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Una solución que pasa por provocar todos los males

El profesor Barry Eichengreen advirtió sobre los riesgos de una conmoción política en Argentina. Recordó que Francia, ante una situación económica similar, terminó con fuerzas armadas en las calles reprimiendo manifestaciones.

Barry Eichengreen, profesor de
la Universidad de California. Un
discurso provocador.

Por Maximiliano Montenegro

¿Cómo se vería Argentina si se aplicara “la solución de las 4 D”: devaluación, dolarización, default y depósitos congelados? Esa fue la explosiva propuesta lanzada ayer por Barry Eichengreen, profesor de Economía y Ciencias Políticas de la Universidad de California, quien dijo, además, que con la estrategia acordada con el Fondo Monetario, “Argentina va a necesitar mucha suerte para volver a crecer”. Guillermo Mondino, jefe de asesores de Cavallo, recogió el guante y afirmó que con una sola D las consecuencias serían catastróficas: si Argentina fuera al “default” el producto caería en el próximo año entre 10 y 12 por ciento.
Barry Eichengreen es uno de los iconos del momento de la academia norteamericana. Lo suyo es el estudio de la historia económica con el fin de buscar lecciones para el presente. Ayer fue el conferencista principal del seminario sobre economía internacional organizado por la Universidad Di Tella. Señaló que Argentina está en una situación similar a Francia en la década del 30, sintetizada en un círculo vicioso conocido: “Una gran deflación, desempleo del 17 por ciento, recortes presupuestarios para cumplir con el déficit cero, caída de los ingresos y la demanda interna, lo que lleva a pedir mayores recortes presupuestarios, lo cual reduce los ingresos aún más”. Todo en el marco de “una pérdida de apoyo político para estas políticas de ajuste”.
De este círculo, argumenta, sólo se sale con “medidas para impulsar el crecimiento, la competitividad y bajar las tasas de interés”. Para el profesor de la Universidad de California, “el nuevo programa con el FMI es un intento por lograr esto: bajar la tasa de interés, reponiendo las reservas, llevando el déficit cero a las provincias, sacando al país del mercado durante un año y haciendo algún tipo de canje de la deuda. En tanto, proponen también mejorar la competitividad externa a través de la deflación interna y algún acuerdo de libre comercio con Estados Unidos”.
Sin embargo, en su opinión, “Argentina necesita mucha suerte para que con este esquema haya crecimiento rápidamente. Esta es una receta para que, si todo sale bien, la economía recién empiece a recuperarse en el 2002”, explica. “Entonces, aquí tenemos el dilema, al igual que en Francia en la década del 30, si el apoyo político para el ajuste va a durar tanto tiempo. Porque si la regla del déficit cero desaparece, los depósitos desaparecen, el acuerdo con el FMI también y el programa desaparece”, asegura. En Francia las cosas terminaron con las fuerzas armadas reprimiendo las manifestaciones de protesta. Nada muy diferente se podría esperar en Argentina, especula Eichengreen.
“¿Por qué el FMI y el Tesoro no hablaron de una solución más limpia?”, se pregunta el académico, una respuesta que resuelva de manera más veloz el problema de la deuda y de la competitividad. Y ahí introduce la propuesta de las 4 D: “la devaluación ayudaría a recuperar competitividad (...); la dolarización si- guiente ayudaría a recobrar la confianza y frenaría futuras devaluaciones (...); un default negociado de la deuda aliviaría las finanzas públicas y el ahogo financiero”. Mientras que sería necesario congelar los depósitos para compensar el impacto de la reprogramación constructiva de la deuda sobre los activos de bancos y AFJP.
“Esto es lo que estaba imaginando en mis fantasías antes de llegar aquí”, confesó Eichengreen. Y luego admitió que entiende los argumentos de quienes se oponen a esta fórmula: “La devaluación podría interpretarse como la ruptura de la Convertibilidad y causar un brote inflacionario en un país con una historia de hiperinflación” y la dolarización podría generar una corriente de oposición nacionalista para defender el peso. Sin embargo, desde su perspectiva, Argentina no tiene demasiadas alternativas. Una sería que “nos podemos levantar mañana, dentro de un mes o a principios del próximo año y ver que, con un poco de suerte, Argentina vuelve a crecer”. La otra es que “no llega el crecimiento, sigue la fuga de depósitos y hay una conmoción política”. En esta situación, en su opinión, se iría de manera descontrolada a las 4 D. “Es un escenario desastroso, pero si el crecimiento no llega es uno de los más posibles”, advirtió.
Apenas terminó su conferencia, Eichengreen salió raudamente del salón, tomó sus valijas y partió rumbo al aeropuerto. Minutos después, Mondino intentó desactivar la bomba dejada por su colega. Dijo que con sólo la D del default el PBI caería, por lo menos, 10 por ciento. Y que no hay país en el mundo que hubiera ido al default que haya mantenido a sus autoridades seis meses después. “¿Qué incentivos tendría el Presidente para tomar este camino?”, preguntó. También reveló que lloverían fallos judiciales contrarios a Argentina en las cortes norteamericanas, lo que elevaría notablemente la deuda. Tras la conferencia, ante Página/12, definió de manera menos académica su opinión sobre las propuestas de un “default acordado” de la deuda: “Son bullshit”.

 

Concesiones bajo la lupa

Setiembre promete ser un mes clave para las polémicas privatizaciones del Correo, los aeropuertos y Aerolíneas Argentinas, según precisiones que ofreció ayer el ministro de Infraestructura, Carlos Bastos, sobre esas licitaciones. En quince días, podría haber una nueva intimación al Correo Argentino, operador del Grupo Macri, para que pague los 200 millones de pesos que adeuda por canon. “El concesionario está en una situación irregular, su deuda por canon es de unos 200 millones y debe pagarla, so pena de que se le quite la concesión.” Pero, al mismo tiempo, el funcionario admitió que hay otras prestadoras irregulares, que un nuevo marco regulatorio prevé corregir. Justamente, la existencia de competidores que operan en condiciones presuntamente desleales –con personal en negro y pagando un escaso canon– es uno de los reclamos que planteó el concesionario, el que, a su vez, exige al Estado compensaciones por alrededor de 700 millones de pesos. También para el mes de la primavera podría haber una definición acerca del comprador y futuro dueño de Aerolíneas. Bastos viajará a España la primera semana de septiembre para analizar en Madrid con dirigentes de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales las alternativas de la concursada firma privatizada. Según portavoces del accionista español, ayer se habría sumado un nuevo interesado: Driplay International, comandada por el argentino Máximo Panasiuk. Aerolíneas está en concurso de acreedores y en busca de un comprador que garantice la continuidad de la compañía. La tercera definición inminente en el terreno de privatizaciones controvertidas está referida a la concesión de los aeropuertos. Bastos aseguró en declaraciones a la prensa que se revisó el acuerdo con el grupo que encabeza Eduardo Eurnekian para cambiar el criterio de la concesión: no habrá un plan de inversiones fijo sino una evaluación por resultados, una rebaja en las tasas aeroportuarias que cobra el adjudicatario y un nuevo monto del canon. El ministro aprovechó la ocasión para negar la intención de renunciar, tal como le exigen los legisladores justicialistas, quienes lo acusan de trabajar para la empresa energética Enron.

 

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