Por Martín
Granovsky
Los carpinteros y los plomeros
de los Estados Unidos deberán revisar si vuelven a dar su apoyo
a George W. Bush. Según los expertos, al bendecir el acuerdo financiero
del Fondo Monetario con la Argentina el presidente norteamericano no hizo
otra cosa que repetir la experiencia de sus antecesores. Como dijo el
argentino Felipe de la Balze, Bush llamó a la ambulancia
pública para sacar el borracho de la puerta, en lugar de pensar
que la responsabilidad es solo de la familia. Pero la negociación
del acuerdo arrojó, en cambio, una novedad mayor: la Casa Blanca
y el Departamento del Tesoro están convencidos de que la deuda
externa argentina debe sufrir una quita. Y, caso curioso, están
más convencidos que el gobierno de Fernando de la Rúa.
La apelación a carpinteros y plomeros pertenece a Paul ONeill,
secretario del Tesoro y virtual ministro de Economía y Finanzas
de los Estados Unidos. Dijo que con un rescate financiero esos dos gremios,
encarnación del americano medio, pagarían la irresponsabilidad
de quienes prestaron dinero a la Argentina y a quienes tomaron ese dinero.
Los plomeros, en los últimos 29 años, tienen su propia historia.
De plomeros se disfrazaron los espías enviados por Richard Nixon
a vigilar el edificio Watergate de los republicanos. Pero ONeill
quiso ser más naif. De palabra, claro: luego de denostar los salvatajes
practicados por la dupla Robert Rubin-Larry Summers bajo Bill Clinton,
protagonizó uno. Y después de condenar a Wall Street, le
regaló el negocio de reescalonar la deuda argentina.
ONeill tiene una fuerte visión ideológica,
dijo a Página/12 desde Washington el ex subsecretario de Estado
Stuart Eisenstadt. El secretario se acerca a la realidad con una
visión política, explicó. Pero al final
no choca con la realidad. La realidad indicaba, según el
ex funcionario, que una caída argentina podría arrastrar
a otros mercados emergentes, y también que en la Administración
Bush nadie quiere tomar el riesgo de que las relaciones especiales
con América latina, que fueron una promesa del presidente, se corten
ya en los primeros meses de gobierno.
Según De la Balze, Bush aún no ha puesto en funcionamiento
todas sus baterías para América latina. Ni su equipo
encargado de definir la política hacia la región ha sido
nombrado, o los nombramientos no fueron confirmados, o las designaciones
iniciales se modificaron.
La Argentina encontró a los Estados Unidos en transición
de una administración a otra, y por eso la figura de ONeill,
que ocupa un puesto de por sí clave, se recorta aún con
mayor fuerza. Es un hombre del mundo de los negocios, donde se valora
la franqueza más que en el mundo de las altas finanzas internacionales,
donde las medias palabras cuentan. Pero estos días todo norteamericano
que paga impuestos está recibiendo un cheque en su casa como reintegro,
y eso lo consiguió ONeill contra todas las expectativas del
establishment norteamericano, dijo De la Balze.
Con este cuadro a la vista, parece cada vez más claro que ONeill
es a la Argentina de De la Rúa y Cavallo lo que Nicholas Brady,
el secretario del Tesoro de Bush padre, fue al país de Menem (y
Cavallo). Los dos ocupan el puesto en momentos distintos, pero agudos,
de la crisis de la deuda. Brady apadrinó el pago de parte del capital,
mediante el canje de títulos por activos físicos de las
empresas estatales que se estaban privatizando, y la diseminación
de la deuda en bonos. ONeill empujó el primer paquete de
salvataje (las comillas, a disposición de los lectores) en la era
de Bush hijo, y buscó, sin conseguirlo, que el gobierno argentino
aceptase reestructurar su deuda. En la visión norteamericana, con
eso evitaría el riesgo de una caída y, sobre todo, que el
aporte de cinco mil millones para fortalecer las reservas argentinas se
escurra entre los dedos de la depresión económica argentina.
