Por Raúl
Kollmann
Por iniciativa propia, el Tribunal
Oral Federal número 3 a cargo del juicio por el atentado a la AMIA,
convocó a testificar a tres ingenieros del Ejército para
que opinen sobre la explosión en la mutual judía. La medida
no fue pedida por ninguna de las partes, pero el paso que da el Tribunal
Oral con la oposición de uno de sus miembros es llamativo:
quiere confirmar si hubo o no una camioneta, qué explosivos se
usaron y en qué cantidad, y dónde exactamente se produjo
la explosión. La idea del tribunal es debatir todo esto al principio
del juicio oral y dejarlo definitivamente aclarado. Hasta el momento,
la Policía Federal, un perito de la Gendarmería, un estudio
norteamericano y uno israelí coincidieron en que el atentado fue
perpetrado a través de una camioneta-bomba, pero hay algunas discrepancias
de máxima importancia respecto del explosivo que se usó.
Como para anticipar la minuciosidad con la que quieren tomar el caso,
los doctores Miguel Pons y Gerardo Larrambebere suscriben el capítulo
XXIII de la resolución en la que señalan que por resultar
de interés para la dilucidación de los hechos investigados,
dispónese de la realización de las siguientes medidas.
Esto significa que sin que medie pedido de los fiscales, de los defensores
o los querellantes, el Tribunal quiere evaluar todo otra vez. Por lo que
pide, por ejemplo, que la Policía Federal remita los informes químicos
de la explosión y, tal vez lo más llamativo, le ordena a
la Gendarmería Nacional punto 3.1 del capítulo XXIII
que haga un peritaje químico para determinar si el motor de la
camioneta Trafic estuvo o no en la explosión, o si pudo haber si
arrojado allí como prueba distractiva.
Especialmente explicativo es el punto 15 de ese capítulo: En
atención a las divergencias que es dable observar entre los informes
de la Policía Federal, el Departamento de Estado de los Estados
Unidos, el del Estado de Israel y el efectuado por el asesor técnico
Osvaldo Laborda, líbrese oficio al Ministro de Defensa de la Nación
a fin de que proponga tres ingenieros militares idóneos en explosivos
y demoliciones para que en el término de 30 días realicen
un informe sobre el lugar en el que se produjo la explosión.
Para redondear, hay otro pedido a la Gendarmería para que haga
una pericia caligráfica de la firma que aparece en el recibo del
volquete que se colocó frente a la AMIA cinco minutos antes de
la explosión. Se pide a la Gendarmería que determine si
la firma corresponde o no al arquitecto Andrés Malamud, a cargo
de las obras de remodelación que se estaban haciendo en la mutual
judía.
Todos estas medidas demuestran que el Tribunal no quiere comprar
la versión oficial del atentado sin verificarla. Hay periodistas
que investigaron el caso y escribieron libros sobre el tema Jorge
Lanata, Joe Goldman, Gabriel Levinas y Juan José Salinas
que señalan que frente a la AMIA no estalló una camioneta
y que la Trafic sólo fue una artimaña para desviar la pesquisa.
La bomba estaba, según las distintas versiones de estas investigaciones,
o en el volquete enviado por una firma perteneciente a un hombre de origen
islámico, Nassib Hadad, o dentro mismo del edificio de la AMIA.
Los jueces quieren que se profundice en este tema, justamente para asegurarse
que sea cierto o no todo lo que dijeron los peritos que actuaron
en el caso. Esto explica por qué quieren a los especialistas del
Ejército y por qué piden que se haga un peritaje de la firma
relacionada con el volquete. Como es obvio, si no hubo camioneta en el
atentado una hipótesis casi descartada los policías
imputados y Carlos Telleldín saldrían en libertad en los
primeros días del juicio. El otro punto que tiene importancia es
el relacionado con el explosivo usado en el ataque. Y aquí sí
hay un debate que puede tener importancia, porque no hay tanto acuerdo
en que la bomba se hizo con amonal, un explosivo muy fácil de conseguir
porque se basa en un fertilizante. La Policía Federal se pronunció
por el amonal, los norteamericanos exhibieron sus dudas y lo propio ocurrió
con el perito Laborda. Químicamente hablando, se encontraron restos
que eran compatibles también con otros explosivos, como el plástico
usado en el ataque contra la Embajada. En ese caso ya no se trata de material
tan fácil de conseguir sino que está disponible en unos
pocos países y en algunos casos sólo accede a él
personal militar. De aquí se derivan dos o más posibilidades:
Si se trató de amonal,
la gran parte del explosivo se compró aquí, porque nadie
va a pasar por la frontera 150 o 300 kilos de un fertilizante fácil
de conseguir en el país.
Si es un explosivo plástico
u otro sofisticado cabe la posibilidad de que se haya traído del
exterior y, además, habrá un margen para analizar qué
grupos terroristas usaban habitualmente esos explosivos y de qué
país es originario el material.
Lo que está claro es que si el Tribunal, por iniciativa propia,
ordena estas medidas y verificaciones es porque tiene algunas dudas y
quiere dejar todo aclarado. Lo peor del caso es que estamos hablando de
estudios y pericias que debieron hacerse hace siete años y a través
de peritos internacionales de prestigio e imparciales. Desde el primer
día, el gobierno de Carlos Menem, el juez, la SIDE, los gobiernos
de Estados Unidos e Israel impulsaron la investigación en un solo
sentido: fue un coche bomba y fueron los iraníes.
Siempre quedó alguna duda, a tal punto que el juez Juan José
Galeano todavía ordenó peritajes seis años después
de la explosión. Ahora, el Tribunal quiere verificar, de una vez
por todas, qué es verdad y qué es mentira en lo actuado
desde 1994.
Palleros también
será testigo
El prófugo coronel del Ejército y traficante de
armas Diego Palleros responderá desde Sudáfrica y
en calidad de testigo un interrogatorio elaborado por el juez federal
Juan José Galeano, a quien informará que en el Gobierno
del radical Raúl Alfonsín intervino en la venta de
tanques argentinos a Irán y que su contacto fue el iraní
Balanián Hashemi. La información fue suministrada
a la agencia DyN por fuentes tribunalicias y por el abogado y ex
juez Néstor Blondi, representante legal de Palleros en Argentina,
donde el coronel retirado se encuentra en rebeldía por su
presunta participación en la venta ilegal de armas a Ecuador
y Croacia.
El juez Galeano, instructor de la causa por el atentado terrorista
contra la AMIA que en 1994 provocó 85 muertes, remitió
un cuestionario a Palleros, por vía diplomática, para
que explique si tiene conocimiento sobre las actividades de Hashemi
y si posee algún dato que permita esclarecer la masacre,
atribuida al grupo pro iraní Hezbollah o partido de
Dios.
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