Por Claudio Zlotnik
El nuevo acuerdo con el Fondo
provocó euforia en los mercados. Las acciones registraron una suba
del 8,2 por ciento, mientras que los bonos avanzaron 10,5 por ciento en
promedio, lo que impulsó una espectacular baja de 201 puntos en
el riesgo país, hasta los 1450. Estos datos se complementaron con
una caída sensible en la tasa de interés interbancaria,
del 37 al 14 por ciento anual, al tiempo que en las entidades financieras
aseguraron que ayer se registró un porcentaje muy alto de renovaciones
de depósitos a plazo fijo. La primera reacción de los financistas
da cuenta de que con el socorro del FMI, la Argentina evitó la
caída al precipicio. Aunque después de las experiencias
del blindaje y el megacanje que también fueron presentados
como salvatajes y sus efectos se esfumaron en cuestión de días,
nadie quiere apostar a que esta vez sí es la vía definitiva
para salir de la crisis.
La fuerte recuperación de los activos financieros fue la primera
reacción a los anuncios que anteayer se realizaron en Washington.
No obstante, a pesar del ánimo eufórico, en la city son
aliados de la cautela. Aun cuando reconocieron que el auxilio del FMI
dará chances para una recuperación, los operadores no olvidaron
los intentos fallidos de los últimos ocho meses. Esta visión
de moderación fue compartida por el gobierno estadounidense, que
también hizo explícito el hecho de que el socorro financiero
no será gratuito.
Desde la Casa Blanca, el vocero presidencial, Ari Fleischer, puso de manifiesto
que para el gobierno republicano, lo más importante es que Domingo
Cavallo cumpla rápidamente con el Déficit Cero. Además,
el gobierno de Estados Unidos busca la liberalización comercial
con Argentina, añadió, en referencia al acuerdo que
su país busca formular con el Mercosur y que fue explicitado en
el documento dado a conocer anteanoche por la secretaría del Tesoro.
El ajuste para alcanzar el equilibrio en las cuentas públicas será
a su vez complementado por lo que en Washington denominan la letra
chica del acuerdo. Allí, entre otros puntos, la Argentina
se compromete a reestructurar el PAMI y la Anses, para lograr un equilibrio
financiero, la desregulación de las obras sociales, y también
el Déficit Cero en las provincias a partir del próximo año
(ver nota en página 5).
Junto a esas condiciones, la Casa Blanca impuso que el gobierno de Fernando
de la Rúa debía instrumentar un mecanismo para reprogramarrla
deuda. Al respecto, John Taylor, subsecretario del Tesoro estadounidense,
consignó que el entendimiento supuso un nuevo enfoque
para el tratamiento de los países en crisis. Y el vocero de George
Bush manifestó la necesidad de trabajar para encontrar un
perfil sustentable de la deuda argentina. Para los norteamericanos,
la deuda se ha convertido en el principal escollo que impide el crecimiento
económico de la Argentina. Precisamente, fue por ese motivo que
la Administración Bush puso en duda la ayuda en su momento
dejó entrever que los inversores debían padecer un default
argentino y aparentemente fue decisiva la gestión de los
demás países latinoamericanos para convencer a Washington
de reconsiderar aquella visión.
Anoche, durante una conferencia de prensa, Cavallo aseguró que
la operación de reprogramación de la deuda aún no
fue definida. Aunque insistió en que ésta será voluntaria
y amistosa con el objetivo de bajar los costos y mejorar el perfil de
vencimientos. De esta manera, el ministro salió al cruce
de versiones sobre una operación forzosa. Sin dar mayores precisiones,
Cavallo añadió que la cuestión es ver las garantías
que conseguimos.