Aún no está claro, todavía, cuál será
ahora la contrapartida al salvataje, cuál será el equivalente
de la capitalización de principios de los 90. Entiendo
que el gobierno argentino no quiera dar una mala señal a los mercados,
pero creo que ONeill estuvo correcto cuando planteó que la
deuda debe reestructurarse, sostuvo Eisenstadt sobre las obligaciones
financieras. Insisto en que el tema no es fácil, pero también
es verdad que la deuda argentina, así como está, no es sostenible
en el tiempo, y debería cambiarse deuda vieja por nueva con alguna
garantía de los acreedores, en un esfuerzo cooperativo con el sector
privado.
De la Balze opina que, de todos modos, el Tesoro ha dado una clara
indicación a los mercados y a los gobiernos de que está
dispuesto a apoyar la idea de que haya programas voluntarios para
reescalonar la deuda, y no descarta que los tres mil millones acordados
con el Fondo para esta parte del programa financiero pueda ampliarse y
se llegue a una renegociación con quitas.
¿Cuánto de política pura, de estrategia y hegemonía
militar, hubo en la negociación de Washington entre la Argentina,
los Estados Unidos y el Fondo?
Si el ALCA es uno de los principales objetivos de Bush, si él
habla español y si (el presidente venezolano Hugo) Chávez
es un modelo que le preocupa, Bush no podía desentenderse de la
Argentina, dijo Eisenstadt.
Carlos Escudé, académico de Yale y ex jefe de asesores de
Guido Di Tella, dijo que el razonamiento político es nuestra
mejor defensa. El argumento se expresaría así: Cuidado
con que la Argentina se chavezise, porque eso podría producir un
derrame en toda la región. Para Escudé, el temor
es el único motivo por el que los norteamericanos no se limitaron
a dar ayuda a Brasil y la ampliaron a la Argentina. Con 37 millones de
habitantes, nosotros no tenemos en la Argentina una masa crítica
de consumidores potenciales, y entonces el único motivo para un
acuerdo financiero es el miedo a una radicalización política
que puede desembocar en no se sabe qué, pero que sería desde
todo punto de vista, norteamericano o argentino, algo feo para cualquier
demócrata, aunque no se trataría de una dictadura militar
tradicional.
Escudé no dudó en elogiar el régimen de déficit
cero como la última oportunidad que tiene la Argentina.
En su razonamiento, la Argentina es un caso testigo para nosotros
mismos, porque salvo ese temor político del que hablé, los
intereses de los acreedores anclados aquí son comparativamente
insignificantes en relación a los que existen en otros mercados
emergentes, y entonces el que piense que nos van a rescatar por nuestra
importancia intrínseca se equivoca.
El ex funcionario de Di Tella tampoco vaciló en reclamar con entusiasmo,
más allá de una tenue resignación, el control del
Fondo Monetario: La clase política cumplirá si la
auditoría viene cada tres meses para hacer las cuentas, y como
después de ésta no nos van a dar otra oportunidad, y ahí
sí que nos vamos a caer de la historia, mejor que el Fondo audite
bien.
Lo cual no está nada lejos de la indicación de Bush a De
la Rúa, el miércoles último, que el argentino quiso
difundir solo como un apoyo cuando era, en realidad, una condición:
Usted sabe bien que la Argentina debe cumplir con el déficit
cero.
Rechazo a las listas
La Unión Peronista Porteña, que apoya la candidatura
del gobernador José Manuel de la Sota para presidente en
2003, decidió rechazar las listas del PJ por considerar que
la interventora del partido, Ana María Moso, las armó
con algunos funcionarios del gobierno y de la UCeDe con las
complicidad de los más obsecuentes del menemismo. La
acusa del apoderamiento ilegítimo del los símbolos
justicialistas.
|
FRED
BERGSTEN, ECONOMISTA DEL ESTABLISHMENT NORTEAMERICANO
Hay que reducir la deuda externa
Por M.G.
La Argentina es un caso
importante para los Estados Unidos, dijo a Página/12 Fred
Bergsten, presidente del prestigioso Instituto de Economía Internacional
con sede en Washington, y recomendó introducir una quita de la
deuda.
