Por Eduardo Videla
Los mismos porteños
que expulsaron a los ingleses en 1807 con balas y aceite hirviendo, utilizaban
en sus hogares vajilla británica. Los negros africanos el
35 por ciento de la población de Buenos Aires antes de la Revolución
de Mayo utilizaban pequeños punzones de hueso y vidrios afilados
como cubiertos, pues les estaba vedado el uso del tenedor y el cuchillo.
Los niños de fines de siglo XIX eran instruidos por tutores en
sus propias casas y usaban pizarras y lápices de piedra. Y por
la misma época, las monjas del Convento Santa Catalina matizaban
la clausura con licores y cervezas importadas. Esos fragmentos de la historia
porteña estaban sepultados bajo tierra y fueron recuperados mediante
el programa Arqueología Urbana, impulsado por la Secretaría
de Cultura porteña.
Parte de ese material se expondrá al público a partir del
miércoles próximo en el Centro Cultural Recoleta, junto
con una serie de documentos que la ciudad compró hace un año
en un remate: una colección que perteneció a Marcos de Estrada
Linch, descendiente de don Santiago de Liniers, uno de los héroes
de la Defensa de Buenos Aires.
Otra parte del material recuperado estará expuesto en la Casa FOA,
que se inaugura en setiembre justamente en el Convento de Santa Catalina,
restaurado para la ocasión. Muchas otras piezas forman parte de
la colección de museos y exposiciones privadas.
Para que toda esa información esté disponible al público,
la Subsecretaría de Patrimonio Histórico anunció
ayer que editará una publicación de quince páginas
como una suerte de guía arqueológica de la ciudad. Nuestro
objetivo es tener un Museo Arqueológico, pero hasta que esto sea
posible, la idea es que las piezas puedan mostrarse, dijo Silvia
Fajre, titular de la subsecretaría.
El anuncio fue respaldado por el secretario de Cultura porteño,
Jorge Telerman. Se trata de una decisión estratégica:
darle importancia no sólo a los espectáculos artísticos
sino a las acciones destinadas a consolidar la historia cultural de la
ciudad, enfatizó el funcionario. La guía arqueológica,
afirmó Telerman, no estará destinada únicamente
al turismo sino a los ciudadanos locales interesados en conocer la historia
de la vida doméstica en la ciudad.
El programa está a cargo del investigador Daniel Schavelzon, que
desde hace años viene desenterrando fragmentos de la historia cotidiana
de la Buenos Aires de antaño. Uno de los sitios de mayor interés
fue, precisamente, el Convento de Santa Catalina. Allí, cuando
los obreros realizaban excavaciones para hacer un nuevo tendido de caños,
encontraron enterrados, a 50 centímetros del nivel del piso, numerosos
objetos que las hermanas dominicas tiraron a la basura: desde artesanías
de cerámica realizadas por aborígenes hasta huesos de animales
(restos de alimentos)
Las excavaciones permiten conocer la forma de vida en el convento.
Hasta el siglo XVIII se caracterizó por la austeridad. Pero se
encontraron envases de cerámica de licores y cervezas importadas,
y agua mineral marca Krondorf, de fines del siglo XIX, explicó
Schavelzon. Entre los desperdicios del convento se encontraron vasijas
de barro cocido realizadas por indígenas que trabajaban en
el convento, decoradas con estilo español, braseros de hierro fundido
y pelelas. Entre unos 5000 huesos enterrados en la basura, se encontraron
los punzones utilizados por los negros esclavos.
Otro de los sitios que despertó interés es la casa ubicada
en San Juan 338, donde aún trabajan los arqueólogos. Allí
se encontraron, sepultados en la tierra, objetos que pertenecieron a niños:
pizarras hechas con una piedra gris oscura, como la que se usa hoy para
las tejas y elementos para escribir hechos con el mismo material,
detalló el investigador a Página/12. Todo indica que
allí funcionó un lugar donde un grupo de chicos estudiaba,
seguramente con un tutor, agregó. Esos materiales datan de
1880, aunque la casa se supone que es la más antigua de las
que existen en Buenos Aires fue construida en 1730. Ante la falta
de una ley que proteja el patrimonio arqueológico, los funcionarios
exhortaron a comunicar los hallazgos realizados en las excavaciones y
construcciones.
DOS
LEGISLADORES, A LOS GOLPES
Recinto
escandaloso
La sesión de ayer de
la Legislatura porteña terminó en escándalo: media
docena de proyectos importantes quedaron en el tintero al suspenderse
la sesión, después de que dos legisladores, el vicepresidente
del cuerpo, Jorge Enríquez, y el ucedeísta Julio Crespo
Campos forcejearon y se arrojaron golpes en el medio del recinto ante
la vista de todos. La discusión se inició por la exhibición
a través del circuito interno de televisión, de una investigación
periodística que compromete al diputado Víctos Santa María
(Encuentro por la Ciudad). El video fue divulgado por el radical Cristian
Caram, que fue tildado de mafioso por la oposición.
El enfrentamiento se inició cuando el diputado de la UCeDé
tomó de una solapa a Enríquez, en el momento que éste
volvía al recinto para retomar la presidencia de la sesión.
En ese momento, Crespo Campos le hizo un reproche por no haberle dado
la palabra: Vos no sabés presidir, le dijo. Ante esto,
el diputado radical optó por darse vuelta con un brazo levantado,
en señal de rechazo, y recibió un golpe que le tiró
al suelo los anteojos. Varios diputados intervinieron para separarlos.
No hubo más que un tironeo de corbatas y de pelo ente los
dos, intentó minimizar Enríquez. Todo había
comenzado antes de la sesión, con la emisión de un video
por el circuito cerrado de televisión de la Legislatura. En esa
grabación, copia de una investigación difundida el domingo
en Canal Azul, se responsabilizaba a Santa María por una presunta
estafa a 1500 compradores de un plan de viviendas.
El jefe de la bancada radical, Cristian Caram, propuso enviar la videograbación
en cuestión a la Junta de Etica de la Legislatura para que ese
organismo adopte una resolución, moción que fue aprobada
por votación. El propio Santa María se manifestó
de acuerdo con la moción de que se investigue todo y que
el video sea enviado a la Junta de Etica. La legisladora Vilma Ripoll,
de Izquierda Unida, calificó la iniciativa de Caram como una
maniobra electoral y pidió que por igual medio se exhibieran
las denuncias difundidas en América TV sobre el desastre
que sufre el Hospital Santojanni debido a irregularidades en las obras
edilicias.
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