, habitados por seres extraordinarios, como en la saga de los relatos de Harry Potter.
3) Una cualidad que funda una distancia con la tradición épica internacional: la recuperación de elementos de las culturas precolombinas, con especial énfasis en la tradición mapuche y de los chamanes mexicanos, para los personajes positivos (que se pasean por la narración con nombres como Dulkancellin, Piukemán, Wilkilén).
La novela, que inauguró la Colección Otros Mundos, de Editorial Norma, y ganó el premio a la mejor novela del 2000 de la Fundación El Libro, que organiza la Feria del Libro, tendrá su continuación en un segundo y un tercer tomos, como El señor de los anillos. Una orgullosa revista mendocina hasta llegó a imaginar que con Los días del venado podría darse en la lengua española un fenómeno de ventas comparable al que originó la escocesa J.H. Rowling, con las aventuras de su personaje Harry Potter, traducidas ya a 28 idiomas. El editor de literatura juvenil de Norma, Antonio Santana, subraya que la editorial apunta a un fenómeno de �ventas sostenidas durante no menos de veinte años�. La autora, que creció leyendo a Lewis Carroll, Robert Louis Stevenson y Jack London, tiene dos hijos, y se gana la vida dictando clases de Letras en colegios de su provincia, asegura que la literatura tiene poderes curativos. �Sin ir más lejos, yo me curo el hígado con una oda de Neruda�, explica. Bodoc se siente halagada por las comparaciones, aunque teme quedar presa de algunas probables semejanzas.
�Leí mucho a Tolkien, y agradezco los cumplidos de la crítica respecto de las posibles coincidencias. Pero me importa marcar que nuestros imaginarios son casi antagónicos. Nos emparienta en género, la novela épica y mágica, esta intención de crear universos completos, autónomos, con sus culturas, sus tradiciones, su historia y sus lenguas. Pero mientras él refleja un ideario propio del norte de Europa, yo parto y llego a la historia de las culturas de nuestro continente, sobre todo en la época de la Conquista. También diferimos en el tratamiento de los personajes. A mí me interesaba quebrar el hermetismo de algunos personajes épicos clásicos, y enfatizar los matices, la ambigüedad y la psicología, Cucub, por ejemplo, termina siendo un héroe, pero nunca deja de sentir miedo�, cuenta Bodoc. La creación de este mundo fue un proceso arduo: luego de la investigación escribió ininterrumpidamente durante dos años, entre diarios de Cristóbal Colón, cartas de Hernán Cortés, y pesados tomos de historia, mitología y antropología que le servían como referencia y guía. �Estudié también el Popol Vuh, y todos los libros que explican elPopol Vuh�, agrega con humor mientras ceba un mate en la casa que habita en las afueras de la ciudad de Mendoza. 
�¿Por qué optó por remitir la acción y las características de algunos personajes a la historia de las culturas precolombinas?
�Además de porque es lo que más conozco y más quiero, porque supongo que quise rescatar las ideas fundamentales o pilares de estas culturas, que están absolutamente vigentes. Una que es clave, es el principio de la no propiedad. El que no es dueño de la tierra, como dice Eduardo Galeano, no es dueño de los otros. Para los antiguos habitantes de nuestro continente, tampoco había división entre el ser humano y el entorno. El indígena tenía la idea de que ellos pertenecían, eran parte de la naturaleza, y no los propietarios de esto o aquello. Hay una hermandad entre el hombre y el medio. Y eso sienten también mis personajes.
�Su relato puede ser leído como una metáfora de la eterna batalla entre el bien y el mal, que aparentemente nunca se define. Y que, incluso, no se agota en los arquetipos que la encarnan sino que puede invadir a uno u otro personaje.
�La idea de una batalla que posiblemente nunca terminará de definirse, ¿no? Al respecto, me interesó centrar puntualmente en nuestro continente, en la época de la Conquista, como dije, aunque indirectamente. Aunque no pretende ser una denuncia ni mucho menos. Más bien les temo a las lecturas ideológicas por el estilo. Diría que mi novela es la historia de una gesta colectiva. La gesta de una serie de pueblos moviéndose para libar una batalla histórica.
�¿Cómo define la magia, y qué lugar le da a ese elemento en el relato?
�Yo entiendo la magia como una forma amorosa de relacionarse con el entorno: saber que uno es parte, no dueño. Saber que el hombre básico es el que todavía tiene la capacidad de comprender el idioma y los códigos de la naturaleza. Perder la magia es no comprender eso que comprendían las culturas más primitivas. Y que también es un modo de conocer, que no se opone a la ciencia. Esa idea fue el motor de este relato.
�¿Escribió pensando en la publicación?
�No, estoy sorprendida y agradecida por todo lo que me está pasando. Y para mí es más que suficiente. Con respecto a las expectativas editoriales, no es mi tema: si esperan encontrar en mí a una suerte de Tolkien argentina, pueden esperar sentados. Mi único propósito es seguir divirtiéndome en la creación de historias.

 

 

PRINCIPAL