Por Javier Lorca
El Déficit Cero
es cero en educación, cero en salud y cero en crecimiento para
el país. La titular de la Ctera, Marta Maffei, arrancó
los aplausos de los más de 30 mil estudiantes, docentes y trabajadores
de escuelas y universidades de todo el país que ayer ocuparon la
Plaza de Mayo para rechazar el recorte realizado por el Gobierno. La protesta
incluyó un paro nacional que tuvo alto acatamiento en muchos distritos,
pero cuyo alcance fue minimizado por las autoridades (ver aparte). No
vamos a dar clases los sábados, avisó Maffei, en uno
de los tantos mensajes dirigidos al interlocutor más citado por
los oradores de la protesta: el ministro de Educación, Andrés
Delich, que ayer compartió el podio de los más abucheados
por la gente con su par de Economía, Domingo Cavallo, y con el
Presidente. Traidores, cínicos y caraduras fueron algunos de los
epítetos con que los dirigentes gremiales obsequiaron a los funcionarios.
Sigan ajustando, más vamos a seguir peleando, desafió
Maffei desde el palco ubicado en medio de la plaza. Y, contra el plan
de Educación para recuperar los días de clases perdidos,
descargó: Le decimos a este ministro que no vamos a dar clase
los sábados. Que se quede muy tranquilo, que se guarde los 80 pesos
extras que nos quiere pagar y nos dé los 60 pesos del incentivo.
La dirigente docente le dedicó otros párrafos a Delich.
Venimos a darle una respuesta al ministro de Educación que,
cuando asumió, dijo que él era la garantía de que
no iba a haber ajuste en la educación. Ahora resulta que él
es la garantía del ajuste. Y es la garantía de una paritaria
trucha, a la que no vamos a ir. El pueblo no quiere más traidores
en el Gobierno, disparó. También se dirigió
a los padres de los alumnos: Entiendan, papás, que el objetivo
de este Gobierno es ponernos pobres contra pobres, que los padres sean
enemigos de los docentes... Pero, pese al supuesto daño que le
estamos haciendo a los chicos, les estamos enseñando cómo
se construye la dignidad del pueblo.
La multitudinaria concentración contra el ajuste que así
cerró Maffei comenzó al mediodía. A luchar,
a luchar, por una educación nacional y popular, gritaban
los alumnos y docentes de las escuelas que se reunieron frente al Congreso,
convocados por Ctera, Suteba, UTE, UDA y Sadop. Universidad, de
los trabajadores, y al que no le guste, se jode, se jode, cantaban
los universitarios, que concentraron en Plaza Houssay. Una extensa columna
partió de allí cerca de las 14, encabezada por una bandera
blanca con letras negras que identificaban a la Conadu, la FUA y la Fatun.
Detrás, entre bombos y redoblantes, banderas de colores destacaban
a los estudiantes, docentes y no docentes de las universidades nacionales:
desde las de Rosario, La Plata, Córdoba, el Litoral, San Martín,
Lomas de Zamora y casi todas las facultades de la UBA, hasta las de Patagonia,
Comahue, Formosa, San Luis, Cuyo, San Juan, Tucumán y Catamarca,
entre otras.
La columna universitaria tomó por Córdoba y, en Callao,
se desvió para saludar al Ministerio de Educación. Apenas
algunos morteros, algunos insultos, y la marcha retomó, vía
Callao, directo al Congreso. Un enjambre de autos intentaba retroceder,
salir del atasco. Otros esperaban que terminara de pasar la interminable
columna. Pero no parecía haber bronca contra los que protestaban.
Algunas bocinas marcaban el ritmo de los cantitos: Traigan al gorila
radical, para que vea, que este pueblo pelea pelea por la educación.
Desde los balcones llovían papelitos. En la esquina de Callao y
Perón, una señora rubia de tintura, tapado oscuro y anteojos
de sol, aplaudía rabiosa.
Los universitarios y los maestros y alumnos de escuelas se encontraron
en la Plaza del Congreso. Siguieron por Rivadavia y, luego, por Avenida
de Mayo, con la vista clavada en la Plaza de Mayo. Mienten cuando
dicen que éste es el último ajuste, mienten cuando dicen
que es el único camino, decían los altoparlantes de
una camioneta que marchaba a paso de hombre. Una vez que todas las columnas
estaban ya en la plaza, al sol de las15.45, el himno nacional abrió
el acto central. Para los gremios había 50 mil personas y para
la policía, más de 20 mil. Estamos acá para
rechazar un nuevo ajuste de los poderosos que quieren rapiñar lo
último que queda en la Argentina dijo el secretario general
de la Federación Argentina de Trabajadores de las Universidades
Nacionales, Nelson Fariña. El ministro de Educación
pretende terminar con la educación pública y arancelar la
universidad. El siguiente orador fue el titular de la Federación
Universitaria Argentina, Manuel Terrádez: El ajuste no va
a pasar. Vamos a llenar la plaza las veces que haga falta... Queríamos
saber qué se firmó en Washington. Ya lo sabemos: la liquidación
de la educación y la salud públicas, dijo, silbado
por agrupaciones de izquierda.