La situación argentina dijo Bergsten en una entrevista
telefónica juega un rol clave en el sistema financiero y
los mercados emergentes, por su posible efecto de contagio y por la eventual
depresión del valor de ciertas acciones. En segundo lugar, por
comercio. George W. Bush se había planteado que el comercio regional
tendría prioridad en su presidencia y el mes que viene los ministros
del ramo de todo el continente hablarán de cómo acelerar
la negociación para el Area de Libre Comercio de las Américas.
Y en tercer lugar, el caso argentino pesó en el sistema monetario
internacional. Bush, que había afirmado oponerse a medidas de este
tipo, ha impulsado otro paquete más para mantener la estabilidad.
¿Bush o Paul ONeill?
La combinación de los dos, porque O Neill tiene responsabilidad
directa sobre el rol del Fondo Monetario y necesariamente está
más preocupado por los detalles. Súmele a esto el Consejo
Nacional de Seguridad que asesora al presidente.
¿ONeill está contra Wall Street?
No, de ninguna manera, salvo a nivel de comentarios. Fue el director
general de dos compañías que tuvieron el apoyo de Wall Street,
una de ellas Alcoa, de aluminio. Sabe que la reacción de los mercados
financieros ante los paquetes es muy importante. Entiende el tema.
Pero habló en contra de los paquetes.
Usted lo dijo: habló. No hizo nada en contra. Mire, con ONeill
convendrá distinguir entre lo que hace y lo que dice. Lo que hizo
fue aceptar el programa. Y ese programa para la Argentina es favorable
a Wall Street. ¿O acaso ayudar a un país a financiarse puede
ir en contra del mundo financiero?
Usted conoce, por supuesto, la versión de que ONeill
quería reestructurar la deuda argentina y que los argentinos fueron
quienes lo rechazaron.
Sí, y en otros mercados emergentes tampoco estaban entusiasmados
con la idea.
¿Quién tiene razón?
Depende de la visión de cada uno sobre la sustentabilidad
de la situación. Yo tengo mis dudas de que, así, el esquema
financiero argentino sea sostenible. Por eso, algún tipo de reestructuración
sería importante. El FMI quiere impulsar una reprogramación
con tres mil millones de dólares. ¿Son suficientes? ¿Es
suficiente el paquete?
¿Qué se responde?
Que hay que pensar en una reducción de la deuda. Hay que
reducir el peso de la deuda y sus obligaciones en los recursos argentinos
y dedicar más recursos a la producción y la economía.
¿Por qué, entonces, el miedo argentino?
En estos casos, el temor es que se reduzca el acceso al crédito
y que pueda causarse una reacción negativa en los inversores directos.
Miedo a que forzando una reestructuración se termine en moratoria
y todo sea peor.
¿Ese miedo es razonable cuando esa quita sería acordada
y tendría la bendición del Tesoro y el Fondo?
Mmm... Puede ser razonable a cortísimo plazo, porque es evidente
que una quita produciría un efecto inquietante, pero en mi opinión
luego aclararía más las cosas y permitiría la vuelta
del crédito. La Argentina vería fortalecida su economía
y después sería una opción más atractiva que
antes.
Muchas publicaciones internacionales, como The Economist, suelen
señalar que la Argentina arrastra en el mundo el perjuicio de mantener
untipo de relación rígida entre su moneda y el dólar
cuando otros países ya abandonaron este sistema.
En cualquier sistema de paridad de ese tipo siempre hay que resolver
el problema de la competitividad, lo cual se acentúa cuando hay
vecinos como Brasil, que tienen un sistema de flotación para el
tipo de cambio. ¿El paquete acordado con el Fondo elimina
el riesgo de contagio para el resto del mundo?
El contagio era un riesgo. El tema crucial es la confianza, y eso
tiene que ver también con la psicología. Lo cierto es que
el paquete modera la crisis.
Algunos análisis dicen que la chance es que la Argentina
frene su caída y que, luego, aproveche una recuperación
de la economía mundial. Pero cada vez hay más pronósticos
pesimistas. ¿Los comparte?
No. La economía norteamericana será muy fuerte el
año que viene. Hay algún riesgo, pero no veo escenario de
recesión global.
|