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COMO TODO ES INUTIL PARA CESAR LA VIOLENCIA EN HEBRON
El fuego después del fuego

Un enclave de 400 judíos en medio de territorio palestino marca la línea de fuego más irreductible del conflicto palestino-israelí.

Símbolo: Los colonos han convertido a Abu Sneineh en un potente símbolo, demandando repetidas veces que el ejército reconquiste las colinas.

Dos niños palestinos sobre
una de las casas derruidas.
“Si me preguntás si esto va a
parar los disparos, te digo que no.”

Por Suzanne Goldenberg *
Desde Hebrón, Cisjordania

Horas después de que el ejército israelí volara dos de sus escondites, los francotiradores palestinos estaban ayer de vuelta en la estratégica colina de Abu Sneineh, con sus rifles listos para la próxima ronda de batallas nocturnas que han convulsionado a la ciudad. El asalto militar nocturno a la colina, el paraíso de un francotirador debido a su vista panorámica del enclave judío, marcó la primera entrada de Israel en una ciudad que es una caldera del levantamiento palestino, aunque sus tanques ahora entran y salen rutinariamente de zonas bajo control palestino en Cisjordania y Gaza. Mientras tres helicópteros daban vueltas sobre el lugar, proveyendo cobertura contra el fuego de ametralladoras, un convoy de vehículos blindados trepaba el densamente poblado barrio palestino hasta la cornisa, llenando las paredes de las casas de impactos de bala y volando con dinamita dos casas abandonadas antes de retirarse tres horas después. Un israelí y tres palestinos fueron heridos en el intercambio de fuego.
El ejército israelí lanzó el ataque después de que dos hermanos fueran heridos por fuego de francotiradores mientras estaban sentados en el balcón de su hogar en el asentamiento judío. “Ejecutamos una operación limitada para resolver un problema específico y mostrar que no tenemos ningún inconveniente en subir ahí arriba cuando hay un problema que es insufrible”, dijo ayer a Radio Israel el general Moshe Yaalon, subjefe de Estado Mayor del Ejército. El ejército calificó la operación como un éxito. Sin embargo, los palestinos que viven en la colina y los 400 judíos que viven en el enclave inferior no se hacen ilusiones. Al principio, los colonos judíos celebraron la operación, lanzando disparos al aire y publicando en Internet fotos de las casas destruidas. Pero ayer por la tarde reiteraron su demanda de que el ejército reconquiste la colina de Abu Sneineh en forma definitiva. “Derrumbar dos casas es lindo como un acto simbólico, pero, pero si me preguntás si esto va a parar los disparos, te digo que no”, dice David Wilder, portavoz de los colonos. Y ninguno de los palestinos que volvieron ayer para trepar sobre las ruinas de las dos casas cree que los disparos cesarán mientras los colonos permanezcan en medio de ellos.
Hebrón fue cedida al control palestino en 1997, excepto por el enclave judío que se encuentra en su núcleo, considerado como el más extremista en Cisjordania. Sus líderes han convertido a Abu Sneineh en un potente símbolo, demandando repetidas veces que el ejército reconquiste las colinas. Por lo que ya son meses, los residentes de Abu Sneineh han vivido en una virtual galería de tiro al blanco, entrampados entre los francotiradores y los tanques israelíes que atacan la zona de una prominencia cercana.
Ghalib Mahideen Mitheb es el vecino más cercano a las dos casas destruidas por las fuerzas israelíes. Varias de las otras familias en la zona han dejado el lugar hace tiempo. ¿Cree que el asalto nocturno terminará con las batallas armadas?”. “Nunca van a terminar –dice–. Los francotiradores seguirán combatiendo, y así lo harán también los israelíes. Ahora que derrumbaron las casas, los francotiradores bajarán la colina y encontrarán otra posición desde donde hacer fuego”.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.