Siguió el turno de la bronca docente. José Luis Molina,
de la Conadu Histórica, le apuntó a un funcionario
de Educación, Juan Carlos Gottifredi: En la Secretaría
de Educación Superior, un ex rector se ha transformado en el verdugo
de la universidad y la ciencia. Queremos que se vaya. Basta de traidores.
Y terminó alertando que si el recorte pasa, se viene el arancelamiento
de la universidad que es, junto a la salud, la última joya de la
abuela que queda por entregar. Después del secretario general
de Sadop y antes del cierre de Maffei, habló la titular de la Federación
Nacional de Docentes Universitarios (Conadu), Anahí Fernández.
No estamos luchando contra un mero recorte salarial, sino contra
un plan genocida, aclaró, para luego referirse al caradura
del ministro de Educación y a los funcionarios del Gobierno:
Son la garantía de los vampiros que están desangrando
al país. Son cínicos, traidores a la Patria.
El paro y el ministro
El paro docente de ayer tuvo un acatamiento nacional del 90 por
ciento para la Ctera, con picos en Buenos Aires, San Juan, Formosa,
Tucumán, Catamarca, Jujuy y Misiones. En cambio, para el
Ministerio de Educación la adhesión fue dispar y se
centró en las provincias con mayor grado de conflicto
(Tucumán, Buenos Aires, Misiones y Jujuy). En distritos
importantes como Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Santa Cruz,
La Pampa y otros, el paro no se sintió, informó
un vocero de la cartera. Mientras, la huelga fue total en las universidades
nacionales, según los gremios.
Ante las críticas de la Ctera, el ministro Andrés
Delich defendió su Programa de Recuperación Escolar
para garantizar 180 días de estudios: Nada me quita
la idea de que hay que devolver a esos estudiantes las horas de
clase perdidas. Y quiero aclarar que el Fondo de Incentivo Docente
está siendo abonado por la Nación y que los fondos
para este programa especial de recuperación de clases provienen
de partidas presupuestadas y de ahorros que venimos realizando.
No tiene vinculación una cosa con la otra, ni su cantidad
ni su destino.
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Pedagogos con la lupa
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Adriana Puiggros*.
Creo que estamos pasando momentos dificilísimos a
nivel país, y creo que todos los argentinos tenemos que hacer
un esfuerzo. Los docentes tienen que dar clases, hay que redistribuir
mejor la riqueza, hay que cobrarles mejor a quienes más pueden
aportar. O sea, una de las claves para salir de este problema es
que todos trabajemos juntos, y que todos paguemos impuestos. Creo
que ese es el camino. Sobre el paro en sí no puedo dar una
opinión, porque se lo ve desde un punto de vista muy distinto
en tanto pedagogo, en tanto funcionaria y en tanto gremialista.
El problema es que la frazada es corta, y, en cierto sentido, todos
quieren estar tapados por ella.
* Secretaria para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación
Productiva.
Juan C. Tedesco*.
Es un problema complejo. Si hablamos específicamente
del paro, no hay más que lamentar la situación, porque
nadie está contento con la situación general y con
la situación educativa. También me parece que la respuesta
del paro no es la mejor manera, porque se le hace pagar el costo
a los alumnos, especialmente a los más pobres. Debería
haber una discusión más global sobre todo el sistema
educativo. Hay que preguntarse qué papel juega la educación
en esta crisis. Pero hay que tener en claro que la educación
no puede ser una variable de ajuste. Sí hay que mejorar la
eficiencia del gasto, porque hay gran parte del gasto educativo
que se utiliza mal, aunque Argentina gasta poco en educación.
Es decir, Argentina gasta poco, pero además gasta mal. Dentro
de esto, me parece bien la idea del Ministerio de Educación
de proponer la extensión de las clases. Creo que una medida
para empezar a plantear en serio la problemática educativa
es organizar una mesa de concertación con los sectores involucrados.
* Director del IIPE-Unesco.
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OPINION
Por Washington Uranga
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Educación pública
El embate final contra la educación pública, y en
particular contra la universidad pública, no puede analizarse
al margen del modelo económico y del proyecto de país.
