Por Victoria Ginzberg
En 1980 la Municipalidad de
la Ciudad de Buenos Aires a cargo del brigadier Osvaldo Andrés
Cacciatore publicó el libro Poder de Policía de Moralidad
en materia de Espectáculos y de Publicaciones en la Capital Federal.
Desde ayer unos cien ejemplares de ese texto, escrito por Germán
Bidart Campos, están en el Centro Cultural Recoleta, colgados de
una pared, atados y recubiertos de alambre. Se trata de una instalación
que hizo el artista plástico Carlos Gallardo a partir de
los ecos que resonaron en él cuando tuvo en sus manos la
obra del constitucionalista. Es la segunda parte de la muestra Un Golpe
a los Libros, organizada por la Dirección General del Libro y Promoción
de la Lectura del gobierno porteño.
Desnuda llegó la desconocida, Dios, el Estado y la Libertad, La
novia judía, El nuevo desorden amoroso, La acumulación socialista,
El goce del sexo, Viajando con los Rollings Stones y La revolución
de la vida cotidiana son algunos de los libros prohibidos por la última
dictadura y cuyos títulos se proyectan en una pantalla de la sala
J del centro cultural.
El contenido del texto en el que Bidart Campos analizaba la potencial
inmoralidad u obscenidad de los espectáculos y publicaciones también
está presente en la muestra. Entre los pasajes destacados de la
obra se puede apreciar que no es que el sexo sea indecente por sí
mismo: lo indecente es ponerlo públicamente en descubierto, a disposición,
quitarle el velo de la privacidad que lo debe retener en la intimidad
del individuo o que la moralidad privada, que no ofende a
la moral pública, ni trasciende ofensivamente al ámbito
público donde el pudor pueda resentirse, está reservada
a la intimidad del hombre, a su conciencia, a su juicio ético y
al juicio de Dios y que si la Constitución contiene
una serie de valoraciones favorables al catolicismo y a su preeminencia
sobre las demás confesiones religiosas, no hay duda que cuando
se refiere a la moral acoge los principios de la moral cristiana.
En marzo, dentro de la serie de actividades organizadas para conmemorar
los 25 años del último golpe de Estado, la Dirección
General del Libro y Promoción de la Lectura exhibió las
órdenes escritas del retiro de material y libros que no podían
circular en las bibliotecas municipales firmadas por Arturo López
Peña secretario de cultura durante el gobierno de Isabel
Perón y responsable de la Dirección de Bibliotecas Municipales
luego del golpe y testimonios de autores y lectores perseguidos
durante la dictadura. A partir del 1° de septiembre se realizará
una serie de conferencias en las que se analizará el impacto de
la represión en la literatura. Participarán, entre otros,
la periodistas María Seoane, la psicoanalista Silvia Bleichmar,
el sociólogo Cristián Ferrer y el científico Pablo
Jacovkis. La titular de la Dirección del Libro, Manuela Fingueret,
anunció que en noviembre se hará una nueva exposición
que resumirá una investigación que se está efectuando
en conjunto con la Defensoría del Pueblo de la Ciudad sobre las
consecuencias de la dictadura en la cultura.
Trabajando en este proyecto nos dimos cuenta que los militares no
sólo tenían un plan para hacer desaparecer personas y pensamientos,
sino que también tenían un proyecto para instalar un tipo
determinado de pensamiento y ese proceso se afianzó incluso durante
períodos de la democracia. Por eso el pensamiento argentino aún
debe recuperarse de esa situación, dijo Fingueret.
Según se anuncia a la entrada de la muestra, esta segunda parte
de Un Golpe a los Libros confirma que los militares no despreciaban
los libros sino que reconocían en ellos un símbolo de transformación,
de pensamientos, de búsqueda y sueños. Y en eso no se equivocaban.
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