Precisamente, en el acuerdo, se previeron 3000 millones del FMI para utilizar
como garantías. Y se aspira a engrosar ese monto con aportes del
BID y Banco Mundial, o directamente del Tesoro estadounidense y países
europeos. La alternativa más escuchada entre los financistas refirió
a que la Argentina podría emitir nuevos títulos por cuatro
o hasta cinco vecesla garantía. Es decir, entre 12.000 y 15.000
millones. En ese caso, la fórmula sería similar a la practicada
hace tres años por el equipo de Roque Fernández (con 250
millones de garantías del Banco Mundial emitió deuda por
1250 millones). Con la nueva emisión, Cavallo tendría dos
posibilidades: o bien canjear los nuevos bonos por otros más
caros que ya están en circulación. O bien utilizar
el dinero recaudado de la emisión para cumplir con los vencimientos
de deuda del año que viene. En todo caso, la garantía aunque
parcial servirá para abaratar el nuevo lanzamiento ya que
habrá una parte de la deuda (20 o 25 por ciento del total) que
los inversores cobrarán aun cuando la Argentina quiebre.
No obstante, la operación no se realizaría en lo inmediato.
En la city creen que recién convendría hacerlo cuando el
riesgo país caiga a 1100 puntos. Cautelosos, analistas consultados
por este diario, estimaron que ese escenario recién tendría
lugar dentro de tres a cuatro meses. Para ese momento, la nueva emisión
podría realizarse a una tasa de interés cercana al 10 por
ciento anual, sensiblemente por debajo al 15 por ciento promedio que Cavallo
se endeudó en el megacanje.
Ahora, después del primer guiño positivo de los mercados,
todas las miradas en la city vuelven sobre la evolución de los
depósitos. El último viernes, las colocaciones totales cayeron
en 126 millones. Aunque los plazos fijos subieron en 135 millones. En
toda la última semana, la fuga alcanzó los 529 millones.
Es decir, un promedio de casi 100 millones diarios, la tercera parte de
lo registrado hasta antes de que empezaran las negociaciones en los Estados
Unidos. Ahora, la apuesta es que los fondos que huyeron empiecen el camino
de retorno.
Ahora, el mangazo
al BID y al BM
Ya con el préstamos del FMI acordado, ahora el equipo económico
arremeterá sobre los otros dos organismos financieros multilaterales,
Banco Mundial y BID, para obtener recursos adicionales. Ambas instituciones
confirmaron que iniciaron tratativas con el gobierno argentino para
un financiamiento adicional. En el BID aseguraron que hay espacio
para modificar su programa de préstamos a Argentina, pero
indicó que por el momento no prevé ningún crédito
nuevo, mientras que en el Banco Mundial dijo que Argentina no ha
pedido recursos frescos, aunque no descartaron una asistencia adicional.
Estamos en permanentes conversaciones con los argentinos.
Siempre hay espacio para una modificación del programa de
préstamos a Argentina, pero ya tenemos un plan de crédito
muy ambicioso para ese país, afirmó un portavoz
del BID.
Cada banco se comprometió a prestar 2400 millones a Argentina
en los próximos tres años, y los están desembolsando
rápidamente. Para fines de este año, el BID habrá
desembolsado las dos terceras partes de los recursos prometidos,
y el Banco Mundial la mitad, informaron fuentes oficiales en esos
bancos.
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La zanahoria y el
garrote
La sugerencia del Fondo Monetario Internacional a la Argentina
de que llegue a un acuerdo voluntario con sus acreedores
para reprogramar parte de su abultada deuda pública puede
poner bajo presión a bancos estadounidenses y a otros prestamistas
para perdonar parte de ese pasivo, afirmó ayer el The New
York Times. Esas entidades deberían aceptar pérdidas
en sus tenencias de bonos argentinos, a pesar de que funcionarios
del Fondo afirman que cualquier reestructuración dentro de
su plan de tres años depende de la cooperación voluntaria
de todas las partes, y que no es una condición absoluta de
los préstamos, sostuvo el diario en la portada. Por
lo tanto, señaló que el plan ofrece una zanahoria,
pero no un garrote. The New York Times también indicó
que la terminología utilizada fue cautelosa dada la
sensibilidad del FMI en recomendar una reorganización de
la deuda que podría resultar en pérdidas para los
inversores extranjeros. Según el diario, el polémico
secretario del Tesoro estadounidense, Paul ONeill, ha utilizado
el caso argentino para demostrar que sólo apoyará
rescates financieros cuando un país adopte dolorosas medidas
para enfrentar sus problemas antes de buscar ayuda, como en este
caso significa el Déficit Cero.
