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PANORAMA ECONOMICO
Por Julio Nudler

¿CAVALLO ESTÁ PINTADO?

Cavallo hizo todo mal. Este discurso unifica hoy a todos los economistas liberales, pro establishment, a excepción de los economistas liberales, pro establishment que integran el equipo de Cavallo, y que si estuvieran fuera de éste también dirían que Cavallo hizo todo mal. Pero aquéllos y éstos encontraron una consigna común por la cual dar la vida: el Déficit Cero. Es decir, el ajuste fiscal llevado abruptamente al extremo, como presunta llave para resolver la pavorosa crisis argentina. Esa consigna está inscripta en una causa más amplia: la defensa de los derechos de propiedad. Al menos de algunos. Los derechos de los tenedores de bonos (y, por tanto, ¡no a la cesación de pagos!). Los derechos de los tenedores de pesos (y, por tanto, ¡no a la devaluación!). Los derechos de los tenedores de plazos fijos (y, por tanto, ¡no al pisado de depósitos! ¿Preferirán por ende que se caigan los bancos? Seguramente no. Allora?). Como no puede defenderse todo, quedan fuera de la protección el derecho al trabajo, o a la certeza del sueldo o la jubilación que se cobrará a fin de mes.
Ahora, de pronto, De la Rúa es Menem y Cavallo es Machinea. Yendo por partes, el Presidente definió al Déficit Cero como el gran objetivo de su gestión, a alcanzar a cualquier costo. Coherentemente, Mario Vicens, quien fue secretario de Hacienda en el primer equipo económico de este gobierno, reclamó el jueves “más liderazgo y menos consenso”, lo cual puede interpretarse como un pedido de mano dura. Y hasta Raúl Alfonsín (con quien Vicens fue director del Banco Central), al proponer el restablecimiento del servicio militar obligatorio, pareció sintonizar la misma onda.
En sus años de esplendor, Menem aplicaba un principio eficaz: cuanto peor, mejor. Eran las políticas más duras las que le granjeaban mayor apoyo. Además, y eso duró toda su presidencia, del riojano se sabía qué esperar. Su adhesión al liberalismo económico no admitía desvíos. De la Rúa, en cambio, fue incierto: ¿estaba con Machinea o con De Santibañes, con las multinacionales o con las pyme? Después de cambiar a Machinea por López Murphy, sustituyó a éste por un heterodoxo Cavallo. Pero ahora, ya al borde del barranco, se dejó de ambigüedades. Rodeado de una carpa chica de gurkas del ajuste (el único no converso de los cuales es Rodríguez Giavarini), pretende situarse más allá de la política.
Cavallo, mientras tanto, ha terminado pareciéndose a Machinea: a partir del 10 de julio, cuando anunció el Déficit Cero, aplica una política para la cual no es creíble. Sencillamente porque hasta ese momento intentó caminos bien diferentes. Pero toda su magia sólo obtuvo que el riesgo país brincara de 800 a 1600 puntos. Finalmente, con el agua al cuello, la Argentina consiguió un nuevo paquete del Fondo Monetario. Pero fue Marx y no Cavallo quien se lo trajo de Washington bajo el sobaco, con lo cual la imagen del cordobés, habituado al protagonismo y al culto de su personalidad por su feligresía, quedó desdibujada.
La realidad dice que De la Rúa puede hoy desplazarlo sin costos, como cuando Menem prescindió de él cinco años atrás, demoliendo el mito de la cavallodependencia. Según apostó un economista de la ex Alianza, “si hoy Cavallo fuera remplazado por Marx, el precio de los bonos subiría”. Pero esto no significa que De la Rúa vaya a deshacerse ya mismo del mediterráneo. Quizá prefiera conservarlo hasta después de las elecciones, o esperar el momento en que pueda despedirlo con alguna buena excusa, como no haber logrado la reactivación tras el reciente paquete, o alguna escaramuza que provoque Cavallo mismo con su intemperancia. En cualquier caso, es difícil que el Presidente, si de verdad cree que la Argentina va a despegar en el 2002, permita que el actual ministro capitalice ese milagro.
Por de pronto, a Cavallo le esperan durísimas lides, como la del presupuesto para el año próximo, a librar desde ahora mismo, y la del terrorífico corte del gasto público que, según los números de Guidotti,Secretario de Hacienda con Roque Fernández, debe rasurar 2800 millones de pesos en el cuarto trimestre. Esto partiendo de una situación calamitosa en el Estado. Aquí la pregunta es qué gana Cavallo quedándose. Y la única respuesta razonable es que así conserva la esperanza de recuperar algo del capital político que dilapidó estos cinco meses. Perdió a sus adeptos del comienzo, como la Unión Industrial, que se siente de nuevo traicionada por el mediterráneo, mientras que intereses concentrados, como los del sistema financiero o las privatizadas, no derramarían ninguna lágrima por él si partiera, por más favores que le deben.
Mientras la generalidad de los economistas “ortodoxos” se deliran por el ALCA (Fernando Navajas, economista jefe de FIEL –fundación con la cual la Mediterránea acaba de celebrar un acuerdo de cooperación, como queriendo dar pruebas de su abandono de la heterodoxia–, afirmó que “el ALCA es el único proyecto de largo plazo que puede tener la Argentina, ¡y Estados Unidos nos lo acaba de ofrecer!”), Cavallo amplió la convertibilidad al euro, lo cual carece de sentido si el país piensa emblocarse con EE.UU. Por eso, desde el núcleo duro del liberalismo no se le exige sólo el Déficit Cero, sino también la abolición de la cesta de monedas y del factor de empalme.
Más allá de que un acuerdo comercial del Mercosur con Washington podría depararle más perjuicios que beneficios a la Argentina, es aventurado tomar en serio la oferta del Tesoro (Paul O’Neill), porque a la hora de negociar será el departamento de Comercio (Bob Zoellick) quien se sienta a la mesa para decir a todo que no, empezando por la renuncia al antidumping como arbitraria barrera. Pero, además del deseo de asestarle una coz a los brasileños, al Tesoro norteamericano le interesó incluir en el salvataje argentino la invitación a un acuerdo de comercio para sumarlo al Déficit Cero y a alguna forma de reducción voluntaria de la deuda como factor de sustentabilidad de esta vapuleada economía. El convite sugiere que los exportadores argentinos tendrán a su disposición el colosal mercado estadounidense, y que por tanto mejorará el pésimo cociente deuda/exportaciones, hoy en más de 5 a 1. Pero probablemente sólo se trate de una operación de imagen.


 

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