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EL FENOMENO DE “GRAN CUÑADO” PROMETE UNA REEDICION
Al fin, había Chacho encerrado

El ex vicepresidente le ganó al presidente De la Rúa la votación final del falso reality show. ¿Se acabó �la tinellización
de la política�?

�De la Rúa� y �Chacho� protagonizaron un final cabeza a cabeza.

Por Julián Gorodischer

La parodia sangrienta de “Gran Hermano”, “Gran Cuñado”, fue el tardío despertar de Marcelo Tinelli al humor político. Hasta su arribo, en “El show de Videomatch” habían dominado las bromas con la claque de adulones, la cámara impiadosa con el débil, la tomada de pelo al ciudadano común. De pronto se invirtió la dirección del tiro, que salió disparado a un abanico que mezcló al presidente Fernando de la Rúa y al ex vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez, consagrado como ganador, con los detenidos por integrar una especie de mafia paraestatal Emir Yoma y Erman González. El lunes, en la final, Tinelli optó por ser frontal: dedicó el sketch “a los políticos argentinos, esas joyas” y no escatimó ironía gruesa.
El cierre de este reality se aprovechó del manual de “Gran Hermano”, y visitó paródicamente las fórmulas más gastadas de la tele: el momento emotivo, el clip musical, la salida triunfal y la demora intencionada de las revelaciones. Claro que el falso programa entendió a la parodia como una cosa seria y no escatimó gastos: allí estuvieron la pasarela extensa, la multitud vivando a los salientes (Domingo, Emir, Fernando y Chacho, en ese orden), la votación certificada por –¿un supuesto?– escribano público, y las dos horas de una emisión especial. El rating (ver aparte) fue una bendición.
Sin la solemnidad de lo que se pretende verdadero, con un tono deliberadamente agresivo, “Gran Cuñado” no sólo arremetió contra sus caricaturas sino que libró una interna televisiva. Se burló de la emoción impostada y la mitificación del héroe ganador. En vez del aplauso a Marcelo Corazza, pudo verse la consagración de Emir Yoma como “el ídolo de los niños”. La identidad del ganador, en tanto, premió la eficacia del gag sobre la pulida imitación de Fernando (Freddy Villarreal). Con 5580 llamados, la consagración de Chacho fue el goce de retener al eterno fugitivo, como si el interés estuviera en evitar la salida del único que quería irse, y no en su caracterización mal terminada. Chacho se aferró, todo este tiempo, a un único gag saturado: intentó escapar una y otra vez, reclamó su turno de salida, se ofendió por no estar nominado... El lunes intentó romper una puerta con un árbol y protestó hasta el último minuto. Al salir, expresó un previsible testimonio: “No volvería a entrar por nada en este mundo”.
“¡Qué batacazo!”, se asombró Tinelli sobre el final, al leer el resultado, y se lo dedicó a los desconfiados, pero ya sin ironía, como si ni siquiera “Gran Cuñado” hubiera quedado al margen de la sospecha del arreglo, en este caso, para que ganase Fernando. Perdió por seis votos, pero antes había hecho una demostración concentrada de sus gracias, de las cuales sobresalió la práctica del discurso político vaciado. Cuando pudo, encabezó su alocución con un: “Queridos argentinos, les habla Fernando...”, y lo siguió de una campaña entusiasta por el voto. Uno que no lo elegía para gobernar sino que lo aislaría por completo en la casa, allí donde sólo queda dejar pasar el tiempo e ignorar la realidad.
“Gran Cuñado” fue un éxito (y prevé una segunda edición) porque no subestimó a la parodia como género menor: la diseñó como una réplica de su objeto, estilizó las imitaciones, y pensó en votaciones reales para generar expectativas. Consi-guió el anuncio de sus eliminados en los diarios, un duelo feroz entre ciclos de un mismo canal poco afecto a las voces críticas, el cambio de estilo de Tinelli y la repercusión política de sus tópicos, como cuando el vocero presidencial llamó al boicot y Elisa Carrió opuso su apoyo. Un fenómeno extraño, pero imposible de pasar por alto en estos tiempos.

 

Bien arriba

Acumular cifras importantes de rating es para Marcelo Tinelli casi una obviedad, pero el capítulo final de “Gran cuñado”, una apuesta de producción, le produjo una alegría especial. El final del falso reality en “El show de Videomatch” obtuvo el mejor rating de toda la jornada televisiva, con un promedio de 25.2 (y un pico de 28.4, con 52 por ciento de share), cifra que le sirvió para dejar atrás a “El mundo del espectáculo” (Canal 13), que consiguió 15.9 puntos con el promocionado estreno de Mentiras verdaderas, de James Cameron.

 

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