Rompí una ventanilla
con una patada y una piña y me tiré a la zanja. Se me venía
el fuego encima. Revolcándome zafé para arriba. Ahí
vi cómo se prendió fuego el ómnibus. Vi a otros pasajeros
que se tiraban. Después no recuerdo más. Al rato llegó
la ambulancia... El relato pertenece a uno de los sobrevivientes
del accidente del micro que se incendió en la madrugada de ayer
en la ruta 9, a la altura de la localidad bonaerense de San Nicolás
y provocó la muerte del conductor y de 17 pasajeros. El ómnibus,
que había partido de Resistencia y se dirigía a Retiro,
chocó con la parte trasera de un camión de cereales, se
cruzó al carril contrario y cayó en una zanja de más
de dos metros de profundidad que no tenía agua. Inmediatamente
se prendió fuego desde el frente y en pocos minutos quedó
reducido a una carcaza de hierros retorcidos. Hubo 16 heridos entre
ellos, otro conductor que descansaba al momento de la tragedia y un adolescente
de 15 años que sufrieron quemaduras y fracturas de distinta
gravedad, pero anoche ya se encontraban fuera de peligro. Los cadáveres
quedaron calcinados, irreconocibles. Al cierre de esta edición
habían sido identificadas 15 de las víctimas fatales en
base a las listas de pasajeros. Aunque todavía no se determinaron
las causas del accidente, una de las hipótesis es que el chofer
pudo haberse dormido, ya que a pesar de que la tragedia se produjo cuando
aún era de noche, la visibilidad en la ruta era buena. Según
señaló el jefe de la Departamental de San Nicolás,
el micro se desplazaba a más de 100 kilómetros por hora,
cuando la velocidad máxima para un vehículo de sus características
es de 90.
El ómnibus pertenecía a la empresa El Norte Bis, de Resistencia,
con 65 años de antigüedad en el negocio del transporte. Uno
de sus directivos, Marcelo López, relativizó la hipótesis
del sueño. Ambos conductores, dijo, habían tenido
sus 24 horas de descanso como exigen los reglamentos para los choferes
de larga distancia. También aseguró que la unidad estaba
habilitada por la Comisión Nacional de Regulación del Transporte
y tenía hechos los controles técnicos requeridos.
López insinuó la posibilidad de que el accidente haya sido
originado por la falta de luces del camión. En época de
cosechas contexto en el que ocurrió la tragedia muchas
veces andan sin luz o con las luces tapadas de tierra, lo que aumenta
el riesgo de accidente.
El conductor del camión embestido, de 66 años, resultó
ileso y quedó ayer demorado en la comisaría 1ª de San
Nicolás. Al cierre de esta edición, prestaba declaración
indagatoria ante la fiscal Elena Terreno, que interviene en el caso. El
chofer muerto, Rafael Franco, era padre de cuatro hijos. Trabajaba hacía
10 años en la empresa y era actualmente secretario gremial del
Sindicato del Transporte Automotor del Chaco.
El accidente se produjo alrededor de las 6.15, a la altura del kilómetro
232 de la ruta 9. El micro había partido a las 20.15 del lunes
de Resistencia y realizó paradas en las localidades santafesinas
de Reconquista, Malabrigo, Villa Ocampo y Las Toscas. Tenía previsto
llegar a Retiro a las 9 de ayer. Llevaba 32 pasajeros además de
los dos choferes. De acuerdo con los peritajes preliminares, tras chocar
con el camión que también transitaba hacia Buenos Aires,
el micro cruzó al carril contrario, y se clavó de frente
en una zanja sin agua. Por causas aún no determinadas, el vehículo
se prendió fuego y quedó calcinado en pocos minutos.
El conductor y 17 pasajeros, que se encontraban en la parte delantera
del vehículo, murieron quemados. La mayoría dormía.
Otro chofer, Rubén Bolaños, que descansaba en un asiento
de atrás, y el resto del pasaje logró escapar con vida tirándose
por las ventanillas, aunque sufrió heridas de distinta gravedad
y fue asistido en el Hospital San Felipe de San Nicolás. Por la
tarde, seis de ellos ya habían sido dados de alta y los demás
también se encontraban fuera de peligro. El más afectado
fue Julio Valinoti, un adolescente de 15 años, que vive en la localidad
bonaerense de Avellaneda. Resultó con quemaduras de segundo grado
en la cara, el brazo y el torso y esperaba ser trasladado a un hospital
delconurbano donde se encontraría con su madre en un
avión ambulancia de la provincia de Buenos Aires. Los otros internados,
tres mujeres y seis varones, eran oriundos de Resistencia, Reconquista,
Villa Ocampo, Formosa y el Gran Buenos Aires.
Efectivos de la policía realizaron ayer las primeras pericias para
establecer las causas del accidente. Se había hecho la revisación
técnica correspondiente, así que descartamos cualquier tipo
de inconveniente mecánico que haya podido producir el accidente,
afirmó López, directivo de la empresa El Norte Bis.
Los cadáveres quedaron calcinados, lo que dificultó su identificación.
Uno de ellos, de Miguel Angel Etcheverry, de 21 años, hijo de un
ex comisario del Chaco, pudo ser reconocido rápidamente porque
se encontró su documento de identidad y un álbum de fotos.
Los demás, entre los que figuran dos hermanos de 21 y 26 años,
hijos del presidente de la Sociedad Rural de Las Toscas, y una madre y
su hija, de Villa Ocampo, pudieron ser identificados por deducción,
al corroborarse que habían subido al ómnibus y no figuraban
entre los heridos hospitalizados.