Por eso, desde el punto de vista de quienes toman las decisiones
sobre la Argentina (aquí y afuera) es perfectamente lógico
que en esta nueva tanda de ajustes se haya incluido la educación
pública con una firmeza nunca antes vista. Bajo el discurso
de la austeridad se quiere imponer un modelo educativo que estratifica
la producción del conocimiento, que genera también
una exclusión educativa y hace todo funcional a las necesidades
del sistema. La sociedad argentina ya compró espejitos
de colores en otros ámbitos. Compró
un día que los servicios públicos serían mejores
y más baratos en manos privadas y a la vista están
los resultados. Ahora se quiere introducir la idea de que la mayor
calidad científica y académica está en directa
relación con lo que se pague. Quien paga tendrá calidad
y si en la educación pública no se paga no habrá
servicio de buena calidad, dicen mientras restan fondos públicos
para la educación. Primera falacia. Con mentirosa sensibilidad
social se afirma que no es justo que los pobres paguen la
educación de los ricos. Segunda falacia. Lo que no
es justo es que el Estado no distribuya de manera equitativa los
impuestos que pagan los pobres y que eluden la mayoría de
los ricos y que los fondos públicos se destinen a cubrir
costos financieros y burocracia, y no a solventar la educación,
la salud y la asistencia social. Y así como ciertos dirigentes
sindicales que hoy aparecen como combativos se hicieron
los distraídos mientras se avanzaba con las privatizaciones,
ahora hay conducciones universitarias, las mismas que antes fueron
combativas contra el modelo, que prefieren bajar el
nivel de la protesta o buscar soluciones aparentemente contemporizadoras
para no contradecir sus intereses partidarios.
Todos estos argumentos no deberían, sin embargo, tapar los
errores propios de quienes trabajan en el campo de la educación,
en particular en la universidad. Muchos de los dirigentes y parte
de la comunidad académica permanecen aislados de los problemas
centrales de la gente, lo que les impide aprender de los saberes
que los actores sociales ponen en evidencia en sus acciones cotidianas
y aportar el propio conocimiento científico en esos espacios
de construcción y de lucha. Y por este camino la privatización
de la educación pública será, inevitablemente,
una preocupación de pocos aunque termine afectando a todos
y todos tengamos que lamentarnos después de las consecuencias.
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OPINION
Por Nora Veiras
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El archipiélago educativo
En 1991, el entonces ministro de Educación del gobierno
de Carlos Menem, Antonio Salonia, leía el diario y no daba
crédito de la primicia: su par de Economía, Domingo
Cavallo, había acordado en la carta de intención con
el Fondo Monetario Internacional la transferencia de escuelas secundarias
y terciarias a las provincias. El objetivo del organismo de crédito
no se orientaba, obviamente, a la mejora de la calidad educativa
sino a que el Tesoro de la Nación, acreedor directo de sus
créditos, dejara de financiar los salarios docentes, rubro
que consume más del 90 por ciento de los recursos asignados
al sector. En 1978, la dictadura había transferido las primarias.
Pasaron diez años y ahora le toca al mismo Cavallo, ministro
esta vez del gobierno aliancista, negociar con el Fondo Monetario
lo que se presenta como el último salvataje del país.
En rigor, el verbo negociar suena a eufemismo teniendo en cuenta
que los funcionarios parecen conjugar sólo una acción:
acatar. Desde las filas de Hacienda aseguran que el acatamiento
incluirá la no inclusión valga la paradoja
en el Presupuesto 2002 de los 660 millones de pesos necesarios para
financiar el incentivo docente. Es lógico que el FMI se niegue
a todo flujo de fondos nacionales destinado a sueldos. Los tecnócratas
creían que ésa era una discusión saldada. La
garantía del Tesoro al fondo de incentivo fue una de las
pocas si no la única promesa electoral de la
Alianza que cumplió al asumir. Esa decisión política
nacionalizó la demanda y permitió el levantamiento
de la Carpa Blanca que ahora vuelve a acechar.
El permanente resurgir del conflicto docente pone en evidencia que
la puja de fondo entre nacionalización y provincialización
del sistema educativo está muy lejos de saldarse. En un país
donde lo único que crece es la inequidad es congruente que
en la educación se profundice la fragmentación. El
reclamo gremial de homogeneizar condiciones salariales y laborales
se estrella contra la realidad. La inversión por alumno varía
de poco menos de 800 dólares en las provincias del noroeste
a más de 2000 en la Ciudad de Buenos Aires. La cotidianidad
de los docentes recorre un derrotero aún peor.
