Por Octavi Martí
Desde
París
La cantante islandesa Björk,
una de las figuras del espectáculo más importantes de las
surgidas en Europa durante la década del 90 del siglo pasado, comenzó
en París la gira mundial de presentación de su disco Vespertine.
En una ciudad que ofrece centenares de miles de espectáculos, la
diminuta estrella concretó cuatro recitales. Dos de ellos fueron
en el Rex, un cine art dèco de 2500 plazas. Los otros dos en la
capilla gótica de Sainte Chapelle, un espacio que no puede recibir
a más de 300 personas y en la que interpretó sus temas sin
micrófono. Por formación y por herencia familiar soy
una artesana, alguien a quien le gusta trabajar en su taller con sus herramientas.
Vespertine es la antítesis de Homogenic, mi anterior álbum,
que era muy extravertido, un poco macho, dopado a base de decibeles. Ahora
abordo una temática íntima, personal, trato de los pequeños
placeres domésticos o del descubrimiento de un mundo interior.
Quería poder compartir eso con el público pero hacerlo en
condiciones parecidas a las de mi casa. ¡De ahí la elección
de los locales!, contó
Tras los cuatro conciertos parisinos Björk irá a Londres,
Stuttgart, Lausanne, Frankfurt, Lille, Londres, París de nuevo,
Lyon y Barcelona. La cantante salió de gira acompañada de
la arpista Zeena Parkins, el grupo electrónico Matmos, un coro
de mujeres islandesas y una orquesta sinfónica. Eso, y el hecho
de que los locales elegidos sean muy pequeños hace que la gira
no sea rentable y que la propia Björk intervenga, a pérdida,
como financiera. La esencia de mi trabajo es la generosidad
manifiesta la artista mientras explica que entre el 80 y el 90 por
ciento de mi nuevo disco fue compuesto con la única ayuda de un
computadora portátil, en soledad. Era un desafío que quería
plantearme.
El espectáculo nuevo está dividido en dos partes. En la
primera, al margen del tema de Bailar en la oscuridad, el film de Lars
Von Triers en el que debutó como actriz, sólo interpretó
canciones de Vespertine. La segunda parte está más dedicada
a sus grandes éxitos. Los dos trajes que lleva la artista son de
Alexander McQueen y el segundo es una auténtica provocación
sonora: sus brillantes piezas de un material rojo entrechocan entre sí
como campanillas de un trineo cada vez que Björk se desplaza por
el escenario. La puesta en escena es sobria. Primero sirven de decorado
unas diapositivas de figuras de hielo. La artista quería cantar
ante auténticas esculturas de hielo fundiéndose. No pudo
ser.
En la segunda parte el telón de fondo es la luz. Creo que
Vespertine es mi álbum más islandés, aquel en que
más se nota que vengo del Norte. También es el que mejor
refleja mi veneración por la naturaleza, un sentimiento de trascendencia
respecto a ella. Björk habla con desarmante sinceridad, de
manera muy comunicativa y sonriente. Los organizadores franceses eligieron
para su conferencia de prensa la sala principal de la sede del Partido
Comunista francés, un espacio concebido por el arquitecto brasileño
Oscar Niemeier, que durante tantos años fue el sancta sanctorum
de las decisiones políticas de la agrupación. Les
aseguro que eso no significa que esté dispuesta a comenzar una
carrera política, dijo, bromeando, Björk.
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