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STANDARD
& POORS, MOODYS Y FITCH SIGUEN PESIMISTAS
Tres agencias del mal humor
La única voz discordante
en esta jornada festiva en el mercado bursátil correspondió
al terror del equipo económico, que no es otro que las calificadoras
de riesgo. Al unísono, la tres agencias más importantes
del mundo, Standard & Poors, Moodys y Fitch, relativizaron
la importancia del acuerdo con el FMI. Y ratificaron sus notas negativas
de la deuda argentina.
Las tres evaluadoras tienen una perspectiva negativa para los bonos soberanos
de Argentina, lo que quiere decir que en el corto plazo, es más
posible que las calificaciones de esos títulos sufran un recorte,
que una mejoría. Por un lado, S&P señaló que
si los depósitos continúan descendiendo, agravarán
aún más la crisis. Aunque se reestablezca la confianza a
corto plazo, será un desafío la implementación
de la ley de déficit cero, dadas la situación de tensión
social actual y la dinámica de la política interna,
indicó en un comunicado S&P.
Por su parte, en Moodys precisaron que antes de tomar ninguna
decisión es necesario observar la evolución de Argentina
y ver si es capaz de atraer nuevos flujos de capital. Si bien en
esa agencia de riesgo se destacó que el acuerdo es significativo,
apuntaron que no modifica los problemas estructurales que tiene la economía
argentina y, por tanto, aún no está claro cuál
será su efecto inmediato y cuándo el país retomará
la senda del crecimiento.
La calificadora Fitch, en tanto, evaluó que es improbable que eleve
su calificación B- de largo plazo para la deuda argentina, luego
del anuncio del FMI. Creo que una de las razones por las cuales
el paquete llevó tanto tiempo para concretarse debido a que comprendieron
que debe ir más lejos que sólo suministrar dinero,
afirmó Richardo Fox, director de Fitch en Londres. Tiene
que ser visto como políticamente viable para el gobierno argentino
y que en el largo plazo traiga una recuperación y crecimiento,
agregó.
Con una visión pesimista, Vincent Truglia, director de la unidad
de riesgo soberano de Moodys apuntó que aún
no está claro cómo este programa hará que Argentina
vuelva a un sendero de crecimiento sostenible lo suficientemente rápido
como para atraer nuevos flujos netos de divisas por parte del sector privado.
Por último, Standard & Poors adelantó que podría
recortar la calificación de la deuda argentina en dos semanas,
si no se desacelera el ritmo de los retiros de los depósitos, que
en las últimas semanas se aceleraron. Pero, a la vez, sostuvo que
podría mejorarla si, después de las elecciones de octubre,
el Congreso apoya los impopulares recortes del gasto público que
impulsa el gobierno.
