Después de pasar el feriado
en un club privado, jugando a las cartas y charlando con un grupo de amigos,
un empresario textil de 78 años, tío del médico personal
del ex presidente Carlos Menem y propietario de una conocida casa de ropa
femenina, fue secuestrado en el partido de San Martín por tres
encapuchados que lo obligaron a bajar de su auto y lo subieron por la
fuerza a otro vehículo. El suceso ocurrió en la noche del
lunes y los captores del empresario Abraham Awada se comunicaron horas
después con la familia para exigir el pago de una recompensa de
300 mil pesos. Sadi Awada, hermana de la víctima, eludió
referirse al rescate -confirmado por las fuentes policiales y se
limitó a rechazar toda connotación política. El
no está metido en política y sólo se dedica a su
trabajo, sostuvo la mujer. El caso tiene una dramática coincidencia:
ocurrió en la misma zona en que desapareció hace casi 13
años Rodolfo Clutterbuck, de quien nunca más se tuvo información.
Abraham Awada es tío de Alejandro Tfeli, el médico de cabecera
de Menem, y su última actividad fue disfrutar del descanso del
lunes en la sede del Golf Club de San Andrés, del que es socio,
y lo secuestraron a poco de salir de ese lugar, en la esquina de Ayacucho
y Rivadavia, en San Martín. El 16 de octubre de 1988, Clutterbuck
fue secuestrado cuando se dirigía, desde su domicilio, hacia el
mismo club.
Un testigo dijo que los secuestradores, que se movilizaban en un Ford
Escort, era tres, estaban encapuchados y con armas de puño. Awada,
que estaba solo, se movilizaba en un Mazda patente BQS-085, según
informó el jefe de la Delegación Departamental de Investigaciones
de San Martín, comisario Pablo López. La causa recayó
al principio en el fiscal de San Martín Hernán Córdoba,
pero luego pasó al fuero federal. El fiscal, en definitiva, es
Jorge Sica, lo que confirma que se trata de un secuestro con fines extorsivos.
Sica eludió dar información porque ahora lo importante
es preservar la vida de una persona.
Se supo que el coche de Awada fue interceptado cuando circulaba por la
calle Ayacucho, hacia su casa, en la Capital Federal. El otro vehículo
se le cruzó en el camino. Los captores lo golpearon había
algunas manchas de sangre en el auto de Awada, que fue abandonado en el
lugar y en pocos minutos escaparon en un Ford Escort gris modelo
familiar. Awada, al tratar de escapar, habría realizado una brusca
maniobra con su automóvil, que estuvo a punto de chocar, ya que
se subió a la vereda. A las 3 de la mañana de ayer, los
familiares de Awada recibieron el primer llamado para pedir el rescate.
El caso está siendo investigado por un grupo de efectivos de la
Jefatura Departamental de San Martín al mando del comisario inspector
Dante Orizio.
Awada, destacado miembro de la colectividad árabe, está
separado de su esposa y tiene cinco hijos, entre ellos el actor Alejandro
Awada, quien alcanzó popularidad hace unos años, en el ciclo
Verdad/Consecuencia producido por Adrián Suar. Alejandro
Awada interpretaba a un paciente psiquiátrico, hincha de Racing,
que protagonizó algunos de los capítulos más recordados
del exitoso programa. Otro de los hijos es dueño de la casa de
ropa infantil Cheeky, que tiene sucursales en las más importantes
ciudades del país.
El empresario Awada vive actualmente en un lujoso departamento del barrio
porteño de Palermo y es dueño de dos locales de venta de
ropa de la firma Awada, precisamente en los shoppings Patio
Bullrich, Alto Palermo y Paseo Alcorta. Sadi Awada, hermana del empresario
secuestrado, negó haber mantenido algún contacto telefónico
con los autores del hecho. Aclaró que su hermano nunca había
recibido amenazas y rechazó toda vinculación con la actividad
política. Ayer, apenas se conoció la noticia, Alejandro
Tfeli, el médico de Menem, se acercó a la fiscalía
que investiga el caso, pero se retiró sin hacer declaraciones a
la prensa.
PIDEN
ENTRE 5 Y 6 AÑOS PARA POLICIAS ACUSADOS
La
extorsión se paga muy cara
Por C. R.
Privación ilegal de la
libertad, apremios ilegales y extorsión son los delitos por los
cuales podrían ser condenados cinco miembros de la Policía
Federal acusados por el comerciante Desiderio Meza, a quien presionaron
para que les pagara, para empezar, la suma de 2000 pesos en
efectivo, bajo amenaza de formarle una falsa causa por tenencia de armas
de guerra. En el juicio oral, tanto las abogadas de Meza como el fiscal
José Chakass coincidieron en que los acusados deben recibir condena,
pero reclamaron montos muy diferentes: mientras el titular del ministerio
público solicitó penas de seis y cinco años, las
querellantes pidieron de 13 a 15 años y seis meses. La pretensión
de la querella es una barbaridad, protestó el abogado Roberto
Schlagel, ex secretario del juzgado federal de Dolores a cargo de Hernán
Bernasconi, quien defiende a dos de los acusados, en su reaparición
en las audiencias públicas luego de purgar él una condena
acusado de armarle una causa falsa al ex futbolista Alberto
Tarantini.
El fiscal Chakass consideró entre los principales responsables
al subcomisario Edgardo Cejas, quien en abril de 2000, cuando ocurrieron
los hechos, era el titular de la comisaría 30ª de Barracas.
Para Cejas pidió seis años, la misma condena que para el
principal Mario Machado, el cabo primero Roque Mona y el cabo Jorge Fernández,
todos miembros de la brigada de la seccional. Para el otro imputado, el
sargento Domingo Castiglione, la pena requerida es de cinco años
de prisión. La fiscalía consideró probado que Machado
golpeó en el rostro y en la nuca a Meza para reclamarle el pago
de una colaboración dineraria y que Cejas llegó
a advertir sobre las consecuencias que podrían sufrir
los hijos del comerciante, si el dinero no era aportado en un plazo perentorio.
El sub te quería en la taquería,
fue una de las frases citadas por las querellantes, María del Carmen
Verdú y Andrea Sajnovsky, y por el fiscal para incriminar a Cejas.
La frase quedó grabada, en boca de uno de sus subordinados, en
una cinta que aportó el Canal 13, que facilitó a Meza una
cámara oculta para dejar en evidencia a los policías. La
cinta pudo ser rescatada, a pesar de que dos de los policías intentaron
destruirla cuando se dieron cuenta que Meza les había tendido una
trampa.
Verdú, en un minucioso análisis de los hechos que
fue elogiado por el fiscal, consideró que está probado
que todo lo que denunció Meza es verdad y que la detención
que sufrió, el 11 de abril de 2000, tuvo como objeto la extorsión
al amenazarlo con armarle una causa y con algún posible accidente
que podía sufrir alguno de sus 12 hijos.
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