Nos
están embruteciendo
Por Mempo Giardinelli *
|
|
Hace 15 años decía
Juan Filloy que los argentinos utilizamos solamente entre 800 y 1200 vocablos
de una lengua cuya riqueza es de más de 70.000 palabras. Hoy el
lenguaje coloquial de los argentinos se ha empobrecido aún más,
hasta límites casi de incomunicación. Lo vemos en la calle
y las escuelas, y en las clases dirigentes, que cuando dicen unas cosas
en realidad se refieren a otras. Y no me refiero solamente a las dirigencias
políticas hoy tan devaluadas moda que no comparto sino
también a las sectoriales: los dirigentes sindicales, empresariales,
militares, deportivos e incluso confesionales, hoy en día hablan
con pésimo, pobrísimo lenguaje. Uno pensaría que
hay que perdonarlos, bíblicamente, porque no saben lo que dicen.
Pero no es tan fácil cuando las consecuencias del eufemismo y la
corrupción del lenguaje no son otra cosa que disfraces de la corrupción
lisa y llana.
Ya nos han robado casi todo el patrimonio colectivo y sabemos que vienen
por más: les falta robarnos el Banco Nación, el cobro de
impuestos, las jubilaciones y lo que queda de la salud pública.
Nos están embruteciendo la República, y debemos resistir.
Pero para resistir hay que saber, en primer lugar, que es posible y es
urgente cambiar. Y sí es posible y es urgente hacer una revolución
dentro de la democracia y la Constitución, convencidamente no violenta
y basada en el saber y el conocimiento.
Los aquí reunidos, militantes de la causa del libro y la lectura,
sabemos que afuera está triunfando el bestiario. Pero si en las
calles los chicos y chicas se suicidan lentamente con cerveza y porros
y cocaína, eso no es, para nosotros, un asunto de ellos.
Esos son asuntos completamente nuestros y el libro puede y debe ser nuestro
instrumento. Una buena novela de Verne o una de Soriano; un poema de Veiravé
o de Orozco; un ensayo de Fracchia o de Sarlo; un cuento de Angélica,
Isidoro o Cortázar siempre proveerán salud mental y dejarán
mal parados a burros y necios.
Trabajamos para volver a la amistad superior de la inteligencia y el libro.
Para que los maestros puedan preocuparse por el diccionario y los diarios,
antes que por puntajes y presentismos. Para ayudarlos a sacudirse la dictadura
de los burócratas que quieren puntos antes que conocimiento. Porque
más allá de la perversidad del sistema y de esta crisis
maldita que padecemos, y que nos enfurece y agobia, la primera misión
del maestro es estar por encima de la circunstancia. El maestro tiene
la obligación de saber mirar más allá y por encima
del momento presente, aunque el presente lo desespere. El maestro no debe
quedarse en el instante, sino que tiene la obligación de pensar
en el futuro, del que es custodio. El maestro jamás debe contribuir
al pánico generalizado; al contrario, debe contribuir a calmar
los ánimos. El maestro debe trabajar siempre por la razón
y no fogonear la confusión. Y para la razón y el entendimiento,
para aclarar y para orientar, para eso están los libros.
La emergencia de la lectura es todo uno con el país en emergencia
que es la Argentina de hoy. Por eso celebro que nos hayan hecho el honor
de venir hoy aquí el ministro de Educación de la Nación
y el gobernador del Chaco, junto con otras autoridades, y no voy a dejar
pasar la oportunidad de decirles: me distinguen con su reconocimiento
personal y nos honran a todos haciéndose presentes aquí.
Pero deben saber también, y dicho sea con todo respeto, que los
que organizamos este Foro y los miles que nos reunimos aquí todos
los años, mayoritariamente no compartimos el rumbo político-económico
que se le está imprimiendo en estos días a la gestión
del Estado. Muchos de nosotros recordamos los tiempos en que el Estado
argentino fundaba escuelas y uniformaba con guardapolvos blancos a niñas
y niños de todo el país, cualesquiera fuesen sus orígenes
y condiciones sociales; cuando los maestros eran respetados referentes
sociales y podían vivir dignamente de sus salarios; y cuando el
orgullo consistía en ir a la escuela pública, que era la
que daba la mejor educación porque solamente los burros, los repitentes
y los hijos de ricos pero vagos iban a las escuelas privadas.
Por el retorno de todo eso luchamos y queremoscomprometerlos a ustedes,
que tienen la máxima responsabilidad educativa de la República
y la máxima de esta provincia.
Aquella educación pública gratuita, solidaria, igualadora,
no racista, no clasista y que enseñaba a pensar, a cuestionar y
a tener criterio: eso es lo que queremos recuperar y un día de
estos vamos a recuperar, y yo deseo en mi corazón que en esas recuperaciones
estén ustedes con nosotros, en esta vereda y con esta convicción.
Porque nosotros sabemos que si nuestro pueblo no cultiva la memoria y
no lee, su seguro destino será más ignorancia y peor calidad
de vida.
La Argentina está prácticamente en quiebra y sabemos que
los tiempos que se avecinan serán durísimos. Pero decir
esto no es ser pesimista, sino todo lo contrario: porque el optimismo,
el verdadero y sano optimismo sólo puede construirse a partir de
la verdad. La misma con la que destruimos la perversidad de dictadores
y torturadores; la misma que nos enseñaron a reclamar las Madres
y Abuelas de Plaza de Mayo y la misma que enseñan todavía
miles de docentes en todo el país a despecho de esta crisis feroz.
Por eso no bajamos los brazos y nos reunimos todos los años aquí,
en este Foro y en esta ciudad de nombre emblemático: Resistencia.
* Síntesis del discurso de inauguración del 6º Foro
Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura, realizado en Chaco
el último fin de semana, organizado por el Centro de Altos Estudios
Literarios y Sociales Chaco (Caelys) y con la presencia de más
de mil participantes.
REP
|