El fuego que devora
En el accidente ocurrido ayer en San Nicolás, el micro
de la firma Norte Bis se convirtió, en cuestión de
minutos, en una trampa de fuego mortal. Lo mismo sucedió
con el ómnibus de Micromar que la Semana Santa de 1992 se
incendió a 60 kilómetros de Mar del Plata, dejando
un saldo de 32 muertos. En base a los resultados de las pericias
de ese accidente, la Comisión Nacional de Regulación
del Transporte (CNRT) estableció una normativa por la cual
los vehículos que transportan pasajeros deben estar elaborados
con materiales antiflama, o que demoren en consumirse, y que no
despidan gases tóxicos durante la combustión. Contrariamente
a lo que tendemos a pensar, las víctimas mueren por intoxicación,
y no calcinadas, explicó Eduardo Bertotti, del ISEV.
Pero aún subsisten dos obstáculos para que esta
normativa se cumpla: la eterna falta de control, y la antigüedad
de los vehículos de las empresas pequeñas, que no
cuentan con recursos para renovarlos, agregó.
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El escape fue por
las ventanillas
Aparentemente, el chofer se quedó dormido, dijo
Leonardo Ferrases, de 23 años, de la localidad de Morón.
Logró salvarse del fuego junto a su novia, Nancy Laliana,
de 21, al arrojarse por una de las ventanillas del vehículo.
La suerte quiso que algunas horas antes de la tragedia se cambiaran
de lugar: dejaron sus asientos en la parte delantera del micro,
donde se inició el incendio, y se trasladaron hacia el fondo,
en una de las paradas. No sé cómo hice pero
rompí los vidrios de una de las ventanas y ayudé a
salir a mi novia y luego nos alejamos gateando del lugar cuando
el fuego había tomado todo el ómnibus, recordó,
todavía shockeado por el momento vivido.
Yo lo único que sé es que no pudimos hacer nada
más. El fuego enseguida había rodeado todo el micro,
contó Alberto Ayala, de 31 años, otro de los 16 sobrevivientes
del accidente. Ayala es oriundo del norte de Santa Fe pero vive
en el partido bonaerense de Ezeiza. Como la mayoría de los
que lograron esquivar el voraz incendio, se despertó cuando
sintió un fuerte golpe. Una vez que reaccioné
tras el ruido del golpe, me agarré fuerte, sentí que
el ómnibus se estabilizaba y continuaba con la marcha, pero
de pronto caímos en la banquina, agregó el pasajero,
quien fue atendido en el Hospital San Felipe de San Nicolás
y dado de alta por la tarde. Consiguió escapar de la masa
de fuego al romper una ventanilla. Salimos tres muchachos
y una chica. Logramos saltar y salir a la cuneta, caminamos hasta
la ruta y vimos que otras personas ya habían logrado escapar,
continuó. Ayala viajaba en el asiento 17 del lado izquierdo.
Con una venda en la frente, otro pasajero relató: En
pocos segundos se clavó el ómnibus en la barranca.
Apareció un humo intenso y no se podía respirar. Había
una brisa en contra que hizo que el fuego se propagara con más
velocidad. Rompí una de las ventanillas con el martillo de
emergencias y pude zafar.
Martín Stegman, de 33 años, había subido al
micro en Villa Ocampo, y se dirigía a la Capital Federal
para participar de un curso de periodismo legislativo. A raíz
del impacto con el camión, relató, las butacas
se fueron para adelante y aprisionaron a gran parte de los
pasajeros. Stegman también sobrevivió arrojándose
por una ventanilla. Traté de salvar algo de mis pertenencias,
pero con el impacto se fueron para adelante y era imposible avanzar
por el humo y el fuego, señaló.
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LOS
EXPERTOS Y LA POSIBLE CAUSA DEL ACCIDENTE
El sueño como señal de peligro
Durante las horas posteriores
al accidente ocurrido ayer en San Nicolás, en el que perdieron
la vida 18 personas y otras 16 resultaron heridas, la hipótesis
del conductor dormido cobró fuerza entre los investigadores, aunque
representantes de la empresa Norte Bis propietaria del micro que
se incendió desestimaron la versión, y aseguraron
que ambos choferes habían cumplido las 24 horas de descanso que
establece la reglamentación. Sin embargo, los expertos en seguridad
vial siguen considerando al sueño como una de las principales causas
de accidentes de tránsito, en especial en la franja horaria nocturna.
No se trata sólo de la cantidad de horas de sueño;
el tema pasa más bien por la calidad del descanso, indicó
Eduardo Bertotti, titular del Instituto de Seguridad Vial (ISEV). Aunque
no existen cifras oficiales, existe la presunción de que la fatiga
y el sueño blanco tienen una alta incidencia en los
accidentes en todo el mundo, agregó. El sueño
blanco es un estado de somnolencia en el que el conductor pierde
sus reflejos y su capacidad sensorial, aunque se siente despierto.
Numerosos factores contribuyen a la aparición de la sensación
de sueño en los conductores: la ingesta de alcohol o de comidas
pesadas, el hecho de manejar de noche y por paisajes monótonos,
y el infalible actuar del reloj biológico. Vivimos en una
sociedad que concibe el transporte como una actividad de 24 horas,
consideró Bertotti. Por eso, es importante educar a los conductores
en el conocimiento de sus tiempos biológicos: si alguien no es
capaz de modificar su reloj interno y descansar fuera de la franja nocturna,
no debería conducir.
En Argentina, este tipo de capacitación se empezó a implementar
recién hace un par de años. Es fundamental controlar
los hábitos alimentarios y de descanso, además de verificar
que el ambiente donde descansa la persona sea silencioso y tranquilo,
concluyó Bertotti.
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