LA ENTREGA DEL
FMI
Nos dieron más de lo que pedimos
Por Julio Nudler
Nos dieron más de lo que pedimos, aseguró
anoche Domingo Cavallo en referencia a Estados Unidos y el Fondo
Monetario. ¿Por qué hubo entonces una negociación
tan larga y extenuante? Los U$S 8000 millones concedidos por el
FMI representarían lo pedido. Pero, como yapa,
otorgaron otros 3000 millones que, ingeniería financiera
mediante, podrán utilizarse para mejorar las condiciones
de la deuda, mientras Washington le puso al paquete el moño
de un eventual acuerdo comercial con el Mercosur. En realidad, el
ministro deformó un poco los hechos, porque esos 3000 forman
parte de aquellos 8000, monto que el país pidió de
entrada. Por tanto, en la propia versión de Cavallo, sólo
se obtuvieron 5000 millones, poco más del 60 por ciento de
la cifra anhelada. Sin embargo, la cuestión no consiste en
fijarse si se obtuvo o no lo demandado, sino en situar la cifra
en perspectiva. La referencia relevante es que con 5000 millones
sólo podrán reponerse las reservas de liquidez que
el sistema bancario perdió en el último mes y medio,
y menos del 40 por ciento de las evaporadas desde la caída
de José Luis Machinea, básicamente durante la infructuosa
gestión de Cavallo.
Como quiera que sea, para llegar a libar las mieles del nuevo salvataje
hace falta que se cumplan algunas premisas. Una es que cese la fuga
de depósitos, porque de otro modo todas las patas del nuevo
esquema se hundirán en el cieno. Por ende, en la reacción
psicológica de los operadores y el público estaría
la clave. Esto explica la extrema reticencia con que se manejó
anoche el jefe de Economía ante el periodismo. Después
de enviar reiterados mensajes tranquilizadores a los depositantes,
respondió con evasivas todas las preguntas, desnaturalizando
lo que se suponía era una rueda de prensa. Llegó al
disparate cuando afirmó que el FMI ya dio por cumplidas la
nueva reforma previsional y la de las obras sociales, compromisos
asumidos nueve meses atrás para obtener el blindaje, cuando
ni una ni otra llegaron siquiera a implementarse.
Ahora el primer desafío para el Gobierno es convertir en
durísima realidad el Déficit Cero, en medio de la
ola de resistencia social que está provocando. Para tener
alguna chance de no verse desbordado por la contestación
popular, el poder oficial tanto en la Nación como en
varias provincias necesita de una tregua en la crisis financiera,
a partir de la cual podría esperanzarse en recuperar recaudación
impositiva. Las drásticas subas de la víspera en los
bonos de deuda y en la Bolsa fueron un buen comienzo, pero los mercados
son volátiles y no hay ganancia segura. En todo caso, ¿cuáles
fueron las buenas noticias que festejaron?
Una es que habrá 5000 millones más para llevarse,
dejándoselos como deuda a la Argentina, que ya verá
cómo se los devuelve al FMI. Esto en un escenario catástrofe
(para el país). Otra es que pueden preverse futuras emisiones
de bonos, que mezclen riesgo argentino con la triple AAA del Fondo,
y que tal vez sean canjeados por los títulos actuales, que
son todo riesgo argentino, perspectiva gracias a la cual los tenedores
de estos papeles tan depreciados podrán zafar a precios mucho
más decentes. Otra opción conjeturable es que la Argentina
recompre deuda con la plata de Horst Köhler y con otra adicional
que consiga por ahí.
Son sin duda disyuntivas halagüeñas para los financistas,
que ven con satisfacción cómo el FMI reasume su tradicional
papel de bañero que se zambulle al rescate de acreedores
medio ahogados, mientras le exige al deudor argentino una explicación
minuciosa de cómo bajará a cero el déficit
fiscal, al que por otra parte lo fuerzan los financistas mediante
el corte del crédito. Fuera de todo el asunto quedan problemas
de base, como la insoportable revaluación del peso (atado
al dólar) en los últimos cuatro años, que causó
estragos en el propio balance comercial de Estados Unidos, una superpotencia
con acceso infinito al crédito, mientras que la Argentina
tiene acceso cero. Pero Cavallo despachó ayer el asunto asegurando
temerariamente que ya terminó el proceso de depreciación
de las monedas (menos el peso) contra el dólar. De paso,
aunque admitiólateralmente que sus políticas no funcionaron
durante estos cinco meses, omitió explicar porqué
fracasó.
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