En este archipiélago, los habitantes de las islas léase
los alumnos de cada jurisdicción muestran que todos
saben poco y muchos saben menos. ¿Es posible pensar un país
donde el lugar de nacimiento condene al fracaso a millones de personas?
En 1995, ministros de Educación de distintas provincias viajaron
a Europa para conocer cómo funciona la educación en
el Primer Mundo. Después de hablar con los funcionarios franceses
concluyeron: Es evidente que sin un piso salarial común
no se puede mejorar el sistema. Ahora, ¿quién lo convence
al Mingo de eso? El nuestro es un país federal.
A la luz de los hechos, la observación era correcta. Y está
claro que ninguno convenció al Mingo Cavallo
de la necesidad de salvar a la educación del salvajismo del
mercado.
Se sabe que en el mercado hay muy pocos ganadores, y perdedores
a granel. La educación no puede ser un campo fértil
para esa guerra. Lo está siendo en la medida en que el Estado
sólo tiene como fin el ajuste sin fin.
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Postales
de la bronca
Cecilia Aprile se vino desde Florencio Varela a Plaza de Mayo,
junto a sus compañeros de la Escuela Nº 17. Motivos
para protestar no le faltan; yo cobro 400 pesos, y me descontaron
30, pese a que (Carlos) Ruckauf dijo que el recorte iba a ser por
arriba de los 1200, dijo. Está lleno de liquidaciones
mal hechas, los suplentes ni siquiera saben cuándo van a
cobrar, y a los comedores hace 3 meses que el gobierno bonaerense
no les manda los fondos, agregó. En nuestra zona,
algunos comedores no están dando ni mate cocido, reveló.
Mientras se desconcentraba por Avenida de Mayo, Cecilia enumeraba
más problemas que deben afrontar los docentes en la provincia:
Hay muchísimos compañeros con descuentos mal
hechos, también les pasó lo mismo inclusive a los
auxiliares docentes. Esto ya no da para más, y viniendo a
las marchas ejercemos una forma de defender nuestros derechos.
La Matanza es otro de los distritos con más problemas sociales
en el conurbano. La situación es terrible. Muchos docentes
no cobraron todos sus sueldos, nos deben el aguinaldo, el incentivo,
y otras cosas. Y encima, está el problema de los comedores,
dice Susana Del Brocco, que es docente en dos escuelas de La Matanza,
ubicadas en Villa Celina y Ciudad Evita. Como tantos otros maestros,
fue a la marcha de ayer con su guardapolvo blanco. Parada a pocos
metros de la Catedral, hizo una cruda radiografía de la realidad
social bonaerense. La situación está cada vez
peor. Los padres de los alumnos también tienen cada vez más
problemas. Y en escuelas como la 137, de Villa Celina, ya no se
les está dando pan a los chicos. Por otro lado, esta
morocha de treinta y pico aseguró que los padres de
los chicos también nos comprenden y nos apoyan, y dijo
que además ella participó de las clases públicas
que se hicieron en los piquetes durante las dos últimas semanas.
Una nena de diez años se le cuelga del brazo a su maestra,
enfrente del Cabildo. La docente, Miriam, llegó desde Villa
Domínico, en el sur del conurbano, un barrio de clase media
ajustada, pero que está rodeada de barrios carenciados.
Los padres nos alientan en esta medida, porque saben que el
Gobierno no nos trata como profesionales, señala. Vine
acá porque con este ajuste están destruyendo la educación
pública, y una de las cosas que generó todo esto fue
la Ley Federal de Educación. Y aparte está el ajuste,
que no afecta solamente a los docentes, dijo. El panorama
de los padres de los alumnos tampoco es alentador, según
Miriam. Las familias tienen muchísimos problemas. Y
faltan referentes positivos. Al final, muchos terminan evadiéndose
con la televisión.
Pese a que el grueso de los asistentes a la marcha fueron los docentes
bonaerenses, además estuvieron los maestros de Capital. Marta
no quiso dar su apellido, pero sí sus motivos para venir
a la marcha. Los maestros en Capital no estamos mal, pero
hay que ser solidarios con todos los demás, que están
teniendo muchísimos problemas. De eso nadie habla, pero en
Jujuy, o Misiones, los maestros ganan dos mangos, afirma.
Ella trabaja en una escuela de Palermo, en donde dice que algunos
problemas de infraestructura, hay, pero no muchos. Yo
tengo tres hijos, y si vengo a la marcha es por ellos, porque quiero
que en un futuro tengan educación pública, y si siguen
estos planes, no sé qué puede pasar. Marta no
vino solamente con su guardapolvo; trajo un cartel verde con letras
rojas, que dice Cavallo, De la Rúa y Delich, vendepatrias.
Informe: Alejandro Cánepa.
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