 


 

EL ODIO A LOS PALESTINOS SE REFLEJA EN LAS ESCUELAS
El fin de la infancia israelí

Por Daniel Amado
Desde Jerusalén

El odio entre israelíes y palestinos es cada vez mayor, pero es espeluznante cuando se descubre la profundidad que alcanza en los niños, según refleja una investigación que dio a conocer ayer el diario Maariv de Israel. En el marco de esa investigación, que hizo un israelí con vistas a su doctorado en Psicología Social, se pidió a 84 niños de Israel en edad escolar, que viven en diversas ciudades, en “kibutz” o en asentamientos judíos de Cisjordania y Gaza, que escriban una carta a un palestino imaginario de su misma edad, y que del otro lado de la hoja lo dibujen, y, como dice el propio diario, “cuando se ven los resultados dan ganas de llorar”.
En una de las cartas, un niño israelí escribe: “Asqueroso Mohamed, hola; quiero desearte que te mueras”. Y otro: “Estúpidos árabes, hola; queremos que se mueran y que no vivan eternamente”. Y una tercera: “¡Hola, qué imbécil que sos! Dejá de tirarnos piedras o Sharón los va a matar a todos ustedes en sus aldeas. Más vale que se cuiden de lo que hacen. Ya me escucharon; estoy furiosa, caraduras”. El autor de la investigación, Asi Sharabi, un ex oficial de la unidad de lucha antiterrorista del Ejército de Israel que estudia en la London School of Economics y estos días se encuentra en su país, quiso saber cómo afrontan los niños israelíes la actual situación de casi 11 meses de enfrentamientos armados con los palestinos. Y cuenta que el resultado fue sorprendente, “no sólo por la profundidad del odio, sino también por el hecho de que la ansiada paz, de la que todos hablan, está vacía de contenido”. El investigador, que reconoció que cuando estaba en el ejército israelí “era un insensible”, afirma que “el miedo y el odio a los árabes no es genético”.
Sharabi recuerda también que un niño de una ciudad israelí dijo: “Hay una cosa de los palestinos que no entiendo, ¿por qué son tan negros y feos?, ¿por qué huelen mal y llevan ropas que parecen harapos? Si yo viera a un palestino por la calle, enseguida me daría cuenta de que es palestino porque olería mal”.
De la investigación se desprende que los niños de las ciudades israelíes son los que sienten más odio hacia los palestinos, los de los asentamientos judíos se aferran más a explicaciones políticas o ideológicas, y los de los “kibutz” muestran apertura al diálogo.
“Cuando ves que niños pequeños, de tu propio país, están tan empapados de odio, te volvés loco”, comenta Sharabi. “Cuando les pedí a los escolares israelíes que escribieran una carta a niños palestinos de su edad, y que después lo dibujaran del otro lado de la hoja, la primera pregunta que hicieron, enseguida, fue ‘¿tenemos que dibujar a un árabe bueno o a un árabe malo?’, y la segunda fue si ‘¿se pueden utilizar insultos y malas palabras?’”.
Otro escolar israelí escribió en su carta a un niño palestino: “Aquí no hay mariposas, sólo ‘intifada’. Ustedes de verdad, de verdad, de verdad aman las guerras. Eso se llama odio entre hermanos puesto que todos somos seres humanos, y para mí vos no tenés ninguna importancia. Bárbaros, estúpidos, subnormales; nosotros los vamos a bombardear hasta que no les queden fuerzas. Ustedes están contentos de los atentados que hacen, de nuestros muertos. Bueno, no hay ningún problema. Los vamos a bombardear; ustedes lo pidieron porque nosotros les propusimos mucho más” (se supone que en las fracasadas negociaciones de paz).
El investigador de Psicología Social preguntó a niños de un asentamiento judío de Cisjordania por qué los palestinos actúan de la manera en que lo hacen. Y cuenta que “en la habitación se hizo un gran silencio”, y luego una de las niñas presentes contestó: “De verdad que no lo sé; pienso que es porque quieren llamar la atención. Es como el niño malo de la clase quetodo el tiempo molesta a los demás niños porque quiere que le hagan caso. Los palestinos son exactamente iguales”.

 

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